Quería escribir algo así... porque soy masoca y me gusta que los personajes que amo sufran. ¿A alguien más le pasa?
Advertencias: AU humano. Drama, temas de drogas, lenguaje grosero, Yaoi (pero esto ya se sabe), violencia, drama, delincuencia, más drama, más yaoi, puede que un poquito de cursilería en alguna parte... etc.
Aclaraciones: Nombres humanos~
Islandia - Emil Bondevik
Hong Kong - Xiang Wang
Noruega - Lukas Bondevik
En vez de "Steilsson", Emil se apellidará "Bondevik", como Lukas, porque sí, porque son hermanos.
Me disculpo de antemano si creen que algún personaje pudo salir algo OC, aunque espero que no.
Según el traductor google (o sea, que no os fieis mucho), Incendium = Fuego. Que a mi me suena a que es "Incendio" y punto, pero bueno. Da igual.
Incendium
1
Suspiró. Abrió el grifo del agua caliente y metió la cabeza bajo él sin más, soltando una maldición cuando el agua helada le empapó el cabello, resbalando por su rostro y cuello. Sacudió la cabeza como un perro, y se secó un poco con una toalla. Al menos con eso había conseguido despertarse. Fue a la cocina esquivando basura varia que había tirada por el suelo. Abrió la nevera y volvió a maldecir al verla casi vacía, y no había leche. Genial.
Emil frunció el ceño y decidió que no era tan importante, no iba a morirse por no desayunar. Volvió a suspirar y se dejó caer en una silla, sin hacer otra cosa que mirar el reloj en la pared.
Su hermano no estaba en casa. Como si eso le sorprendiera... no solía estar. Emil ya se había acostumbrado a eso. Bueno, desde que sus padres murieron, Lukas le había cuidado y todo iba bien a pesar de todo, pero... empezó a cambiar. Y con él, todo lo demás. Emil prefería que su hermano le agobiara y molestar a que desapareciera toda la noche, sin saber a dónde iba, ni con quién, ni qué hacía. O, que demonios... claro que sabía lo que hacía. O eso creía. Prefería pensar que no era cierto, que solo estaba exagerándolo todo.
En realidad, estaba sorprendido de que tuvieran una casa. Y no estaba tan mal, la verdad, teniendo en cuenta que pagaban los costes a duras penas y con el tiempo justo. Bueno, en esa zona de la ciudad, podría asegurar que mucha gente estaba así. También sabía que había varios hogares con okupas, pero eso no era su problema. Si estaban en un barrio completamente problemático, donde abundaba la miseria y la delincuencia, no era culpa suya. Solo tenía que alejarse de todo eso.
El albino sacudió la cabeza, y volvió a la realidad cuando escuchó la puerta principal abrirse. Se levantó rápidamente y cogió su cartera de la escuela, dispuesto a marcharse sin necesidad de cruzar ninguna palabra con Lukas, que entró en ese momento.
-Emil... -Empezó a decir con la voz ligeramente ronca, cosa que Emil no pasó por alto. El albino bufó y pasó por su lado rápidamente, pero el mayor fue más rápido, y le agarró del brazo. -Mírame cuando te hablo. Emil.
El menor se rindió y clavó la mirada en los ojos de su hermano. Se fijó en las ojeras disimuladas de éste, y la mirada cansada, Lukas no podía ocultarle eso, le conocía demasiado bien.
-Voy a clase. -Dijo secamente.
-Aún te quedan diez minutos para salir.
-Prefiero llegar con tiempo.
Lukas alzó una ceja y Emil volvió a fruncir el ceño. Antes de poder hacer nada, el mayor tiró de él hacia si mismo, y le rodeó con los brazos, estrechando al menor contra su pecho.
-No seas así conmigo. Emi... -Lukas suspiró pesadamente, y Emil permaneció inmóvil, dejándose abrazar, sin corresponder, mientras notaba el cálido aliento del mayor sobre su cabello. -Sabes que tengo que trabajar. Y no viene mal coger el turno de noche algún día... dinero es dinero.
Emil suspiró de nuevo. Era un paranoico. Lukas trabajaba por él, para que pudiera comer y tener un techo bajo el que vivir, y él actuaba así. Se sintió mal. Pero, cuando agachó la cabeza para apoyarla en el hombro del mayor, se detuvo.
-¿Hueles a maría?
-¿Qué?
-Claro que sí. -Emil frunció el ceño y se revolvió para librarse del agarre de Lukas, que acabó soltándole, dejando que el albino se apartara bruscamente de él. -Siempre que vienes de tu "turno de noche"...
Lukas le interrumpió.
-¿En serio? ¿Crees algo así de mi? -Emil notó cierto tono de decepción y tristeza en su voz. -Sabes como es este sitio. Mis compañeros no son unos santos. Y me pegan este asqueroso olor...
Sonaba seguro. Emil sabía identificar los tonos de su voz, aunque para cualquiera sonara completamente inexpresivo y carente de emociones, le conocía lo suficiente para apreciar cualquier gesto, el más pequeño cambio en su rostro o temblor en su voz. Y no creyó que estuviera mintiendo. Asintió, y volvió a arrepentirse de haber pensado algo así. No le extrañaba si alguno de los compañeros de trabajo de Lukas fumaba ese tipo de cosas, mientras que su hermano no lo hiciera, podían colocarse todo lo que quisieran. Emil había ido pocas veces a ese bar. Lukas era guapo, y eso le gustaba a las chicas, especialmente el aura de misterio que parecía envolverle. A las adolescentes les encantaba ir al bar a tomar algo solo con la excusa de coquetear un poco, y al parecer, el hecho de que Lukas no mostrara ningún interés, las divertía. Jugaban, y de paso, se dejaban dinero en el lugar. Él gustaba, y eso suponía mejores propinas. Eso le había conseguido el puesto.
Emil apartó la mirada.
-Tengo que ir a clase. -Dijo rápidamente, colocándose la mochila sobre los hombros. Lukas sonrió levemente, una de sus típicas sonrisas: pequeñas, pero sinceras, y con cierto aspecto burlón, Emil sabía que le gustaba molestarle. Esa vez no había burla, aún así, Emil pensó que cualquiera de las chicas del bar mataría porque Lukas les dedicara una de esas sonrisas.
-Te quiero.
-Mhm... -Respondió con un gruñido. -Hasta luego.
(...)
-Ey.
Emil casi saltó del susto. Se detuvo justo a tiempo, y al volver a la realidad, vio que había estado a poco menos de un par de pasos de llevarse un golpe contra una farola. Escuchó unas risillas y adivinó de quienes venían antes de girarse. El grupito de chicas ni se molestaba en disimular las risas.
-Si, es muy gracioso. Pero llego tarde.
-Oh, vamos. -Saltó una de las muchachas, que Emil reconoció como Elizabetha. Bueno, esa no le parecía desagradable. La chica de ojos verdes sonrió, y revolvió el pelo del albino, que gruñó. Era más alta que él, y tenían la misma edad. -No te enfades.
-De todas formas dudo que fueras a ir a clase. -Se metió otra de ellas, la rubia de ojos de hielo: Natasha. Era la más alta, y por lo tanto, más que él. Emil pensaba que podía competir contra su hermano en inexpresividad... hasta que vio que esa chica podía ser una auténtica furia si la molestaban, y su hermano dificilmente perdería los nervios de esa manera. -La poli anda jodiendo un par de calles allá. -Dijo señalando vagamente hacia el otro lado de la carretera. -Que rollo...
A Emil casi le hacía gracia que una chica tan seria y con un aspecto tan elegante hablara de esa manera, con tanta dejadez, y sin ningún problema para soltar palabrotas.
-¡Así que no podemos ir a casa! -Intervino una más, con una sonrisa gatuna. Emma era de su misma altura, pero eso igualmente le molestaba un poco.
-Ya veo... -Murmuró el chico, suspirando. No se esperaba que le dejaran en paz, podría decirse que eran... ¿amigos? Bueno, ellas le hablaban con naturalidad, y no eran hostiles con él, aunque tampoco salía con ellas ni nada. Solo le hablaban a veces cuando se encontraban, y últimamente era bastante a menudo. Porque ellas, como él, se iban de pellas. Sí, lo de faltar a clase era un hábito común por esa zona.
Las chicas se habían metido en una casa. Ninguna tenía familia, o al menos no padres, que él supiera, y esas tres se habían conocido por azares del destino. Ahora, ocupaban una casa vacía, y les había tocado el gordo: era bastante grande y espaciosa, y habían hecho un gran trabajo limpiándolo todo. Aún así, seguían estando en esa casa sin pagar nada. O, lo que es lo mismo: eran okupas.
A él no le importaba el seguramente pésimo pasado y vida que tendría cada una de ellas. Le caían, más o menos, bien.
-Así que no vayas por ahí, ¿si? Y si quieres dejar tu mochila en alguna parte, ya sabes, déjala donde siempre, las nuestras también están ahí. -Dijo Emma, ampliando su sonrisa. -¡Nos vemos!
Emil suspiró mientras las tres se alejaban. Giró por una calle, desviándose del camino a la escuela, y pasó por un callejón. Abrió un contenedor de la basura, y lanzó su mochila directamente dentro, sin más. Eso podía parecer un poco asqueroso, teniendo en cuenta que luego tendría que cogerla, pero no lo era: estaba vacío, limpio, allí solo entraban mochilas. Todos lo sabían, era una especie de pacto entre los estudiantes: de ahí solo cogías tu mochila. Y se cumplía. De todas formas, nadie dejaba nada más que los libros y los cuadernos.
De todas formas Lukas no tenía por qué saber nada de eso. Se quejaría un poco de las clases al volver, para sonar más convincente, y listo. No se preocupaba por eso. No quería ir a clase. Porque allí eran malos, todos, todos eran malos con todos, era así. La ley del más fuerte. Y Emil no era fuerte, al menos no de esa manera. Prefería evitar problemas. Y esa era la mejor manera.
Llevaba ya un rato caminando por allí, sin problemas. A veces algún coche de la policía patrullaba por allí, pero podría decirse que les tenían abandonados. Era frecuente que hubiera peleas y delincuencia en esa zona, así que simplemente lo hacían por rutina, y por fastidiar a algún fastidiante que se saltara las clases. Aunque a veces simplemente les ignoraban. Mejor no arriesgarse. Esa vez, Emil no se cruzó con ningún policía, así que no tuvo problemas respecto a eso.
Mientras pasaba por un callejón, se sintió observado. Llevaba un rato con esa sensación, y caminó más rápido, repentinamente incómodo. No le apetecía que le atracaran o algo, había mucho loco suelto por allí.
Cuando llegaba al final, casi corriendo, una figura bloqueó la salida del callejón. Emil frenó en seco, soltando una maldición por lo bajo. Al ir a girarse, vio por encima del hombro que también había personas tras él, y ni siquiera se molestó en intentarlo. Estaba arrinconado, como una rata.
-Eh, no tengo dinero. -Dijo frunciendo el ceño, mientras levantaba las manos. Sabía que el miedo era fatal en esa situación, sabían si lo tenía, y eso les hacía gracia. Era mejor mantenerse firme. Fingir que tienes al menos una mínima posibilidad de librarte de eso. -¿Por qué no vais a joder a otro? No vais a...
Su frase fue interrumpida al recibir un puñetazo en el rostro, incluso se sorprendió de que no le hubiera desencajado la mandíbula. Mantuvo la cabeza agachada, apretando los puños y conteniendo las lágrimas. No, no iba a llorar. Ni en broma les daría el gusto de verle llorar a esos brutos. Escuchó risas.
Bueno, no sabía por qué le estaban golpeando, pero ellos parecían tener seguro que Emil era su objetivo. No era una víctima que hubieran encontrado y elegido al azar. Iban a por él.
¿Por qué?
No tenía ni idea. Ninguna explicación, ni nada, solo golpes. No les conocía, en absoluto... Solo ese olor. ¿Que eran, traficantes? O tal vez solo se colocaban. Evidentemente olían a algo así. El mismo olor de Lukas.
Le dolían los golpes, solo podía quedarse quieto y aguantarse, no tenía nada que hacer contra él. Un golpe en la cabeza hizo que se le desenfocara la visión por unos instantes, y no cayó al suelo solo porque ya estaba tirado en él. Cerró los ojos, le mareaba intentar enfocar la mirada, prefirió esperar a que pasara el mareo.
Escuchó algo de que eso era un aviso hacia alguien, algo de dinero, pero no pudo oír nada más. Repentinamente los golpes cesaron, aún así se mantuvo con los ojos cerrados. Escuchaba golpes, sí, pero no los recibía él. O puede que ya ni siquiera lo notara. Cuando no se escuchaba nada más, abrió los ojos lentamente. Solo vio unas zapatillas desgastadas acercándose a él, ni siquiera se molestó en intentar levantarse. Tirado de lado en el suelo, se preocupó de lo más estúpido en ese momento: se estaba manchando el pelo. Ese suelo estaba mojado de las lluvias que hubo durante la noche, y seguramente no muy limpio. Y el cabello albino estaba simplemente desparramado sobre él. Su ropa también estaría manchada, pensó. Notó la sangre resbalando por su labio, y sus pensamientos pasaron. Esa vez, se preocupó porque su hermano le preguntaría que le había pasado, y tendría que decirle que no había ido a clase. Sería difícil ocultar esos golpes. Tal vez, si le pedía ayuda a las chicas...
-Eso ha sido como que un poco patético, ¿no?
La voz le sacó de sus pensamientos, y las piernas que veía se doblaron, hasta que pudo ver el rostro de esa persona entrando en su campo visual, cuando se agachó a su lado. Emil le miró estupefacto, sin entender nada. No era ninguno de los que habían estado golpeándole. Era más joven, seguramente de su misma edad. Tenía el cabello castaño, algo largo, y los ojos... no podía verlo bien. En las sombras, se veían como marrones. No se fijó mucho. Parecía aburrido. Tenía un aire asiático, era fácil saberlo.
-Aunque tú también podías haber intentado defenderte...
Emil chasqueó la lengua y soltó un quejido al intentar incorporarse. Miró a ese chico con el ceño fruncido, limpiándose la sangre del labio.
-¿Quién demonios eres?
-Que manera de dirigirte a quien te ha salvado...
No sabía si bromeaba, se burlaba, o no. En realidad, no captaba ningún sentimiento en su voz ni rostro. Le recordó a su hermano, pero al mismo tiempo, le pareció muy distinto. Emil podía leer a Lukas, y eso hacía que supiera leer a mucha gente que era fría o inexpresiva, pero no pudo hacerlo con ese chico.
-No te he pedido ayuda.
El castaño se encogió de hombros.
-Bueno, no me ha servido ni de entrenamiento. Un calentamiento bastante malo, tal vez... o ni eso.
-¿Cómo has...? -Se interrumpió, no le interesaba alimentarle el ego a un desconocido, por mucho que le hubiera ayudado, aunque no sabía por qué. No le había visto en su vida. Pero se sorprendió bastante de que ese chico hubiera podido con esos matones, él solo. Los otros eran cuatro, por lo menos. -No tengo nada con qué recompensarte, si eso buscabas.
-Nah... en realidad, solo lo hice porque me aburría. -Dijo distraídamente, mientras le enseñaba una moneda. -Y, bueno, lo decidí a cara o cruz. Salió cara, así que, te ayudé.
-¿Estás diciendo que si hubiera salido cruz no habrías hecho nada?
-Ajá.
Emil estaba completamente estupefacto. Pero... ¿qué demonios se creía ese idiota arrogante? Ya le caía mal, con esos aires que se daba, como si nada fuera lo suficientemente interesante para él. El albino frunció el ceño, repentinamente furioso. Había llegado a pensar que le había ayudado por bondad, aunque sea por lástima, pero solo lo había echado a suertes.
-Ya puedes irte, entonces.
-Tienes un aspecto horrible.
-¿Qué? Tú... agh. Ya, ya lo sé. ¿Me dejas en paz? -Replicó con tono cortante, levantándose del suelo. Se sacudió la ropa y empezó a andar, pero enseguida se dio cuenta de que el otro le seguía, unos pasos más atrás. Le ignoró, pensando que en cualquier momento cambiaría de dirección, hasta que se hartó. Se giró, al mismo tiempo que el castaño se detenía. -¿¡Se puede saber que quieres!?
-Estoy aburrido. -Alzó una ceja, por lo demás, siguió inmutable. Emil creyó detectar cierto tono burlón en su voz, pero apenas estaba seguro de si realmente lo había. -Eres gracioso.
-¿Cómo que soy gracioso? -Emil empezaba a enfadarse. -¡Pareces un acosador! Deja de seguirme.
-Que irritable...
El albino le fulminó con la mirada. Estando de pie, vio que el otro era un poco más alto que él, no mucho. Puede que un par de centímetros. Supuso que sería mayor, tendría uno o dos años más. O eso pensó.
Le mantuvo la mirada fija durante un largo minuto, con el ceño fruncido. A la luz del sol, los ojos de ese chico se veían de color miel; éste le mantuvo la mirada como si nada, con la misma cara de aburrimiento. Emil empezó a pensar que no tenía más expresiones. Se acabó rindiendo y bufó, apartando la mirada, incómodo.
-¿Qué quieres, una paga? Si quieres te contrato como guardaespaldas. -Dijo con tono sarcástico, esperando que le dejara en paz de una vez.
-Suena bien. -Replicó el otro con toda la tranquilidad del mundo. -Entretenido.
Emil no sabía si le estaba siguiendo el juego, pero supuso que sí, no podía habérselo tomado en serio. Así que siguió con el jueguecito.
-Claro... -Rodó los ojos, resoplando. -Haz lo que te de la gana, pero ahora déjame en paz.
Acto seguido se dio la vuelta y se alejó rápidamente. Suspiró aliviado al ver que no le seguía, y al girarse para comprobarlo, no vio a nadie en la calle. Bien, se habría marchado, mejor para él. Se detuvo en medio de la calle, y apretó los puños. Tenía una corazonada. Un horrible pensamiento había cruzado su mente. El motivo por el que esos matones le habían dado una paliza...
No, no iba a pensar eso. Sacudió la cabeza y deshechó esa idea. En ese momento lo mejor sería tratar de encontrar a las chicas, y pedirles que le ayudaran a camuflar las marcas de que le habían golpeado, no iba a dejar que Lukas lo viera. Se pondría en modo hermano mayor sobreprotector, le agobiaría, y Emil no quería darle más problemas ni preocupaciones. Mejor que se cuidara solito, no podía depender siempre de su hermano, ser una carga...
Suspiró, y se giró para regresar a por su mochila. Aunque ya faltaba poco para que supuestamente saliera de la escuela y volviera a casa. Ya se inventaría una excusa para volver más tarde.
No sé como se me ocurren estas cosas.. bueno, me gusta esta pareja, son tiernos~ Veré si le gusta a alguien o algo, y veré si seguirla, o jubilarme (?). No quiero hacerlo muy lento y pesado, así que este primer capítulo ocurrió rápido. Pero bueno~
En fin~ Hasta aquí por el momento :3
