¡Muy buenas a todosh!

Como verán esto no es una actualización de "Copos de Amor" Nope. Esto es más como… Un fic que le debo a alguien ;www;

Si sí, ya sé… Me van a salir los pocos seguidores que tengo -llorainternamente(?)- Que soy una irresponsable por no actualizar… Pero enserio que a veces uno debe de dejar fluir la inspiración y… Bueno. Le salen otras cosas :'D

En fin. Este fic (Oh sí. Todo el fic 3) Va dedicado a mi adorada sis: Tomoe uwu

Espero lo disfrute y me perdone por no acabarlo cuando debí -Originalmente iba a ser un One-Shot(?)-

Datos Importantes: Este es un AU Moderno donde muchos nombres se han cambiado para que sean más "normales" conforme al siglo XXI -Por decirlo así-

ATENCIÓN: Esto es un fic Jack FrostxHiccup donde Jack será el activo (Osea, Frostcup) Si no te gusta ver a Hiccup como el pasivo en la relación, te invito a pinchar el botón "Fanfiction" para que te vayas a buscar otras historias.

- ESTE FIC, A LA LARGA CONTENDRÁ DAGCUP (HiccupxDagur)Y BLACKICE (Jack FrostxPitch Black) -yalehicespoilerasis(?)- ASÍ QUE, ESTÁN ADVERTIDOS -

Sin más preámbulos, traigan su cubeta de palomitas y disfruten~


Ahí estaba otra vez...

Sí. Era imposible no reconocerlo. Aquél cabello alborotado, más despeinado que el mío al despertar; de un color jodidamente extravagante porque, por favor, nadie podía tener las hebras tan blancas como las canas de un anciano... Y mucho menos teniendo esa edad… ¿O sí? ¡No, claro que no! ¡No seas estúpido! Seguramente se lo ha desteñido a puro capricho. Aunque, debo admitir que no le sentaba nada mal el color; podría jurar que inclusive resaltaba gracias a esos redondos y perfectos ojos azul-...

Ah. Una lástima. Ha sonado la campanilla...

Esta es su estación...

Alcé la mirada dirigiendo mi vista hacia el panel de estaciones... No pude evitar hacer una mueca de extrañeza al darme cuenta de que el tren estaba en la estación equivocada. Bueno, equivocada en el sentido de que "él" no solía bajar en esa estación. Él siempre bajaba en "Los Guardianes" y ahora mismo el tren se había detenido en "Punta de Cuervo"… ¡N-No es que sea un acosador, si no que es inevitable fijarme en esos detalles si siempre nos vemos a la misma hora y justamente en el mismo vagón! Sea como sea; la verdad era raro, siendo que yo era el único idiota que bajaba en esa estación tan poco transitad-...

¡Un momento! ¡Punta de Cuervo! ¡Pero que estúpido!

Tomé mis cosas lo más rápido que pude: Mi mochila, mi portafolios, mi libreta de mano y mi chaleco de piel. En momentos como ese, agradecía infinitamente que el tren fuese más viejo que las ramas de mi árbol genealógico (Literalmente hablando claro) y que sus puertas tardaran en cerrar casi tanto como el tiempo que tarda una mujer arreglándose. Me colgué la mochila a un hombro y traté de correr lo más rápido que pude hacia la puerta.

- ¡N-No! ¡No cierren las puertas aún! -

Pasé como un rayo a través de la gente, y al notar como las puertas comenzaban a amenazarme con cerrarse, en un momento de desesperación, me lancé hacia afuera, tratando de salir como si escapase de alguien...

Que alegría sentí justo cuando sentí una dura y fría superficie de concreto golpearme en el rostro. Bueno. Había al menos salido del tren...

Lentamente fui tratando de levantarme, tomando del suelo algunos papeles que habían escapado del portafolios y justo en ese momento sentí un fuerte pinchazo en mi cara. Con temor acerqué mis dedos a mi nariz, puesto que estaba completamente seguro de que de ahí provenía el dolor; y no tardé en pegar un ligero grito en cuanto me toqué, así como alejé automáticamente mi mano justo cuando sentí un espeso líquido entre mis dedos. No quise mirar, ya sabía lo que era, y el hecho de observarlo solo me causaría nauseas.

- Bien hecho tonto, te has dado el primer golpe del día… -

Continúe con lo mío, tratando de ignorar el hecho de que probablemente me había roto la nariz y esta sangraba a borbotones. Terminé de agarrar las hojas con mis bocetos y los conté antes de meterlos nuevamente en el portafolios... No tardé en dar un respingo en cuanto noté que me hacía falta uno en específico...

"No, no... Debe... ¡Debe seguir por aquí!"

Habiéndome puesto de pie, miré por todos lados en busca de ese dibujo tan especial para mí; y por suerte, estaba tan solo a unos metros de mí. Sin embargo, de repente escuché una campana; la cuál reconocí casi de inmediato...

- El tren de las 9:00... -

Se me habían pasado los segundos en lo que estaba tirado, y no había siquiera pensado en el hecho de que el otro tren no tardaba en llegar. Si no me apresuraba, las otras personas del tren saldrían como una estampida, y además de que podrían pisar mi trabajo, podrían dejarlo tan arrugado que se me haría imposible recuperarlo... Corrí hacia él sin dudarlo ni un segundo, y a pesar de que el mismo viento se ponía en mi contra haciendo volar la hoja, no me detuve, comencé a dar leves saltitos, como un niño que trata de recuperar su globo. Tenía que recuperarlo ¡A como diera lugar!...

- Oh no... -

Vi como justamente el tren llegaba a la estación... Y como lentamente se abrían sus puertas automatizadas dejando bajar a centenares de gente... Santo cielo. Nunca había imaginado que tantas personas bajasen en mi estación. Y así como bajaban zapateando firmemente, el viento soplaba más y más fuerte... Provocando entre todos que mi asqueroso dibujo escurridizo se paseara entre sus cabezas como un maldito pájaro. Y aunque traté de abrirme paso entre la gente; algo me hizo retroceder; fue una extraña fuerza en mi cuello, que me jaló hacia atrás, ahorcándome un poco y provocando que se me fuese el aire por instantes...

- ¡A-Aggh! ¡¿P-Pero qué…?!-

Sentí como mi parte trasera caía al suelo, golpeándose de manera no muy suave y provocando que casi por acto reflejo me sobase. Alcé la mirada, tratando de buscar al que me había jalado así del cuello de la camisa para reclamarle. Y sin embargo, al único que pude encontrar fue al insoportable de mi primo... Que, da la casualidad, por cuestiones de musculatura y fuerza no le puedo reclamar nada ni de chiste.

- ¿Qué pasa pescado parlanchín? ¿Enserio pensabas tratar de pasar a toda esa gente por un mísero pedazo de papel? -

Igualmente, ya era muy tarde; para cuando traté de buscar el boceto con mi mirada, pude darme cuenta de que este ya había volado lo suficientemente lejos de mí como para que no lo alcanzara ni subiéndome a las plantas altas de la estación.

- Eh tú, castor con pecas ¿A qué esperas? Las clases ya van a comenzar y sabes que si llegas tarde mi tío me la cobra. ¡Anda, que no tengo tu maldito tiempo! -

No tuve opción siquiera para defenderme con palabras. El bruto descerebrado de mi primo me levantó jalándome de la ropa y automáticamente me metió una patada en el trasero para que "caminase más rápido" Fuimos ambos fuera de la estación, hacia donde él me marcaba. Solamente para encontrarme con un auto último modelo de color carmín, extremadamente lujoso, brillante y con un maldito indeseable al volante...

- Vaya vaya... ¿Así que hoy llevaré como extra al marica de tu primo? Excelente, será un viaje muy divertido -

Creo que no me he presentado como es debido (Aunque no es que yo valga mucho...) Mi nombre es Henry Horrendous Haddock III. No es un nombre muy común a decir verdad, sobretodo por el "Tercero" que lo hace parecer de eras antiguas; pero bueno, seguro es por esas ramas vikingas del árbol genealógico... Aunque mis amigos suelen llamarme Hipo, dado que mi madre me llamaba así, y es un bonito recuerdo de ella que me gusta conservar. Sí, lindo apodo, lo sé ¡Pero no es el peor! Mamá creía que un nombre feo espantaría a los gnomos y trolls... Como si mi personalidad aburrida no espantara ya a las personas…

Mi físico no es el más deseable entre todas las chicas. Soy casi un mondadientes que no es capaz de sostener su propio peso y no alcanzo ni a medir 1.60 a pesar de tener quince años, tengo el cabello corto, pues no me rebasa del cuello, de color "castaño-claro-común" y los ojos verde botella… Sí. Verde botella es el término correcto, dado que decir que son color esmeralda o jade, sinceramente es exagerar… Fuera de los rasgos básicos, creo que lo que habría que destacar son mis horribles dientes chuecos (Créanme, no por nada mi apodo en los grados mayores de la Preparatoria es "El castor" o "La ardilla") y mi exceso de pecas alrededor de todo mi cuerpo, sí, esos puntitos cafés de los cuáles nunca falta el típico idiota que aprovecha para burlarse de ellos…

Y hablando de idiotas…

- ¡Súbete de una jodida vez, desdicha dientona! -

Recibí nuevamente una patada en el trasero, esta vez con mayor potencia, nuevamente protagonizada por el poco inteligente de mi primo, a quién me suelo referir como Patán Mocoso. ¿Y porqué? Bueno. En realidad su nombre es Peter Murray, pero su personalidad es tan baja y deplorable, frente a las mujeres, más que nada, que poco a poco he logrado que la mayoría de la escuela le llame así...

Lo poco que me gustaría decir sobre el aspecto de Peter es que es veinte veces más robusto que yo. Mientras él levanta martillos, pesas y hasta casilleros inexplicablemente arrancados de la pared… Yo con trabajos puedo jalar una escalera de la biblioteca para bajar libros de los estantes de arriba. Su cabello no es cosa del otro mundo, más corto que el mío y de un castaño más oscuro, rozando casi el azabache… Y acompañando en su rostro a esos "vellos-varoniles" a los que él llama "barba" y "bigote", están sus ojos, de un azul claro que, siendo sincero, poco me importa la tonalidad de estos…

Abrí la puerta de la parte trasera del auto, dispuesto a subirme sin rechistar si quiera, pues sabía que tratar de hacerlo era solo un círculo vicioso que no llegaría a nada, sin embargo...

- Eh, ¿Qué crees que haces ardillita? Tú vas adelante conmigo. Así que deja tus cosas atrás -

La verdad era que prefería no ir delante, dado que tendría que sentarme justo a un lado de ese maldito desquiciado. Sin embargo, el auto era suyo, así que solamente dejé mis cosas botadas en la parte de atrás, cerré la puerta y rápidamente me pasé a adelante, abriendo la puerta casi al instante y metiéndome en el automóvil a la misma rapidez, claro, con la mirada baja y sin intención alguna de ver directo a la cara al conductor. Pues era lo que buscaba evitar a toda costa… Lamentablemente, este parecía querer llamar mi atención; de uno u otro modo... Dado que Patán tardaba horas en volverse a subir, mi acompañante solamente aprovechaba ese tiempo para… Eh... "Agarrarme"...

- Awww... Vamos pescadito... Deja que Dagur se divierta un rato -

Sep. De todos los idiotas enfermos que podía tener a un lado, tenía que tocarme Dagur "El Desquiciado" como suelen llamarle en el equipo de fútbol americano de la escuela. Para no irnos muy lejos, solo diré que Dagur posee un par de ojos color azul claro al igual que Patán, con la diferencia de que él es pelirrojo y su mismo cabello es tan largo que se hace una pequeña trenza para amarrarlo. No es muy fuerte ni tampoco posee mucha musculatura, en realidad, me atrevería a decir, si no lo conociera, que es casi tan flacucho como yo... Sin embargo, el apodo "Desquiciado" lo ha obtenido gracias a sus artimañas y quién sabe que otros trucos sucios más al jugar... Para ser un chico de quizá unos 20 años, Dagur es un completo animal en el campo y la mayoría le respeta (Por su bien…) O le teme... Yo por mi parte, le desprecio con cada fibra de mi cuerpo, dado que su padre y el mío son amigos desde la juventud, al parecer Dagur saca provecho de ello y trata de acercarse a mí... Puesto que le atraigo bastante y eso me lo ha hecho saber de las formas más incómodas existentes. No sé porque, realmente no tengo mucho que sea envidiable… ¡Tomando en cuenta de que además soy un chico!

- ¿Y? ¿No piensas saludarme si quiera Henry? - Lentamente hizo subir su mano derecha por mi pierna, acariciándola suavemente... Provocando que casi al instante le manotease de los nervios y la incomodidad que sentía. Momentos como ese agradecía usar siempre pantalones de mezclilla.

-T-Te he dicho que no me gusta que me digas así Dagur-

- Bah. ¿Que tiene de especial "Hipo"? Suena como nombre de perro si me lo preguntas -

Desvíe mi mirada rápidamente hacia otro lado. En primer lugar, para no tener que seguir viendo al idiota que estaba a mi lado, y en segundo, para evitar que cualquiera pudiese ver que aquello me había dolido hasta el fondo de mi alma. Jamás había conocido a mi madre, dado que había muerto hace años, cuando yo era apenas un bebé; y ese apodo era de las pocas cosas que conservaba de ella. El hecho de que Dagur lo hubiese tachado de "Nombre de perro" me hervía la sangre a niveles impresionantes… Pero lo mejor era quedarme así. Pues tratar de ponerme a su nivel solo significaría arriesgar la poca buena salud de mis huesos…
Mis pensamientos fueron cruelmente interrumpidos dado a que escuché un potente sonido como una trompeta. Volteé mi mirada hacia el jugador, y me fijé que este estaba dando bocinazos bastante irritado.

- ¡EH PATÁN! ¡MUEVE TU TRASERO DE BUEY Y VEN AQUÍ! -

El torpe de mi primo estaba en una tienda cercana, al parecer había ido a comprar algo y había terminado tratando de coquetearle a una de las empleadas... Desde luego, como en todos sus intentos, sin éxito alguno. Una vez de regreso, se subió en la parte de atrás del auto, soltando pequeños gruñidos como un lagarto enojado.

- Ya era hora maldita sea. ¿A que demonios fuiste? -

- Oh ya sabes... En unos días es la fiesta de inicio de curso y no quiero ir solo -

- Querrás decir que no quieres que todos sepan que aún eres virgen-

Dagur estalló en carcajadas luego de decir aquello, mientras que a Peter lo invadió un potente rubor al escuchar el comentario. Justo en el orgullo masculino...

- ¡MALDITA SEA DAGUR! ¿TENÍAS QUE DECIR ESO? -

- Es inevitable. Te lo pasaría si fueras Henry pero ¿Tú? ¿Patán Mocoso? Por favor, estás en el equipo de fútbol americano. Es de ley que ya hubieses tenido al menos diez novias...-

- Es muy irónico que digas eso siendo que tú las prefieres sin pechos... -

Oh no... Pude sentir perfectamente como las miradas de ambos se clavaban en mí, pues no se estaban refiriendo al pájaro que volaba en mi cabeza... Completamente nervioso traté de mirar a Dagur, quería asegurarme de que él no me miraba, que solo fue una alucinación mía… Que me estaba volviendo un idiota paranoico... Pero no. Ahí estaban esos horribles ojos azules, mirándome con la lujuria que tendría un ninfómano mientras este se relamía suave y lentamente los labios.

Quise abrir la boca para decir algo, si quiera para al menos defenderme del comentario anterior de mi primo que de cierta manera había sido una ofensa contra mí… Pero Dagur terminó arrancando, quitándome la palabra de la boca, y haciendo que poco a poco nos dirigiéramos cada vez más hacia aquella cárcel a la que estoy obligado a llamar escuela…

- ¡CASTOR CON PECAS! ¡CASTOR CON PECAS! ¡CASTOR CON PECAS! -

Odiaba la sensación del agua fría del retrete recorrerme el rostro… Odiaba con todas mis fuerzas el hecho de sentir como casi me ahogaba cada vez que me hundían la cabeza en el baño público… Odiaba los insultos ajenos y sus risas completamente estúpidas… Pero si había algo que en verdad odiaba, era el hecho de que medio instituto sabía lo que pasaba… Y nadie hacía nada por ayudarme. Supongo que era normal. Era el tonto favorito de los profesores, el nerd de la clase y el marginado que ni su propio primo quiere. Era el blanco de las burlas de los demás…

- ¡¿Ya te viste en el espejo ardilla chillona?! ¡Luces de maravilla, así quizá al fin puedas seducir aunque sea a la gorda de la cafetería! -

No lloraba. Hacía años que no lo hacía. Pero cuantas ganas me daban de hacerlo. Era un método muy efectivo para liberar mi dolor, pero solo les daría otra maldita razón para que me siguieran molestando… No quería verme en el espejo. Lucía patético. Mi cabeza y hombros estaban empapados, mi cabello hecho un desastre y me atrevo a decir que tenía un pedazo de papel higiénico entre mis hebras castañas… Me mantuve firme, sin quejarme o mostrar dolor emocional… Lo cuál solo aumentó la furia de los tres imbéciles que me estaban jodiendo… Sentí un fuerte golpe en mi espalda, el cuál me provocó cerrar los ojos por unos instantes, pero volví a abrirlos casi al momento, pues ahora sentía una fuerte presión en el cuello de mi camisa que me cortaba la respiración. Maldita sea, lo había hecho enfurecer…

- ¿Quieres que haga lo del primer día de clases, inútil? ¿Quieres que te meta un golpe tan duro que no te puedas levantar hasta que acaben las clases? -

- ¡Dale un gancho al hígado Adam! -

- ¡Mejor túmbale esos dientes de rata de un puñetazo! -

- Ambas son buenas… ¿Tú que dices Henry? ¿Te aplico ambas? -

- ¿Por qué no mejor vas con la gorda de tu madre y le vas a tirar los dientes a ella Adam? Créeme, si lo que quieres es ser un buen hijo, te recomiendo que se los rompas, le haces un favor-

Las miradas de todos se pusieron en blanco, incluyendo la mía, que se sentía pesada y cansada debido al tiempo que llevaba ahorcándome el alumno de grado mayor… Aunque para mi mala suerte, no pude notar con exactitud quién había intervenido en mi ayuda… Mi vista estaba nublada, y con trabajos había distinguido una nube blanca como parte de mi rescatador…

Pude sentir perfectamente como Adam me soltaba como si nada, dejándome caer al suelo como si fuera un saco de piedra. Traté de sobarme el cuello y mi trasero, pero estaba exhausto y necesitaba aire urgentemente, por lo que solo me quedé en el suelo, respirando a bocanadas, mientras oía gritos y veía sombras que se golpeaban…

El susodicho que había acudido en mi ayuda no tardó en ahuyentar a mis abusadores, a base de insultos de mayor calibre y golpes de verdad que terminaron haciéndolos caer adoloridos al suelo, al grado de que alcancé a presenciar como entre sus dos secuaces tuvieron que cargar a Adam en sus hombros para llevárselo fuera del baño…

- ¿Todo bien Pequitas?-

Alcé la mirada lentamente, tratando nuevamente de distinguir aquella figura que había llegado como un héroe justiciero hasta mí… Parpadeé varias veces seguidas, hasta que mi vista regresó a la normalidad y me permitió ver con mejor claridad al ser que había puesto las manos en el fuego por mi pellejo… Y siendo sincero, no pude evitar dar un respingo, casi dramático… Pues esas hebras tan blancas como las canas de un anciano, y esos ojos tan azules como el cielo me hicieron recordar a cierto joven que siempre veía en las mañanas antes de bajarme en Punta de Cuervo…


¡Y por ahora le dejo hasta aquí mis lectorcitos!

Quizá no es mucho, pero traté de que fuera más especial para ustéh sis uwu

-meestoymuriendodesueñoshanoaguanto;nnn;-

Actualizaré muy pronto, así que estén al pendiente. Felicidad y estrellas a la derecha pa' todosh mis nenesh 3