¡Hola queriditos! Soy una desaparecida e irresponsable, lo sé ;-; pero aún así…¡Hoy les traigo un One shot lemon Gruvia! (los amo x.x) ¡Espero les guste!

Ni Fairy Tail no sus personajes me pertenecen, le pertenecen a Hiro Mashima.

.

.

Distante Placer

.

Eran cerca de las siete de la tarde, esa hora en la que el cielo de Magnolia se teñía de un precioso color dorado mientras que el sol comenzaba a marcharse para intentar vanamente encontrarse con su amada luna. Una suave brisa tibia recorría la ciudad, brisa que generaba una extraña sensación veraniega, pero a la vez formaba una atmosfera un poco pesada, sin embargo ahí andaba Juvia persiguiendo a su amado Gray-sama camino al gremio.

– Gray-samaaa~ Espere a Juvia, ¡ella solo quiere saber que tal le fue en esta última misión! – le decía la chica, caminando a toda prisa detrás de él para intentar alcanzarlo.

– Me fue bien, sino no estaría aquí…Estoy un poco cansado Juvia, ¿qué tal si mañana conversamos? Ahora solo quiero ir a beber algo refrescante y luego descansar – respondió el mago de hielo, con un notable agotamiento y un deje de irritación.

– Oh bien, Juvia entiende… A Juvia le alegra mucho ver a Gray-sama sano y salvo, ¡espero que sea pronto mañana para que podamos conversar! – y dándole una enorme sonrisa, que él no vio porque no se volteó, se marchó a Fairy Hills. Le había dolido un poco la indiferencia del chico, pero también entendía que debía estar agotado, así que solo por ese día lo dejaría en paz y se iría a descansar ella también, o a hacer alguna otra cosa.

Entró en su cuarto, se recostó sobre su mesita de apoyo y se quedó observando por la ventana, viendo cómo los últimos rayos de sol terminaban de desvanecerse y la luna comenzaba a hacerse cada vez más brillante.

– Es curioso y un poco triste que el mito diga que ese enorme sol se enamoró de una pequeña estrellita que es incapaz de brillar si no está él cerca… Es casi como lo que me ocurre con Gray-sama, mientras que él es mi sol e iluminó mi cielo nublado, yo solo soy la pequeña estrellita incapaz de brillar si él no está ahí… ¡Juvia, vas a tener que esforzarte más en demostrar tu amor o él nunca será capaz de aceptarlo! – Se decía a si misma, sin dejar de observar ese cielo que tanto pero tanto tiempo había estado nublado para ella.

De pronto se sintió ansiosa porque llegara el día siguiente, por lo que entusiasmada y con una inesperada felicidad se puso en pie, se quitó toda la ropa, se colocó su bata de baño y preparó sus utensilios para hacerse un tratamiento facial y, a su vez, limpiar toda su tersa piel. Si había algo que le gusta era eso, preocuparse de ella misma para sentirse linda, y a su vez verse guapa ante los ojos de Gray.

– Juvia, ¿esas son mascarillas de aguacate? – le preguntó en las duchas Erza, la que parecía muy interesada en lo que la maga de agua hacía.

– Así es, Juvia se está haciendo un tratamiento facial para lucir linda frente a Gray-sama mañana – contestó la chica, terminando de colocarse la mascarilla.

– Ya veo… ¿Y son efectivas? – volvió a preguntar Titania, fregándose el cuerpo con una pequeña esponja rosa.

– ¡Claro que lo son! A Juvia siempre le dejan la piel mucho más suave y blanca, ven, si quieres te puedo poner una para que veas que es cierto – ofreció, acercándose a su amiga con una mascarilla en la mano, y sin esperar una respuesta clara, simplemente le colocó la mascarilla y le pidió que se la dejara puesta de cinco a siete minutos y luego la removiera.

Para Juvia era agradable poder ayudar Erza, y mucho más ahora que notaba que día a día se volvía más bella, se arreglaba el cabello, en ocasiones utilizaba perfume e incluso vestidos, algo raro en Titania, pero había un motivo, o más bien una persona que lo ocasionaba, pero Juvia no diría nada; cuando las cosas son obvias las palabras sobran.

– Gracias por la mascarilla, realmente la piel se siente más suave y fresca… Es como la poción que inventó Mirajane para los granitos – decía la peliroja, sobándose maravillada el rostro.

– ¿Mira inventó una poción para los granitos?, qué útil, podría hacerse millonaria si vendiera ese tipo de cosas – acotó la peliazul, terminando de enjuagarse el cuerpo.

– Lo mismo le dije, pero dice que aún está experimentando para ver si tiene algún efecto negativo o algo por el estilo, dijo que le faltaba un ingrediente, pero no mencionó cual… De todas maneras, no es bueno confiar en ese tipo de líquidos para algo tan superficial como los barritos. Gracias de nuevo por la mascarilla Juvia, me marcho ahora, tengo algunos asuntos que atender – dijo Erza amablemente y, poniéndose una toalla alrededor de su voluptuoso cuerpo, se despidió y se fue a su cuarto dejando a Juvia algo pensativa sobre lo de las pociones.

– ¡Mierda! Juvia olvidó quitarse su mascarilla – Y saliendo del trance en el que estaba se la quitó, se secó y se fue a su habitación. Si seguía metida en el agua, terminaría arrugada como una viejita.

Al día siguiente se despertó a primera hora, cuando el sol aún no aparecía por completo sobre el alba. Se vistió como de costumbre, se esparció un poco de perfume, cepilló delicadamente su cabello, observó su imagen un montón de veces frente al espejo y entonces, cuando sintió que por fin se veía bien, se dio cuenta de que tenía un enorme, molesto y feo barrito entre ceja y ceja.

– Que… ¡Qué demonios! ¡Juvia nunca tiene granitos!, de seguro esto apareció porque Juvia se limpió demasiado la piel ayer y se le olvidó quitarse la mascarilla a tiempo… ¡Qué haré ahora! Gray-sama no me puede ver así, pensará que me veo fea – le decía a la imagen en el espejo, sujetándose el rostro con ambas manos y sin saber qué hacer, pero entones la iluminación divina llegó a ella.

Uno de los rayos de sol entró por su ventana y alumbró débilmente un pequeño alhajero que tenía dentro del armario, el que dejó escapar un pequeño centelleo.

–…¡Eso es perfecto para ocultar este horrible grano! – Y totalmente decidida sacó un pequeño cristal celeste y se lo pegó sobre el barrito, luego se quitó su habitual sombrero y se adornó el cabello con un pañuelo para que hiciera juego con la piedrecilla.

– Listo, ahora Juvia no luce tan rara – y luego de tomar desayuno lo más rápido que pudo, se marchó a toda prisa al gremio. Ya quería ver a su tan amado Gray-sama. Iba tan apresurada hacia el lugar que no se dio cuenta cuando una suave y fresca brisa le botó, sin querer, la piedrecilla que cubría aquel horrible y molesto grano.

– Hola chicos, ¿han visto a Gray-sama? – fue lo primero que dijo al entrar al gremio, saludando al que se le cruzaba y preguntando al mismo tiempo, pero Fullbuster aún no aparecía por ningún lado, así que ansiosa y a la vez un poco cabizbaja se sentó en la barra. De pronto sentía que no iba a ser un buen día.

– Hola Juvia, ¿qué tal todo? – le preguntó Mira, acercándose a ella mientras pasaba un pequeño trapito por toda la barra.

– Mirajane, Juvia no se siente muy bien hoy… Juvia tiene la sensación de que no será un muy buen día – le respondió esta, apoyando el rostro en la barra mientras dejaba caer sus brazos.

– ¿Oh?, ¿lo dices por ese feo grano?, no te preocupes por eso, esas cosas se salen en un par de días – la aconsejó la albina, sonriéndole como de costumbre.

– ¿Qué? – susurró la maga de agua, llevándose rápidamente un dedo al entrecejo, notando de inmediato que la pequeña piedrecilla se había despegado.

– No puede ser, ¿qué hará Juvia ahora?, no puedo dejar que Gray-sama me vea así, me veo maaaal – decía moviéndose de un lado a otro en su asiento, pero entonces recordó las palabras de Erza.

– Ah, pero Mira hizo una poción para los granitos, ¿no es así?, dásela a Juvia por favor, hoy es un día importante, ¿puedes? – le insistía Juvia, con ojos suplicantes y casi haciendo un puchero de bebé.

– Juvia, no lo sé, aún no la pruebo en seres humanos… ¿Y si tiene otro efecto? – la advirtió Mira pensativa. A pesar de que sabía que no tenía todos los ingredientes que necesitaba tenía curiosidad por ver qué efecto podía producir aquel líquido en seres humanos.

– No importa, Juvia será tu conejillo de indias, tú solo dámelo, ¿siiiii? – seguía insistiendo, por lo que Mira se vio obligada a sacar la poción de extraño color y verterla en un vaso para entregársela. Era entre dorada y plateada, y relucía casi como si fueran polvos de hada.

– Ahí está, pero recuerda que no sé qué efectos pueda tener, si luego no es lo que querías no me alegues a mí, yo ya te avisé – decía Mira, a lo que Juvia solo asentía atenta, pero en cuanto sintió la voz de su amado Gray-sama dio un pequeño brinco y, sin siquiera pensarlo, se bebió el vaso a fondo, cerró los ojos al sentir el amargo y espeso líquido escurrir por su garganta y contó un par de segundos antes de volver a abrirlos.

Deseaba, desde lo más profundo de su ser, que aquel molesto grano se hubiera esfumado para siempre, pero cuando abrió los ojos sintió una fuerte punzada en el corazón, casi como si se acelerara el triple de lo que se acelera cuando ve a su querido Gray-sama, luego tuvo la sensación de que algo quería escaparse de su cuerpo, sintió que un leve sudor frío recorría su espalda, las manos le temblaban y entonces todo se fue a negro. Lo único que podía escuchar a lo lejos era una masculina voz que gritaba su nombre muy pero muy a lo lejos.

De pronto todo se había vuelto caos tanto dentro de su cuerpo como en el entorno que la rodeaba. Podía sentir voces de preocupación, algunos gritaban pidiendo agua o un poco de alcohol para colocar en su nariz. Unos fuertes brazos la sostenían casi apresándola, mientras que una fría mano recorría suavemente su mejilla, pero para Juvia ya nada tenía sentido. Comenzó a respirar lentamente, luego sintió un pequeño temblor acompañado de un escalofrío que le recorrió todo el cuerpo y solo entonces volvió a abrir los ojos, los cuales se toparon con otro par que la miraban entre preocupados y aterrados.

– ¡Juvia! Gracias al cielo despertaste, no sabes lo preocupado que nos tenías, ¿estás bien?, ¿te sientes bien?, ¿qué ocurrió? – le preguntaba Gray, sin soltarla en ningún momento, manteniéndola muy apegada a él, tanto como para que ella sintiera su corazón latir apaciblemente.

– Tranquilo cerebrito, al parecer vengo recién despertando de un desmayo, ¿me puedes dar mi espacio?, necesito aire fresco – respondió pesadamente Juvia, separándose bruscamente del mago de hielo y dejando a todo el gremio con la boca más que abierta.

– ¿J-Juvia?, ¿pasa algo? – volvió a preguntar Gray, totalmente fuera de lugar, mientras se ponía de pie.

– ¡Vaya!, ¡esa sí que ha estado buena!, buena actuación Juvia, ¡dejaste a Gray con cara de idiota! – se burlaba Natsu a lo lejos, habiendo visto todo lo ocurrido, pero Juvia no sonrió en ningún momento.

– No estaba bromeando, ¿quién demonios es este para tocarme descaradamente? Tchhh – decía Loxar apuntando despectivamente a Gray.

– Juvia, es tu Gray-sama, ¿no lo recuerdas? – le respondió Lucy, igual de asombrada que todos los chicos que observaban la escena.

– ¿Mi Gray-sama? Pff, creo que no se merece ni el honorifico de kun – dijo de forma burlesca, caminando lentamente hacia el susodicho, y cuando estuvo casi rozando su rostro, le susurró lentamente, casi de manera provocadora – escucha "Gray", si quieres volver a tocarme por último invítame a una copa antes – y sin decir más se dio media vuelta y empezó a avanzar hacia la salida.

– ¿Y quién fue el idiota que me permitió vestir esta ropa de monja franciscana?, necesito ir por ropa nueva, Lucy, ¿me acompañas?, me gusta cómo te vistes y quiero tu opinión si voy a comprarme algo más… Revelador – le pidió a la rubia, la que algo dudosa aceptó.

– Ups… Creo que leí mal la receta – dijo entones Mira, entre todo el alboroto que se había armado por la nueva Juvia.

– Espera, ¿le diste algo a beber?, ¿¡qué tipo de líquido exactamente!? – le preguntó Gray totalmente alterado.

– No lo sé, pensé que había preparado la poción para borrar granitos, pero al parecer no fue así… Tendré que volver a revisar, pero mientras tanto vas a tener que mantenerte alejado de ella si no quieres que te vuelta a tratar así – contestó Mira, sin saber si reírse o sonar seria.

– Vaya, vaya... ¿qué te pareció eso Gray?, ¿no que siempre quisiste que Juvia se alejara de ti?, pues, ahí lo tienes – se burló Gajeel, pasando junto a él con una enorme y radiante sonrisa, pero Gray prefirió no decir nada. Estaba demasiado conmocionado como para ponerse pelear.

– Gajeel, tú no te burles, ¿qué harías si de pronto yo comienzo a actuar así? – había comenzado a reprenderlo Levi mientras se alejaban hacia la salida, pero para Gray las únicas palabras que aún eran audibles eran las que Juvia le había dicho.

Es decir, él siempre había querido que Juvia fuera un poco menos pegajosa y hostigante, pero no que se fuera al extremo de ser lo que ahora era. Resultaba casi como si fuera un clon malvado de la tierna y dulce Juvia que él conocía o, mejor dicho, de la que él quería.

– Mira, trata de encontrar la cura para lo que sea que le hayas dado por favor, yo veré que hacer para que vuelva a la normalidad, no podemos dejar que ande paseando por la ciudad con esa actitud, podría dañar a alguien – le dijo Gray, intentando desviar el tema hacia "el bien de Magnolia", pero en el fondo sabía que todos notaban que era por él y no por la ciudad.

– Claro, claro, tu ve tras ella, yo iré a leer el libro de pociones y chequearé qué hice mal – y diciendo esto, salió de la barra y se fue directo a su despacho.

– Hey Gray, cuidado con Juvia, ¡no vaya a ser que termine golpeándote por acercarte a ella! – le gritó Natsu burlándose, antes de verlo salir del gremio.

.

– Juvia, ¿pasa algo?, por lo general nunca sueles tratar a Gray de esa forma – le preguntaba curiosa Lucy, entregándole una pequeña polera para que se probara. Aún no podía creer que haya escuchado y visto la actitud que había tenido esa chica que, hace tan solo un día, esperaba impaciente la llegada de su tan amado chico.

– ¿A no?, la verdad Lucy, no recuerdo quién es ese chico, sé que se llama Gray porque todos lo dijeron cuando desperté, pero nada más, ¿es alguien importante?, siento que se espantaron cuando vieron que le hablé de esa manera – contesto la peliazul, quitándose la chaqueta y quedando solo en un brasier con flores rosadas y blancas.

– Espera, espera… ¿Estás diciendo que no recuerdas quién es Gray?, te has debido golpear la cabeza muy duro para no hacerlo, ¡si hasta hace ayer lo amabas! – le dijo Lucy, intentando buscar algún conjunto que creía le quedaría bien a la maga de agua.

– No me golpee la cabeza, le pedí a Mira que me diera una poción para algo, y luego me desmayé… Seguramente fue para olvidarlo, ha de haberme hecho algo muy malo si quería olvidarlo con tanta desesperación, esta polera no me gusta mucho, creo que el color no me viene, ¿qué tal esa de allá? – contestó Juvia, sin decidirse por qué top escoger.

– Bueno, es cierto que Gray nunca te trató de la mejor forma, pero tampoco fue cruel o despiadado contigo, solo nunca te dio a conocer sus sentimientos… Pero sus verdaderos sentimientos – siguió diciendo Lucy, mientras le entregaba un mini vestido celeste claro, con un enorme escote en la espalda.

– ¡Este me gusta!, se me ve bonito y resalta mi figura… Lucy, si no tuvo las bolas necesarias para decirme lo que realmente sentía entonces realmente no valía la pena – dijo finalmente, tomando el montón de ropa nueva para dirigirse a pagarla.

– Pero Juvia, él te quiere, realmente te quiere, es solo que – trataba de defenderlo, pero Juvia no la dejó terminar.

– Lucy, no puedes hablar por los demás, si él realmente me quisiera me lo hubiera mencionado en algún momento y no me hubiera hecho llegar al punto de tener que beber una poción para olvidarlo, ahora, ¿vas a llevarte algo? ¡yo pago! – y diciendo esto zanjó el tema sobre Gray.

.

Desde entonces, pasaron un par de días y Juvia no cambiaba de actitud. Vestía ropa diminuta, coqueteaba con cualquier chico que le pareciera guapo, aconsejaba a las chicas sobre sus novios como si ella fuera una experta, ignoraba a Gray a tal punto que en una ocasión lo chocó sin querer y, en vez de disculparse, pasó de largo como si no lo hubiese visto.

– Mirajane, ¿cómo va eso de la investigación de la poción? – preguntaba cada día, a cada instante Gray. Estaba molesto de ver que Juvia había adoptado una actitud de chica mala y ruda, estaba molesto porque les coqueteaba a otros sabiendo que él estaba ahí, estaba molesto porque estaba exhibiendo su cuerpo más de lo normal, y odiaba verla ignorarlo de esa manera. Más que odiarlo, le choqueaba.

– Gray, he recorrido la ciudad entera en busca del maldito libro, pero no aparece por ninguna parte, el maestro me dijo que cabía la posibilidad de que algún turista lo hubiese comprado… ¡Pero no te preocupes!, hallaré la forma de traer a Juvia de vuelta – intentó convencerlo Mira.

En el fondo se sentía muy culpable por haber hecho a Juvia tomar esa poción sin antes haberla testeado en alguna otra cosa, pero ya no había nada que pudiera hacer, nada más que buscar una posible solución con ayuda de Levi, quien tenía conocimientos de un sinfín de libros.

– Pero Gray, leí una vez en alguna parte que, por lo general se da estas pociones a gente desesperada que busca olvidar el dolor de un amor no correspondido, y la única manera de traer a las personas a la normalidad es con un beso de amor verdadero – le aconsejó Levi, sonriéndole tiernamente.

– Y al parecer, la poción que preparé fue de desamor y no para desaparecer barritos… Perdón – dijo Mira, apoyándose en la barra.

– Beso de amor verdadero, eso no es un poco… ¿Infantil? – dijo incrédulo, viendo cómo Juvia, sentada sobre una de las mesas del gremio, le coqueteaba a uno de los chicos recién llegados.

– Bueno, si hay algo de cierto en eso deberías probarlo, pero solo si es que realmente la quieres, de lo contrario no creo que sirva, después de todo dicen que el amor es la fuerza más grande que hay en el mundo, es por lo único por lo que se han generado tantas guerras y muertes a la vez – le decía Levi entusiasmada mientras se bebía una malteada, pero al voltearse a mirar a su compañero se dio cuenta que se había esfumado, y Mira sonriendo divertida, le señaló hacia dónde había ido.

– Juvia, ven, ¡nos vamos! – Le gritó Gray enfadado, tomándola firme de un brazo para arrastrarla hacia él y sacarla de la mesa.

– Oye hielitos suéltame, yo no voy con nadie que se crea mi dueño – le rebatió la chica, intentando zafarse en vano del firme agarre.

– Vendrás conmigo quieras o no – respondió él entre dientes, sumamente enfadado.

– Mierda, ¿puedes apretar menos? ¡Clay! ¡Mañana hablamos más, corazón! – y sin alcanzar a decirle más a su nueva conquista, Gray la sacó a la fuerza del gremio.

– Escucha, hem… ¿Gray?, si, creo que tu nombre era ese. Verás, me han dicho muchas cosas de la antigua yo y de lo que pasaba entre nosotros, o más bien de lo que yo pensaba que pasaba, porque al parecer era la única idiota que creía que estaba enamorada, pero eso ya es pasado ¿entiendes?, yo no te amo, no quiero seguirte a cada lado al que vas y mucho menos quiero andar arrastrándome para que me des alguna mirada, esa época ya pasó, si no fuiste capaz de fijarte en mi cuando realmente te amaba no lo hagas ahora que estoy experimentando cosas nuevas, para mí no significas absolutamente nada, solo eres alguien a quien solía conocer y ya – le decía calmadamente Juvia mientras seguía dejándose arrastrar por él hacia quién sabe dónde, pero sus ojos no estaban precisamente puestos en él, sino más bien en la luna, la que siempre le había llamado la atención y que ahora le traspasaba una extraña sensación de nostalgia.

Finalmente llegaron a Fairy Hills, en donde Gray entró a pesar de que sabía que a aquel lugar no podía, por ningún motivo, entrar un hombre. Subió rápidamente las escaleras y buscó el cuarto de Juvia, ubicación que conocía gracias a Erza y a la misma Juvia, quien en ocasiones le pidió que la fuera a dejar estando más que borracha.

– ¿No vas a decir nada? – seguía ella, pero entonces él se quedó quieto y se volteó a verla.

– Juvia, no bebiste una poción para olvidarme, le pediste a Mira que te diera una para borrarte un puto grano que te había salido entre ceja y ceja, pero Mira te dio otra cosa, algo de una poción de desamor, y no fue precisamente porque tú se lo pidieras, solo fue por equivocación suya – le dijo Gray sumamente serio, con la esperanza de despertar alguna especie de sentimiento en aquellos oscuros ojos que lo observaban como si fuera un desconocido.

– ¿Y eso en qué cambia las cosas? – preguntó Juvia, teniendo la leve sensación de que en cualquier momento iba a perder la paciencia con ese chico, por lo que prefirió tomar asiento en su mesita para el té.

– Las cambia, y mucho… Juvia, sé que me amas, tu verdadero yo lo hace, no este que es una especie de anti Juvia, no recuerdas absolutamente nada de nosotros y te has dejado guiar por lo que los chicos en el gremio han dicho, y sé que no fui exactamente expresivo contigo, pero Juvia, hubo un momento en el que sí te abrí mi corazón a ti y solo a ti, ¿cómo es posible que no lo recuerdes?, ¿la bufanda, la nieve y nosotros?, y ese es solo uno de los momentos en los que estuvimos juntos… – insistía él, tratando de razonar con ella mediante las palabras, pero su rostro seguía igual de inexpresivo que antes.

– No, no recuerdo, lo siento… Quizá es hora de que vayas olvidando a esa vieja Juvia y te concentres en la que está ahora frente a ti, la que, por cierto, no quiere absolutamente nada con una persona que además de ser frío es también un maldito pervertido que se quita la ropa por gusto – volvió a decir ella fríamente, y ese fue la gota que llenó el vaso.

Gray, con la paciencia acabada y totalmente dolido y enfadado, le dio un fuerte golpe a la mesita, la tomó por los brazos, la atrajo hacia su firme pecho y la besó a la fuerza. Al principio ella lo empujaba, pataleaba y lo rasguñaba para intentar alejarlo, maldiciendo entre dientes, susurrando cosas ilegibles y rompiendo un par de cosas que alcanzó a pasar a llevar con sus brazos o piernas, pero poco a poco fue cediendo hasta un punto en el que por voluntad propia rodeó el cuello de Gray y le respondió el beso con igual o más pasión con la que él lo hacía.

– ¿Qué dices ahora?, ¿sigues sin recordarme? – preguntó serio y con voz ronca, sintiendo el agitado aliento de Juvia en su cuello, pero ella solo lo miró atónita.

– Este es…– había empezado a decir, pero Fullbuster no la dejó terminar y la volvió a besar, esta vez con fiereza, con hambre de ella.

Casi por impulso la levantó del suelo y la hizo rodearlo con sus piernas, sin dejar de besarla en ningún momento, le fascinaba la sensación de la lengua de Juvia luchando contra la de él, ¿cómo era posible que hubiese dejado pasar tanto tiempo antes de besarla de esta manera?, es decir, lo había pensado e imaginado muchas veces, pero nunca concretaba nada por sus inseguridades y por no querer "lastimarla" o mezclarse más profundamente con alguien a quien podría perder en cualquier ocasión.

– Demonios Gray… De todos los que he besado, eres el que mejor lo hace – le susurraba Juvia al oído, sintiendo intensamente cada beso que él le daba ahora desde el cuello hacia la clavícula.

– ¿Aún no se te pasa el efecto de esa maldita poción?, parece que voy a tener que hacer más que solo besarte – le contestó él, mirándola con una media sonrisa que, por una fracción de segundo le aceleró el corazón a mil.

Y diciendo esto, la lanzó delicadamente sobre la cama y se desabrochó el pantalón mientras que ella, en el calor de la situación, se quitó el delgado vestido quedando solo en bragas y dejando al mago de hielo mudo ante su perfecto y curvilíneo cuerpo. Simplemente no podía quitar sus ojos de esa imagen tan seductora.

– ¿Qué pasó Gray?, ¿no te agrada lo que ves? – se burló entre susurros Juvia, apoyándose en los codos para poder observarlo mejor y para que sus senos resaltaran aún más.

– Mierda, como puedes preguntar eso – contesto él, lanzándose rápidamente hacia los húmedos y colorados labios que se burlaban y reían de él.

La besó apasionadamente, como siempre había querido hacer, mientras que con una de sus manos acariciaba suave y lentamente desde uno de los muslos de Juvia hacia su trasero. Luego quiso tocar aquellos voluptuosos y perfectos senos que la joven le ofrecía voluntariamente y sin pudor alguno, creándole leves gemidos y suspiros.

– Mierda Gray, hazlo ya – le pidió entre jadeos Juvia, sujetándole firmemente los oscuros cabellos para hacer que la mirara y dejara de besuquearle los pechos, pero Gray no quería detenerse aún. Si iba a tener sexo con Juvia lo haría bien, por lo que, besándola nuevamente, poco a poco fue recorriendo con una de sus manos todos los rincones de su tersa piel hasta que llegó a sus braguitas, en donde sin previo aviso introdujo la mano para tocar su húmeda y latente parte íntima.

– Estoy lista, solo hazlo – le suplicó, sintiendo pequeñas y placenteras descargas eléctricas por todo su cuerpo al tener los dedos del mago de hielo moviéndose suavemente en su intimidad.

– Juvia… Vuelve a ser tú – Le susurró besándole la pelvis, luego el ombligo, mordiendo sus caderas, subiendo hasta sus pechos y luego llegando a sus labios, los que besó y mordisqueó levemente, y solo entonces le quitó las húmedas braguitas.

Lanzó lejos sus calzoncillos muriendo de deseo y placer, y sintiendo cómo su miembro por fin se elevaba en libertad, acomodó sus codos a los costados de Juvia para quedar en posición y la miró fijamente.

– Gray, quiero sentirte… Por favor – le suplicó sin poder aguantarse. Había algo en su interior que de pronto había comenzado a decirle que amaba con todas sus fuerzas a aquel hombre, pero no sabía exactamente porqué.

– Mierda – Fue lo único que susurró antes de besarla y al mismo tiempo entrar con su viril miembro hasta lo más profundo de su ser, teniendo todo tipo de sensaciones al mismo tiempo.

Juvia había dejado escapar un pequeño gemido que sonaba más a dolor que a placer, pero él sabía que la primera vez de las chicas dolía, por lo que suavemente comenzó a mover sus caderas hacia afuera y adentro para hacer que su cuerpo se acostumbrara a aquel invasor que había entrado tan ganoso en ella, y cuando sintió que los músculos de Juvia se relajaron bajo su peso y ella comenzó a gemir de gusto, comenzó a moverse como quiso, mientras la besaba y le recorría el cuerpo con las manos. Le resultaba simplemente fascinante poder sentir tanto placer y gusto por un acto como el sexo.

– ¡Gray! – gritó finalmente Juvia, tensando todo el cuerpo y curvándose bajo Gray, sintiendo como él, a su vez, la embestía más y más rápidamente para correrse, pero cuando por fin llegó a su clima y se dejó ir, Juvia se desmayó.

– Esto es… Lo mismo que le pasó el día que bebió esa maldita poción – susurró Fullbuster, saliendo lentamente del interior de su chica para poder acomodarla bien en la cama antes de que despertara. Le secó un poco el sudor del rostro, la cubrió con la ropa de cama y se sentó junto a ella.}

Juvia, por su parte, al sentir aquel caliente líquido recorrerla de pronto se sintió extraña y todo se fue a negro, nuevamente. Escuchó a lo lejos los susurros de Gray, pero su cuerpo no quería responder aún, estaba teniendo pequeñas taquicardias y sentía que, de pronto, algo volvía a entrar en su interior, tuvo un poco de náuseas y la sensación de mareo, el estómago se le apretó y el cuerpo le vibró, y entonces volvió a despertar.

– Oh… ¿Gray-sama?, ¿qué hace en el cuarto de Juvia? – preguntó sentándose lentamente, pero notando que estaba aparentemente desnuda, completamente sonrojada sujetó las sábanas a la altura de su pecho.

– ¿¡Y por qué Juvia está desnuda!? – volvió a interrogar, esta vez un poco más alterada.

– Bueno, pasaron algunas cosas que… ¿No recuerdas? – dijo Gray, rascándose algo incómodo la nuca.

– Juvia solo recuerda que estaba esperando a Gray-sama en el gremio, entonces le pidió a Mira que me diera la poción para borrar granitos y luego de eso no sé qué ocurrió exactamente – contestó la chica, tratando de hacer memoria, pero nada más aparte de eso venía a su mente.

– Mierda… Juvia, Mirajane te dio una poción de desamor, la bebiste y de olvidaste completamente de mí, me trataste mal y coqueteaste con un montón de chicos, y así fue durante varios días… Hasta hoy – contestó Gray, mirándola aliviado. Por fin volvía a ser la Juvia que tanto quería y anhelaba.

– Entonces… ¿Juvia olvidó a Gray-sama?, pero entonces ¿por qué está desnudo al igual que yo?, ¡no me diga que hizo ese tipo de cosas con Juvia y no lo recuerdo! – decía Juvia enderezándose un poco más, y dado que sintió una leve molestia en su zona íntima y que Gray se sonrojó hasta las orejas, lo confirmó antes de que se lo dijeran con palabras.

– Bueno, Levi dijo que el beso del amor verdadero serviría, pero no fue suficiente así que…– contestó Gray, cubriéndose con el pantalón su miembro.

– ¡Pe-pero!, ¡no es justo!, Juvia también quiere recordar algo tan conmemorativo como la primera vez son Gray-sama – dijo sonrojada y enfadada. No era justo que por fin se cumpliera su sueño de estar con Gray y que ella no lo recordara.

– Pero eso lo podemos arreglar ahora mismo, si es que no te molesta mucho tú… Ya sabes, tu zona – le susurró Gray, mirándola con infinito cariño.

– Juvia lo desea, pero Gray-sama… No quiero que haga esto solo porque se sienta comprometido o algo así – había empezado a objetar, pero él la calló con un suave y tierno beso.

– Juvia, lo hago porque me vuelves loco, no quiero tener que volver a pasar por algo como lo que me hiciste durante todos estos días así que… Vas a ser mi novia y no te vas a separar nunca más de mi lado, ¿entendiste? – le susurró seriamente, mientras le recorría el cuello a besos.

– ¡S-sí! – fue lo último coherente que pudo mencionar Juvia antes de que Gray comenzara a hacerle el amor. Loxar lo sintió tan placentero y exquisito que quiso hacerlo una y otra y otra vez, probando distintas posiciones hasta que ambos cayeron rendidos ante el sueño.

.

– Entonces, Gray… ¿Cómo lo hiciste para que Juvia volviera a la normalidad? – le preguntó al día siguiente Mira, mirándolos a ambos con malicia.

– Hice lo que Levi dijo, nada más – contestó castamente Gray, volteándose a ver hacia otro lado mientras se bebía rápidamente una bebida.

– Y ahora somos novios! Gray-sama dijo que no quería que me separara más de él – decía entusiasmada Juvia, apegándose al brazo de su - ahora - novio.

– Bueno, encontré el libro y leí que solo había dos formas de curarla, la primera era creando el antídoto… Y la segunda – había comenzado a decir Mira, pero entonces Gray no la dejó terminar.

– B-Bueno, ya debo irme, tengo mucho que hacer – dijo a toda voz riéndose nervioso mientras caminaba, tomado de la mano con Juvia, rápidamente hacia la salida, pero entonces la voz de mira lo frenó.

– ¡La segunda cura era teniendo sexo con la persona afectada! – le gritó sonriendo como de costumbre, pero el mero hecho de pronunciar esas palabras hizo que todo el gremio se quedara en silencio y comenzara a molestar a Gray y a Juvia.

– Juvia, deberías actuar más seguido como una gamberra para que Gray te haga ese tipo de cosas – se burló Gajeel, recibiendo a su vez un par de golpes de Levi.

– Maldita Mirajane y su puta boca que no se caya ni aunque se la tapen – decía entre dientes el mago de hielo, mientras trataba de esquivar a los chicos del gremio para poder salir.

– Oh, Juvia lamenta mucho romperles el corazón muchachos, pero la Juvia que les coqueteó era otra Juvia, una que no volverá porque le pertenezco absoluta y completamente a Gray-sama – se excusaba la maga, siguiendo casi a la fuerza los pasos de Gray, el que la sujetaba firmemente de la mano.

.

– Al final el sol cayó rendido ante la luna – se dijo a sí misma Juvia, mirando el cielo con un nuevo sentir en el corazón. De pronto las cosas ahora lucían mucho más bonitas de lo que alguna vez le parecieron.

– ¿Qué dices del sol? – preguntó más calmado Fullbuster.

– Nada, Juvia estaba pensando en voz alta – y diciendo esto, se aferró al brazo de Gray dispuesta a seguirlo al fin del mundo porque, en el fondo, se había dado cuenta de que él también era dependiente de ella, la que estaba dispuesta a demostrarle que nunca, pasara lo que pasara, lo abandonaría.

.

.

Fin

.

¡Y eso es todo por ahora!, espero les haya gustado~
¡Nos estamos leyendo en algún momentirijillo!
Sin más que agregar se despide

Bunny D. Loxar