Sacrificio de amor

¿Cuánto tiempo había pasado? Tres largos años que habían parecido una eternidad. Ninguno de los dos se había podido olvidar de aquella triste despedida, sin una última mirada, sin un ultimo adiós. Candy había renunciado al amor de su vida al entregárselo a una persona que había perdido todo por el. ¿Podría ella llegar a mar así algún día? Solo el tiempo se lo diría.

Terrence Grandchester había perdido gran parte de su vida aquella noche... tenia un futuro promisorio, una brillante carrera y un reconocimiento a gran nivel. "La estrella más brillante de Broadway", sin embargo, no tenia razón de vivir.

"Mi vida es una completa mentira. Vivo al lado de una mujer que no amo, a quien a veces desprecio por amarme tanto... Candy por qué no puedo olvidarte? Sigues en mi corazón y en mi alma de una forma tan profunda que nunca podré sacarte de mi ser" pensaba el actor mientras su mirada se perdía en la calle que daba a la ventana de su biblioteca, en su mansión de New York.

-Terry querido ¿en que piensas?- la voz melosa de Susana lo había sacado de sus cavilaciones

-En nada Susana, el estreno de la obra será pronto y los ensayos y la puesta en escena ocupan mi mente, eso es todo- le respondió el secamente, mientras se dirigía a un mini bar que tenia en la biblioteca y se servia una copa de whiskey.

-Pensé que dejarías de beber Terry- dijo ella cuidadosamente.

Con el tiempo había aprendido a conocer a Terry y sabía lo explosivo que podía llegar a ser. A ella le preocupaba el estado de Terry, en lo que se había convertido en los últimos años. Después de desaparecer por algún tiempo, volvió con nuevos bríos, convirtiéndose en el gran actor que era hasta el momento, pero su problema con el alcohol iba en aumento. El daño físico y psicológico que estaba causándose a si mismo la hacia sentir culpable. Sabía que ella era la única causante de esta situación. Aún así, su egoísmo no la dejaba ver mas allá de lo que tenía en frente. Lo amaba y quería seguir teniéndolo a su lado aun a costa de su infelicidad. La de ambos.

-Susana no creo que sea de tu incumbencia si bebo o no. Si me disculpas voy a salir un rato, necesito despejarme para el ensayo de la mañana- Contestó Terrence dejando el vaso sobre una mesa y saliendo de la habitación, dejando a Susana perdida en sus pensamientos.

Tres años atrás había perdido a su pecosa. A pesar del tiempo, el remordimiento no le permitía abandonar a Susana, si bien era cierto que no podía amarla. Nunca se había atrevido a poner una fecha de matrimonio, y si el tema surgía, él simplemente lo evadía. Había aprendido a ignorar a la madre de Susana, para quien ese matrimonio no sólo significaba la felicidad de su hija, si no una oportunidad de ascenso social. Para nadie en el mundo de Broadway era una novedad que Terry pertenecía a la más alta nobleza británica; si bien había renunciado a todos sus títulos. Aun así, la historia del hijo del duque que había declinado todos sus títulos para convertirse en actor, aunque tarde o temprano terminaría siendo un duque por su posición como primogénito, hacían de Terry un personaje casi principesco. Por esto mismo, la Sra. Marlowe no podía esperar el momento en que el matrimonio de su hija y Terry se llevara a cabo, y no imaginaba otra vida que no fuera la de noble, aún sabiendo que Terry nunca aceptaría el titulo. No estaba dispuesta a permitir que el matrimonio se fuera abajo.

El muchacho caminaba por las calles de New York como lo hacia casi todas las noches. Su refugio era el mismo bar que había frecuentado desde que había terminado su relación con Candy. Ahogaba sus penas en ese lugar en compañía de Austin, un hombre ya entrado en años quien conocía a la perfección la historia de amor de Terry y rogaba secretamente que algún día pudiera recuperar su felicidad.

-Terry hijo! Llegas temprano esta noche- Lo recibió el hombre desde la barra, mientras sacaba un vaso y lo colocaba sobre la barra.

Hola Austin, sentía que me asfixiaba en casa y decidí venir mas temprano, como estas?-Respondió el joven sentándose frente al vaso.

-Algo ocupado, el estreno de tu obra empieza a traer gente de todas partes y el trabajo se pone pesado- Respondió Austin guiñando un ojo.-¿Lo de siempre muchacho?

-Si Austin, gracias.

-Te veo cabizbajo muchacho ¡más que siempre si es que es eso posible!-comentó el hombre preocupado- ¿hasta cuando seguirás pensando en esa chica?

-Hasta que muera Austin- respondió Terry mientras se llevaba el vaso a los labios.

A cientos de kilómetros de allí, en Lakewood, un par de hermosos ojos verdes miraban un jardín seco por el invierno. Los rosales habían muerto desde el otoño, pero Candy sabían que con la llegada de la primavera, las rosas florecerían más hermosas que nunca. El legado de Anthony seguía vivo a pesar del tiempo, sirviendo de consuelo a Candy en sus mejores y peores momentos.

-Terry...- dejo escapar en un susurro- ¿que será de ti amor mío? Aún no puedo olvidarte, por mas que pase el tiempo sigues presente en mi vida... solo espero que seas feliz con una mujer que te ama casi tanto o mas que yo...

-¿Que haces pequeña por que no estas dormida?- La voz de su protector, hermano y amigo la saco de sus cavilaciones. William Albert Andrey era el hombre que siempre estaba ahí para ella y parecía presentir en que momento Candy necesitaba mas de él.

-No podía dormir eso es todo- respondió ella con una sonrisa- ¿Que haces TU despierto? Creí que tendrías que trabajar mañana…

-TENGO que trabajar mañana-dijo el con un suspiro- a veces me gustaría volver a mi vida pasada Candy no sabes cuanto...- dijo melancólicamente mientras se sentaba en un sillón cerca al fuego y ella por su parte se acurrucaba junto a él en el suelo.

La relación de Candy y Albert era tan fraternal que la gente no dudaba en que fueran hermanos. La tía Elroy se haba mostrado renuente al tener a Candy viviendo con ellos en la mansión, pero secretamente había aprendido a querer a esa pecosa que muy probablemente la mataría de un infarto con sus locuras, pero que era tan dulce con ella a pesar de todos sus desplantes del pasado. La tía se había encargado de hacer de ella una dama exigiéndole demasiado ciertamente, pero en el fondo orgullosa de haber educado a una muchacha que sabía llevar el apellido Andrey con tanta dignidad.

Candy miró al cansado Albert y le sonrió. Quería librarlo de todos esos pesares, si bien no sabia como y eso la entristecía. El verlo tan agobiado con el trabajo añorando su vida de viajero hacia recordar a Candy de un pasado al que ella secretamente también quería regresar.

-Creo que necesitas unas vacaciones Albert- dijo ella finalmente- unas vacaciones de reposo absoluto, nada de trabajo.

-Pues de eso quería hablarte precisamente pequeña.- dijo el con un dejo de seriedad en la voz que sorprendió a Candy.- tenemos algunos compromisos familiares que requieren que todos viajemos. Después de eso, me gustaría que me acompañaras a Escocia.

-"Compromisos familiares"- Repitió ella simulando un tono de seriedad-suenas tan formal- dijo ella divertida

-No es formalidad Candy, pero es algo importante y como familia debemos asistir

-No hay problema… y ¿dices que después de este compromiso iremos a Escocia?- Preguntó la rubia

-Así es- asintió Albert- creo que tu también necesitas algo de descanso mental, o esa cabecita estallará entre pensamientos...

-¿A que te refieres?- Preguntó Candy abriendo los ojos y mirando al rubio fijamente.

-Me refiero Candy-respondió Albert tomando su mano- que es hora de que dejes de engañarte y trates de engañarme a mi...me refiero a que es hora que sigas con ti vida, así sea sin él.

-Candy lo miró asombrada... ¿seria posible que ella fuera tan transparente ante el?

-Albert yo...- Balbuceó ella-

-No digas nada Candy se lo que sientes y por eso quiero que vengas conmigo a Escocia para que te despejes y decidas lo mejor para ti... en cuanto al evento al que debemos asistir, es necesario que sepas antes de que te lo diga la tía abuela... será en New York..

-"New York!"pensó Candy alarmada- "volver a la ciudad donde esta él…. Con ella..."

-Quería decírtelo por que es necesario que vayas Candy- Continuó Albert seriamente. Siempre tienes una excusa o compromiso previo cuando debemos ir a New York, y siempre permito que te salgas con la tuya.

-No creo que el deber familiar tenga que llevarme hasta este punto Albert, yo no se si pueda...-Trató de defenderse Candy pero su tutor la detuvo.-Puedes Candy, por que no puedes seguir atada a los recuerdos y por que tienes que seguir con tu vida. Iremos a New York y enfrentaras tus demonios. Es hora de comenzar a vivir Candy...-Y diciendo estas palabras se retiro de la habitación, dejando a una consternada Candy pensando en sus palabras.

-No estoy dispuesta a tener que viajar en un vagón de segunda solo por que nadie se apresura- dijo Elisa con su usual tono despectivo- a veces pienso que Niel y yo somos los únicos de la familia que de verdad justificamos la regia educación que se nos ha dado- dijo mientras su hermano asentía

-¿Elisa te quieres callar?- decía Archie mientras bajaba las escaleras de la mansión poniéndose su abrigo- en todo caso ¿qué haces tu aquí?

-El baile de invierno de la Sociedad Escocesa es uno de los eventos mas importantes de la sociedad del país- Le respondió Elisa dándose importancia- y te recuerdo primo que también nosotros hacemos parte de esta familia.

-Desafortunadamente así es- dijo Archie en un susurro.

-Aunque te duela primito- le dijo Neil cínicamente

-¿Están todos listos? Pregunto la tía abuela quien bajaba también, ya preparada para viajar

-Aun no tía, faltan Albert y Candy- respondió Archie

-Me extraña por el tío William, el es muy puntual, pero no me asombra nada que la huérfana no tenga la mas mínima idea de puntualidad-Dijo Elisa inmediatamente. Aprovechaba de cualquier momento para descalificar a Candy frente a la Tía Elroy.

Archie iba a responderle pero Albert y Candy también aparecieron en las escaleras. Elisa carraspeo y bajo la voz... no era una novedad que le temía a Albert, pero mas aún, le molestaba la relación tan estrecha que mantenía con Candy. Elisa no era estúpida y sabia perfectamente que mientras Candy fuera protegida por el patriarca nada podría hacer.

-Perdón por el retraso- Se disculpó Albert mientras llevaba a Candy del brazo- será mejor que nos marchemos o perderemos el tren.

En la estación, George esperaba a la familia con todo preparado para el viaje. Por fortuna, Albert le había solicitado previamente compartimentos separados en el tren, por lo que Archie, Candy y Albert viajaron en uno y los Leagan con George y la tía Elroy viajaban en el otro.

Candy no podía dejar de pensar en un posible encuentro con Terrence, situación que la asustaba... sin embargo Albert le había dicho que no prolongarían su estancia por mucho tiempo, ya que la tía Elroy había decidido ir con ellos a Escocia. Solo viajarían ellos tres ya que los Leagan tenían compromisos en Chicago, para fortuna de Candy; y Archie debía continuar con sus estudios. Además él y Annie estaban terminando los preparativos de su matrimonio, que se llevaría a cabo al regreso de Escocia. Se habían comprometido en la primavera pasada, y Candy no podía estar más feliz por su amiga y hermana.

A pesar de que Archie y Albert buscaron por todos los medios posibles animar a Candy durante el viaje, la verdad es que la rubia no estaba del todo tranquila. Para ella era muy difícil viajar a la ciudad donde vivía Terry, muy posiblemente casado con Susana... la verdad es que en todo el tiempo que había pasado, Candy había evitado por todos los medios ver periódicos o escuchar los rumores y chismes acerca de él y su carrera. Por esta razón, temía tanto viajar a la ciudad donde el se encontraba, mas aún; la ciudad donde el era reconocido como una estrella y lo único que podía esperar Candy era viajar a Escocia lo mas pronto posible.

-Candy tienes que calmarte- le dijo Albert finalmente- no puedes pasarte el resto de la vida huyendo de un recuerdo.

-No te preocupes Candy- le dijo Archie cruzando los brazos, con su rostro absolutamente serio- nosotros estamos contigo y te apoyaremos, yo no pienso permitir que Grandchester te lastime de nuevo.

-Chicos les agradezco mucho pero entiendan- Respondió Candy. -La verdad es que aunque quiera y lo intente no he podido olvidarlo...- Se sinceró. -Sacrifique mi amor por Susana, porque de verdad ama a Terry, porque su vida entera se vino al piso por amor a el y ella no lo merecía. Pero no seria capaz de soportar verlos juntos, no podría! -dijo mientras las lagrimas bañaban su rostro.

Archie y Albert se acercaron a consolarla, por lo que no se dieron cuenta que alguien había escuchado todo. Elisa quien se encontraba fuera del compartimiento sonreía maliciosamente... había encontrado la forma de lastimar a su rival y no la echaría a perder.

Mientras se acercaban a New York, el corazón de Candy parecía latir con más fuerza, como si quisiera avisarle que algo estaba a punto de suceder. Ella no sabia que el encuentro seria inevitable, y una prueba de amor la encontraría de nuevo.