Me encontraba nadando entre las olas, quería escapar de todo, por eso estaba en la playa de mi distrito intentando que el ruido de las olas amortiguara las palabras de los doctores diciendo que ya no podían hacer nada, las palabras de consuelo de los vecinos y los tristes sollozos de mi padre, el mar siempre había sido mi vía de escape y hoy no era la excepción, hace un tiempo atrás fue el funeral de mi madre, ella había muerto de una enfermedad tan desconcertante que los doctores no pudieron hacer más nada que tratar de aliviar los síntomas hasta que la muerte llegara a ella, a mis cortos once años de vida me había quedado sin madre.

Luego de ver como enterraban el cuerpo de mi mamá no pude soportarlo más, había tratado de ser lo suficientemente fuerte por mi padre que se encontraba desconsolado pero sabia que si me quedaba un segundo más rompería a llorar de forma histérica y todo seria mucho peor por eso solté la mano de mi padre y salí corriendo lo mas rápido que pude, por suerte nadie intento detenerme solo murmuraban -Pobre niña"-

Ahora estaba tan cansada de nadar que solo me quede flotando a pesar de mi edad era muy buena nadando, mi mamá decía que parecía una pequeña sirena, su pequeña sirena, luego de lo que parecieron unos minutos mas decidí que si me quedaba más tiempo en el agua mi piel permanecería como una pasa eternamente así que nade hasta la orilla, el sol se encontraba en todo su esplendor ya que era un poco mas del mediodía, camine hasta una roca para secarme ya que con mi apuro había entrado al agua con el vestido negro que use para el funeral de mi madre que ahora se me veía visiblemente arruinado, no importaba ya que de igual forma no volvería a utilizarlo, estaba caminando cabizbaja y sorbiendo mis lagrimas que no me di cuenta cuando tropecé con alguien.

-Cuidado niña- susurro un chico alto de cabello cobrizo luego de que me ayudara a levantarme de la arena.

-Discúlpame- me limite a susurrar aun cabizbaja.

-Tranquila, no es nada.. ¿Estas llorando?- se interrumpió al final cuando no pude contener un gemido.

-No, claro que no- le respondí patéticamente ya que era absolutamente obvio si mi gemido no había sido suficiente para convencerlo el que se me haya quebrado la voz al decirlo seria un gran indicativo -¿Que te pasa? ¿Te lastimaste al caer?- me tomo delicadamente de la barbilla ya que al parecer encontraba muy interesante la arena que había visto toda mi vida, al verlo a los ojos me di cuenta que no era tan mayor como pensaba en un principio que seria, solo era increíblemente alto supongo que estaba pasando por uno de esos estirones de los que hablaba mi padre, el chico poseía unos hermosos pero ahora visiblemente preocupados ojos de un tono que a pesar de la situación Annie se encontró tratando de catalogar, no eran azules, pero tampoco verdes, si existiera un tono perfecto entre el azul y el verde seria el color de los ojos de este chico al final satisfecha decidió que eran del color del océano.

-No, no me lastime- le conteste de nuevo patéticamente para luego terminar de derrumbarme y caer en la arena llorando ahora ruidosamente, el chico se alarmo.

-¡Hey! tranquila por favor, no llores- me decía de forma histérica mientras se sentaba a mi lado y con indecisión al principio empezó a acariciarme la espalda en forma de consuelo. Yo obviamente hacia oídos sordos mientras lloraba aun más fuerte.

-Por favor, deja de llorar- dijo con voz suplicante y una pequeña parte de mi siento lastima por el, el pobre se encontraba claramente fuera de su elemento no sabia que hacer para que dejara de llorar pero de todas formas lo intentaba, eso me conmovió por eso hice un esfuerzo para tratar de detener los sollozos y ver al chico que me abrazaba.

El sonrió -Eso.. ¿Ves? no fue tan difícil- dijo limpiando las lagrimas con su pulgar.

-Y bien, ¿Por que llorabas?- pregunto luego de un rato cuando ya me había calmado completamente pero rápidamente torció el gesto al darse cuenta que posiblemente no era la pregunta mas inteligente que hacer en estos momentos -Lo siento, no respondas es obvio que es algo de lo que no quieres hablar- añadió y vi en sus ojos que estaba buscando indicios de lagrimas, así que decidí ser fuerte y contestarle, el estaba haciendo un intento de ayudarme y no estaba poniendo de mi parte.

-Mi madre murió- me limite a decir procurando que no me volvieran a atacar las lagrimas.

Primero el se vio sorprendido de que le contestara luego solo me dedico una sonrisa triste -Ya entiendo, ¿Cresta, no?-

-Mis padres fueron al funeral de tu madre, lo siento mucho- siguió sin esperar una afirmación de mi parte.

-Gracias, ni siquiera me conoces y tuviste que aguantar todo esto-

-No te preocupes, supongo que yo estuviera igual si perdiera a mi madre- contesto, volví a bajar la mirada y el se dio cuenta de su error por que agrego rápidamente -Lo siento, no soy muy bueno en esto.

Sonreí débilmente -¿Como te llamas? No recuerdo haberte visto antes -añadió desesperado por distraerme.

-Annie Cresta-

El sonrió -Bueno entonces es un gusto Annie, Mi nombre es Finnick Odair-

-Muchas gracias por aguantar todo esto Finnick, pero ya me tengo que ir, mi papa debe de estar preocupado- me sentí culpable instantáneamente, fue un poco egoísta de mi parte irme de la forma en que lo hice.

Se levanto de mi lado mientras quitaba la arena de sus pantalones -Nos vemos, Annie-

Luego de unos meses volví a hablar con Finnick, aunque desde ese día siempre estuve al pendiente de el resultaba que mi padre le vendía continuamente redes al suyo, lo vi también en el colegio, descubrí que iba dos años por encima del mio.

Un día mientras miraba por la ventana de mi cuarto lo vi en la playa y decidí acercarme, lo encontré en la playa igual como el me encontró a mi, camine hasta el viendo que no tenia su típica sonrisa, ni tampoco la confianza que parecía siempre poseer.

Estaba preocupado, preocupado por su primera cosecha ya que al tener doce años ya era elegible para los Juegos del Hambre de este año, unos juegos organizados por el Capitolio donde niños de doce a dieciocho años eran elegidos para matarse unos a otros hasta quedar uno que se nombraría vencedor.

Le prometí que no seria elegido, le recordé que ni siquiera había seguramente no había pedido teselas que su nombre entraría una sola vez, lo prometí como si en verdad tuviera la certeza, como si fuera algo que estuviera en mi control, el me creyó.

Luego de la cosecha de ese día no encontramos de nuevo en la playa y desde ahí, nos veíamos casi todos los días en el mismo lugar, ya sea para hablar, hacer competencias para ver quien nadaba más rápido las cuales siempre eran muy reñidas o para intentar pescar algo en lo cual Finnick pateaba sin duda mi trasero, lo que yo no sabia era que dos años mas tarde la suerte no iba a estar del lado de Finnick y por consecuencia tampoco del mio.

Hola, esta es una historia que subí antes pero no continué, así que luego de casi dos años decidí hacerlo. Denle una oportunidad. Tratare de subir un capitulo cada semana excepto el capitulo uno que lo subiré mañana. Díganme si les gusta.