Hola mis sexys Ichirukis, hoy vengo con otra adaptación, esta me la pidió una chica de mi grupo de Facebook: Mis Fics Ichiruki. La chica pregunto si alguien quería hacer la adaptación y me ofrecí, así que Majo Robert va dedicado a ti, jamás había leído el libro ni visto la película y me encanta.

**Aclaracion**

Es una adaptación de la película: "Safe Haven"

La historia le pertenece a Nicholas Sparks

Los personajes le pertenecen a Tite Kubo

Es la película desde mi punto de vista, no es enteramente igual.

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Prologo:

Pero me quede pensando que allí donde hay alguien a quien se quiere mucho y hay alguien que nos quiere de veras, ese si que es el lugar mas bonito del mundo.

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Capitulo 1

"Desde cero"

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Corría sin rumbo fijo, solo quería huir, escapar de la policía, acababa de cometer un crimen por ello es que ahora tengo que huir y ocultar mi identidad, llegue a la terminal de autobuses con el boleto que mi amiga Rangiku me compro, el boleto iba hacia Atlanta. Al llegar a la terminal todo estaba invadido de gente, pase entre empujones y maldiciones, pero al fin pude llegar a la terminal de los autobuses, corrí hacia el autobús en el cual mi destino estaba en su rumbo, la lluvia y la oscura noche no me dejaba mirar bien hacia atrás, sentía que la policía de todos los estados unidos venia tras de mi. Subí ocultando mi rostro y mi teñido cabello blanquecino de las cámaras que pudieran haber, me senté en mi lugar y mire por las ventanillas, un hombre corría revisando los autobuses, sentí el pánico de ser encontrara "arranca, arranca" pedía como oración en silencio, el autobús apenas estaba encendiéndose y esa persona que tal vez fuese de la policía estaba muy cerca de mi.

Arranco el autobús con tiempo exitoso y no logro subir el sujeto que me seguía. La noche seguía bajo su manto de lluvia, me acomode en mi asiento y mire por la ventanilla.

Haré una nueva vida, lejos de mi pasado, lejos de Aizen, lejos de todo lo que paso hace una semana. Tengo que empezar desde cero, en primer lugar es peligroso anda por ahí con mi verdadero nombre, tengo que ocultarme de él. Usare el nombre de mi madre, Hisana. Tampoco puedo usar mi apellido, usare el Kuchiki.

El autobús iba directo a su rumbo, traigo el suficiente dinero para rentar un departamento en Shibuya, algún día le pagare a Rangiku y a su esposo Gin todo lo que están haciendo por mi, a primera hora el autobús se detuvo en un pequeño pueblito costero llamado Karakura, el mar estaba tan cerca del pueblo que todo olía a sal marina. Baje junto a varias personas. El lugar era hermoso. El sol se extendía por todos los rincones y la brisa del océano golpeaba en el aire dando un refrescante indicio de hogar.

Me acerque a la pequeña tienda en la que todos estaban comprando, era rustica, hecha de madera (y esta se veía vieja) pintada de blanco pero en muchas partes se estaba descarapelando el color blanco amarillento, para ser una tienda que recibe muchos turistas era demasiado pequeña pero eso si, tenia mucha mercancía, tome una bote de café, necesitaba cafeína para despertar de tantos días sin dormir bien y me acerque a la caja. Un hombre muy alto de cabello naranja y de rostro fruncido me miraba con interés.

—Buenos días. —dijo. —Buenos días.

Le entregue mi bote y lo anoto en una pequeña libreta, sus ojos castaños eran profundos, sus músculos estaban demasiado entornados, un aroma a pescado provenía de sus manos, quizás sea dueño de la tienda y pescador al mismo tiempo.

—¿Algo mas?

—No, gracias.

—Serian quince yenes.

De los bolsillos de mi pantalón saque cambio y le entregue el dinero, me dedico una media sonrisa.

—Gracias. —dije apenada mirando el piso.

—Gracias a ti.

Afuera de la tienda podía ver la costa, cientos de gaviotas volaban bajo las acolchonadas nubes que filtraban cientos de colores de un cielo recién amanecido. Muchos barcos descansaban en los puertos y el mar estaba tranquilo.

Me acerque un poco mas y a lo lejos se veía un faro enorme con líneas rojas. Es un lugar que da mucha paz y es lo que quiero y necesito, paz.

Me quede unos minutos contemplando aquel lugar cuando el sonido del claxon del autobús me saco de mis pensamientos. Estaba a punto de partir pero no le preste atención, seguí mirando hacia el mar, no me gustan los lugares soleados y calurosos pero es uno de los últimos lugares en los que me encontrarían. Quite el gorro de mi sudadera y deje que el aire refrescara mi teñido cabello, extraño mi color natural azabache pero era necesario, a Ran se le paso la mano con el descolorante, se suponía que mi cabello iba a quedar amarillo mas no blanco, lo único que le doy gracias a Dios es que no me he quedado pelona. Sonreí imaginándome así y mire mis dedos que sostenían el bote de café.

El autobús se alejaba y con ello daría inicio a una nueva vida aquí en Karakura

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Para ser mi primer noche que duermo en la arena bajo un puente de la costa fue tranquilo, pensé que alguien me atacaría o algún animal pero, por suerte dormí bien, caminaba entre las calles buscando un empleo y un lugar donde vivir, la poca gente que se había levantado con el sol en la cara apenas se percataba de mi presencia y mi alocado cabello no azabache. Mientras caminaba el mismo chico de cabellos naranjas que me atendió ayer por la mañana abría su negocio, junto a él un hombre de unos sesenta años de cabello negro canoso le ayudaba, dos niños pequeños estaban a su alrededor, uno de ellos era una niña de cabellos ondulados y negros, bailaba y brincaba con su vestido naranja y el otro era un niño por lo menos dos años mas grande, su cabello naranja me hizo dar cuenta que eran hijos de ese hombre apuesto de cejas fruncidas, era igualito a él, estaba sentado al pie de las escaleras con un humor de mil demonios. Pase a su lado y no se percataron de mi presencia.

Seguí caminando bajo el sol de verano buscando algo en donde trabajar pero nadie solicitaba, me de tuve de nuevo en la costa. Y había un pequeño restaurante lleno de gente, un enorme letrero verde con amarillo titulaba el nombre del lugar: "Unohana`s". Entre al lugar y se veía tranquilo y muy familiar, mucha gente atendía pero una señora de larga trenza y de una de edad aproximada a los cuarenta daba ordenes y trabajaba también, supongo a de ser la dueña.

Me acerque a la señora, estaba detrás de una barra de bebidas y en cuanto me vio me sonrío maternalmente.

—Disculpe, ¿Puedo hablar con el dueño?

—Yo soy la dueña. —a pesar de que hablaba conmigo seguía trabajando y me sentí un estorbo.

—¿Tiene algún puesto de trabajo para mi?

Dejo lo que estaba haciendo y puso más atención, se encogió de hombros y me miro.

—Ammm, puede ser, ahora mismo tengo mucha gente, no se, dime, ¿Tienes experiencia?

Estaba apunto de decir una mentira piadosa, nunca en mi vida he trabajado pero realmente necesito el trabajo y estaba a punto de tener uno después de tanto buscar, pero, atrás de mi algo hizo explosión y me hizo saltar de miedo,. Me volví a ver y era una simple cafetera, la señora se rió bajito y la mire.

—Lo siento. Hanataro se mas cuidadoso.

—L-Lo, lo siento.

Me reí junto a la señora.

—Si, tengo experiencia.

—De acuerdo. —extendió su mano— Contratada.

Sonreí y le extendí mi mano.

—Mi nombre es Unohana.

—Hisana. —mentí.

—De acuerdo Hisana, ¿Cuándo puedes iniciar?

—Ahora mismo.

—Excelente. Ven.

Salio la señora de la barra y yo le seguí, le quito el mandil a el chico que llamo Hanataro, me lo entrego y lo puse alrededor de mi cintura.

—Sígueme, conocerás el lugar.

Me llevo desde la parte de atrás hasta la cocina, las mesas de afuera y la bodega de recolección.

—No pases entre las mesas. —ordeno— Y siempre que toque la campana tienes que estar antes de que te vea, ¿Entendido?

—Si señora Unohana.

—Muy bien, pues bienvenida Hisana.

Mas bien, bienvenido Karakura que acaba de entrar a mi nueva vida.

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—Es espacioso y cuanta con baño, sala comedor, recamara y un garaje. Además de que todos los muebles están en buen estado.

—¿Cuánto la renta?

—Cuatro mil yenes al mes.

—Acepto.

La chica de cabello chocolate que me mostraba la casa reprimió una sonrisa enorme.

—Gracias, no te arrepentirás. —salimos de la casa y me entrego las llaves— El numero de cuenta para depositar esta en la puerta del refrigerador.

—Gracias.

Salio corriendo hacia el carro azul que le esperaba, el hombre de cabellos blancos le recibió con los brazos abiertos y le dio un tierno beso en la boca. Incomoda entre a mi nueva casa, era pequeña pero agradable además que estaba lejos del pueblo, los pocos vecinos que tendría estarían a metros de distancia.

Los muebles estaban bien, espero dar más de los cuatro mil yenes al mes y terminar la deuda por que esta casa ser amia junto a sus muebles, no creí encontrar una oferta como esta pero la pareja de enamorados que acababa de irse tenían prisa de irse del pueblito y comenzar desde cero, vaya coincidencia.

Esta seria mi segunda noche en Karakura. Lo único que no me gusto de la casa es que afuera esta muy oscuro, pondré focos mañana para alumbrar.

Caí en un sueño profundo pero mas que algo placentero fue aterrador, una pesadilla, estaba volviendo a vivir en mi sueño cuando apuñale a Aizen, lo vi tirado en el piso lleno de sangre, mis manos también estaban cubiertas de ese liquido tibio y el cuchillo en mi mano daba indicio del crimen que había hecho.

Desperté sudando, pero aun era de noche, sabia que estaba soñando pero era un pasado, una realidad que siempre me acosara, por más que cambie mi aspecto, mi nombre, mi lengua y mi pueblo jamás cambiara mi pasado.

Levante la mirada y me percate que había dejado la ventana abierta, corrí hacia ella y la cerré de golpe, la adrenalina de mi sueño me consumió en mí ahora realidad, el corazón me latía y sentía que todo se me movía, di un paso atrás y caí, mi pie se sumió en el suelo y el miedo se apodero de mi por un segundo, observe mis pies y lo que había pasado es que se rompió una de las tablas del piso, saque mi pie y mi sandalia que había quedado adentro. Puse una nota mental de que además de comprar unos focos mañana necesitare madera y pintura para recordar donde no debo pisar.

Saliendo del trabajo fui a la tienda del hombre cabeza de zanahoria, al entrar no vi a nadie atender, me acerque a la hilera que era de herramientas y todo lo que era para trabajar en casa, encontré los focos pero no había pintura, metí en una bolsa pinceles y extinciones junto a los focos, me acerque a la caja y la niña que había visto ayer de cabellos ondulados y negros se acerco para atenderme. Sus enormes ojos marrones eran iguales a los de su padre.

—Hola. —me sonrío.

—Hola.

Metió la mano en la bolsa y saco todo con cuidado y lo puso en la mesa, anoto en la libreta lo que era y sumo con una calculadora que estaba a su lado.

—¿No están tu mamá o tu papá por aquí?

—No, pero yo puedo ayudarte. ¿Buscas algo? —Sus enormes ojos marrones eran preciosos, era una niña muy inteligente.

—Bueno, ahora que lo preguntas. ¿Tienes pinturas?

—Amm, tenemos un libro que tiene diferentes colores y son lindos.

—¿Enserio?

— ¿Y que pintaras? —sus ojos curiosos me parecieron increíbles, le sonreí y le conteste tiernamente.

—Quiero pintar el piso de mi cocina.

—¿El piso? —pregunto divertida

—¿Qué te parece gracioso?

—Es que nos pisos no se pintan, solo se cubren con una alfombra.

—Bueno, es que, quiero iluminar mi casa. Dime nena, ¿Qué color alegra el dia?

—El amarillo.

—¿Amarillo?

—Si, el color del sol.

—Tienes razón, es muy alegre.

—Iré por unas muestras, mi nombre es Mizuki. —salio de la caja sin dejar esa enorme sonrisa.

—El mío Hisana. —le dije.

Salio disparada afuera y la espere, no paso mucho tiempo cuando el hombre cabeza de zanahoria entro por la misma puerta de la cual Mizuki había salio, me miro impresionado sin poder creer que estaba ahí.

—¿Aun estas aquí? —sonreí en respuesta y el pareció alegrarse un poco— Bien, déjame ayudarte.

Se acerco a la caja y observo la libreta, apunto el resultado que su hija había puesto, borro lo que había en la calculadora y volvió a sumar. Tomo una bolsa café de papel y metió mis cosas.

—En general —continuo—, la gente viene de paso, es como un lugar de descanso de cinco minutos y se van al minuto seis.

—¡La encontré! —Mizuki venia corriendo con un libro de gamas en mano, se acerco a mi y me la entrego.

—Gracias nena.

—¿Vas a pintar algo? —me pregunto.

—¡Si! Dice que va a pintar el piso de su cocina. —contesto Mizuki.

—Ah, de acuerdo.

—¿Puedo llevármela a mi casa? —sus ojos marrones me miraron, demonios, ¿Por qué siento que pueden mirar mi alma? Es tremendamente guapo.

—¡Si claro llévatelo! Elije el color y… te la encargaremos. —me volvió a sonreír y por Dios, era hermosa, pero tiene esposa e hijos, es un hombre prohibido—. Serian cincuenta yenes.

Le di el billete a Mizuki quien a su vez se lo entrego a su papá. El hombre cabeza de zanahoria me entrego el cambio pero esta vez nuestras manos se rozaron, apenada me sonroje y me hice la que no sintió, guarde el dinero en mis vaqueros y tome mi bolsa.

—Gracias. Adiós Mizuki.

—Adiós Hisana.

Deje atrás al ese guapo hombre junto a su preciosa hija, se nota que quiere mucho a su hija pero tiene esposa. Es una pena. Quizás encuentre algún día a alguien y quizás en un futuro yo llegue a tener hijos. Sí es que no me encuentran si es que mi pasado no me obstruye.