Terra: Konnichiwa! Hola a todos! Este es mi 1er fic en fanfiction. Llevo un tiempo escribiéndolo, pero no sabía si lo debía publicar. Así que doy gracias a Gravi-Kikyo y a Niyushi por todo su apoyo y convencerme de hacerlo . Ojalá les guste.

Yugi: Tiene que gustarles! Te esforzaste mucho!

Terra: Jajaja, eso espero Yugi. También quiero mandar saludos a mucha gente: a Gravi-Kikyo, Niyushi, Erick (jeje, que rollo contigo), Holly Motto, Fruttizha (jajaja, que risa contigo Karen) y... por el momento de esos me acuerdo U

Yami: Mucha gente, no?

Terra: Ya! No empieces... Y bueno, ahora antes de empezar, una aclaración!

Yami: YuGiOh ni sus personajes le pertencen a Terra (aunque bien querría que así fuera) sólo los usa para propia diversión.

Terra: Sin embargo si alguien usa cualquier personaje ó idea fuera de YuGiOh que sea de este fic, sin habérmelo consultado, no descansaré hasta encontrarlo y hacerle la vida imposible. Así que cuidado xD

Yami: ¬¬ Qué drástica.

Terra: Es el proceso!

Yugi: U Muy bien, ya... vamos con el fic de una vez!

Terra: El fic de THE LOVE-KEEPER! Ojalá les guste!

THE LOVE-KEEPER

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Capítulo 1: Un grito de ayuda

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Dedicado a Gravi-Kikyo y a Niyushi.

Gracias por motivarme a seguir

...Silencio… el silencio invade completamente lo que parece ser a simple vista un enorme palacio de cristal, con una hermosa y gran decoración. Se vislumbraba por donde sea que se mirara numerosas columnas talladas a la perfección hasta el último detalle, colocadas en perfecto orden por todo el templo construido de…. ¿era posible?… ¿de hielo? En efecto, todo y hasta el más mínimo detalle estaba hecho de hielo, brillando como diamantes con una belleza incomparable, en el Templo de Altara-Prime.

Altara-Prime era un templo custodiado por los antiguos guerreros Celtas, ó Altaranianos, que a pesar de ser pacíficos, sus técnicas de pelea y combate eran muy poderosas; entrenaban ocultos del mundo exterior, confiando sus técnicas de batalla sólo entre y para ellos, sin jamás revelar sus artes secretas a ningún otro ser humano, sin embargo, esa regla fue ignorada hace más de 10 años, cuando los guerreros Celtas hicieron a un lado sus sagradas escrituras y dieron refugio a una pequeña niña de corta edad, para cuidarla, y enseñarla a protegerse del mundo...

Aquí es donde nuestra historia comienza, con la pequeña niña que fue criada y entrenada durante muchos años por los guerreros de Altara-Prime, cuando inesperadamente, el templo cayó bajo ataque…

Los guerreros lucharon valientemente contra sus enemigos, pero a pesar de todo, a pesar de nada, las extrañas criaturas derrotaron fácilmente a todo el ejército, sin haber matado antes a más de la mitad de ellos. Todo para alcanzar a su objetivo, el cual trataba de huir ante la presente situación, viendo como moría la gente que había sido lo más cercano que había tenido a amigos, uno a uno…

El silencio del templo era ahora roto por el leve de sonido unos pasos, que hacía eco en todo el lugar producidos por la víctima que amenazaba ser presa si seguía permaneciendo en ese lugar… una joven de linda apariencia, con largo cabello rubio y unos hermosos ojos azules brillantes… los cuales ahora destelleaban de miedo… corriendo lo más veloz que le permitían sus piernas, por los ahora desiertos corredores, llenos de la marca de la derrota y el silencio espectral de la muerte…

Corriendo a toda velocidad, jadeando ligeramente por un poco de aire; podía oír claramente el sonido de las criauturas que se avecinaban cada vez más y más cerca…. Presa y cazadores… la 1era siendo rodeada tanto por detrás, tanto por los lados… persiguiéndola tanto por el suelo, como las paredes… Corriendo lo más rápido que podían… uno para salvar su vida y proteger sus tesoros, dejando un ligero rastro de sangre tras si misma… y otros, para cumplir los caprichos de alguien más, sin importar cuantas vidas se pierdan en el proceso…

Inadvertidamente, uno de ellos llegó a una distancia considerable del fugitivo, levantó su mano putrefacta, y un pequeño destello de oscuridad brilló por un momento en su mano, y la lanzó como un rayo a quien trataba de huir…

—AAAAAAHHHHH! —aquel extraño rayo de energía oscura, había dado justo a una de sus piernas, haciéndola dar de bruces en el suelo sobre grandes pedazos punzants de hielo que habían quedado entre las ruinas de la batalla, fracturándose un brazo.

Estando su brazo fracturado y clavado de pequeñas piezas de hielo, las cuales se habían tornado en un color rojizo, y su pierna emanando sangre en abundancia, aún así, hizo lo que pudo por levantarse, tratando de apoyar su peso en su pierna y brazo sano, pero ya había sido hábilmente rodeada por sus enemigos… todos y cada uno de ellos….

La criatura más cerca de ella se acercó lentamente hasta su presa, sin apiadarse ó conmoverse por los vanos y débiles intentos de ésta por levantarse, pero no hacía más que lastimarse más todavía…. El monstruo se acercó hasta tener su nauseabunda cara frente a la de ella, y tomar su delicado rostro manchado de pequeñas heridas entre sus putrefactas manos… Al tener su mirada desafiante posada en sus extraños ojos, empezó a susurrar un extraño sonido, como el de una serpiente enfurecida, el cual parecía ser su dialecto… y a juzgar por la mirada de odio que le lanzó esa joven, parecía que ella había entendido con claridad todas y cada una de las palabras que el monstruo había recitado…

—No! —gritó enfurecida y sin muestra alguna de terror en sus ojos, mientras murmullos llenaron la multitud— Este tesoro no le pertenece al que ustedes llaman 'rey'! —los murmullos se acrecentaron más, pero su voluntad no flaqueó — No es más que un vil y repugnante ladrón!

Los monstruos ahora murmuraban con susurros furiosos, acercándose más y más, con la clara intención de lanzarse sobre ella, y acabar con ella ahí mismo…. Sin embargo, ante lo que parecía una muerte segura, tomó lo más rápido que podía una llave de origen desconocido, que colgaba de su cintura; pero a los pocos momentos, en medio de un destello, ésta se alargó hasta tomar la forma de un centro de casi de su misma altura. Y con un hábil movimiento, quitó de su camino a los monstruos que estaban más apromixados; y sin perder tiempo, se levantó ágilmente y esquivó a la gran masa de criaturas que se cernían sobre ella, corriendo lo más rápido que podía, dejando tras ella un rastro más grueso de sangre….

De nuevo empezó la persecución, los monstruos la seguían a donde quiera que fuera, sólo que esta vez lanzando ataques directos de todas y a todas direcciones. Destruyendo todo a su paso, y ella, asimismo se defendía usando su cetro con las energías que le quedaban, esquivando con agilidad los ataques que le lanzaban, y los muros que caían…

Pero a mitad de la persecución, inadvertidamente más criaturas saltaron justo enfrente de ella, haciendo caer lo que quedaba del techo y bloqueando su camino, y obligándola a cambiar de dirección precipitadamente y haciéndola retroceder hasta un muro sin salida. Los monstruos se acercaban a ella lentamente, al mismo tiempo que ella se pegaba más y más a la pared… Si tenía que romper el muro para poder salir no dudaría en hacerlo, pues primero moriría antes de entregarle sus tesoros a ese maldito desquiciado…

Ríndete, niña… no puedes vencernos…

—No! Nunca! Esto no es de ese maldito! Le pertence al faraón!

Porqué te resistes? Porqué peleas…? —decía con burla— No puedes ganar... los tesoros serán de nuestro rey...

—Primero muerta, estúpidas bestias! —dijo con furia mientras se limpiaba el rostro cubierto de sangre…

Jejeje… no cabe que tu raza es la más débil… al igual que todos tus amigos… todavía lloras su muerte?

— ...Eres un tonto, ellos no eran mis amigos, su pérdida no me afecta y no me importa en lo absoluto —dijo con frialdad e indiferencia esas últimas palabras, tratando de ocultar sus verdaderos sentimientos…

Aahh… entonces no eran tan importantes, verdad? Tal parece que ya nadie lo es para ti ahora… la pobre niña ha estado todo este tiempo sola... endureciendo su corazón de piedra...

—Cállate —su voz aparentemente calmada estaba llena de ira.

Monstruos: …sola y sin amigos, sin nadie que la quiera, hace cuánto que nadie te consuela? Hace cuánto que alguien no te quiere?

—Cállate! —empezaba a perder la paciencia.

Morirás sola si sigues así pequeñita... morirás sola en este templo que será tu sepultura... tus padres ya ni se han de preocupar por ti... bien habrán hecho ya en olvidarte...

—No es cierto! —gritó desesperada, incapaz de controlar su temperamento.

Olvídalo, pequeña estúpida... no puedes negarlo... sino, por que estarías sola, a unos cuantos momentos de tu muerte?... Tú ya no tienes valor en este mundo... resígnate...

— ...No... no me rendiré...!

Olvídalo! Tú no vales NADA! No mereces vivir... No ves que eres sólo un juguete de esos estúpidos que llamas padres? Tú fuiste un error, tú no deberías existir... y si para algo haz servido, es para portar esos tesoros que valen más que tu existencia... sólo eres un objeto sin vida propia... No ves que a nadie le importa tu persona? —La joven escuchaba sin decir palabra. Su mirada oculta bajo sus largos mechones dorados... Lo que esos horribles monstruos decían... no, no podía ser cierto... Sin que esas criuaturas se dieran cuenta... algo estaba brotando dentro de ella...—... Desde el día en que naciste jamás le importaste a tus padres... sino, porqué te habrían abandonado en este lugar, dejándote sola, sin fuerzas ni esperanzas? Porqué te habrían abandonado como a un objeto inservible, en este templo que será tu tumba...?

— ... —Aquello que estaba por brotar dentro de ella crecía más y más... Los monstruos seguían insitándola, ingenuamente creyendo que en cualquier momento rompería a llorar como una niñita y les daría sus tesoros, pero ignorando realmente el peligro al que se avecinaban...

Ya no tiene caso luchar, pequeña... tú sólo servías para guardar esos objetos... y ahora serán regresados a su legítimo dueño.. a nuestro rey... entréganos los tesoros, pequeña... y quizás nuestro rey pueda hacer algo bueno por este mundo...

Esa fue la gota que derramó el vaso.

—NOO! —Finalmente su mirada se mostró ante los monstruos, pero habrían desado que no fuera así, ya que ésa desafiante mirada era capaz de doblegar al más valiente de los guerreros: Sus hermosos ojos azules, resplandecían de color esmeralda, furiosos, ahora llenos de ira, con la obvia muestra del odio, rencor y poder ante quien los mirara. Y con un ágil movimiento de su cetro, destruyó a la mitad del ejército que la perseguía— Ustedes creen que me interesa? —Enormes ráfagas de viento estaban acabando con todo lo que restaba de las ruinas. Su cabello dorado había tomado al parecer un tono más rojizo, y ondeaba ferozmente por las ráfagas de viento, pero sin ser capaz de ocultar su mirada desafiante y cólerica— Ustedes creen que me importa lo que mis padres piensan? Entonces no me cabe duda de que ustedes criaturas son la raza más insignificante y estúpida! Yo nunca he querido un amigo! Y JAMÁS he sentido deseos de tener uno! Lo único que me importa es detener a ese demente! JAMÁS le daré los tesoros del faraón! Ese maldito no quiere ningún bien para la humanidad! Y YO NO DEJARÉ QUE ESO SUCEDA! TENDRÁN QUE MATARME PRIMERO!

Y con otro feroz movimiento de su cetro, rasgó en el aire que estaba frente a ella, abriendo mediante magia lo que parecía ser un portal, haciendo temblar todo el edificio y expulsando gran energía. Le dedicó una última mirada desafiante a los monstruos, y desapareció dentro del portal.

Lo que quedaba del ejército de criaturas se quedó quieto, atónito, asimilando lo que acababa de pasar hace unos momentos, mirando el resplandesciente portal frente a ellos, descargando todo su poder, cerrándose poco a poco... De dónde había venido tanto poder...? Uno de los monstruos más poderosos y grandes, casi del tamaño de los altos pilares que había y había sido responsable en la mitad de la destrucción del templo, no tardó en contactar a su amo...

Maestro! Maestro! Puede escucharme...?... Por favor responda Maestro...!

Y un hombre con una voz meliodosa y un tanto aguda, pero desagradable al oído; con la clara impresión de tono elegante, egocentrista y autosuficiente... pero capaz de llenar de pavor a cualquier inocente criatura... pues esa voz lujuriosa no podía pasar desapercibida...

—Qué sucede mi leal súbdito...? Han cumplido el deber que se les ha encomendado?

Su Majestad! La chica ha escapado!

—Qué..? Qué dices? Qué esa mocosa estúpida a escapado! —dijo elevando su tono de voz a cada palabra que decía, llenando de indecible terror al más feroz de los monstruos.

De verdad lo siento Su Alteza! Pero no sé muy bien lo que ocurrió: de repente la chica obtuvo un gran poder y abrió un portal con uno de sus tesoros! —dando a entender a 'su alteza serenísima' que era el cetro.

El hombre de voz lujuriosa calmó un tanto su temperamento.

—Obtuvo un gran poder? —preguntó inquisitivamente, y mostrándose ligeramente interesado, como si hubiese recordado algo —Cómo fue que lo consiguió?

No lo sé, Su Majestad, lo más probable es que haya sido por uno de sus tesoros.

— ... —El hombre sonrió burlonamente, regocijándose— ...No, no lo creo... No creo que haya sido sólo eso...—rió nuevamente—Habrás notado de casualidad, mi dulce bestia, si su mirada ó rostro cambió de alguna manera? —El cuerpo del monstruo se estremeció y se llenó de pánico nuevamente: para su desdicha, el y los demás sólo se habían percatado de la gran energía que había expulsado y de la creación del portal, el cual seguía reduciendo su tamaño... pero no le tomaron la debida importancia a su mirada... sin percartarse de lo que ese extraño cambio en realidad significaba... esa mirada.. no sólo eran unos ojos llenos de furia...

Yo... no lo sé, Su Majestad... —decía con temor, ignorando por completo lo que se le avecinaba, pues su próximo atrevimiento le costaría caro— ... No pude fijar su mirada Su Alteza... Pero... porqué es tan importante ella? Creí que a usted le interesaban más los objetos, Su Alteza... además... —titubeó. Su amo no dijo nada, y el cometió el error de seguir adelante— además... usted ya había comprabado anteriormente que ella no podía satisfacer sus necesidades...

He ahí el error. No habiendo terminado la frase siquiera, lo que se podía tomar por su cabeza empezó a hincharse indescriptiblemente, junto con el resto de su cuerpo... impidiéndole moverse, impidiéndole hablar, impidiéndole respirar... sólo hundirlo en un horrible e inmenso dolor... y así sin más, sin poder aguantar más la presión de su cabeza, ésta estalló, haciendo caer al cuerpo inerte y sin cabeza estruendosamente al suelo. Jamás debió atreverse a pronunciar tales palabras...

—Escúchenme todos —Su voz retumbó como un trueno en la mente de las demás atrocidades, guardando silencio, atentos a las furiosas y tajantes palabras de su amo, temerosos de correr la misma suerte del tonto que se atrevió a insultar a 'Su Alteza'... — Quiero que sigan a esa mocosa a donde sea que haya ido. No teman pasar por el portal —dijo severamente, interpretando correctamente el silencio de sus súbditos—, podrán pasar sin hacerse daño; aunque haya sido creado por alguna de los tesoros que porta, no les hará ningún daño —los monstruos miraban cautelosos al ahora casi reducido portal, recelosos— Ahora vayan! Y no quiero que regresen sin ella ó los tesoros! Ó correrán todos la misma suerte que su amigo...!

Sin hacerse esperar, el ejército de monstruos pasó uno por uno a través del reducido portal, haciéndose inexplicablemente más elásticos y delgados para poder pasar por él, listos para lo que se viniera, con un solo objetivo en mente... esto aún no se terminaba...

.-.-.-.-.-.-.-.-.

En otro lugar diferente, a varios y miles de kilómetros de distancia, la joven que hace unos momentos luchaba por su vida en un santuario de hielo en ruinas, había aparecido de la nada en medio de una pequeña ciudad cubierta de blanco, cayendo de rodillas, tambaleándose, y apoyándose cansadamente sobre la gruesa capa de nieve que cubría el suelo. Su aspecto había regresado a la normalidad: sus ojos azules estaban ocultos tras sus párpados, manteniéndo sus ojos cerrados al mismo tiempo que dejaba entrar aire nuevamente a sus pulmones;y sus largos mechones dorados ocultaban su sudoroso rostro.

Se levantó con ayuda de su cetro y volvió a tambalearse. Pero el dolor de la pierna y su brazo roto, los cuales no había notado en el suceso anterior, acababan de regresar con toda su intensidad. También se dio cuenta de qu temblaba; y no tuvo más remedio que dejarse caer nuevamente en la fría nieve. Ella, acostumbrada como estaba al frío, no se inmutó ni buscó calor con sus brazos, dado a que ella no llevaba lo que podría llamarse apropiado para esa estación del año.

Jadeaba. Aún estaba muy cansada. Pero eso no parecía importarle en lo absoluto, miles de pensamientos rondaban ahora por su mente. No estaba del todo consciente de lo que había sucedido en el templo, ni decir como es que había dado a dar ese lugar, pero al menos podía estar tranquila: Esos monstruos y ese loco demente no volverían a perseguirla, no en ese lugar, muy lejos de ellos y del peligro... Nadie le arrebataría esos tesoros... "Tendrán que matarme primero..." pensaba para sus adentros... manteniendo los ojos cerrados... Todo esto había causado muchos problemas... ahora que ese hacía llamar rey la había localizado, tendría que emprender su búsqueda "De quién sólo puede ayudarme..." Cerró los ojos, tratando de concentrarse, de despejar su mente... pero eso sólo lograba hacerla recordar los sucesos anteriores que quería olvidar, sin poder evitar ver venir las imágenes de la batalla anterior... la sangre derramada, los cuerpos inertes, cuando vio morir a todos y sus cabezas rodar ó sus entrañas traspasadas en dos... Cerró sus ojos con más fuerza, tratando de reprimir ese desagradable sentimiento que la hacía sentir horrible, recordando vaga y dolorasamente todos los años que había vivido... no debía llorar... "Pero qué estoy diciendo?" pensó enfadada, tallándose los ojos de los que no había salido ni una lágrima "No tengo por qué llorar... es una estupidez... yo.. yo no lloro". Sus ojos brillaron inevitablemente, tratando de ahogar nuevamente esos sentimientos... apretando fuertemente la nieve bajo sus manos... tenía que controlarse...

Ya más calmada, habiendo entrado suficiente aire para llenar sus pulmones, y recuperando su tan ya malamente acostumbrado serio semblante, miró a su alrededor para examinar la vacía zona... buscando una señal que le permitiera saber donde estaba... Y como si alguien hubiese escuchado su petición, un delgado cartel se avecinó hacia ella, volando debido a la ligera corriente de frío que había. Estirando su brazo sano y agarrándolo en el acto, y comenzó a leer...

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—Domino... —cerró los ojos, tratando de recordar, al mismo tiempo que dejaba al delgado cartel perderse en otra corriente de aire— Eso está... en Japón... esa pequeña ciudad de Japón... un poco lejos de la capital... no estoy lejos del todo... pero, porqué llegué aquí? Querrá eso decir...?

PUM!

No tuvo tiempo para pensar más. Un ruido como el de un rayo había sonado con estruendo justo detrás de ella. Instintivamente giró su cabeza, y para su horror y sorpresa vio tras ella como desfilaban uno por uno los horribles monstruos que creyó haber dejado atrás, pasando por el renovado portal que ella había creado; tocando la nieve y alzándose siniestramente.

—USTEDES DE NUEVO! —Se levantó en el acto y alzó su cetro, lista para pelear— Malditas bestias! TERMINARÉ CON USTEDES DE UNA VEZ POR TODAS!

.-.-.-.-.-.-.-.-.

No muy lejos de ahí, a unas cuantas calles del lugar de la pelea, un pequeño establecimiento se alzaba a la vista. Un local pequeño y sencillo, pero agradable y acogedor a la vista. De colores amarillo y verde olivo que matizaban muy bien con el ambiente navideño de la ciudad, con la descripción perfecta de 'hogar, dulce hogar'. Ya que la famosa tienda de juegos Kame, era también la morada de una pequeña familia. El encargado de la tienda por supuesto, un hombre que con facilidad pasaba la edad de 60 años, bondadoso y paternal, aunque un tanto extraño y exótico; y su nieto, el cual en esos momentos, trataba de quitar la nieve de la entrada con una pala con cierta dificultad, por órdenes de su abuelo. Un joven con una edad aproximada de 16 ó 17 años, bueno y bondadoso, de carácter noble y honesto, dulce y amable. Inocente y de buen corazón, quizá el alma más pura que haya existido, su rostro le restaba edad a la que realmente tenía, pues parecía un pequeño niño a la vista de cualquiera, fácil de confudir con una criatura de 10 años. Con un rostro alegre, infantil e inocente, con un gracioso cabello tricolor, y con grandes y hermosos ojos amatistas que brillaban de ternura, en esos momentos contraídos en esfuerzo... le estaba costando mucho trabajo quitar la nieve.

Y a un lado de él, a la vista oculta de todos, apareció otro joven que miraba un tanto entretenido, un tanto enternecido, la escena que tenía delante. Idéntico al más pequeño, salvo por la estatura, los rayos dorados que salían de su cabello y su mirada misteriosa y desafiante. Mirada que veía alegremente a su aibou contraerse por el esfuerzo.

— ... Yugi... —soltó una tintineante risa— No te gustaría que te ayude?

—Agh... no... ahg.. no hace falta... uhh... yo.. yo puedo solo, Yami! —con mucho esfuerzo logró hundir la pala— agh! Mi abuelo... mi abuelo me dijo a mi que lo hiciera...! Uhhh... No tienes que molestarte...!

El joven llamado Yami siguió observando divertido los vanos esfuerzos del pequeño Yugi, sin poder dejar ocultar una sonrisa al mismo tiempo que levantaba su vista y miraba los pequeños copos que empezaban a caer del cielo... 'quizás era demasiado bueno este niño...'

Si... habían pasado muchos años desde que Yami había conocido a Yugi, hasta el momento en que Ra había bendecido al espíritu con un cuerpo propio... Fue en una noche un tanto oscura pero no diferente a las otras cuando comenzó todo... Fue ahí cuando después de semanas de duro trabajo y esfuerzo, Yugi unió las piezas del rompecabezas que para siempre cambiarían su vida, liberando al espíritu de un antiguo faraón que habitaba dentro, y sellando sus destinos por siempre... No pasó mucho tiempo para que nos volviéramos buenos amigos –pensaba-, y conforme pasaban los días, sentía más necesidad de pasar más tiempo contigo, hikari. Tantas veces que peleamos juntos... pasando por momentos díficiles y situaciones críticas, pero siempre venciendo al final...

Fue en una de esas ocasiones, cuando nos enfrentamos a uno de nuestros enemigos más poderosos, cuando temí el más que nunca perderte... cuando me di cuenta de lo que sentía por ti. Por un error mío de inseguridad y carácter; casi te pierdo para siempre, tuviste que pagar mi error con tu alma; y en el lapso que tú no estuviste conmigo, cuando tú no estabas ahí para alegrarme con tu presencia, y llamarme por mi nombre cuando sentías una inquietud ó algo te aterraba... sufrí una gran agonía, un gran dolor en mi corazón. El no poder escuchar tu voz era para mí el más grande de los tormentos, el despertar cada noche sintiendo tu dolor y pesar, me partían el alma por dentro. Me sentía solo, perdido sin tu presencia. Me hacía falta tu luz que me guiara, y que pudiera darme esperanzas. Hubo momentos en los que en verdad consideré la muerte: nada podía ser peor que este sufrimiento. El recordar lo mucho que sufrías al estar en manos de tu captor. Habría dado sin pensarlo mi alma con tal de recuperar la tuya... No podía vivir sin ti.

Y después de tanta agonía, tanto dolor y sufrimiento, volví a ver la luz. Regresaste a mí, volviste conmigo, cuando creía que ya todo estaba perdido... volviste a mí... Y fue cuando sentí de nuevo tu cálida presencia, cuando te rodeé con mis brazos para nunca dejarte ir, y sentir nuevamente tu calidez que me llenaba por dentro, y mi esencia no podía concebir tanta alegría, cuando me di cuenta de mis sentimientos. Me di cuenta que eras lo más importante que yo tenía en esta vida, mucho más que el duelo de monstruos. Me di cuenta por qué el destino nos había reunido, quién no podría resistirse a tus encantos y ternura? Cómo dejar desprotejido a semejante criuatura, que podía concebir el amor, inocencia y pureza, dentro de una sola alma?... No podía evitarlo, por fin me había dado cuenta... Si... —miró nuevamente a Yugi y a sus intentos desesperados por sacar la pala de la nieve, y un ligero sonrojo cubrió sus mejillas— ...Yo te amo, Yugi.

Y acompañado de estos íntimos pensamientos, vino el sonido hueco de alguien que desiste y cae de cara en la nieve. Yami volvió a reír, encantado con la inocencia del pequeño.

—Jajaja, Yugi... —volvió a mirarlo enternecido— Seguro... que no quieres que te ayude?

Yugi levantó su rostro cubierto de nieve, como un niño pequeño que se ha caído de su trineo. La parte de la cara que no estaba cubierta estaba completamente roja. Agachó su cabeza en señal de pena, mas no la mirada, y miraba a Yami como si acabara de ser reprendido, con un rostro que el espíritu tomó como un 'por favor...'

Yami volvió a sonreír tiernamente, ayudó al pequeño ángel a levantarse, y tomó la pala para quitar la nieve, no sin antes haber tomado su forma córporea. Y en lo que pareció segundos, el fornido espíritu ya estaba retirando los últimos trazos de nieve semi-derretida que habían quedado en la entrada. Al momento en que dejó la pala en el suelo, sintió unos brazos rodear su cuello por detrás, al igual que in intenso sonrojo cubría sus mejillas.

—Jajaja! Gracias mi Yami! —dijo con la risa más hermosa y propia de un niño, haciendo sonrojar aún más al espíritu, y de haber estado Yugi frente a él, el sonrojo habría sido indudablemente más pronunciado —Jajaja! De verdad, yo no sé que haría sin ti... —Cerró los ojos y se apoyó sobre el cuerpo del espíritu, y dijo con la voz más dulce, como si se olvidara del mundo y estuviera en un sueño:— Te quiero, Yami.

Yami se sonrojó aún más ante este comentario (Si eso era posible!), comentario que le llegó a lo más profundo de su corazón, y volvió a suavizar su mirada.

—Yo también, aibou —dijo tiernamente mientras tomaba sus brazos en señal de afecto—, yo también.

Así estuvieron un buen rato, disfrutando cada uno de la compañía del otro: Yugi, quien Yami siempre lo hacía sentir seguro y protegido, llenándolo de esa inexplicable calidez que siempre emanaba; y Yami, disfrutando tener consigo a tan hermosa y dulce criatura, acariciando suavemente las manos tersas de su hikari, sintiendo toda su pureza de alma...

Habrían podido permanecer así por horas enteras, sin nadie que los interrumpiera y los dejara en los momentos de paz en los que se encontraban... de no ser por un extraño sonido que se escuchó a lo lejos, haciéndolos regresar a la realidad.

—Qué fue eso? —preguntó Yugi como sin nada, mirando en dirección opuesta, soltándose de los brazos de su compañero, y actuando como si entre ellos nada había pasado; y el quedar colgado de una persona por más de 10 minutos fuera la cosa más natural del mundo.

PUM!

Esta vez se oyó más fuerte, como un trueno, sorprendiéndolos a ambos.

PUM!

De nuevo, y más fuerte todavía.

—Yami, qué fue eso? —preguntó empezando a asustarse, aferrándose instintivamente al brazo de Yami, buscando protección. Yami agudizó su mirada.

PUM!

Esta vez mucho más fuerte que antes, haciendo temblar la tierra. Pudo divisarse prácticamente como caía un trueno en ese lugar, lo que los hizo estremecerse sin poder evitarlo: Yugi sin dejar de soltar a Yami y apretando su brazo más fuerte. Pero su temor se hizo a un lado cuando acompañado de ese trueno se escuchó un grito lleno de dolor.

—Yami! Alguien está en problemas! —gritó el pequeño afligido. Al mismo tiempo que se volvía a escuchar otro grito, más fuerte y desgarrador, acompañado de otro estremecedor trueno.

—Vamos! —dijo Yami de inmediato, tomando de la mano a Yugi y corriendo hacia el peligro.

.-.-.-.-.-.-.-.-.

—Aaaahhh!

Una chica que estaba luchando no muy lejos de la casa de Yugi, había caído rendida en el suelo, exhausta por la demanda de energía que exigía la lucha. Pero ya estaba muy débil y agotada por la lucha anterior... sin mencionar la cantidad de energía que había empleado en la creación del portal. Ahora apenas y podía defenderse... Pero tenía que seguir luchando... de ninguna manera les daría esos tesoros...

Uno de los monstruos más grandes que había se acercó repentinamente a la chica que hacia lo posible por levantarse; y sin apiadarse de ella, la tomó y la alzó por el brazo roto y desfigurado.

—AAAAAHHH! —no pudo dejar escapar un grito de dolor. Y en un desesperado intento y arrebato de ira, trató de golpear con sus piernas a su monstruo captor, pero no logró más que herirse más el brazo, y recibir un duro golpe en el estómago.

Olvídalo, pequeña... Ríndete... Danos esos tesoros! —dijo el monstruo con ademán de tomar uno de los tesoros que colgaban de su cuello...

—NOOOOO!

Una luz cegadora proveniente de ella inundó todo el lugar, cegando a los monstruos que trataban de protegerse de la intensa luz; y cuando la luz se dispersó por todo el lugar, todo el ejército cayó inconsciente por la fuerza del rayo. Acto seguido ella se liberó del agarre que la oprimía, cayendo al suelo y sin demorar en levantarse. Acto seguido se alejó tambaleándose, dejando una huella de sangre a cada paso que daba, tiñiendo de rojo la nieve. Pero no pudo avanzar mucho. La visión le empezaba a nublarse, y apenas podía moverse por ese último arrebato de energía.

—Mal..ditos... —suspiró, y al momento se dejó caer en la nieve, inconsciente.

Pero habían pasado sólo unos cuantos minutos, cuando inadvertidamente y para la desgracia de quien yacía inconsciente y desprotegida, los monstruos empezaron a brotar uno a uno de la nieve, y se acercaban para eliminar de una vez por todas a quien yacía débil y vulnerable a un ataque... Era sólo cuestión de minutos cuando...

—Oigan! —gritó Yami de la nada, y vio horrorizado al centenar de monstruos que habían volteado a verlos instintivamente, y agudizó su mirada— QUIÉNES SON USTEDES? QUÉ ES LO QUE ESTÁN HACIENDO?

Los monstruos hicieron caso omiso de las preguntas de aquel extraño individuo, pero no pudieron pasar desapercibido el extraño amuleto que colgaba de uno de los 2 sujetos... tan parecido a uno de los tesoros que quería su rey. De inmediato todos centraron su atención en Yugi, y se lanzaron a la captura de la reliquia.

Yugi retrocedió horrorizado al darse cuenta de las acciones de aquellos extraños seres que querían su rompecabezas, pero esta acción no pasó desapercibida por Yami, y no hizo más que hervirle la sangre.

—ALÉJENSE! —gritó colérico. El tratar de atacar a Yugi fue lo peor que habían podido hacer. No hizo más que invadirlo de ira y atentar contra los monstruos; lanzando un enorme rayo de energía a los atacantes.

Varios se esfumaron en el aire con facilidad, pero otros aún persistían y se lanzaron a un ataque directo.

—Yugi! Corre! —gritó Yami instintivamente, mientras sus manos volvían a resplandecer con esa luz dorada, listo para destruir a los monstruos, pero temiendo por la vida de su aibou.

A pesar de odiar dejar solo a su Yami, no pudo pasar por alto el peligro que se presentaba ante la situación; así que sin pensarlo 2 veces, Yugi se fue corriendo lo más rápido que le permitían sus pequeñas piernas en dirección opuesta, dejando a Yami destruyendo uno a uno a los monstruos que se le cernían. Echó una última mirada atrás y corrió con más fuerza, pero ya había sido hábilmente rodeado por una docena de monstruos.

—No! No! Apártense! —gritaba desesperado, temblando de miedo, sobrecogiendose ante esas criaturas que lo hacían estremecerse, tratando de proteger al rompecabezas— YAMI!

—Yugi! Noo! —miró con su cara contraída en rabia y cólera como los monstruos se le acercaban, y trataban de arrebatarlo al pequeño que se había encogido de miedo en el suelo su tesoro más preciado— ALÉJENSE DE ÉL!

Furioso como estaba, sus ojos brillando de ira y cólera, liberó gran parte de su energía alzando ambos brazos para destruir de una vez a los monstruos, esparciéndose en una luz brillante y cegadora que inundó a todos y a todo... brilló el rayo intensamente, entre los miles de quejidos de las bestias, estando ellos tan débiles por las luchas anteriores, no podían de ninguna manera combatir con la infinita fuerza y lleno de energía del faraón... y así como había aparecido el baño de luz, desapareció en un resplandlor dorado, dejando una desolada calle frente a ellos, y a un pequeño Yugi que temblaba encogido de miedo.

—Yugi! ... Yugi, estás bien? —llegó hasta el pequeño que temblaba, inclínandose para ver su estado. Su cara estaba inexpresiva, pero no podía haber sido más claro que había temido por su vida. Miró con sus ojos muy abiertos a Yami, y asintió tímidamente. —Muy bien... —dijo en un suspiro, suavizando su mirada. Estaba un poco cansado—. Será mejor irnos de aquí, Yugi. No sé que querían esas bestias... —dijo al mismo tiempo que se volteaba, y examinaba un pequeño pedazo de los restos del ejército que había quedado en los escombros, sin darse cuenta de que algo había llamado la atención de Yugi, y se estaba alejando—... Pero ten por seguro que no volverán...

Siguió examinando ese extraño trozo de piel (si es que así lo podemos llamar), estaba totalmente intrigado. Había visto muchas cosas antes, tanto en su vida en Egipto siendo faraón, como en su vida actual; pero nunca algo parecido. No podía identificar a esas criaturas como "uno de los monstruos de duelo", nunca había visto algo similar... Pero, por qué estaban aquí... y que es lo que querían en primer lugar..?

—Yami! —gritó el pequeño asombrado, llamando la atención del espíritu.

—Qué pasa?

—Mira —apuntó con su mano a un punto ubicado no muy lejos de él. Yami, pensando que quizá todavía quedaba algún monstruo se acercó con cuidado, pero cual fue su sorpresa al descubrir que lo que señalaba no era ninguna criatura, sino un pedazo de nieve que estaba teñido en color rojo. Se acercó y lo miró asombrado, era sin duda alguna un rastro de sangre. Pero esa sangre no podía ser de alguna de las criaturas, no las vio derramar nunca ningún fluido corporal; y ni él ni Yugi estaba heridos. Entonces... de quién era...? —. Y hay más —señaló Yugi un tanto taciturno, al parecer preocupado por quien hubiera podido salir lastimado. Yami alzó la vista y vio al igual que la anterior más pedazos de nieve teñidos de rojo, pero ascendiendo uno por uno, como pisadas... Alguien había intentado huir indudablemente...

—Yami! Mira!

Esta vez el chico señaló un montículo de nieve que se alzaba no muy lejos de las pisadas de sangre. Él y Yugi se acercaron cautelosamente.

—Qué es? —preguntó el pequeño mientras Yami comenzó a apartar la nieve con los guantes que resguardaban sus manos, para después sentir el toque suave y fino de algo como la seda. Y al apartar finalmente la nieve, lo que descubrieron los llenó de asombro.

Era el rostro de una joven, blanco y terso como la seda, suave, de mejillas sonrosadas y lampiño; ó así sería de no ser por que varios cortes marcaban su rostro, lleno de sangre de las heridas abiertas. Tenía un abundante y liso cabello dorado, que caía como cascada a lo largo de su rostro y hombros. Sus ojos estaban cerrados por la inconsciencia, pero dedujeron que fácil serían de color azul ó verde.

—Yami, qué le pasó? —preguntó Yugi muy afligido, con ambas manos frente a su rostro cerradas en puño, como si estuviera rogando que por favor no le hubiera pasado nada malo a esa persona.

—No.. no lo sé —dijo Yami mientras examinaba el resto de su cuerpo, viendo las cortadas, los golpes y manchas de sangre; la pierna lastimada incrustada en hielo y su brazo roto y desfigurado —... pero creo... —decía mientras tomaba cuidadosamente su brazo roto que seguía emanando sangre para evaluar el daño—.. creo que ella es a quien esas criauturas estaban buscando.

Yugi llevó sus manos a su rostro para ahogar un grito, y sus ojos se contrayeron en angustia.

—Pero por qué harían algo así! —preguntó afligido. Al parecer le había tomado una especie de cariño a la joven rubia.

—No.. No lo sé, Yugi —comentó el espíritu con tristeza, dándose cuenta de la condición de la chica: su corazón latía muy débilmente, y respiraba con dificultad... Si no se le atendía pronto lo más seguro era que moriría...

—No podemos dejarla aquí! —dijo aún muy afligido, dándose cuenta de la condición de la joven a través del vínculo de Yami —. Morirá de frío si la abandonamos a su suerte!

Si... La joven no sólo estaba muriendo lentamente por las graves heridas de su cuerpo, sino que también el frío se había apoderado de ella, razón por lo cual sus mejillas estaban más sonrosadas de lo que deberían estar. Y si era abandonada a su suerte moriría sin remedio, dado a que no tenía lo que se podía llamar apropiado para un día frío de invierno: Llevaba una blusa morada desmangada y con varios cortes, unos tennis y unos pantalones de mezclilla desgarrados. Y lo unico que tenía para abrigarse era una larga bufanda blanca que usaba hacia atrás, y unos bonitos guantes blancos.

—Yami, tenemos que hacer algo! No podemos dejar que muera... No puedes hacer algo...? —lo miró con sus grandes ojos amatista, brillando de inocencia y tristeza.

Yami parpadeó.

—Te refieres...?

Bien era sabido que el gran faraón de Egipto, además de contar con su prodigiosa fuerza e inteligencia, también poseía milagrosos poderes curativos, capaz de sanar casi cualquier herida. El espíritu miró fijamente a la chica, indeciso.

—No lo sé, Yugi —comentó preocupado, examinando mas cuidadosamente las heridas de la pierna y el brazo, llámandole la atenció los pedacitos de hielo incrustados, al mismo tiempo que Yugi lo miraba temiendo lo peor—. Estas heridas... te diré que no son comunes y corrientes... Mira su pierna, por ejemplo... ves ese extraño líquido morado mezclado con su sangre? Creo que uno de los monstruos le hizo eso... Así que no sé si yo pueda-

Se interrumpió al ver la mirada entristecida de Yugi, sus ojos brillando amenazando con romper en lágrimas... por alguna extraña razón le había tomado un cariño especial, a pesar de nunca antes haberla visto... y ahora que su única esperanza se había ido, no tardaría en explotar en llanto...

Yami suavizó su mirada, enternecido por el corazón de ese pequeño inocente... tan grande para siempre preocuparse del bienestar de los demás... eso era una de las tantas cosas que amaba de su hikari...

—Pero no te preocupes —le dijo en tono apaciguador a ese ángel, quién llamó su atención—. Te prometo que haré lo que pueda.

Yami colocó sus manos a unos centímetros del débil pero palpitante corazón de la chica, latiendo quizás por su última vez si no hacían algo pronto.

—Ten cuidado —le dijo Yugi, mirando preocupado a su compañero. Yami le dedicó una cálida mirada... Igual que siempre, Yugi siempre se preocupaba por el bienestar de los demás, y el sabía que si Yami se llegaba a exceder en esfuerzo podría perder la vida, dado a que ya había usado parte de su energía en destruir a los monstruos.

—No te preocupes —le dijo suavemente, y sonrió con ternura. Después volvió a recuperar su semblante serio, y se concentró en lo que tenía que hacer—. Bien, aquí voy...

Yami cerró sus ojos con fuerza, y en pocos segundos sus manos empezaron a brillar como lo habían hecho antes, emanando una calidez de esa luz para quien la sintiera. Brilló intensamente un momento. Yami cerró los ojos con más fuerza, esforzándose más para mantener esa luz y empezando a flaquear por el esfuerzo.

—Yami!

Pero tan pronto como había empezado había terminado. De inmediato Yami se dejó apoyar en la nieve, jadeando, y con gotas de sudor resbalando por su cara debido al esfuerzo.

—Yami! Estás bien!

Yami volvió a mirarlo apaciguadoramente, ya más calmado.

—No te preocupes —le dijo de nuevo—. Estaré bien —dijo en suspiro, y se dispuso a mirar a su paciente. Todas las heridas y cortadas seguían abiertas por todas partes; sin embargo, la sangre que había derramado había sido limpiada, y su brazo y su pierna ya estaban sanos. Yami suspiró en alivio. Pero aún así sus atenciones no eran suficientes para ella—. Ven, Yugi, tenemos que llevarla con nosotros, aún está muy débil... A tu abuelo no le importará, verdad?

—No, por supuesto que no.

—Bien, ayúdame a levantarla...

La enderezaron con cuidado para no molestar sus heridas y no despertarla, ya que por fin había salido de su inconsciencia y estaba tomando un descanso. E inadvertidamente, en medio de su sueño, y para sorpresa y tristeza de ambos chicos, dejó escapar unas palabras:

—Mamá... Papá... no...

Se veía muy afligida. Fuera lo que fuese que estuviese soñando debía ser doloroso. Dedícandole una última mirada de compasión, la pusieron en los hombros de Yami.

—Ven, Yugi, vámonos...

Y se fueron marchando lentamente. Uno cuidando que su paciente no sufriera ningún dolor, y el otro vigilando su estado, estando atento a cualquier reacción que pudiera tener... Se fueron caminando, con mil preguntas rondando por sus mentes, pero ninguna sin respuesta, sin saber las miles de cosas que sucederían de ahora en adelante... sin estar conscientes de las miles de aventuras que tendrían a partir de ese momento... sin darse cuenta, de que ése, como el que Yami y Yugi tuvieron hace muchos años, era uno de los encuentros marcados por el destino... que cambian tu vida para siempre...

Continuará...

Terra: Hai! Eso fue todo! Ojalá les haya gustado.

Yami: Me gustó la parte sobre mi y mi hikari...

Yugi: (sonrojado) Debo asumir que este fic será yaoi?

Terra: Así es, será yaoi, mas no habrá lemon, así que los que son fanáticos de el, ya están avisados...

Yugi: Entonces esa niña rubia no se robará a mi Yami?

Terra: ¬¬U No Yugi, yo estoy siempre a favor del amor entre tú y Yami.

Yugi: Ahh.. menos mal...

Yami: Bueno gente, eso fue todo.

Terra: Ojalá les haya gustado! En especial a Gravi y a Niyushi! Estén al pendiente! Trataré de actualizar pronto!

Yami: Y dejen reviews, a Terra le encantarán.

Terra: Si, no importa si son de elogio ó de crítica, sólo quiero saber que piensan de mi trabajo.

Yami: Cualquier duda sólo pregunten.

Terra: Y si quieren comunicarse pueden hacerlo agregándome ó mandandome un mail a: ne!