Sora Kurosaki, a simple vista podía parecer una chica normal y corriente. Era de estatura normal, pelo castaño y le llegaba por los hombros, tenía los ojos de un color rojo intenso y brillante con pequeñas manchas en tono dorado y con gafas. Tenía un carácter que aunque parecía tímida podía llegar a ser la persona que más revuelo armaba, siempre riendo con una risa que algunos consideraban escandalosa en algunos momentos y considerada loca por sus amigas, las pocas que había tenido a lo largo de su vida, aunque intentaba no demostrar muchos sentimientos, se encerraba cuando lo que tenía eran ganas de llorar y no le gustaba que nadie le viera así. Intentaba hacerse la fuerte por la imagen que poco a poco le habían creado pero cuando estaba sola muchas veces se derrumbaba. Su vida no había sido muy fácil, dese el día en que nació era como si el fuego la hubiera perseguido. Numerosos incendios habían hecho que una y otra vez tuviera que cambiar de casa e incluso de pueblo, lo más extraño de todo eso era que ella siempre salía inmune. El primer incendio que había desolado la casa de su pueblo natal había sido hace 11 años, cuando ella tan solo tenía 3 años. Sora se encontraba durmiendo y se despertó sin saber porqué, en ese entonces se vio rodeada de fuego, sin embargo no sintió miedo y lo primero que hizo fue asegurarse de que ningún miembro de su familia se encontraba en la casa. En efecto ella era la única que quedaba allí, se podían oir perfectamente los gritos de su madre desde la calle pidiendo ayuda, gritando que salvaran a su hija, los llantos de su hermano pequeño y miles de voces más que pedían que me salvaran y otras que decían que lo intentarían. Ella no se lo pensó dos veces y como si el fuego no existiera comenzó a bajar por las escaleras de las tres plantas de su bloque de pisos hasta llegar a la puerta de la calle, donde sin un solo rasguño corrió hacia su familia. Lo primero que hizo fue abrazar a su hermano mayor que era el que más cerca se encontraba de la puerta, todos anonadados de que la niña no tuviera ni una mísera quemadura se acercaron para ver que realmente no estaba herida. Los pisos no resistieron y días después los derrumbaron, todo había quedado reducido a cenizas y no tenían nada de lo que antes había sido su hogar. Todo lo que a Sora le quedó ese día fue un peluche que sus abuelos le regalaron poco después de nacer. Se mudaron un tiempo a casa de sus abuelos pero en menos de un año otro incendio que la policía dijo que había sido intencionado acabó con ella también perdiendo a las dos personas que más quería. Hasta 20 veces cambiaron de casa y veinte veces sucesos relacionados con el fuego habían hecho que tuviera que marcharse. Ahora con 14 años volvía a Redmoontown, el pueblo donde comenzó todo. Ahora tendría que volver a acostumbrarse a todo aquello, se quedaron en una vieja casa de sus bisabuelos que su padre se encargaba de arreglar. Los primeros días en su pueblo natal no fueron fáciles empezando por el primer día de instituto. Era 20 de octubre, el curso acababa de comenzar e iba a cursar 3º de ESO. Al llegar allí todos le miraban y cuchicheaban, ''la niña de los incendios'' decían. Sora cogió sus auriculares colgados del cuello hasta ahora y sin ni siquiera mirar a su alrededor se los puso, sacó el pequeño MP4 de su bolsillo y lo enchufó, así dejaba de escuchar todo lo que decían los que a sus ojos eran imbéciles. Llegó a la que debía ser su clase, 3º A. El letrero al lado del marco de la puerta hizo que no tuviera que preguntar a nadie. Cogió aire y se dispuso a entrar. El timbre había tocado hace poco y al parecer el profesor ya se encontraba en clase. ''Toc, toc... ¡adelante!'', los nervios la comían cuando puso el pie dentro de aquella aula. Todos se callaron y la miraron, se quitó los auriculares y con el hilo de voz que le salió en aquel momento se disculpó ante el profesor por llegar tarde. ''No pasa nada, pero procura llegar antes que es tu primer día en este instituto'', asintió con la cabeza y miró a las mesas casi de reojo para encontrar un sitio libre, encontró uno en la última fila junto a la ventana, todo un alivio porque así nadie podría mirarla a no ser que se giraran. Dejó la mochila en la mesa y se sentó, antes de sacar los libros miró por la ventana. Un gran cerezo no dejaba ver las casas que habían fuera del patio, los rayos de sol pasaban entre sus hojas y hacían que tuviera una gran belleza. Intentó prestar atención a las explicaciones del profesor en todo momento puesto que quería hacer lo que tantas veces le habían dicho sus abuelos a pesar de tener 4 años la última vez que se lo dijeron: ''esfuérzate en los estudios y conviértete en una mujer de provecho que no tenga que depender de nadie y demuestra que eres muy inteligente''. A decir la verdad a Sora le gustaba estar en clase, con las explicaciones e intentar memorizar las palabras de los profesores no pensaba en nada y nadie le decía nada sobre su pasado, sobre todos los incendios que había sufrido. Al terminar la clase varios chicos se acercaron a su mesa, ella miró por la ventana no haciéndoles ni caso.

-¡Hey! La de los incendios, ¡llamitas!

-¿Intentas pasar de nosotros? Solo queremos hablar contigo, ¿es cierto que todas las casas en las que has vivido se han quemado?

-¿¡Pero quieres contestarnos? ¿Qué te pasa, eres muda o qué?

-¿Tanto os interesa a todos mi vida?-dijo Sora que no quería oir hablar de todo lo que le había pasado- Pues venga, cuando escriba mi biografía os traeré una copia, ahora si no os importa dejarme.

Se puso de nuevo los cascos y no volvió a dirigirles la palabra, a veces podía parecer antipática, pero todos los que se habían burlado de ella o esquivado por si les podía pasar algo habían sido muchos y no quería estar más en esas situaciones. Las clases pasaban rápidas y antes de que se hubiera dado cuenta era la hora del patio. Su primo Kazuma que era 4 años mayor que ella y estaba a punto de entrar a la universidad le dijo que si quería podía quedarse con él en el recreo, Sora accedió ya que siempre había tenido una buena relación son su primo, habían mantenido el contacto estuviera donde estuviera y siempre le había dado buenos consejos, aunque sus amigos eran caso a parte. Dos no querían que estuviera con ellos por si les pasaba algo malo, 5 no se acercaban y la miraban constantemente, tan solo uno se acercó a hablar con ella, se llamaba Natsu Ui, era alto con el pelo negro un poco largo y flequillo que le tapaba la frente hacia la derecha, tenía los ojos verdes y a Sora le pareció muy simpático, había sido el único que había hablado en serio con ella en todo lo que iba de mañana y para ser sinceros le había parecido bastante guapo, aunque sobretodo lo que le había gustado era que había hablado con ella sin miedo y sin ir a decirle nada malo. Las otras tres clases que quedaban para la comida se le pasaron todavía más rápido que las anteriores, y ya era hora de comer, la mayoría se fueron a la cafetería y algunos se quedaron en clase, ella cogió lo que su madre le había preparado y se fue a la azotea, parecía que no había nadie allí así que se fue a un rincón donde la copa del gran cerezo daba algo de sombra y empezó a comer. Todo estaba en silencio y tan solo se escuchaba el canto de los pájaros, entonces la puerta que daba a las escaleras se abrió y cuatro chicos del otro grupo de tercero aparecieron por allí, se la quedaron mirando extrañados y uno se acercó.

-Hola, ¿quién eres?- Aquel era un chico rubio poco más alto que ella y de ojos marrones que se encontraban medio cerrados puesto que se había dirigido a ella con una sonrisa.

-S-Soy Sora, S-Sora K-Kurosaki- dijo mirando al suelo nerviosa y sonrojada, parecía que aquellos chicos no le iban a decir nada malo al menos a primera vista parecían buenas personas y su timidez pudo con ella, las palabras bordes tan solo eran para protegerse ante los demás.

-¡Aah! Tú eres la nueva de la clase de 3ºA, yo soy Kazuki Fujiwara del grupo B, ¡encantado!- dijo extendiéndole la mano, Sora le saludó intentando contener una sonrisa. Los otros 3 chicos se acercaron. El más alto de todos se llamaba Sousuke Abukara, era moreno con los ojos del mismo color, también se presentó con una calida sonrisa que parecía no pegar con el aspecto que tenía. Otro, Koga Chikamatsu, era poco más bajo que Sousuke castaño y de ojos azules, que trasmitían paz y el último, Syaoran Fukao era el más bajo del grupo justo tenía la misma estatura que Sora, era pelirojo pero era un color especial como un rojo muy brillante y tenía los ojos marrones, parecía el más tímido de todos. Fueron muy simpáticos con ella y pronto empezó a mostrarse tal como era y a reír.

-Si quieres puedes venir a comer todos los días con nosotros Kurosaki-chan que estaremos encantados de que estés con nosotros. Dijo Kazuki, con una gran sonrisa que revelaba que le había caído muy bien, a todos le había caído bien, aunque Syaoran no le había dirigido la palabra, no había abierto la boca en la hora de la comida. Después Sora volvió a su clase contenta por haber hecho cuatro amigos. En clase los chicos que le habían hablado después de la primera hora empezaron a molestarla más, el más alto de todos, Takeshi Okada le cogió la mochila mientras salía por el pasillo para ir ya a casa y empezó a correr con ella. Todos los demás le siguieron riéndose y diciendo que quemara sus casas para vengarse, Sora intentó cogerla de nuevo pero eran más rápidos y fuertes que ella e incluso la empujaron contra una puerta haciéndole una herida en el brazo. Entonces el amigo de su primo Kazuma, Natsu Ui vio todo lo que pasaba y se dirigió a Okada que era quien tenía su mochila, le pegó un calbotazo y le quitó la mochila de las manos.

-¡Takeshi Okada!¿No te da vergüenza molestar a las chicas? Corre a tu casa que ya hablaré yo con tu padre. -Okada hizo un gesto a los demás y se fueron corriendo.

-Perdona a mi primo Kurosaki-san, es un imbécil, ¿estás bien?- le dijo extendiéndole la mano para ayudarla a levantarse.

-S-Sí, tan solo tengo una pequeña herida en el brazo, no es nada...

-A ver, déjame verla.- Natsu cogió el brazo de Sora y miró atentamente la herida, después sonrió- tienes razón, no es nada. ¿Vas a tu casa?

-Sí...

-¿Podemos ir juntos? Mira, mi casa se encuentra en esa dirección- dijo señalando hacia la derecha de la puerta del instituto- en lo alto de aquella colina.

-Y-yo estoy en la otra dirección... lo siento.

-Ah, pues no pasa nada, ya hablaremos otro día. Nos vemos Kurosaki-san.

Sora se quedó parada viendo como Natsu se alejaba de allí, tras un suspiro volvió a ponerse sus auriculares y se dispuso a volver a casa. Eran ya las cinco y el Sol comenzaba ya a ponerse, como se nota que se acerca el invierno, pensó Sora sin dejar de mirar todo lo que la rodeaba. El pueblo en sí no estaba nada mal, para no ser muy grande tenía tiendas de casi todo, incluso se encontró una pequeña tienda donde vendían toda clase de videojuegos, mangas, figuritas, etc. en la que Sora se entretuvo un buen rato, pensó que era una lástima no llevar dinero en ese momento. Llegó a su casa ya pasadas las seis, dejó la mochila en la cocina y cogió un refresco y un vaso. ''¡Mamá, estoy en mi cuarto!'' gritó mientras subía las escaleras. Todo estaba muy desordenado, no había tenido tiempo siquiera de poner la ropa en los cajones y estaba toda en cajas, pero lo primero que hizo fue acercarse a las dos cajas más grandes y empezar a sacar cables, una consola, la tele y el ordenador, le esperaban al menos 2 horas para montarlo todo, lo demás podía esperar. Cuando acabó volvió a por la mochila y encima de una caja empezó a hacer todos los deberes que le habían mandado aquel día. Después de cenar fue a darse un baño, aunque claro, todavía no tenían agua y si no quería sacar del viejo pozo del patio central, tenía que ir a la calle de al lado a los baños públicos. Tampoco le apetecía demasiado andar hasta allí pero sus hermanos le convencieron para que fuera con ellos, así les hacía compañía durante el viaje.

Al día siguiente aquellos chicos dejaron de ser los únicos que le hacían la puñeta para empezar también un grupo de chicas del curso superior. Aunque ellas fueron más animales que los chicos e incluso le rompieron las gafas. En la hora de la comida volvió a subir a la azotea con Kazuki y los demás y entre todos intentaron arreglarlas, cosa que fue imposible. Durante todo lo que quedaba de día no verían ni tres en un burro.

-¿Quién fue Kurosaki-chan?- le preguntó Sousuke mientras intentaba pegarlas con celo.

-Cinco chicas de 4º, ni siquiera sé quienes son, aish, cuando llegué a casa...

-¿Quieres que les diga un par de cosas?

-No hace falta Abukara-kun, gracias.

-¡Pues como te vuelvan a hacer algo se van a enfrentar con Sousuke Abukara!

- Tranquilo Sousuke, no te sulfures. Tienes que hacer algo Kurosaki, ¡ya son dos grupos los que te molestan! Nosotros podemos ayudarte- dijo Kazuki con tono serio.

-Kazuki tiene razón, Kurosaki-san, eres nuestra amiga...- dijo Koga dándole una palmadita a Sora en la espalda.

-Gracias chicos... pero no hace falta.

- N-no haces falta que... que te enfrentes tú sola a ellos... si las cosas em-empeoran p-pidenos ayuda...- dijo por primera vez Syaoran. Era la primera vez que le dirigía la palabra, es más, era la primera vez que hablaba delante de ella. Las palabras de los cuatro chicos la hicieron animarse, la consideraban su amiga. Había tenido solo tres amigas a lo largo de su vida, los continuos traslados, su historia y los rumores de que era ella la que incendiaba las casas hacían que poca gente quisiera estar con ella, las noticias y rumores pasaban de boca en boca rápidamente y teniendo en cuenta que solo una vez salió de la provincia le fue muy difícil relacionarse con los demás. Ese mismo día a la salida del instituto Takeshi y su grupo la estaban esperando.

-Oye, ¿que no puedes valerte por ti misma que tienes que llamar a mi primo? Pues haz que vuelva a ayudarte y te las verás con nosotros en serio, ¿entendido?

- ¿Tanto miedo os doy que venís 5 a por una y encima siendo chicos muchos más grandes que yo? Eso demuestra que sois unos cobardes.

-Ah, ¿sí? Nosotros no somos machistas Kurosaki, pegamos por igual a chicos y chicas, así que si quieres ver de que somos capaces... chicos, no quiere que le demos todos a la vez así que...-Takeshi se giró rápidamente pegándole un puñetazo en la cara y tirando a Sora al suelo para después darle una patada en el estómago. Se levantó con la mano en la mejilla, cogió su mochila y girándola le dió a Takeshi en la cabeza.- Ahora sí que has llegado a donde no debías.

Uno tras otro pegaban a Sora, ella se intentaba defender como podía, pegaba patadas, mordía, golpeaba con el puño... pero eran cinco contra una y como ella misma había dicho eran mucho más grandes que ella. Una señora pasó por su lado y ni siquiera se dignó a mirar. Sora acabó tirada en el suelo con todos los libros desperdigados y la mochila rota, su MP4 tenía todas las piezas tiradas y lo poco que quedaba de las gafas completamente destrozadas. Ella tenía el labio roto, varios morados por todo el cuerpo e incluso le costaba mover la mano derecha, por lo que supuso que tenía la muñeca rota. Como pudo se levantó y cogió poco a poco todas sus cosas, dejó las gafas allí pues ya no se podía hacer nada, cogió los trozos del MP4 y se quedó mirándolos, parecía que estaban todos los componentes y nada estaba roto. Ese MP4 se lo había regalado la única mejor amiga que había tenido en soleilvillage, en el otro extremo del país antes de volver a Redmoontown y lo cuidaba como un tesoro. Sacó un pañuelo de papel y los envolvió, se puso la mochila en el hombro y se dirigió a su casa. No quería parecer débil, y su pensamiento hizo que no contara nada de lo sucedido en casa ni a nadie. Al llegar a casa no había nadie, dejó la mochila en la mesa como de costumbre y subió a su cuarto, dejó las piezas del MP4 y fue al baño, medio llorando se curó todas las heridas, pero se notaban mucho, una gasa en el labio y un morado en la mejilla derecha era lo que más se notaba, se vendó la muñeca izquierda y se dirigió al médico. Tres puntos se llevó a casa, pero no dijo nada de la muñeca. Le dolía bastante pero si llegaba a casa con la escayola iban a sospechar de que no había sido un golpe como iba a decir, un golpe contra un cristal que se rompió, una excusa que convenció a su familia cuando llegaron a cenar. Ese día fue sola a los baños puesto que iba llena de polvo, no habló con nadie y al volver a casa se dirigió a su habitación sin soltar una sola palabra. Con la lámpara de mesa que tenía para estudiar intentó volver a montar el MP4, 11 años de soledad daban para aprender mucho. Esa noche solo durmió 4 horas, pero hizo que volviera a funcionar como siempre, pensó que no lo volvería a llevar al instituto así que buscó entre las cajas el viejo MP3 de su hermano, resistente como una roca de los primeros que se vendieron, ni si quiera una caída desde un tercer piso hizo que se rompiesen. Al día siguiente no hubo ningún incidente, todo fue bien, cosa que le pareció extraña pero estaba bien. Por la tarde fue con su madre a comprar unas nuevas gafas ya que no veía demasiado bien sin ellas, aunque se había acostumbrado ya, todo aquello que estuviera a menos de 5 metros lo veía. Ese día sus padres fueron a cenar a casa de sus tios, ella no tenía muchas ganas y se quedó sola en casa. Nada más salir sus padres de casa corrió a cerrar bien el gas, quitar los enchufes que no iba a usar y meter todos los mecheros en un cajón, no quería que pasara nada, nada de ninguna fuga de gas ni nada de eso, lo malo fue que eran poco más de las nueve cuando se fue la luz. Mierda, ahora tendré que enchufar una vela o algo, dijo Sora bien alto, no le gustaba nada la oscuridad y hablar hacía que se sintiera más segura hasta que escuchó un ruido que venía del patio central. Asustada encendió rápidamente una vela y cogió la katana de Sora Kurosaki, el primer miembro de su familia. Ella siempre había pensado que era un coñazo que su nombre se usara tanto para chicos como para chicas pero desde que leyó unos viejos papeles donde se contaba un poco la historia de aquel antepasado suyo, era un honor para ella llamarse igual. Decidida desenvainó la espada y salió al patio. ''¿¡Quien hay ahí?'' gritó, pero nadie contestó. Entonces vio una luz que venía del fondo del pozo, con las piernas temblando y cogiendo fuerte la katana con las dos manos, intentando contener el dolor de su mano derecha, se asomó. En vez de agua allí había vapor, vapor que pronto empezó a subir haciendo que a Sora le pareciera que estaba en una sauna. Se hizo para atrás dispuesta a cortar cualquier cosa que asomara por allí. Entonces dejó de salir vapor, Sora volvió a asomarse y no vio nada, pensó que aquello era muy raro, demasiado e incluso pensó en bajar, antes de que una intensa luz la hiciera caer hacia atrás tirando la katana al lado de la puerta, lo más rápido que pudo se levantó y fue a por ella y cuando se giró, una especie de dragón rodeado de fuego estaba sobre el pozo con las patas apoyadas en él. Sora se quedó impresionada sin saber que hacer, aunque quería huir algo le impulsaba a quedarse, entonces le pasó por la cabeza todas las veces que de pequeña pensó que quería encontrar un dragón.

-Ya decía yo que era imposible que fueras Sora- dijo la bestia con una voz grave que hacía temblar el suelo aunque también con un tono de decepción- ¡dime quien eres si no quieres morir quemada niña!

- S-S-Soy S-Sora K-Kuros-saki...- dijo Sora con voz temblorosa deseando que aquello fuera un sueño y despertarse pronto en su cama para otro día de instituto en el que le pegarían de nuevo. Aquella idea le parecía más apetecible que ser asesinada por un dragón que se suponía que no existía.

- ¿Qué quieres decir, niña? Tú no puedes ser Sora, tú no eres Sora, primero de todo eres chica, ¡no eres un hombre!

-¡Yo-yo me ll-llamo Sora, dragón-sama!

- ¿Qué día es hoy?

- ¡V-veintitres d-de oc-octu...bre d-del d-do-dosmil o-once!

-Con que 2011, ¿eeh? Estamos en Redmoontown, ¿cierto?

-S-Sí

- Vale... casa de Sora, un poco más vieja, dos mil año más, Sora murió, mismo apellido, mismo poder y que no sentía ni una gota en todos estos años... puf, será verdad... eres mi nueva ama...

-¿Q-Qué dice dragón-sama!

-Eres mi ama, mi dueña, soy tu espíritu, eres la sucesora de Sora, aunque no te parezcas a él en nada, él nunca hubiera desenfundado su katana por un simple ruido del patio aunque... tengas sus mismos ojos y el mismo pelo... aish, era lo que Sora quería, que me quedara en el pozo para cuidar a su familia y algún día servir a alguno de sus descendientes con poder espiritual como el suyo...

-Esto...esto tiene que ser un sueño... ¿dónde está mi madre para despertarme?

-¡No es un sueño, y compórtate si no quieres que me enfade!

-¡S-sí!

-A ver, Sora Kurosaki... eres de... la ... generación...

-100ª generación...

-Bien, pues el patriarca de tu familia se llamaba también Sora Kurosaki y tenía un poder, controlar el fuego e invocar seres bajo este elemento. Yo soy con el que se quedó, se podría decir que soy el espíritu que eligió. Él quería que si alguna vez tenía un descendiente con sus mismos poderes yo lo guiara y lo protegiera, tú también tienes un gran poder espiritual y viniendo de su familia controlas el fuego. Ahora mismo no sé si quedarán más Kontorōra wa's que significa controladores, que son los que controlan espíritus ya sean de fuego, agua, hielo, aire, tierra, rayo u oscuridad. Así que eres una y siempre que quieras me puedes invocar o utilizar tus poderes.

-Y... eso... se hace...

-¿¡No sabes?

-N...no

- ¿¡Que te enseña a ti tu padre?

-Yo no sabía nada de esto, ni si quiera de que mi antepasado era así, nadie sabía de tu existencia o al menos no me lo querían decir.

-Pues nada, vamos a dormir y mañana ya te enseñaré todo lo que debes saber- dijo el dragón bajando del pozo de un salto y plantándose delante de Sora, se adelantó y entro en su casa.-¿Vamos?

-¡S...sí!- Sora entró rápido a la casa, la luz había vuelto ya y el dragón se encontraba impresionado mirando la tele. Cogió el mando y la enchufó, el dragón dio un salto y se quedó detrás del sofá, diciendo que aquello era lo más extraño que había visto en su vida y que sacaran a aquellas personas de allí. A Sora le costó un buen rato explicarle de que iba todo aquello a cierta distancia y todavía impresionada. También le impresionó el telefono, el microondas, el frigorífico... pero sus padres estarían al llegar y no había tiempo para más explicaciones, mañana le contaría todo le dijo. Al día siguiente lo primero que vio Sora al abrir los ojos fue al dragón mirándola desde la silla, cosa bastante impresionante, y soltó un grito. El dragón hizo como si se despertara y le dijo que pasaba dando un salto, según él estaba durmiendo, pero... ¿con los ojos abiertos? Bueno era un dragón, eso era todavía más raro. Después se empeñó a acompañarla, según él podía hacer que nadie más que ella le viera, y parecía ser así, nadie se dio cuenta de que iba volando detrás suyo. Llegó a la clase y se sentó en su mesa.

-¿Esto es el famoso instituto?- le preguntó, Sora hizo como que no le escuchaba, no era su intención que pensaran que hablaba sola, pero le asintió con la cabeza.-Vaya...¿ y qué hacéis aquí? ¿os enseñan como combatir con demonios o cosas así?- esta vez Sora vigiló que nadie estaba cerca y que todos hablaban animadamente y le contestó en voz baja.

-No, aquí estudiamos de todo, lengua, matemáticas, historia...

-¿Y eso para que os sirve?

-Para trabajar, no hay guerras ni cosas de esas en estos tiempos.

-Pues vaya... este parece un tiempo bastante aburrido...

-Ahora calla, el profesor tiene que estar al caer ya.

En efecto poco después entró el profesor, la clase ya había empezado y el dragón no paraba de hacer preguntas a Sora. En el recreo se quedó en la clase, cuando los profesores pasaban a comprobar que no había nadie se escondió bajo una mesa y no se dieron cuenta.

-¡Dragón! cállate ya, ¿no ves que si estoy intentando atender no puedo contestarte y menos en una clase? Después todo esto entrará en un examen y si no lo apruebo estaré jodida.

-No me llames dragón, me llamo Kasai.

-Pues Kasai, esto no es como hace dos mil años, ahora no se necesitan espadas ni cosas de esas no hay guerras en este país, solo algunos conflictos en los países menos desarrollados y se encargan los soldados, si fueras ahora con una katana no tardarían ni cinco minutos en acabar contigo.

-Los Kontorōra wa seguro que podrían con todos ellos, ¿además que tiene de malo que te haga dos o tres preguntitas? Eres demasiado antipática Sora.

- ¿Y esas confianzas Kasai-sama?

-¿Qué confianzas? Eres mi invocadora no una conocida, además voy a seguir haciéndote preguntas y llamándote Sora.

-Bueno haz lo que quieras, no te voy a contestar...

-Vale, ¿por qué no has hablado con nadie más en toda la mañana? Salvo un chico que te ha tirado una bola del papel ese todos han pasado de ti.

-Porque no caigo muy bien a la gente y la gente no me cae bien a mi, con mi pasado pocos se me acercan, menos los que me pegan, esos no dudan en acercarse a mi.

-Pues acaba con ellos, tu pasado es tu pasado y... a todo esto... ¿qué pasado?

-Pues montones de incendios desde que tenía tres años, continuos traslados, rumores de que soy una pirómana...

-Incendios... buah, ¿no bajas al patio ese?

-Para los cinco minutos que quedan del descanso, luego en la comida ya saldremos.

-¿Comida? ¿Qué me has traído para comer?

-Nada

-¿¡Nada? ¡Soraa! tengo hambre, ¿me vas a dejar sin comer?

-Sí, ¿como se quedaría la gente si viera un trozo de comida desaparecer como si algo se lo comiera?

-¡Pero si me has dicho que saldríamos y no estás con nadie no me verán!

-Bueno, bueno Kasai, ya hablaremos luego.