Negación
Tres años habían pasado, casi cuatro. Estaba harta de la cotidianidad, de levantarse todos los días a enfrentar la invariable monotonía. Sonrió ante lo irónico que resultaba. Cuando estaba en el reino de los espíritus despertaba todos los días deseando volver al predecible mundo que tan bien conocía, y ahora que había lograda volver a el le ofuscaba estar en el. Extrañaba a Lin, extrañaba a todos y cada uno que la habían ayudado.
Pero sobre todo, aunque jamás lo admitiría, extrañaba a Haku.
Le era inevitable que todos los días recordara constantemente su promesa. Tampoco podía evitar que dichos pensamientos fueran de la mano de una tonta sonrisa y, eventualmente, uno que otro suspiro.
Era estúpido pensar tanto en el. Tampoco era algo que podía controlar, tampoco quería, porque, aunque fuera otra cosa que jamás admitiría, esos pensamientos le producían un inmenso placer. Le encantaba simplemente cerrar los ojos y dejarse embargar por los recuerdos.
"Se que volverás, Haku."
Se decía en esos instantes, incapaz de sofocar la agradable avalancha de felicidad que se le acumulaba en el pecho, en momentos así, sentía que absolutamente nada le faltaba en la vida, que pedir algo mas era injusto. En esos especiales momentos, que después se reprochaba a si misma, pero tampoco podía evitar guardarlos en su corazón, junto con los que había pasado junto a Haku, en momentos así, también se permitía dejar volar sus esperanzas y deseos. Se convencía a si misma que Haku la recordaba como ella a el.
Echaba a un lado los pensamientos escépticos a los que recurría cada vez que sentía una agradable sensación de estar siendo observada, de estar siendo cuidada, de estar siendo protegida. Cuando se despertaba a mitad de la noche a causa de la helada brisa, para darse cuenta de que la ventana estaba abierta de par en par, a pesar de que habría jurado que la había cerrado antes de entregarse a los brazos de Morfeo.
Suspiró.
Levanto la cabeza del libro de Gramática. Debería estar estudiando. No se podía concentrar. Había pasado el último cuarto de hora divagando. Odiaba gramática. Estiro el brazo y atrajo hacia si el reloj de mesa que le había regalado su madre en su último cumpleaños. Eran las 10: 57. Se había echo tarde y no se había percatado. De nuevo.
Decidió que terminaría de estudiar al día siguiente, al fin y al cabo el examen seria dentro de dos días. Se levanto de la silla. Se estiro unas cuantas veces. Abrió la ventana y se apoyo en el alfeizar y cerro los ojos. Sonrío al sentir la fresca brisa de la noche. No supo cuanto tiempo permaneció así. No supo cuando el sueño la venció. Tampoco supo cual fue la razón de que, al despertar se encontraba en su cama, debidamente cobijada. Se incorporo, se apresuro a suponer que a causa del sueño del que había sido victima no podía recordar como había llegado a la cama.
Secretamente deseo estar equivocada, pero por supuesto que nunca lo admitiría, ante nadie, y mucho menos, ante si misma. Significaría admitir que lo que sentía no era lo que su lado racional insistía en llamar "amistad".
