Hola, hola, Luna de Acero reportándose. Historia breve, one shot (NO HAY CONTINUACIÓN), para cumplir el desafío de Patatapandicornio, 1825 palabras perdón no lo pudedo evitar. Fin.
Disclaimer: Los personajes no me pertenecen son de Isayama Hajime
Advertencias: Lenguaje vulgar, palabras altisonantes
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"Si hubiera que votar por un sonido internacional para la paz,
votaría por el ronroneo"
B. L. Diamond
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Levi se cruzó de brazos y le lanzó una mirada de odio al animal al cual se le encrespaba la espalda y le bufaba como poseso al que le echan agua bendita.
El hombre estaba seguro que el gato era mejor actor que Leonardo DiCaprio, porque cuando Izzie estaba (Izzie, una vecina que Levi había visto crecer desde pequeña y quería como una hermanita), el minino era una dulzura. Era la mascota más buena, obediente y feliz de todo el planeta tierra. Pero bastaba que su amiga se fuera (de vacaciones, por trabajo, a visitar su familia, o lo que fuera), y los pocos días u horas que él cuidaba al animal, se transformaba en el hijo de satanás.
No era su idea, el felino lo odiaba, lo odiaba a muerte. Era obligatorio guardar las pantuflas y todo zapato bajo siete llaves, o el gato se los meaba sin compasión, ni hablar de colgarse con sus filosas garras de la cortina del living, tirarle cualquier adorno, portarretratos, jarrón o artefacto tuviera en repisas, encima de la mesa o los estantes de la biblioteca. Le tiraba el tacho de la basura dejándole regueros de mugre por donde pudiera, y siempre se las arreglaba para abrir la tapa del tacho, por más que Levi le pusiera algún peso encima. Hacía sus necesidades en las macetas de sus plantas, y por si todo esto no fuera poco, hacía unos días le había meado su almohada favorita.
Izzie no contaba con nadie más a quien pedirle el favor, Bobu, el horrible nombre del maldito, era un gato que sus padres le habían regalado antes de fallecer, por lo que para ella era el equivalente a su familia. Era una jovencita tímida, amable y muy dulce, se había comprado todo su afecto. Para Levi era como una hija, aunque apenas tuviera cinco años de diferencia, y la veía luchar sola y con esfuerzo, por eso nunca pudo negarse a sus pedidos.
Sin embargo ese gato hijo de su gata madre, era otro tema, la repulsión era mutua, y la cosa se ponía cada vez peor. Esa tarde llegó esperando encontrarse con un desastre en la casa, lo usual, y efectivamente así fue. La basura tirada, el jarrón de la mesa en el suelo, la cortina caída… pero lo verdaderamente trágico fue encontrar su cargador del celular, un costoso iPhone 7, completamente mascado, tanto que los cables de cobre salían para afuera. Esa fue la gota que rebasó el vaso.
Como si el animalejo supiera de su metida de pata, no aparecía por ninguna parte. Levi rebuscaba y revolvía todo con una furia inusitada. El nuevo cable le costaría al menos unos $300 dólares. Mínimo le iba dar una patada en las bolas, y no estaba hablando figurativamente. Al fin dio con el travieso, refugiado debajo de su cama. El animal le siseaba y le gruñía, si acercaba la mano le tiraba zarpazos al aire; cansado de todo el drama, Levi buscó una de sus mejores armas… su amaba escoba. Lo empujó con muy poca delicadeza, hasta que al fin, el felino salió disparado como bala de cañón y se tiró sin miramientos desde su ventana en el tercer piso del edificio, cayendo pesadamente sobre una mata de arbustos en planta baja.
A Levi se le puso el rostro pálido y bajó lo más rápido que un rayo. A Dios gracias era lo suficientemente tarde en la noche como para que ningún vecino lo encontrara en esas peripecias. Sin pensarlo mucho lo envolvió en su saco, escuchando un lastimero gemido y tomó el ascensor.
El corazón le latía a una velocidad imposible y la frente se le perló de sudor por los nervios (la frente y otras partes del cuerpo, pero no viene al caso). Depositó al minino sobre su cama, el gato gemía, respiraba, pero no se movía mucho.
—¡Ay, joder, perdón, perdón! ¡No te mueras hijo de puta! —Hablaba Levi con un hilo de voz mientras no sabía qué hacer.
Decidió esperar un rato, le llevó comida en sobres, agua, pero el animal no quiso nada, ni siquiera se movió. Prácticamente pasó la noche en vela hasta que finalmente a las ocho, lo cargó como a una princesa de cuentos y se lo llevó a la veterinaria más cercana. Para entonces el minino ya se estaba despabilando un poco, y si bien no se levantaba, desde el asiento del copiloto le gruñía y le abría la boca mostrándole los dientes.
—Tranquilo, Chucho, te estoy llevando con un doctor. Lo siento, ¿está bien? No debería haberte asustado con la escoba, ¿pero por qué no te puedes portar mejor, eh? ¿Qué te he hecho, ah? Solo quiero que estés bien, joder.
Lo bajó con algo de dificultad, se tragó las ganas de ahorcarlo con sus manos ante los dos arañazos que recibió. Pero la culpa le ganó la pulseada, y prefirió aguantarse todo hasta estar seguro que el gato no se iba a morir.
Cuando entró a la veterinaria, un chico rubio de corte estilo carré, lo recibió con una amplia sonrisa.
—Buenos días, bienvenido a Nyan-Nyan Vet, mi nombre es Armin, ¿en qué lo puedo ayudar?
—Hola, soy Levi, y mi gato —el animal gruñó—, tuvo un a-accidente anoche, quisiera que lo revisaran.
—Muy bien, por ese pasillo, tome asiento señor Levi, el veterinario Jaeger lo atenderá a la brevedad, hoy está inusualmente lleno.
—No hay problema, esperaré.
Levi fue a sentarse, había cuatro personas antes. Una abuela con una jaulita y un canario, o un ave de color amarillo, un señor con un bulldog con una pata enyesada, una madre y su pequeño que tenía un hámster en sus manos, y un hombre muy raro con una pecera pequeña en las manos y dos peces naranjas.
Bobu quedó obnubilado con los peces, comenzó a relamerse, mientras sus ojos no se perdían movimiento.
—Ni lo pienses, demonio con patas —le susurró por lo bajo Levi alejándose un poco.
Pero todas sus preocupaciones y temores quedaron en la nada cuando vio aparecer a la octava maravilla del mundo, saliendo elegantemente del consultorio. Un moreno, bellísimo, alto, ojos verdes esmeralda, una sonrisa espectacular, simpático, con una bata blanca (la cual revelaba que no portaba nada por debajo, al menos debajo del pecho), que le daba un aire absolutamente sexy, hizo aparición.
—¿Señora Rodas? —La viejita se levantó de su asiento, pero el doctor conectó sus ojazos infartantes con los de Levi y le sonrió coquetamente.
Levi se dio cuenta, varios segundos después, que todavía estaba con la boca abierta. ¡Joder! ¡JODER! ¡Por todos los cloros y desinfectantes! Gracias Dios por el veterinario hijo de Zeus, cuerpo de Eros, encanto de Afrodita que le iba a alegrar el resto de la semana. Tragó en seco, y un nuevo gruñido del minino lo trajo de vuelta a la tierra.
—Escucha coludo maloso, no me hagas quedar mal con el doctor, o te juro que yo mismo iré al décimo piso y te tiro desde ahí.
Un maullido visceral y tenebroso se abrió paso desde las fauces del gato, mientras meneaba la cola amenazante. Eren volvió a salir sonriendo, y llamó al siguiente.
—¿Señor Corrales? —esta vez le dedicó una mirada mucho más intensa y Levi sintió que se le abría todo… todos los poros de la piel, claro.
Trató de mantener la compostura, ¿pero a quien le mentía? Eso era amor a primera vista, y eso que él no creía en esas cursilerías. Justo a tiempo retuvo al travieso antes de que metiera su garra en la pecera del hombre al lado. Se disculpó escuetamente y lo miró con dureza.
—Escucha hijo de puta —le susurró—, ambos sabemos que jamás nos llevaremos bien, ambos sabemos que nos detestamos, pero por lo que más quieras, no la cagues justo ahora.
El felino le gruñó como un león embravecido.
—Escucha Bobu, yo te daré… una enorme lata de atún fresco si te portas bien.
Levi se percató de que la gente que quedaba en el pasillo lo miraba con cara de loco, el tipo de los peces se corrió un asiento. El minino lo miró mal, pero dejó de gruñir.
—Anda, no seas así, jodida reencarnación del mal… te daré… dos latas…
El animal se limitó a menear la cola. El hombre del bulldog salió sonriente y entró la madre con el niño del hámster. Levi se perdió en la mirada pícara del médico que además suspiró mientras no dejaba de hacer contacto visual, se mordió el labio automáticamente y acarició a Bobu sin darse cuenta, quien le gruñó de nuevo.
—Escucha, caballa fresca, de la pescadería, y puedes dormir en mi cama, yo dormiré en el sillón.
El minino dejó de agitar la cola y lo miró inquisidoramente, como si le dijera "¿qué más tienes, eh?". La señora y el hijo salieron rápido.
—¿Señor Freytes? ¿Cómo está? ¿Se le resfriaron de nuevo sus peces?
¿Los peces se podían resfriar? Levi miró de nuevo al gato, era la última chance antes de que lo llamara, y tenía la piel enardecida, mientras su miembro le palpitaba ansioso.
—Escucha, hermoso gato angora de sangre real… escucha y abre bien esas respingadas y bonitas orejas tuyas… salmón… —le pronunció de una manera casi erótica y se animó a acercarse para continuar—. Salmón ahumado recién envasado…
Para cuando entró en la consulta, el gato era una versión amigable, dócil y cariñoso del ser venido de los avernos de hacía unas horas. Levi le acarició la cabeza y pudo notar en la mirada del felino que le decía "no llegas a cumplir puto, te voy a destrozar la vida". Levi le guiñó un ojo y luego le dedicó una seductora sonrisa al médico que no dudó en invadir su espacio personal.
—Veo que trajo a su mascota —le dijo Eren comiéndoselo con la mirada.
—Oh, sí, el pobrecito… se cayó desde la ventana, estoy muy preocupado que se haya lastimado. Usted sabe, ya no es una mascota, es como… parte de la familia para mí…
Luego de una exhaustiva revisión, incluida una placa, se determinó que el gato estaba más sano que ellos dos juntos. Por lo que lo siguiente fue un fogoso y ardiente beso con Levi sentado sobre la camilla de metal mientras sus brazos y piernas envolvían al profesional.
Cuando salieron de la consulta, cerca de una hora después, Levi fue derecho a preparar su departamento para una romántica cena que tendría en unas horas. Por supuesto que primero pasó a comprar el dichoso salmón ahumado.
—Este será nuestro secreto —le habló sonriendo Levi, mientras le servía en un cuenco de porcelana la costosa comida. El gato maulló con tranquilidad.
Levi aprendió que se podía entender con el demonio, ya que a veces la recompensa valía todo el sufrimiento.
Bobu recibió su delicioso salmón y Levi… su propio adonis de piel morena… el mejor negocio de toda su vida…
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By Luna de Acero… maullando…
