EL MINISTERIO DEL TIEMPO ES UNA SERIE DE JAVIER OLIVARES

FEDERICO GARCÍA LORCA ES UN POETA Y DRAMATURGO REAL (1898-1936)


Cuando despertó, Federico se quedó mirando al techo, con las manos sobre su pecho, notándolo subir y bajar con su respiración. Viendo la luz que llenaba la habitación, estaba claro que era hora de levantarse, pero no se decidía a ello. Había dormido bien aquella noche pero no había soñado, o, al menos, no podía recordar si lo había hecho. Aquello lo llenaba de frustración, porque llevaba días esperando encontrarse de nuevo en aquel escenario.

Quería saber. Quería saberlo todo.

Había conocido al hombre que aparecía sentado junto a él en la Residencia. Julián, se llamaba. Sus ojos eran nidos de secretos y dolor. Justo cuando creyó que iba a ser capaz de ver qué se escondía tras ellos, desapareció, no dijo adónde iba ni por cuánto tiempo, simplemente se fue, a toda prisa. Pero Federico trató con él el tiempo suficiente para asomarse a su interior y darse cuenta de que no era un hombre corriente. Ya fuera un mensajero del futuro, como en un principio pensó, o un místico que había conseguido entrar en sus sueños, no era una persona normal.

Después de la despedida, tanto él como el sueño se esfumaron. ¡Justo cuanto Federico había empezado a considerar en serio todo aquello!

No dejaba de pensar en la mujer que había visto tendida en el suelo, muerta. Las lágrimas de Julián, tan sinceras y desgarradoras. El hecho de que hubiera podido recitar el poema que se le había ocurrido la noche en que se despidieron. En todo.

Tantas preguntas y tan pocas respuestas...

La puerta de la habitación se abrió lentamente y vio la cara de Salvador asomarse por la puerta con poca discreción. Al principio parecía pensar que seguía dormido, pero, al verlo con los ojos abiertos, mirando la nada, Lorca lo vio sonreír y supuso que pensaba que estaba haciéndose el muerto otra vez. Él sonrió también y volvió sus ojos hacia él, pero para entonces Salvador había cerrado la puerta y se había ido.

Había sentido la tentación de contarle su sueño y todo lo referente a Julián, sin embargo, terminó por descartarlo. Salvador era un excéntrico y le gustaban aquellas cosas, pero no estaba seguro de cómo iba a reaccionar al ver que su compañero y amigo se tomaba aquel asunto tan a pecho, como tampoco estaba seguro de si Julián le había caído simpático o no. Por prudencia, decidió dejar aquel asunto para sí mismo.

Quería escribir algo acerca de ello. Un pequeño poema, aunque sólo fuera un pobre pareado, lo que fuera. Pero estaba completamente bloqueado, no se le ocurría nada.

Finalmente, con mucha pereza, Federico consiguió sentarse en la cama; entonces, volvió la mirada hacia la ventana. Era un día hermoso, realmente bonito. Daban ganas de librarse de tanto té y cháchara trascendental y dar un simple paseo por los alrededores del edificio. Tal vez aquello lo ayudara a arrojar luz sobre las tinieblas o, por el contrario, olvidarlo todo y darle a su mente un descanso.


FIN


No me gusta eso de shippear personas reales...Pero, Dios, aquel episodio de Lorca y Julián me lo pone muuuy difícil. Mientras pongo en orden mis sentimientos al respecto, ahí va un pequeño fic sobre Lorca.

Me he basado bastante en el libro Lorca-Dalí, el amor que no pudo ser. Allí cuentan cosas como la consumición a todas horas de té en la Residencia, de lo que se burlaba Lorca en sus dibujos, sus jueguecitos macabros que consistían en hacerse el muerto (con velatorio y todo), o su interés y el de la gente que lo rodeaba por todo lo surrealista. Sobre todo esto último. La historia de los viajeros en el tiempo lo habrían vuelto loco.