¡Hola! al fin, traigo mi nuevo fic de One Piece, ZoroRobin, y estoy muy contenta. ¿Qué puedo decir? Creo que me he vuelto adicta a esta hermosa pareja. Mmm…nunca antes he escrito algo estilo "cuento de hadas" y sospecho que esta historia no va a parecerse en nada a uno, juju.

Para Xisabel 26: Ojalá veas esto. Lamento no haber contestado los reviews que me mandaste para Black, Black Heart, me hubiera gustado hacerlo pero esto es difícil ya que no tienes cuenta en Fanfiction, y la verdad no me gusta contestar en el espacio de las historias, y mucho menos en el espacio que se supone es para subir los reviews. Sin embargo me disculpo porque tú y otros usuarios sin cuenta en esta página se tomaron la molestia de dejarme sus comentarios, y me corresponde contestar de manera apropiada. Muchas gracias por el entusiasmo que me muestras en cada mensaje, y en compensación ¿qué te parece si te dedico este capítulo, eh? :) Por lo que espero que sea de tu agrado. (Si alguien más quiere capitulo con dedicatoria, pídalo n.n)

Resumen: En un reino aparentemente pacífico, vive Zoro, un príncipe. Aparece en escena Robin, una mujer de quien nadie sabe nada. Mi mundo y el tuyo. Diferentes. Incompatibles. ¿Podemos cambiarlo?

Advertencias: Bueno, como es universo alternativo es un poco difícil manejar algunas cosas. Estoy tratando de evitar por completo el OoC, pero no garantizo nada. Espero que en este sentido sean buenos conmigo, hago mi mejor esfuerzo para tratar a mis queridos Zoro y Robin.

Disclaimer: One Piece y sus personajes son del gran mangaka Eichiro Oda (*^* Oda sama!). Yo escribo esto únicamente por diversión y sin fines de lucro.

Dos mundos

Capítulo 1: Encuentro

Nuestra historia comienza en un lugar muy lejano, un hermoso lugar donde había un reino. En ese reino, como era de esperarse, había un rey. Un maestro espadachín.

La hija de ese gran rey y maestro, una hermosa y valiente princesa, había muerto muy joven, dejando al reino entero y a su padre devastados por la pérdida. Sin embargo, luego de mucho considerarlo, el rey decidió adoptar al mejor amigo de la princesa para que fuera el nuevo príncipe. Pensó en casarse de nuevo y tener más descendencia, pero se consideró demasiado mayor y ocupado como para tener una nueva familia. Además, le debía fidelidad y amor a sus fallecidas esposa e hija.

Adoptó pues, el buen rey al muchachito terco, cabeza dura y peleonero, y terminó de criarlo, tanto en las artes espadachines, en las que él ya estaba inmerso, como en la complicada vida que había de tener desde ese momento en adelante. Este joven príncipe aprendió en poco tiempo todo lo que debía sobre las espadas, y se convirtió en el mejor espadachín del reino superando incluso al rey, su padre.

El príncipe era un muchacho serio, un poco malhumorado, pero en general podría decirse que era agradable y feliz. Sabía que tenía responsabilidades con el reino, y siempre trataba de representarlo con dignidad y fortaleza, como todo un príncipe. También era consciente de que legítimamente no era un príncipe, lo que hacía que quisiera cumplir con más ahínco su función dentro del reino.

Físicamente, nuestro príncipe era alto y corpulento. Tanto entrenamiento al sol lo volvió bastante moreno desde niño. Poseía unos ojos flameantes, directos, penetrantes, una nariz recta, una frente amplia y unos labios… que podían ofrecer todo tipo de muecas, desde las más tranquilas hasta las más fieras y desafiantes.

Era un hombre atractivo desde cualquier ángulo. Decidido, valiente. Feroz. Amable. Generoso, severo. Era un río de contrastes.

El príncipe Zoro (que así se llamaba) llevaba una vida buena. El reino entero lo quería; cuando se presentaba un problema, él siempre salía al frente, evitándole a su padre, que ya era un poco mayor, un disgusto o una complicación. Tenía amigos. Tenía una meta. Tenía mucho por lo cual vivir.

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En el reino del príncipe Zoro había mucha paz, pero de vez en cuando había disturbios. Ese día no fue la excepción.

-Quiero unas manzanas.

En el mercado de ciudad capital siempre había muchísima gente. Era un lugar alegre y lleno de vida. Se escuchaba el ir y venir de las personas, sus conversaciones y de vez en cuando un instrumento musical sonaba de fondo. La gente siempre estaba contenta, y vivían muy bien.

Las manzanas fueron despachadas con tranquilidad, pero la bolsa fue arrancada de manos del tendero sin recibir el pago por ellas, y la hermosa pelirroja que las habia pedido salió corriendo de allí con una sonrisa gigantesca.

El hombre corrió tras ella y otras personas fueron a ayudarle. La pelirroja vio a sus espaldas, cada vez se le acercaban más.

-Maldición- se llevó una mano a los labios y soltó un silbido. Detrás de ella, las cajas y los barriles de los otros puestos comenzaron a caer al suelo por el camino, como si alguien las hubiera empujado, sin embargo no había nadie que pudiera haberlo hecho. Los hombres y mujeres se sorprendieron mucho ante esto.

Pero no por eso dejaron de seguirla, al contrario, más gente se juntó para ir tras ella. Comenzó a desesperarse.

-¡Hey! ¡Por aquí!- gritó alguien que apareció de la nada. Había recogido, en la confusión, distintos productos de entre los puestos y ahora los utilizaba para llamar la atención de los mercaderes y la gente, para desviarlos de su amiga.

Robin…

La pelirroja miró a su amiga y corrió con más fuerza, esperando que no se metiera en problemas, y se perdió por un callejón.

Con la atención ahora dirigida a ella, la mujer comenzó a correr en dirección contraria a la que llevaba su amiga. Se escabullía entre los puestos y la gente y detrás de ella caían cajas, jaulas con animales, contenedores de semillas, básculas, en fin. Todo un alboroto.

La carrera terminó cuando la mujer llegó a un callejón sin salida, donde la acorralaron. Miró hacia arriba, todavía podía salir de allí, pero algunos listos habían conseguido subir al techo de los edificios. Ahí también la podían atrapar. Ella levantó las manos mostrando que no tenía malas intenciones.

Unos hombres se acercaron y uno de ellos la amenazó con un rastrillo de labranza poniéndole los picos en el cuello.

-¿Ahora qué hacemos?- preguntó esperando a que los otros hombres y mujeres opinaran.

-Hay que esperar a que lleguen los guardias. Ya sabes que no podemos tomar justicia por mano propia- opinó una mujer.

La joven se quedó parada, analizando los alrededores y a la gente que la acorralaba. La verdad era que no quería llamar la atención, pero si no le quedaba alternativa…. Tendría que hacerlo.

-¡¿Qué está sucediendo aquí?!- preguntó una voz desde afuera del callejón. Los mercaderes se apartaron.

-Es el príncipe- observó uno de ellos mientras todos se hacían a un lado para dejarle paso.

Zoro se acercó al origen de todo ese alboroto, y encontró a una joven mujer, alta, morena y bastante bonita entre una multitud de comerciantes furiosos. Se miraron unos segundos y Zoro se dirigió al primer hombre que vio.

-¿Qué ha ocurrido?- aunque no era necesario preguntar, el único motivo por el cual esas personas solían enojarse tanto era cuando alguien les robaba.

-Esta mujer junto con una cómplice estuvieron robando- declaró el hombre- eso sin mencionar los destrozos que hicieron al tratar de escapar. Usted mismo debe haberlo visto ya, destruyeron el mercado.

El príncipe peliverde se rascó la cabeza y se sonrojó un poco.

-N...no lo vi. La verdad es que llegué por otro lado.

Los mercaderes y la mujer se quedaron de a cuadros. A decir verdad, la falta de sentido de la orientación del príncipe era casi legendaria, mas nadie esperaba que llegara a esos límites. En realidad, por donde hubiera llegado, el príncipe tendría que haber visto la zona de guerra en que se había convertido el mercado.

Él se aclaró la garganta y se dirigió a ellos de nuevo.

-No hay razón para que la tengan amenazada así de todos modos, ¿qué planeaban hacer?

El hombre que tenía arrinconada a la morena bajó en seguida su herramienta. El principe se acercó más.

-¿Quién eres? Nunca te había visto por aquí.

La mujer miró a los ojos del príncipe. El peliverde no pudo evitar sentirse extraño, tal era la intensidad de la mirada de esos ojos sobre los suyos. Nunca le había pasado nada así, ni con el más terrible de los rivales que había enfrentado durante su vida. Ella desvió de pronto su vista hacia arriba, lo cual descolocó a Zoro por un par de segundos. Él también volteó. Todavía había gente trepada en los edificios.

-Ese niño va a caer- observó la mujer. El príncipe ordenó que todos los que estaban de curiosos en los tejados bajaran de una vez y ellos obedecieron en seguida.

-Bien- siguió una vez que todo estuvo en orden- ahora a lo que íbamos. ¿Cuál es tu nombre?

Ella sonrió.

-No creo que quieras escucharlo. De todos modos, ya me iba.

Todos observaron, sin poderse mover de sus lugares, como ella ascendía por la pared, jalada por una cadena de manos que habían salido…de la nada.

-¡Hey!- el príncipe trató de atraparla pero algo lo hizo tropezar. No pudo darle alcance.

-¡Se va!- gritaban los mercaderes, desesperados por alcanzarla, pero no lo consiguieron.

-¡Déjenlo así!- gritó el príncipe, tratando de poner orden. Estaba seguro de haber sentido que alguien le jalaba el pie. Sus reflejos eran excelentes, era muy difícil que se tropezara, sin embargo aquello lo había tomado totalmente por sorpresa.

-Pe…pero…señor…

-Mejor hay que ocuparnos en reconstruir este lugar- decidió, poniéndose de pie- y no quiero oír más quejas hoy, ¿entendido?

Los hombres y mujeres se miraron unos a otros. Total… unas manzanas no eran gran pérdida en comparación con lo que ellos mismos le habían hecho al mercado con esa corredera.

El príncipe volvió al castillo aprovechando la presencia en el mercado de uno de sus…amigos.

Su nombre era Sanji y era hijo del chef de palacio. Era un cocinero excelente, además de ser también uno de los mejores soldados del reino entero, aunque lo más habitual era encontrarlo en la cocina. Había ido al mercado a conseguir unos ingredientes que hacían falta para la cena, y se llevó la gran sorpresa de que había un caos en ese lugar y de que de algún modo Zoro estaba involucrado. Luego de ayudar a recoger, se llevó al peliverde de regreso al castillo.

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-Increíble, cabeza de alga- lo increpó mientras caminaban- ¿dejaste que se escapara? Así nada más?

-¿Tu que dices, cocinero? Si hubiera sido por ti, seguramente la hubieras llevado cargando a algún lugar seguro y lo demás te hubiera valido un soberano cacahuate.

-¡Porque así debe de ser! Pero tú debiste poner orden desde un principio ¿no? Si para eso estás. No es como si el puesto de príncipe te lo hubieran dado por tu linda cara.

A Sanji lo había conocido cuando ya vivía en el palacio como príncipe. Desde un principio se habían llevado bastante mal, pues eran muy competitivos y siempre discutían para ver quien era más fuerte. Terminaban separándolos cuando ya estaban bastante golpeados y revolcados, molestos y haciendo berrinche, a veces hasta llorando. Claro, eran solo unos críos. Vieron lo mejor y lo peor uno del otro, y con el paso de los años se habían vuelto más cordiales en su trato, pero no por eso dejaron de pelear, ahora quizás de una manera un poco más… madura.

Sanji no lo respetaba, ni como persona ni como príncipe, pero para Zoro aquello era invaluable, pues se la pasaba rodeado de gente que le tenía reverencia y a veces eso lo desesperaba un poco.

-Pues…ah, ya déjalo, no podemos cambiarlo de todos modos. Esa mujer…no creo que vuelva a aparecerse por aquí, y si lo hace tendré que encarcelarla.

-Por robar y por hacerte quedar como idiota frente a media ciudad.

-No. Por robar y alterar el orden.

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Luego de llegar al castillo, se separaron. Zoro estuvo dando vueltas sin prestar demasiada atención a su alrededor, recordando, sin querer, lo ocurrido con aquella mujer. Nunca nadie en el pasado había conseguido ponerlo en jaque de una forma tan sencilla. Ella lo engañó con la mano en la cintura, ni siquiera se esforzó.

Era usuaria de una fruta del diablo, eso era obvio. Él había conocido algunos de ellos hasta ese entonces de modo que no era ningún secreto o una maravilla.

-¡Zoo-roo!- escuchó segundos antes de que "algo" le cayera por la espalda. El impacto lo tiró al suelo, y en seguida sintió su cuerpo rodeado…por goma.

-Idiota, ¿tienes que aparecerte así siempre?

-¡Zoro, estoy aburrido, hay que jugar!

Zoro suspiró y se quitó de encima a Luffy, quien se sentó en el piso observándole con una reluciente sonrisa.

-¡Zoro!... quiero decir… ¡Alteza!- Zoro volteó hacia el otro lado del pasillo, venían corriendo hacia ellos Ussop y Chopper- ¡Lo sentimos mucho, se nos escapó!

-Está bien- replicó el peliverde poniéndose de pie y levantando de un tirón al pequeño de goma- ¿qué están haciendo aquí?

Luffy era el rey de un país vecino, pero era muy joven, uno o dos años menor que Zoro. Sus visitas eran bastante frecuentes y desde que era un pequeño príncipe cabeza hueca le encantaba jugar con el espadachín, pues a pesar de que él era muy serio lo soportaba con estoicismo y lo acompañaba a todas partes aunque al principio no estuviera de acuerdo.

Ussop y Chopper tenían más o menos su edad, pero estaban preparados para fungir como sus consejeros desde su abrupta subida al trono un par de años antes.

En cuestión de títulos, Zoro obviamente le debía respeto, pero lo trataba regularmente como a un hermano menor y de vez en cuando se les escapaba insultarse mutuamente. Igualmente, Ussop y Chopper tuteaban sin problemas a Zoro, pero estando en el palacio no se podían dar ese lujo.

-Venimos a hablar con el rey- explicó Chopper- tenemos un problema, y su ayuda es importante.

-Quizás tu presencia también nos venga bien- sugirió Ussop.

Zoro los miró con detenimiento. Esos dos difícilmente presentaban esa clase de preocupación; los problemas de su reino no solían ser demasiado graves y siempre los resolvían sin ningún problema. De modo que accedió.

Con ellos guiando, lograron llegar al salón y al entrar se encontraron al rey tomando el té.

-Ah…pero si es el rey Luffy, qué agradable sorpresa- dijo alegremente, poniéndose de pie de la enorme mesa de madera tallada que abarcaba casi la mitad de la de por sí enorme estancia- y los jóvenes Ussop y Chopper. Zoro, ¿No les has ofrecido té?

-Yo quiero carne- murmuró Luffy para luego recibir un codazo de Ussop.

-Ellos vienen a…discutir un problema que tiene su reino- explicó Zoro, dando un paso al frente- necesitan nuestro apoyo.

El rey se puso más serio. Uno de los sirvientes presentes en el salón se acercó a una señal suya, y a esa misma señal sirvió para que el resto de los presentes se retiraran.

-Por favor, encárgale a Zeff san de mi parte un buen almuerzo para su majestad- indicó- y también té y bocadillos. Ah, y si vez por ahí a Sanji kun dile que también venga.

Los demás tomaron asiento. Como el rey estaba a la cabeza de la mesa, a Luffy y Zoro les correspondían los lugares de los lados, Zoro a la derecha y Luffy a la izquierda. Ussop y Chopper ocuparon dos lugares contiguos al de Luffy.

No era que a ellos les importara –a Luffy menos que a nadie- pero así estaban acostumbrados.

Esperaron a que llegara la comida y el té, traídos en un carrito de servicio por el mismo Sanji.

-¿Solicitaba mi presencia, señor?- preguntó educadamente mientras disponía los platos sobre la mesa.

-Creo que nos será de ayuda, Sanji. No como chef sino como soldado.

Sanji miró a Zoro, y sólo recibió como respuesta a su mirada interrogante un gesto con los ojos y un encogimiento de hombros del peliverde.

-De acuerdo- accedió sentándose a lado de Zoro.

Ussop se aclaró la garganta luego de darle un trago a su té.

-Emh…bueno, lo que ocurre es que….señor, nuestro reino siempre ha sido un lugar de lo más pacífico, y desde el autodestierro de Dragon sama no ha pasado nada que no se pueda resolver de buena manera pero últimamente hay…recibimos informes de que hay una gran red criminal operando en nuestro reino. Hacen de todo, robo, tráfico, asesinato…el robo y el tráfico son lo de menos…cosas materiales, se arregla.

-Pero han matado gente- agregó Chopper, se le notaba nervioso- y también tienen una larga cadena de…

El pequeño bajo la vista. Miró a Zoro y se dio valor.

-Prostitución. Y…venta de esclavos.

Ussop le dio un largo trago a su té. Los demás estaban callados, salvo por Luffy, que comía ruidosamente.

-No sabemos qué hacer. Y necesitamos aconsejar a…su alteza correctamente para que dé una orden definitiva y nosotros…

-Yo ya di una orden- interrumpió Luffy con la boca llena de comida- que no me hayan escuchado es otra cosa.

-¡El ataque frontal no es viable bajo ninguna circunstancia, Luffy!- replicó Ussop, olvidándose por completo del respeto.

Se sonrojó y pidió disculpas. Chopper siguió hablando por él.

-Mientras no sea necesario, no queremos asustar a la gente. Si podemos detenerlos antes de que realmente hagan una masacre, es lo que debemos hacer.

-Ya veo…Y no saben cómo hacerlo, ¿cierto?

-Así es- continuó el reno, con reverencia- si se nos ocurre dar una orden al ejercito, conociendo al general Garp san, hará un escándalo y en menos de un día el reino será un caos.

-Shishishishi- rió Luffy- mi abuelo es genial, ¿No?

Ussop y Chopper suspiraron.

-Son exactamente iguales.

-Shishishishishi.

Zoro y Sanji habían escuchado todo atentamente.

-Dinos, Ussop- pidió Zoro, luego de pensarlo un poco-¿nosotros tenemos algo que ver en esto?

-Ehmm…por el momento no- dijo- pero creemos que están extendiendo sus operaciones. Ya hemos encontrado evidencia de que algunos de sus operantes se encuentran en la frontera entre ambos países.

-Entonces esto es más que un deber para nosotros- decidió el rey- sin duda les daremos nuestro apoyo. Pero… ¿Zoro?- se dirigió al príncipe, en actitud preocupada- ¿crees que pueda encargarte por un par de días? Justo hoy tengo que viajar, pero en cuanto vuelva seguiré el asunto de cerca.

Ussop y Chopper sonrieron. Luffy seguía comiendo, pero él también sonrió.

-Bien….yo me hago cargo entonces- decidió Zoro- tú puedes quedarte aquí cocinando, cejitas.

Sanji se mordió la lengua. Pero ya vería ese bastardo de pelo verde, el insulto que traía atorado se lo soltaría en cuanto pudiera.

-Creo que lo mejor será que sólo se involucren…ustedes, por el momento. Cuando vuelva veré que se puede hacer.

-Por supuesto, su majestad- sonrió Sanji cordialmente, tratando de ocultar un poco las ganas que tenía de patear a Zoro- le aseguro que se nos ocurrirá algo realmente bueno.

-Sí… contestó Zoro en tono burlón- si no es que éste se nos distrae con una de las doncellas del palacio antes, como siempre.

Sanji apretó los puños y por debajo de la mesa le dio un pisotón como advertencia de lo que vendría después. Se miraron y comenzaron a amenazarse mutuamente con la vista.

-Si mientras no estoy necesitan mi ayuda para algo no duden en pedirla- resolvió el rey finalmente, poniéndose de pie- debo prepararme para salir. Si piensan matarse- agregó, sintiendo la electricidad que se formaba en el aire entre Sanji y Zoro- al menos esperen a que termine de retirarme. Buen provecho, majestad- finalizó haciendo una inclinación de cabeza a Luffy.

-Gracias- contestó este, mientras Ussop y Chopper hacían sentidas inclinaciones y Zoro y Sanji saltaban uno sobre el otro apenas escuchaban la puerta cerrarse.

Del otro lado de la puerta, el rey sonrió.

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Una vez que el ambiente se hubo calmado, Zoro y Sanji estaban sentados en paz, con Chopper poniéndoles banditas en las pequeñas heridas que se habían hecho.

-Ustedes nunca cambian- comentó el reno, suspirando.

-Él, que no aprende a respetarme- contestó Zoro.

-Él, que no comprende que jamás lo voy a respetar- replicó Sanji.

Ambos echaron chispas por los ojos, pero fueron interrumpidos por Ussop, a quien lo único que se le ocurrió para evitar una nueva pelea fue volver al asunto de los delincuentes que acechaban a ambos reinos.

-¡O…Oigan!- pidió- ¿Tienen alguna idea de qué hacer?

Sanji se metió la mano al saco y tomó un cigarrillo. Lo encendió con el candelabro que estaba sobre la mesa, con toda la altanería del planeta concentrada solo en ese gesto.

-Internarnos en su mundo- dijo luego de echar el humo por la boca- encontrar su información y acabar con ellos desde adentro.

Zoro sonrió.

-Vaya…por una vez estoy de acuerdo contigo, caracol.

-Pe…pero, ¿Qué quieren decir con eso?- preguntó Chopper, algo preocupado.

Zoro se inclino hacia delante y sonrió.

-Nos infiltramos entre ellos y los atacamos desde allí. No creo que sea tan complicado.

-¿Cómo quieren hacer eso?- preguntó Ussop con una gran duda.

-Pues…dicen que venden esclavos…y prostituyen gente, ¿No? Deben tener un lugar…un centro clandestino-propuso Sanji.

-Ah… ¡Sí! Identificamos un centro de venta de esclavos hace poco- dijo Ussop- pero, ¿quieren ir allí? Deben sospechar hasta de las rocas. Y a ti y a Luffy los deben de tener muy bien ubicados- señaló a Zoro y a Luffy.

-Pues los disfrazamos- decidió Sanji- aunque no creo que sea necesario que ellos vengan, con que vayamos nosotros tres quizás sea suficiente, después de todo solo buscaremos información.

Esto fue lo único que necesitó Luffy para reaccionar mientras comía. Dio una palmada fuerte en la mesa y miró a Sanji.

-¡No voy a dejar que ustedes se lleven toda la diversión! ¡Yo iré a donde sea que sea necesario!

Sanji sonrió y miró a Zoro.

-Entonces van a tener que disfrazarse. ¿Qué te parece, alguita?

Zoro frunció el ceño, cruzó los brazos y se recargo en su silla, para luego subir los pies a la mesa con despreocupación.

-Me da igual, siempre que no se les ocurra hacer algo ridículo.

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Nami termino de repartir la comida y sonrió. No había sido mal día después de todo. Se dio la vuelta y vio a su nueva amiga sentada contra la pared. Se acercó y le dio una taza de café, que después de todo era todo lo que la había visto tomar desde que la conocía.

-Aquí tienes. Muchas gracias por tu ayuda hoy, pero te arriesgaste demasiado.

Ella le dio un sorbo a su café y sonrió suavemente.

-No hay problema. Tus acciones son muy nobles, me alegra haberte sido de ayuda.

La pelirroja se quedó pensativa un momento, y finalmente se animó a preguntar:

-Pero no entiendo…si te arrinconaron en un callejón cerrado, ¿Cómo fue que escapaste?

-Sólo suerte, supongo- contestó ella, como quitándole importancia- he salido de peores.

-¿En serio?- preguntó la pelirroja- ¡cuéntame más!

Ella bajó la vista y le dio otro sorbo a su café. La miró con sus profundos ojos azules y sonrió de nuevo, con una sonrisa sincera pero a la vez llena de misterios.

-Hoy no puedo. Yo debo retirarme ya, es bastante tarde.

-Oh…tienes razón. Lo siento, e insisto, no hubiera querido involucrarte en esto. Pero debo admitir que el escándalo que hiciste al final me sirvió para llevar más que unas pobres manzanas- y soltó una risita que su amiga siguió.

-Mi placer, Nami san- contestó, poniéndose de pie- Trataré de venir a visitarte pronto.

-Por supuesto, siempre vas a ser bienvenida, Robin.

La morena sonrió ampliamente y caminó a la salida del pequeño edificio.

Ya había oscurecido y las pocas luces que iluminaban las calles eran las que salían de las ventanas de las casas.

No había caminado mucho, cuando se dio cuenta de que la perseguían.

-Vaya, creí que tardarías más en encontrarme.

-No era posible que escaparas por mucho tiempo, Nico Robin- contestó la voz rasposa del hombre que se encontraba tras ella, cuya sombra a la luz de la luna cubría por completo la suya propia- ahora, ¿piensas venir por las buenas o voy a tener que forzarte?

-¿Qué si no me da la gana seguirte?

-Por las malas será, entonces.

Ella suspiró. Levantó las manos.

-Está bien. No estoy en condiciones de oponerme.

-Así está mejor.

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Así pues, al día siguiente, Zoro, Sanji, Ussop, Chopper y Luffy tomaron un par de caballos y un carro de campaña, y comenzaron su camino a un lugar en la frontera entre ambos países donde según sabían era la casa de subastas. El viaje duró varias horas, pero les quedaba bien ya que las subastas comenzaban en la tarde y duraban hasta muy entrada la noche.

Los amigos acordaron en disfrazarse un poco antes de llegar allí. Uno a uno entraron en el carro y salieron ya disfrazados.

Los disfraces – que habían sido elegidos entre Luffy y Sanji- constaban de ropas de un estilo muy estrafalario, desértico, con pantalones amplios y de tela delgada y camisas frescas e igualmente ligeras, así como turbantes, lentes oscuros redondos y bigotes postizos.

Zoro miró a Sanji con verdadero odio al verse a sí mismo vestido con semejante indumentaria, pero el rubio se atizó el bigote postizo y sonrió.

-Tú me dijiste que no querías buscar los disfraces, ahora atente a las consecuencias. Además, deberías estar agradecido, te queda bastante bien.

Zoro le dio un jalón al caballo que lo transportaba y siguieron caminando.

-Debería estar en un lugar por aquí cerca- dijo Ussop en tono pensativo mientras consultaba un mapa- pero tendremos que salir del camino e internarnos un poco en el bosque.

-¡Pues vamos!- urgió Luffy- muero por darles una paliza a todos esos cabrones.

-Luffy, no vamos a golpear a nadie- repuso Zoro- aunque queramos hacerlo. Sólo recogeremos algo de información antes de decidir cómo actuar- se quedó pensativo, luego miró a su amigo de goma y sonrió- pero si curre algo realmente importante, te prometo que podrás pelear con quien quieras.

Luffy se notaba muy entusiasmado, tanto que ni siquiera parecía que estuvieran en una misión importante sino a punto de ir a un parque de diversiones. Zoro en cambio, se sintió extrañamente mal al divisar entre los árboles la construcción elevada con apariencia de castillo.

-Aquí es- dijo Chopper- las descripciones que nos dieron coinciden.

-Bien. Acerquémonos- decidió Sanji, adelantándose, para ser seguido por el resto. Justo cuando se iban acercando, un hombre les salió al encuentro. Era un hombre extraño, bajito, que usaba unos lentes oscuros y tenía una especie de número 3 en la cabeza, formado por su cabello.

Se quedó de pie hasta que ellos llegaron a él.

-¿Se les ofrece algo?- preguntó en un tono no muy cordial.

Sanji miró a los demás y luego se aclaró la garganta, para comenzar a fingir un acento extranjero muy extraño, exagerando las erres.

-Mmm…nosotros somos…viajeros, buen hombre. Terratenientes de lejanas tierras- explicó, haciendo gestos extensos y fingiendo dificultades para darse a entender- estamos… interesados en…- buscó la palabra adecuada- contratar…servicio.

Al principio su interlocutor fruncía el ceño, pero al escuchar la explicación su gesto fue cambiando. Hacia el final, ya le sonreía ampliamente.

-Entonces este lugar es el indicado para usted. Adelante, pueden pasar. Yo me encargo de su transporte.

Ante estas palabras, un grupo de hombres salieron de un costado de la construcción y tomaron las bridas de los caballos y se los llevaron. A ellos los guiaron hacia dentro de la mansión.

-Ya estábamos por comenzar. Usualmente requerimos que se haga una cita previa, pero por suerte creo que tendremos unos asientos disponibles para ustedes.

-¿Tienen comida?- preguntó Luffy abruptamente, con el bigote medio ladeado y sin fingir el acento en absoluto. El hombre lo miró extrañado, pero Ussop le tapó rápidamente la boca y completó, mientras le acomodaba discretamente el bigote:

-Mi…hermanito está hambriento, y el viaje ha sido muy largo. No hemos tenido oportunidad de detenernos en ningún instante- explicó imitando a la perfección el acento improvisado previamente por Sanji.

El hombre no quitó la mirada inquisidora de ellos hasta que llegaron a la entrada del salón principal.

-No será… ¿Que no tienen dinero con ustedes, y solo están abusando de nuestra hospitalidad?

Sanji frunció el ceño y estuvo a punto de insultarle, pero Zoro se le adelantó. Haciendo una extraña, pero efectiva imitación del acento, miró al hombre con firmeza y tocó el bolsillo de sus pantalones, haciendo sonar en su interior el dinero.

-Tenemos suficiente para comprar el bosque, si es necesario.

El hombre pareció satisfecho, y abrió la puerta. Ante ellos se extendió un salón muy grande. Al fondo de éste había un gran escenario iluminado. Era como un auditorio de teatro, bastante elegante.

Independientemente de otras cosas, era un lugar también muy tétrico y oscuro. Había esculturas de gárgolas en algunas paredes e iluminación de velas, muy pocas. Había unos vitrales en colores oscuros, así que la poca luz que entraba por la ventana no ofrecía ninguna ayuda. Había muchas cortinas, en un tono rojo vino, fortísimo, y pinturas con representaciones del infierno.

Ussop tragó saliva, Chopper se escondió tras la pierna de Zoro – intento fallido-, a Luffy se le iluminaron los ojos y finalmente Zoro y Sanji vieron el lugar con una profunda desconfianza. Ya habia gente, y hablaban todos en susurros.

-Por aquí, por favor- pidió, y los guió a través del pasillo.

-Que sea un lugar…alejado, de ser posible- solicitó Sanji.

-Eso pensé. Todos quieren eso.

Los llevó a unos asientos del lado oeste de la sala. No había gente cerca por lo menos a diez asientos más, así que en cuanto ese hombre se fue, se sintieron más relajados.

-Aún tengo hambre- se quejó Luffy, pero en voz baja por indicaciones de Ussop.

-Comeremos algo en cuanto salgamos de aquí- le dijo Chopper.

-Atentos todos- pidió Sanji- si ven a alguien que reconozcan, recuérdenlo. Nos servirá como pista. Cualquier cosa que parezca significativa, grábensela bien.

-Yosh.

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Pasaron algunos minutos en un silencio sepulcral. Aquello era mil veces más incómodo de lo que habían pensado en un principio. Chopper se agarró a la manga de Sanji.

-Tengo miedo.

-No te preocupes. En cuanto termine, saldremos de aquí rápido- entonces su mente viajó hasta el hombre que los había recibido. Posteriormente, recordó lo ocurrido antes de entrar al salón- Por cierto…marimo, ¿Por qué trajiste tanto dinero contigo?

-Supuse que algo así pasaría. Lo mejor es que no sospechen de nosotros, es por eso que traje dinero conmigo.

Justo en eso estaban cuando en el escenario apareció el mismo hombre que los había recibido, pero vestido de una forma más llamativa, como un presentador de circo, con sombrero de copa y todo. Los asistentes comenzaron a aplaudir y él dio las gracias.

-Bienvenidos todos a esta humilde subasta de esclavos- dijo, haciendo una inclinación.

Solo de escuchar la palabra "esclavos" hizo que el corazón de Luffy latiera con fuerza. Zoro le sujetó el cuello de la camisa con fuerza cuando se dio cuenta de que su amigo estaba a punto de dispararse a sí mismo al escenario.

-Espera.

Luffy se sentó con incomodidad y cruzó los brazos, tratando de no escuchar lo que ocurría a su alrededor.

Durante cerca de tres horas, pasaron por el escenario una cantidad impresionante de gente, todos atados o sujetados con cadenas. Sus rostros, los de todos, estaban llenos de desesperanza, y la desesperación en ellos aumentaba invariablemente junto con cada oferta que se dejaba escuchar entre el público.

Al paso de estas interminables horas, Chopper llegó incluso a llorar, pero tuvo que aguantarse para no llamar la atención de los presentes. Luffy estaba cada vez más furioso, Ussop cada vez más nervioso, y tanto Sanji como Zoro estaban tratando de guardar la compostura frente a semejante situación. Zoro, al igual que Luffy, estuvo a punto varias veces de correr al escenario a hacer picadillo a cualquiera que se le pusiera enfrente. Traía sus espadas con él, hubiera sido sencillo…y a la vez muy peligroso.

No se enfrentaban contra un grupo pequeño de gente sino contra toda una organización. Suponiendo que acababan con la gente presente en ese local, ¿Qué pasaría con el resto de los integrantes de aquella endemoniada banda? Podían tomar represalias contra la población de cualquiera de los dos reinos, o cualquier otra cosa igual o peor. No podían arriesgarse a eso.

Así que Zoro sacó un centímetro de su espada blanca y la guardó de nuevo. Cada vez le era más difícil contenerse.

Finalmente, la subasta llegó a su "producto final".

- ¡Oh, vaya, vaya! ¡Esta es una adquisición reciente!- anunció el hombre, mientras llevaban al escenario una cosa con forma de cubo, cubierta por una lona. Cuando la descubrieron, se trataba de una jaula. Dentro de ella había una mujer.

Una hermosa mujer morena, a quien Zoro reconoció en seguida.

-O…oi, marimo- llamó Sanji cuando se percató de que Zoro estaba impresionado- ¿qué ocurre?

-Ella es…- susurró, aunque no necesariamente para contestar la pregunta de Sanji- no puedo estar equivocado, es ella.

Continuará…

Bueno…me siento contenta con este primer capítulo. A pesar de que la historia no se sitúa en el universo de One Piece, decidí tomar cosas de él, por ejemplo lo de la subasta. Ya que es un universo alternativo, no quiero inventarme personajes de la nada esta vez, prefiero tomar de villano, por ejemplo, a alguien que ya haya sido villano en One Piece. Creo que hay dos candidatos OBVIOS para realizar este trabajo, ¿no? Aunque ya estoy casi segura de quien va a ser.

Sin más que agregar por el momento, se despide de ustedes:

Aoshika October