Hola! Este es mi primer fic basado en Twilight. Resulta bastante corto, lo siento!
Aun no tengo bien definida la historia, aunque puedo deciros que transcurre después de Amanecer.
Éste es un pequeño pero intenso adelanto, espero que les guste. Dejen Reviews!


Piloto

"Nunca habría podido soñar con una vida como ésta, tan perfecta y maravillosa. Algo así escapa completamente a la imaginación de cualquiera..."

Apenas hubimos cruzado el umbral de la casa inmovilicé a Edward contra el suelo, haciendo saltar algunas baldosas por el impacto. Sentada a ahorcajadas como estaba, hundí mis dedos en su camisa y se la arranqué de un sólo movimiento, deleitándome durante unos minutos en la simple contemplación de su torso perfecto. Cerré los ojos y me incliné lentamente hacia sus labios, inhalando el delicioso aroma que emanaba de su aliento.

Cuando los abrí sentí el ardor de su mirada recorrer todo mi cuerpo, gemí. Edward sujetó mi rostro entre sus manos y lo apretó ferozmente contra el suyo. Me besó como si la vida le fuera en ello, intensa y dolorosamente. Estuvimos de esa guisa durante horas, sus dedos hundiéndose en mi pelo y los míos deslizándose seguros sobre su pecho.

Me sujetó por la cintura, dispuesto a voltearme para ocupar mi lugar, pero esa noche no estaba dispuesta a compartir la iniciativa. Sujeté fuertemente sus muñecas y coloqué sus brazos por encima de su cabeza, dirigiéndole una mirada significativa para que se estuviese quieto. Me incliné de nuevo y le besé con intensidad, probando si de verdad me obedecería. Así fue...

- Bella… -logró vocalizar Edward en apenas un susurro.

- Shh.. –protesté yo. Aquella noche era mía.

Con mis manos aún sobre las suyas comencé a lamer el lóbulo de su oreja derecha juguetonamente. Edward jadeó y suspiró casi al mismo tiempo, lo que me hizo estremecer. Fui bajando poco a poco, delineando su mandíbula con mi lengua hasta llegar de nuevo a sus labios, los cuales apenas rocé. En ese momento me erguí, sacándome el corto vestido por la cabeza y dejándolo caer de forma estudiaba al lado de Edward, quien permaneció inmóvil a fuerza de voluntad, tal y como yo quería.

Apoyé una mano en su abdomen y con la otra empecé a acariciar mi propio cuerpo de forma erótica. Entonces arqueé la espalda de tal modo que mis pulidas formas quedaran mejor a su vista y reí satisfecha cuando le sentí retorcerse bajo mis caderas.

- Esto es demasiado! –protestó Edward, enderezándose rápidamente para estrecharme entre sus brazos. Pero yo fui más rápida y enseguida estuve a pocos metros lejos de él.

El fuego en sus pupilas era tal que de haber podido, habría incendiado la casa. Aunque ahora al pensarlo no creía que a Esme le hiciera gracia.

Estaba lista para escapar de Edward si éste trataba de cogerme otra vez, pero realmente le había subestimado. En vez de eso, me miró con intensidad, atrapando mi mirada, incapaz ahora de apartarla… Tal era el poder que ejercía sobre mí.

Me dedicó una sonrisa de lo más sensual y sentí que mi piel de granito se derretía en ese mismo instante. Todavía no me había recuperado cuando empezó a quitarse los pantalones. Se estaba desnudando lenta y deliberadamente. Mi respiración se disparó y gemí ansiosa, con los ojos bien abiertos, hasta que por fin se mostró en toda su grandiosidad.

No importaba cuántas veces lo hubiese visto de esa forma. ¡Dios, era tan hermoso! Lo deseaba tanto que dolía el corazón…

Un recuerdo cruzó fugaz por mi mente, tan débil y oscuro que apenas si lo percibí. No hacía demasiado tiempo, durante mi corta y débil vida humana, había estado segura de no merecerlo. ¿Qué había hecho yo para que un ser tan maravilloso se fijase en mí y me quisiese? Nada en absoluto, no podía si quiera compararme con él. Yo sólo podía amarlo, amarlo con locura.

Creí que eso cambiaría cuando me transformara…

"He superado la mortalidad para acompañarle eternamente, ahora soy hermosa y fuerte, tengo un poder con que protegerle…
Y sin embargo, no me parece suficiente."

Me lancé veloz a sus brazos, cualquier idea de huir aunque fuese un juego, desapareció de mi mente.

- Bella... –apenas alcanzó a decir Edward antes de que su boca se rindiera al frenesí de la mía.