Disclaimer: Ni los personajes, ni la serie me pertenecen (si fuera así, mostraría más historia de China.) Le pertenecen al gran ídolo Hidekazu Himaruya~ El principio de este fic *lo que he escrito en cursiva* tampoco me pertenece. Es un poco de historia, que me ayudó en la guía de mi fic.
Advertencias: Sólo que es un fic que intentaré hacer lo más histórico posible.
Notas: Lamento si a veces (o muchas veces) encuentran Ooc...
"-o-" = Cambio de tiempo (tipo una semana, un año, etc) pero sigue siendo en el mismo lugar donde se indica.
"_" = Cambio de espacio, siendo éste, generalmente, otro país.
Introducción.
Durante el S XVI China y Europa comenzaron su comercialización marítima. El, en ese momento, emperador Qing limitó el contacto con occidente permitiendo que, solamente, Cantón estuviese abierto al comercio, imponiendo a los Europeos tediosos trámites y restricciones para la venta de sus productos y protegiendo sus propios monopolios de producción de la competencia, con lo que los precios subieron y la demanda china de productos europeos bajó. España inició la venta de opio en China.
En ese momento Inglaterra pasaba por un déficit comercial. Para compensarlo, siguió el ejemplo de España y comenzó a comercializar opio de la India británica en China.
Un hombre se encontraba tomando una taza de té en su sala de estar. Miraba tranquilo por la ventana a la gente que caminaba de un lado a otro mientras él bebía uno, dos, tres sorbos seguidos del aromático te que tanto le gustaba. Entonces, con un rostro de satisfacción y al acabar su bebida, suspiró.
— ¡Aiya! La gente de mi país es tan tranquila, aru… Es bastante relajante estar aquí sin trabajo o alguna responsabilidad mayor, aru…
Cuando acabó de decir esto, el teléfono sonó. China se levantó del lugar donde se encontraba para ir, rápidamente, a contestar.
— ¿Diga, aru?
— China — Se escuchó la voz de un hombre al otro lado de la línea. Era el superior del país y se escuchaba algo preocupado. No dejó al otro responder. — ¡Es muy importante que vengas a la sala de reuniones de inmediato!
— ¿P-pasa algo, aru? ¿Algo grave, aru? — No pudo recibir respuestas a las preguntas que había formulado, puesto que cuando las hizo, su superior al otro lado de la línea ya había cortado. No tuvo más remedio que hacer lo mismo, luego de suspirar. — Si mi superior está así de preocupado, debe de ser un asunto de gran, gran importancia, aru… Mejor me dirijo en seguida hacia allá, aru...
-o-
Ya en el salón de reuniones, que se encontraba a pocos minutos de la casa de China, se podían escuchar muchos gritos, pero ninguno provenían ni de la nación ni del emperador en ese momento: Yongzheng
— ¿¡Pueden hacer silencio de una vez, por favor, aru! — Gritó el primero. Lo que él más odiaba eran las discusiones, y tener que verlas cada vez que algo no se podía solucionar lo abrumaba demasiado. — Con tanto grito no logro entender nada de lo que está pasando, aru ¿Alguien tendría la amabilidad de aclararme todo un poco, aru?
— Es un problema con el opio. — Le explicó su superior. — El opio que nos traen de España e Inglaterra, sobre todo éste último, está siendo tan adictivo que la población está gastando más de la mitad de sus ganancias para comprarlo.
— ¿Qué, aru? ¿Cómo es posible que estén gastando tanto dinero en una discusión así, aru? — Preguntó la nación China, preocupado.
— Eso es lo que hace el vicio. Si seguimos así, esto puede afectar a toda la población China.
— ¿Y qué podemos hacer, aru? Lo único que se me viene en este momento a la cabeza sería…
— Prohibir el opio en toda China. Así podríamos restablecer el orden. — Habló, por primera vez, el emperador.
— Además, los ingleses sacan provecho de que nuestra población se haya vuelto adicta a esta droga tan fuerte ¡Cerca de cuatrocientos por ciento de ganancias! Mientras nosotros decaemos poco a poco.
— Entonces ¿Eso lo que debemos hacer? — Preguntó uno de los hombres presentes, dirigiéndose a China.
— ¡Si el emperador lo dice, entonces se hace, aru! — Exclamó la nación, decididamente, con una gran sonrisa.
-o-
A la semana de organizada esa reunión se podían ver en las calles carteles por todas partes, que decían lo siguiente:
"Se prohíbe la ingesta y comercialización de opio. Si se descubre a alguien ejerciendo tal acción, será severamente castigado."
Emperador Yongzheng
China iba caminando y cada vez que veía uno de esos carteles se alegraba. "Esto le hace mejor a mi población, aru" pensaba. Pero el no sospechaba que, aunque se haya hecho ilegal consumir y comercializar opio, esto ocurría aún, clandestinamente por supuesto.
— Disculpe, señor…— Le habló un tipo desde un callejón. Su cara se veía algo degradada, pero no por los años.
— ¿Ah? Oh.. ¡Nihao, buen hombre, aru!
— ¿De casualidad no quiere comprar un poco de opio? — Preguntó, ésta vez en un susurro casi inaudible.
— ¿O-opio? — Preguntó China, algo sorprendido. — ¿No se supone que el opio está prohibido por orden del emperador, aru? Esto…
— Por favor… Necesito el dinero urgentemente. Además, es mi primera vez vendiendo drogas clandestinamente.
— ¡Aiya! ¿C-clandestinamente, aru?... P-pues lo has hecho muy mal, aru. En primera ¿Qué tiene de clandestino vender a cualquier persona que no sabes si es consumidor o alguien importante que pueda denunciarte, aru? Lo lamento, aru, pero creo que voy a tener que llevarte frente al emperador, aru… — Apenas al decir esto, el hombre comenzó a correr muy rápido. Tanto que China no alcanzó a reaccionar para perseguirlo. Decidió no hacerlo. Quizás había aprendido la lección. — ¿Comercialización clandestina, aru? — Se preguntó a sí mismo, cabizbajo. Eso no lo alegraba para nada.
