Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a Jotaká, y únicamente los uso por diversión.
A su debido tiempo.
—¿Y? ¿Qué tal la cita con Rodolphus? —preguntó una niña rubia a su hermana, apenas la vio entrar por la puerta principal. Ella y su otra hermana habían decidido quedarse despiertas, por más que fuera ya entrada la noche, para esperar a Bellatrix y que les contara todos los detalles de inmediato.
—Más de lo mismo —dijo con desgana, sentándose en un sofá. La más pequeña, Narcissa, se sentó a sus pies, y Andrómeda en el posa-brazos del mismo—, aún no puedo darle ni un maldito beso. Y encima de todo, no sabe hablar de otra cosa que no sea el Señor Oscuro, y su vida como mortífago. ¡Agh!
—Bueno, Bella —habló la castaña por primera vez, sonriendo divertida—, no es que tú hables de otra cosa que no sea nuestro Lord, ¿no? —y rió junto a la rubia. La pelinegra sonrió.
—¡Bah! —minimizó con un gesto—. Ah, y tú, Andy... Rabastan no se piensa dar por vencido contigo, ¿sabes?
—¡Por los calzones de oro del mismísimo Salazar Slytherin, Bells! ¿Es que acaso no se da cuenta de que tengo apenas 15 años, y él 32? ¡Me dobla claramente en edad! —se quejó escandalizada.
—Quizá quiera enamorarte ahora para que el Hogwarts no consigas novio —opinó su hermana menor con inocencia.
—¡Cissy! —la retó, pero las tres hermanas rieron—. Parece que llegó tarde entonces, porque ya conseguí uno.
—¿No piensas presentarnos de una vez por todas a tu dichoso novio, Andy?
—Todo a su debido tiempo —sonrió la castaña.
—Espero que no consideres como el "debido tiempo" el día en que te cases, ¿no?
—Eres mi hermana, Bella, jamás te lo ocultaría para siempre.
—Pero sí lo más que puedas, ya... —comenzó a hablar la rubia, pero fue interrumpida por una exclamación repentina de su hermana mayor.
—Espero que no nos lo estés ocultando por vergüenza.
—¿Y por qué nos haría eso? —quiso saber Narcissa.
—Quizá su gran amor sea hijo de muggles —le espetó Bellatrix. La niña miró a la pelinegra echando chispas por los ojos, mientras Andrómeda las veía discutir sin saber si intervenir o no.
—¿Qué importa que sea muggle? —dijo la rubia con una voz que denotaba demasiada frialdad como para pertenecer a una niña de 13 años—. Que haga feliz a nuestra hermana es todo lo que nos debería importar, ¿no lo crees?
Ante esto, las tres hermanas sonrieron, cada cual por su propio motivo. Narcissa tenía toda la razón del mundo, pero a la vida y al resto de los Black no les interesaba el amor, ni una unión tan grande como la que tenían las tres hermanas Black.
Ninguna se imaginaba lo que la vida iba a cambiar en tan solo 3 cortos años, pero tampoco les importaba. Si una de las tres era feliz, entonces el resto también lo era. Nada podría empañar las sonrisas en sus rostros, ni siquiera las futuras relaciones prohibidas.
