Si, ya sé que ando atrasado con mis 300 fics, pero por los estudios no tengo mucho tiempo, y decidí probar algo diferente, para alivianar un poco todo lo que me pasa últimamente.

Este fic es bastante diferente a un fic de Pokemon convencional, no se preocupen, cuando terminen el prologo, que es de dos partes, saldrán Ash y compañía al completo, la trama se ubicaría en un punto indeterminado de la trama de Johto, antes de que Ash deje a Bulbasaur en reserva, si me dicen cuantas medallas tenía en ese momento me harían un gran favor.

Disclaimer: Los personajes de Pokemon no me pertenecen.

Su nombre es Boston Grant, graduado con honores de la universidad de Harward en Física y Matemática cuando tan solo tenía 17 años, una promesa de futuro brillante, pero este llegó, ¿Y qué quedo?, Solo 16 años de trabajo para el ejército, la guerra lleva 40 años con bajas y altas, y la investigación por cuenta propia está prohibida, con 33 años viviendo en este mundo, lo único que ha logrado es demostrar que fue un niño prodigio, y poco más.

Pero ahora puede ser su momento, el trabajo de toda su vida está dando frutos, no es un arma de guerra, y posiblemente ni el más ingenioso soldado pueda usarla para tal fin, pero es algo mas allá de la imaginación.

Solo unos últimos arreglos quedan, al fin, toda una vida de fallos y presiones terminara, la puerta estará completa.

Pero dejemos a este curioso científico de lado un segundo, y miremos a otro universo, trazado en una línea de tiempo diferente, aquí, un joven chico acaba de despertar, su nombre es Ash Ketchum, y es un entrenador Pokemon, una curiosa actividad, desde que cumplió los 10 años se ha dedicado a capturar extrañas criaturas con grandes poderes, entrenarlas, y usarlas para el combate, tal vez no le de importancia, pero ha salvado al mundo en varias oportunidades, mientras continua su eterno viaje para ser el mejor.

Ha capturado muchos Pokemons en todo este tiempo, todos son más que mascotas, son sus amigos, pero hay uno solo al que quiere más que nada en el mundo.

Ash gira la cabeza, dormir en medio del campo es algo natural para él, esperando ver a su querido compañero de aventuras, pero este no está ahí, comienza a llamarlo, esperando que este en algún lugar cercano, pero no, su mejor amigo está viajando mas lejos de lo que alguien pudiera imaginar.

"Un mundo irreal", prologo 1: "Perdido en la oscuridad".

—Si —la maquina por fin había funcionado, solo faltaban los ajustes, y Boston podría entrar en contacto, es mas, podría traer algo de otro mundo, otro universo, ¿Quién sabe qué sorpresas podría haber mas allá de las barreras de las realidades?

La explosión al conectarla fue inesperada, pero no demasiado grande, tosiendo por el humo, Boston levanto su cabeza cubierta de pelos castaños desaliñados, y observo.

Era algo extraño, similar a una rata, solo que mas grande, y de un color amarillo chillón, tenia mejillas rojas, y una cola en forma de rayo, se veía muy tierno, definitivamente no era lo que esperaba, pero aun faltaba saber que podía hacer.

El extraño animalito empezó a rastrear el lugar, hasta hace unos segundos descansaba al lado de su amigo "dueño" humano, pero aquí era diferente, todo lleno de maquinas que hacían ruidos extraños manejadas por fuentes de energía que nadie podría llegar a imaginar, lo único que pudo decir fue… —PIKA.

Boston decidió improvisar, y agarro un poco de comida destinada a experimentación con criaturas, el no disfrutaba de esa actividad, y en secreto liberaba a los ratones y diferentes animales de laboratorio, en el ambiente cerrado del ejercito, ningún otro investigador preguntaría, y los militares no entendían nada, así que no era tan complicado hacerlo. El punto es que la cantidad que tenia conservada era bastante, aunque este animal fuera bastante más grande que una rata normal, su aspecto externo marca también la estructura interna, así que debería comer elementos similares.

Dejo un poco y se escondió rápidamente antes de que la ratita amarilla lo viera. Empezó a desvariar acerca del origen de tan curiosa criatura, tal vez pertenecía a un universo habitado por gigantes, y sería algo así como una rata, el color era muy curioso, así que posiblemente no sería un animal salvaje, aunque claro, eso sería siguiendo el concepto de su mundo, nadie podía definir el espectro lumínico de otro.

Fue entonces cuando se dio cuenta que el animalito estaba olfateando el alimento, y decidió dejar de pensar por ahora y esperar un poco, al poco tiempo el pequeño debió razonar que no había peligro, y comió un poco, aun para la persona más fría del universo, la bella escena llenaría de ternura su corazón.

Para Boston había llegado el momento de acercarse, si sus teorías eran correctas, que podrían no serlo, no habría ningún peligro, su traje estaba diseñado para soportar calor, en caso de que la piel del animal fuera muy caliente, y daba inmunidad a todas las bacterias y virus conocidos, así que sin importar si traía algún "huésped" en la piel, posiblemente no le haría efecto.

De todos modos, cabe destacar que Boston nunca se llevo con los animales, tuvo un perrito a los 12 años, y nunca supo cuidarlo demasiado bien, así que se lo llevo su hermana al mudarse, con un poco de sentido común, habría sabido que no debe acercarse a ningún animal desconocido, a veces conocido tampoco, ni por atrás, ni si está comiendo, y cometió ambos errores ese día.

Al instante de tocar la cola del animal, este levanto las orejas, y unas extrañas chispas empezaron a salir de sus mejillas.

Acá el sentido común si llego, y Boston saltó ni bien sintió que algo raro pasaba, efectivamente, una enorme descarga eléctrica cubrió el lugar, destruyendo maquinas por todos lados.

Sorprendentemente, el pequeño animalito no parecía sufrir ningún daño, de hecho, las descargas parecían venir de su cuerpo.

Una vez que el extraño espectáculo termino, la ratita, que parecía más asustada que el propio Boston, salió corriendo por un agujero que se había hecho en uno de los muros.

Boston se movió rápido para seguirlo, pero antes agarro un traje aislante para experimentos eléctricos, ni siquiera sabía si le iba a servir de algo, la potencia de los rayos generados parecía superior a la de una tormenta eléctrica, puesto que en segundos había destruido maquinas capaces de soportarlas.

Las instalaciones militares para investigación son seguras en un 90%, los muros están altamente reforzados, con sistemas de ventilación especiales para evitar traspaso de experimentos biológicos dañinos, espacios largos entre laboratorio y laboratorio, sistema anti incendio, espacios en vacio en determinadas zonas, había pocos lugares más seguros que estos en el mundo, y un simple animal estaba destrozándolo todo.

Los sistemas de seguridad saltaron al instante, pero no importaba cuantos misiles fueran lanzados, no llegaban a destino, lamentablemente, no se podían instalar armas demasiado peligrosas en un lugar así, nunca se esperaba un ataque desde adentro, e incluso si lo hubiera, todo el lugar era calificado de "sacrificable" por los altos mandos, así que no importaba tanto.

Había bastantes guardias en la zona, algunos robotizados, y otros de infantería básica, pero todos eran carbonizados en segundos.

A todo esto, el animal solo intentaba salir de ahí, encontrar a alguien conocido, algo, nunca había estado tan asustado, y los ataques expresaban eso.

Cabe destacar que nunca había dañado a nadie de esta forma solo con sus rayos, lo que lo asustaba aun más.

No tomo mucho tiempo que se movilizaran las tropas especializadas en situaciones de problemas eléctricos masivos, la mayoría nunca había estado en una situación siquiera parecida a esta, y no sabían bien a lo que se enfrentarían.

Boston seguía avanzando entre la destrucción, aunque su mente analítica intentaba entender de donde venia tal poder, en el fondo se sentía culpable de lo ocurrido.

Al doblar una esquina, vio un espectáculo sorprendente, el animal lanzaba descargas más grandes que nunca, llegando al punto de dañar los trajes de protección de los soldados.

Tanta energía, las posibilidades eran infinitas, pensó Boston, pero otro pensamiento cruzo su mente, energía ilimitada…, significaba utilidad…, como arma.

No paso mucho tiempo hasta que la criatura perdió su energía y empezara a desfallecer, no quería rendirse, e intento mantener el ataque, pero ya era demasiado para su cuerpo, y se desmayo.

Todos los soldados sobrevivientes se acercaron lentamente con armas en alto, cuando Boston paso cruzando y se coloco delante.

Definitivamente, hay cosas que una persona no debe hacer, nunca, bajo ningún punto de vista, es parte del sentido común de cada uno saberlo cuando se produce una situación determinada, el sentido común de Boston en ese momento estaba tomándose un café en algún bar, o algo similar, incluso el mismo se preguntaba porque hizo lo que hizo, aunque lo único en lo que su mente se centraba era en las armas que apuntaban directo a su cabeza.

Intento decir algo, tal vez sacarse la máscara del traje, pero antes de hacerlo, todos los soldados se giraron hacia la izquierda, Boston lo hizo muy lentamente.

—No —pensó, de todas las personas que podían aparecer, ¿Justo tenía que ser él?

El general Wade Cole, dirigente del laboratorio en el que Boston trabajaba, un estereotipo claro del militar al que le importa más la guerra que su propia familia, 5 veces condecorado en batalla, con sus 56 años de edad parece más joven, de 55 según algunos, exhibiendo una mandíbula fuerte, y un bigote poblado de color blanco, se podría decir que por cada hombre como Boston hay unos 20 Coles en el ejercito.

Sin decir nada se acerco a Boston y se quedo mirando el extraño animal que sostenía en los brazos.

— ¿Es esto lo que causo tanta destrucción? —el general no expresaba nada con sus palabras, ni enfado, ni tristeza, ni siquiera alegría, solo las decía, y era deber del que las escuchaba saber cómo reaccionar. —Supongo que tienes algo que ver.

Mientras una gran cantidad de armas aun apuntaban a su cabeza, Boston se dio cuenta que solo tenía una salida, y, tras sacarse la máscara, explico todo, su máquina, los mundos paralelos, la llegada del animal…, todo contado dejando de lado los términos técnicos.

El silencio duro varios segundos luego de eso, tan solo el goteo de algunas tuberías se escuchaba a lo lejos, pero Boston ya sabría lo que iba a pasar.

—Me gustaría… —empezó el general. —Que mejores el portal que diseñaste, si algo tan pequeño como esto puede causar tal destrucción, solo imagina lo que podría hacerse con algo más…, grande.

Los soldados escoltaron a Boston de vuelta a su laboratorio, llevándose al animalito con ellos.

El científico había cometido el error más grande de toda su vida, y ahora el ejército tenía un arma más poderosa que cualquier otra cosa, la mismísima naturaleza de un mundo de poder incalculable, y todo era su culpa.

Continuara…