Capítulo 1

Despertar

Especialmente dedicado a todos aquellos aqui en FF y MR que me apoyaron con el asunto de la barusa alada


La rubia sintió como una mano fría le acariciaba su mejilla y abrió sus ojos sorprendida. Esa mano le pertenecía al hombre que Kabuto había llamado Orochimaru. "Me alegra que hayas regresado con vida. Aunque el precio que tenga que pagar por eso… -siguió diciendo Orochimaru-, sea que no me llames más… otousan, Yoko".

Yoko (Naruto), la única hija de Orochimaru, se coló sin permiso de su padre en la invasión que el líder de la Aldea del Sonido planeo contra Konoha. Como resultado, el sannin perdió sus manos, pero Yoko ha perdido la memoria… y Kabuto no ve grandes esperanzas de que la recupere. Aun así, el hombre se alegra de tener a la niña a su lado… viva.

Todos los personajes son de Masashi Kishimoto-sama

Advertencias:

OcC.

FemNaru.

Suicidio.

Algunas groserías.

La siempre presente falta de ortografía.

El lector podría morir de aburrimiento.


- ¡Ite! Ah… Mi cabeza…

- ¡Hime-sama! ¡No debería moverse todavía! –exclamó una voz en la habitación.

La voz había sonado tremendamente preocupada… y demasiado fuerte para su gusto. Llevó sus manos de golpe a sus sienes cuando esa desagradable sensación palpitante regreso. De repente la blanca habitación le dio vueltas y sus piernas flaquearon, muy a su pesar. Vio como lentamente el piso se acercaba más y más, intento interponer sus brazos para amortiguar la caída, se frustró cuando apenas consiguió mover un poco los dedos de sus manos. Cerró los ojos esperando el golpe.

Golpe que nunca llegó.

- ¡No debió levantarse de la cama! ¡¿Por qué nunca piensa lo que hace, Hime-sama? –gritó nuevamente aquella voz, ahora a su lado, más concretamente demasiado cerca de su oído.

- Si no gritaras tanto no me dolería la cabeza, dattebayo –espetó finalmente en un intento por gritarle también.

Un susurró cansado y adolorido fue todo lo que escapó de sus blancos labios. Cuando sus celestes ojos se abrieron se encontró con que un joven alto la sujetaba entre sus brazos. Tenía un cabello de un extraño azul pálido sujeto en una coleta alta. Unos ojos negros a través de unas gafas de montura redonda la miraban con preocupación. La banda ninja que portaba en su frente lucia con orgullo una nota musical. Las manos que sujetaban con delicadeza a la niña de la cintura estaban cubiertas con unos guantes ninja, sus dedos cortados y una pequeña placa de metal sobre ellos.

- Discúlpeme, Hime-sama –susurró el joven con vergüenza, mientras la guiaba de nuevo a la cama-, pero fue su culpa al asustarme de esa manera –añadió al ver la sonrisa de triunfo que comenzaba a esparcirse por la cara de la rubia.

- Y yo que sabía que no tenía que levantarme, dattebyo –dijo ella haciendo un puchero al verse descubierta.

- Normalmente cuando casi te matan en una pelea, uno no quiere levantarse hasta en una semana –contestó el muchacho de lentes con una ligera sonrisa. Levantó la sabana de la cama y apuro a la niña a introducirse en ella-. Es usted una persona muy rara, Hime-sama.

- ¿¡A quien le llamas rara, cuatro ojos! –grito finalmente la rubia antes de llevarse nuevamente las manos a su cabeza, afectada por el sonido de su propia voz.

- Tome –dijo el "cuatro ojos" acercándose con una bandeja. Había un vaso con agua y un par de pastillas, además de varias vendas y otros remedios para atender a la herida-, le ayudaran con el dolor de cabeza.

- Gracias –susurró la niña antes de aceptar el medicamento y devolver el vaso. Eran amargas, pero el dolor comenzó a disminuir rápidamente-. Etto, ¿cómo te llamas?

Un desagradable sonido metálico quebró la tranquilidad de la habitación.

El muchacho de pelo azul la miraba sorprendido. Rodeó la cama y se situó enfrente de ella, mirando directamente aquellos brillantes ojos azules.

- ¡Hime-sama! ¡¿No sabe mi nombre? –gritó el joven de ojos negros, sacudiendo con algo de brusquedad a la niña.

- ¡No grites! –gritó la rubia a su vez pero fue totalmente ignorada.

- ¡Soy yo! ¡Kabuto! –seguía gritando el muchacho.

La niña lo miro con los ojos muy abiertos, aun más confundida que antes.

- ¿¡Kabuto-baka! ¿¡Cuatro ojoa-kun! ¿¡Lame botas-chan! –gritó cada vez más histérico. La niña solo sonrió antes la actitud de su enfermero y ante los apodos insultantes, pero negó con la cabeza.

- A-a… ¿Aniki? –susurró finalmente Kabuto, totalmente derrotado.

- L-lo siento –contestó la rubia desviando la mirada.

- Tranquilízate, Kabuto –susurró una voz diferente.

Un hombre de pelo largo, tan oscuro como la noche se encontraba plácidamente recargado contra el marco de la puerta. La palidez enfermiza de su piel contrastaba claramente con ese abismo. Unas extrañas líneas moradas recorrían el abismo de su nariz. Sus ojos dorados con la pupila en rendija daban la impresión de que se trataba de una serpiente escurridiza. La astucia que reflejaba su mirada no ayudaba a quitar esa impresión.

- ¡Pero Orochimaru-sama! ¡Hime-sama está… !

- Tranquilízate, Kabuto –susurró nuevamente el hombre y un escalofrió recorrió la espalda de la niña. Esa voz helada… le daba miedo, como si pudiera matarla con solo verla a los ojos-. Suéltala, la estas lastimando –ordeno con dureza.

Kabuto volteó a ver los brazos de la niña y se apresuró a soltarlos. Había dejado unas marcas rojas donde tenía los dedos.

- Mis disculpas, Hime-sama –susurró el muchacho haciendo una pequeña inclinación de cabeza.

- No hay problema, Cuatro ojos-kun –dijo la rubia mientras se llevaba ambas manos a la cabeza y le dedicaba una sonrisa zorruna.

Una vena palpito de repente sobre la ceja izquierda de Kabuto. "No me recuerda, pero no ha tardado en insultarme" pensó incrédulo.

El hombre se acerco a la cama donde descasaba la niña, e instintivamente la rubia retrocedió un poco. Kabuto se llevó una mano a la nuca, sobándose con cierto nerviosismo el cuello, incomodo ante la escena que tenía enfrente, pero Orochimaru no se inmutó. Imperturbable, el pelinegro se sentó sobre el mullido colchón, bastante cerca de la asustada niña.

- Baka –dijo el hombre serpiente, mirando directamente aquellos ojos azules. Había cruzado los brazos sobre su pecho, evidentemente molesto-. Te dije claramente que no fueras a Konoha con nosotros, te dije claramente que no era tiempo, ¡te dije claramente que eras demasiado débil aun! ¡Te dije claramente que era un suicidio!

La voz del hombre, pese a sus intentos por controlarse, había aumentado su volumen a cada palabra. La pequeña solo atino a acurrucarse más contra la cabecera de la cama, cerrando sus ojos debido al susto que le causaba el regaño de un extraño.

- Pero… -habló nuevamente el sannin en un susurró. La rubia sintió como una mano fría le acariciaba su mejilla y abrió sus ojos sorprendida. Esa mano le pertenecía al hombre que Kabuto había llamado Orochimaru-, me alegra que hayas regresado con vida.

El hombre retiró lentamente su mano de la piel de la niña, como si quisiera prolongar el contacto. La rubia entreabrió la boca sin saber exactamente qué decir. Los ojos de ese hombre… se veían tan tristes, y tan alegres al mismo tiempo.

- Aunque el precio que tenga que pagar por eso… -siguió diciendo Orochimaru sin darse la vuelta-, sea que no me llames más… otousan, Yoko.


¡Hola! Esta es una probadita de mi nuevo trabajo. Es, nuevamente, un FemNaru y un SasuNaru, pero se me antojaba escribir algo más… oscuro, así que si no soportan ver a Naruto sufrir este fic no es para ustedes. Tal vez les extrañe el nombre del fic, pero bueno… quise cambiarle el nombre a Naruto porque yo quería XD, voy a aclarar que en este fic Naruto siempre fue mujer, todo mundo la vio como una mujer, esa justificación del jutsu Flor de Loto solo sirve una vez XD.

¡Y para todos aquellos que se queden con la duda esto NO es un OroNaru! Solo tenía ganas de reivindicar al MJ cuando me puse a ver, otra vez, los capítulos donde esta con Jiraya, Tsunade y el Tercero, ¡fue tan tierno y tan triste!

Zaludos

Zaphyrla Fathum Zula

Bajo la luz de la luna llena

Que iluminaba en todo su esplendor las blancas calles de Ellora

Ella solo suspiraba

Recordando los ojos azules de aquel halcón

Que había escapado alzando las alas al viento