¡Hola! Ya tenía esta idea desde que vi el capítulo en el que Jinora observaba la estatua de Aang, pensé que habría algo como esto en la serie pero no :( Así, pues lo hice yo. Es algo extenso, es lo más grande que he escrito. Espero que les guste :D


Se encontraba en el pabellón de meditación, habían pasado apenas dos días desde que recibió sus tatuajes, ese día Korra había partido al polo sur para tratar sus heridas y su padre estaba empezando a ocuparse de nuevo con los líderes mundiales para saber quién necesitaba a los maestros aire, aún éramos muy pocos y no podíamos abarcar todo el mundo así que se solucionaría por prioridad. Ikki y Meelo estaban "en una importante tarea de exploración por la isla y la ciudad" con el Tío Bumi y los maestros aire que venían del Reino Tierra a la cual Jinora no quiso ir, algo le decía que tenía que quedarse en casa y meditar, algo en ella no estaba bien y debía saber qué y por qué.

Llevaba varios intentos por conseguir encontrar lo que estaba fuera de su lugar pero no lograba conectar nada, había dejado de contar las veces en las que interrumpió su meditación y abrió los ojos por el malestar que le causaba. No era un dolor de cabeza y tampoco era un mareo, le causaba confusión o nubes en la mente, algo por el estilo, cada que estaba a punto de entrar en su profundidad sentía como si algo le jalara, no, más que eso como si le llamaran a ir por otro camino. En ninguna lección que su padre le había dado ni en ningún libro describía algo como lo que sentía.

-Vamos, Jinora relajate y concentrate en lo que sea que este ahí – susurró para sí misma y volvió a cerrar los ojos.

Una vez más, con facilidad dejaba su mente en blanco y empezaba abrir "candados" en su camino, estaba llegando al lugar de conflicto, no sentía nada, no había energías extrañas. Todo estaba en su lugar, pero ¿entonces que era? Por alguna razón no le dejaba avanzar, ella quería hacerlo pero alguien se lo estaba impidiendo. Escuchó murmullos que no lograba descifrar y luego lo oyó: "Jinora".

Abrió los ojos abruptamente y dejo su posición. Se levantó y condujo la mirada por el pabellón, no había nadie con ella, estaba sola y estaba anocheciendo. Respiro profundo y se calmó. Una última respiración y dio media vuelta hacía el Templo.

….

Estaba en su habitación preparándose para dormir, aún sentía esa extraña sensación. Había decidido ignorarla, el día siguiente llegaría su padre y hablaría con él sobre ello quizá era algo que ocurría después de consagración de maestro Aire y que no había sido documentado después de todo las cosas habían cambiado desde que Korra dejo abiertos los portales. Se acomodó entre sus cobijas pero en el momento en el que cerró los ojos para intentar dormir lo escucho de nuevo: "Jinora". Abrió los ojos y se sentó con rapidez volteando a los lados de su habitación. Nadie. Se levantó y salió al pasillo.

¿Hola? – preguntó a la nada, todos estaba durmiendo.

Salió de las habitaciones de las mujeres hacía el lugar donde los bisontes dormían, se quedó unos momentos observándoles mientras sentía la tenue brisa que la bahía le proporcionaba. "Jinora, ven". Escuchó de nuevo pero esta vez no se sobresaltó, estaba alerta y le había sentido por primera vez desde que empezó a escucharle. Sentía una poderosa energía espiritual que le jalaba pero ¿A dónde? Comenzó a caminar dejando que la energía la guiara, atravesó el jardín principal, pasó por el templo hacía el pabellón de meditación y se detuvo justo en el centro. De pie e inmóvil observo atentamente la estatua del Avatar Aang, le embargaba la misma sensación que cuando observo la estatua de su abuelo en el Templo Aire del Sur, era algo místico, algo más allá de las simples energías espirituales. Se sentó y adopto la postura de meditación.

Sintió un cambio, dejo pasar unos momentos antes de abrir los ojos. No sabía dónde estaba. Seguro no seguía en el pabellón… ¿el mundo de los espíritus? Había estado un buen rato en el mundo de los espíritus como para saber que jamás había ido a donde se encontraba. Le rodeaba una densa niebla pero no era como la niebla en la que Unalaq la había puesto, la niebla de las almas perdidas le había hecho perderse en el instante, esta niebla era solo niebla. No lograba ver a nadie, ni siquiera podía ver sus propios pies.

- ¿Hay alguien ahí? – pregunto a modo de tanteo. - ¿Hola? ¿Podría decirme que es este lugar? –

De repente la niebla se comenzó a disipar lentamente. Pudo ver sus pies, estaba parada en suelo rocoso, la visión frente a ella comenzó a aclararse y lograba divisar a una persona que venía hacía ella, a sus lados la niebla descubría pequeños arbustos, árboles y montañas bajas. La persona estaba casi frente a ella pero aún no lograba verla con claridad pues la niebla aún seguía.

-Hola, soy Jinora. ¿Sabes que es este lugar? – preguntó de nuevo con algo de cautela pero con la mayor naturalidad posible.

-Hola, Jinora. – respondió el extraño,

Al saludarle la niebla se fue y lo vio. Tenía unos centímetros menos que la estatura de su padre y su rostro tenía facciones un poco más finas pero por todo lo demás era casi igual a su padre. Su abuelo, el Avatar Aang estaba frente a ella sonriendo. Jinora se quedó completamente muda, había visto diversas fotografías de su abuelo, desde los libros en los que se redactaba la guerra de los Cien años y la fundación de Republica Unida hasta las fotografías familiares que Gran Gran conservaba. Se había aprendido de memoria miles de datos que referían a él y a los avatares en general y gustaba de escuchar de su abuela Katara las aventuras de que juntos habían vivido. Jamás se imaginó que llegaría a conocer a su abuelo en persona, porque era prácticamente imposible, él había muerto años antes de que Jinora naciera. Ningún avatar anterior se había presentado a alguien que no fuera el avatar sucesor o los maestros de este. No había precedentes. O quizá sí pero ella no lo sabía.

-¿A…Abuelo? – preguntó sin poder creerlo y casi de inmediato se abalanzó a él en un abrazo. Aang la recibió sin borrar su sonrisa.

-Es muy bueno conocerte por fin, Jinora – le dijo, Jinora se separó y el avatar se puso a su altura – He visitado varias veces a Katara en sueños y en todas ha hablado de lo increíbles que son sus nietos y ahora gracias a Korra he podido comprobarlo en diversas ocasiones -

Coloco una de sus manos en la calva cabeza de Jinora y la otra sostuvo una de las manos de Jinora, observando los tatuajes detenidamente.

-Tienes casi doce años, la misma edad que yo tenía cuando recibí mis tatuajes. Que orgullo. – sonrió pero su expresión cambio al notar que su nieta seguía sin mediar palabra - ¿Jinora? ¿Sucede algo? –

Jinora salió de su letargo y negó con la cabeza.

-Solo que, no puedo creerlo. – comenzó a hablar con rapidez – Durante mucho tiempo estuve escuchando historias de tanta gente sobre cómo era el Avatar Aang, mi papá me contaba muchas cosas sobre ti, abuelo. Y tengo tantas preguntas y tengo tantas cosas que decirte y no sé cómo empezar y sé que en ese momento parece como si fuera Ikki porque creo que estoy hablando muy muy rápido pero es que no sé cuánto tiempo queda. ¿Te iras? Claro que sí, esto no dura por siempre pero ¿Cuánto queda? ¿Cuándo volveré a verte? ¿Qué sucede con Korra? ¿Cómo es que puedo verte? ¿Ikki y Meelo también te conocerán? – tomo una bocanada de aire, se calmó, sonrió y volvió a abrazar a su abuelo – Siempre he querido conocerte, te admiro mucho y nunca pensé que este día llegaría. –

Aang le devolvió el abrazo gustoso por tener a su nieta con él por primera vez, lamentó no haber podido vivir un poco más pero el ciclo del avatar debía continuar y él no era quien para retrasarlo.

-Aún tenemos tiempo, no te preocupes. Responderé todas las preguntas que quieras mi niña curiosa – le dijo – Pero ven conmigo, demos un paseo por aquí – se levantó y de la mano empezó a conducir a Jinora por entre el lugar.

Jinora no se había dado cuenta de nada más y no había caído en cuenta de ya no había niebla alguna. De la mano de su abuelo, dio un rápido repaso visual por el lugar, se había extendido mucho, de hecho parecía un jardín, un enorme jardín. Había un enorme largo en medio de todo, estaba rodeado por árboles, arbustos y rocas. En medio del lago había un pequeño pabellón y más adelante estaba una construcción, se parecía mucho a el Templo Aire del Sur.

-¿En dónde estamos, abuelo? – preguntó.

-Estamos en el jardín Yi Yuan, el jardín de la armonía. Es uno de los lugares más pacíficos en el mundo espiritual. – respondió – Cuando hubo ese problema con la convergencia armónica en el que los espíritus se tornaban oscuros, este lugar fue uno de los pocos en el que la luz y la armonía prevalecieron. – explicó – pocos espíritus se salvaron de tener esa breve metamorfosis y llegaron aquí – señalo con su mano libre a algunos animales espíritus que descansaban en una de las orillas del lago.

-¿Vives aquí? –

-No exactamente, estoy en todos lados pero este lugar es mi favorito. Ven, quiero que conozcas a alguien. –

Le encamino en un camino de roca un poco apartado del gran lago, había un lago más pequeño y en a través de él se alzaban más rocas flotando en el agua, caminaron sobre ellas y se detuvieron frente a una curiosa cueva. Su abuelo la soltó y asomo su cabeza a la cueva y tuvo como respuesta un gruñido amistoso. Reconocía ese tipo de gruñidos, Jinora formo una gran sonrisa. Un bisonte.

-Ven amigo, te encantara verla, te dije que podía hacerlo – le dijo Aang al bisonte. Un gran bisonte volador muy parecido a los de su casa salió de la cuevita. – Jinora, este es Appa. Appa, mi nieta Jinora – presentó el Avatar emocionado.

Jinora avanzó emocionada con algo de cautela, se acercó y acarició la nariz de Appa.

-¡Appa! – tomo más confianza y acarició su cabeza a lo que el animal respondió dándole un gran lengüetazo levantándola unos centímetros del suelo.

Aang se río.

-Le caíste bien – afirmó y también recibió un lengüetazo que hizo que se riera más – Tranquilo, Appa. – el bisonte le gruño amistosamente – Pronto conocerás a los demás ¿está bien?

Ante el último comentario de su abuelo a Appa, Jinora reaccionó de inmediato.

-Entonces, ¿A ellos también los buscaras? – preguntó – Y a todo esto, ¿Cómo es que puedo hablarte, abuelo? Yo no soy el avatar. –

Aang se sentó al lado de Appa e invito a Jinora a hacer lo mismo.

-Sí, a ellos también los buscare… cuando estén listos. – respondió a lo primero – Desde que Korra dejo abiertos los portales nosotros los avatares anteriores la tenemos más fácil para ir venir a nuestro gusto, claro tenemos ciertas restricciones hechas por el avatar Wan… pero no te aburriré con eso. – dijo restando algo de importancia - Antes, cuando los portales estaban cerrados solo podíamos manifestarnos en nuestra reencarnación o frente a ella ya que el avatar era el puente entre los dos mundos, ahora tenemos un poco más de "libertad", sin embargo para hacer presencia debemos elegir a una persona que tenga un verdadero don espiritual y tú… mi querida Jinora, tú lo tienes. –

Jinora proceso esa información, le embargaba una sensación de satisfacción, que la persona que más admiraba reconociera que tenía un don le hacía sentir bastante bien.

-Entonces, ¿Podre hablar contigo cuando quiera? – preguntó.

-No realmente, esto aún es algo nuevo y como todo se necesita práctica. Intente hacer presencia en el mundo terrenal sin la ayuda de un canal espiritual como Korra pero no funcionó muy bien, lamentó si te asuste cuando te estuve llamando. – se disculpó – Necesitaba que tú tuvieras contacto conmigo y por eso te lleve al pabellón frente a la Isla Memorial. La energía espiritual que desprende ese lugar es inmensa y me ayudo bastante. Pero no podrás hablar conmigo cuando lo desees, como tú lo dijiste, no eres el avatar quien es el único que posee esa habilidad de llamar a sus ancestros. –

Jinora hizo una ligera mueca de decepción.

-Vaya. Pero, no sé si sepas pero Korra pasó por algo terrible y al parecer perdió contacto con los demás avatares. –

-Sí, estoy enterado. Todos nosotros sentimos como nuestra conexión se fue. Sin embargo ella todavía tiene esperanza con eso, debe encontrarse a sí misma para encontrarnos a nosotros – explicó – Lo que el loto rojo hizo con ella no fue otra cosa más que distorsionar su lado espiritual y cerrar varios de sus canales y chacras a diferencia de Unalaq que casi destruye el espíritu del avatar, sin embargo ni uno ni otro son daños irreversibles, todo tiene solución y ella debe encontrarla por si sola. –

Se aseguraría de pasar esa información a Korra, quizá faltara mucho tiempo para volver a verla pero aun así le tendría que servir de algo. Appa respiro muy cerca de ella y el aire le hizo cosquillas con lo cual agrego otra pregunta las mil más que esperaban ser respondidas.

-¿Puedes hacer aire control aquí? – preguntó

El avatar no respondió, se levantó, subió a la montura de Appa y en seguida bajo. Tenía algo en las manos pero antes de que Jinora descifrara lo que era, Aang separo las manos y en medio de la distancia entre sus palmas estaban un par de canica dando vueltas por el aire control.

-Oh, el truco que tanto platica la abuela Katara – reconoció. - ¿Cómo lo haces? Se supone que aquí no se puede.

-Ja ja, sí hacía esto todo el tiempo. Me sorprende que te lo contara, pensé que la tenía harta, toda una vida viéndome hacer esto – dijo y dejo las canicas de lado. – Sí se puede. Appa también puede volar aquí. Appa y yo llegamos aquí completos, cruzamos el mundo de los espíritus en el momento indicado y por eso es que podemos hacer aire control y el por qué… ¡no tengo canas! – le dijo señalando su corta barba.

Jinora se carcajeo de la última ocurrencia de su abuelo, imposible que su padre fuera hijo de él. Aunque, ella también era un poco seria.

-Abuelo, ¿Extrañas a Gran Gran? – preguntó Jinora. – Ella me ha platicado muchas veces como se conocieron pero creo que sería interesante saber tú punto de vista.

El avatar sonrió un tanto melancólico.

-Sí, la extraño. La extraño horrores, aunque a veces la veo no es lo mismo que estar a su lado. Sin embargo debo ser paciente, el momento llegara – suspiró – Bueno, ella me encontró en el iceberg, su rostro fue lo primero que vi y lo único que podía pensar era en lo hermosa que era esa chica. Meses después, comprendí el cómo congenie con ella tan rápido, espero que tu padre te allá instruido con las energías sino esto será confuso para ti.

-Sí, lo hizo fue una de las últimas lecciones antes de darme los tatuajes.

-Bien, el amor es una forma de energía que trasciende la muerte, yo tenía muchos amigos monjes entre los Nómadas Aire y cuando ellos murieron por la guerra el amor que yo sentía por ellos y viceversa no se fue, reencarno en Katara. Ella era todo lo que tenía, después llegaron mis tres hijos y ese amor se multiplico.

-Eso es tan hermoso – comentó Jinora imaginándose todo otra vez.

De pronto la niebla comenzó a manifestarse de nuevo, lentamente.

-¿Qué sucede? – preguntó a su abuelo Aang.

El avatar enarco una ceja y dirigió su mirada al frente, como viendo algo o a alguien.

-Tu tiempo aquí se termina – explicó – Lamentó que esto no pueda durar más pero algo me dice que no será la última vez que me veas – le dijo sonriendo, se levantó y ayudo a Jinora a pararse. – Te acompañare para regreses bien. –

-¿Regresar bien? No es la primera vez que vengo al mundo de los espíritus, abuelo – replico Jinora

-Lo sé, lo sé. Pero es la primera vez que yo te traigo y no que tú vienes y eso es diferente.

-Oh, bueno. - hizo un mohín, no quería irse - Adiós, Appa. Tus bisontes descendientes están siendo bien cuidados – le dijo acariciando al bisonte y Appa le respondió con otro lengüetazo de despedida y un gruñido amable.

Se encaminaron fuera de la cueva y del pequeño lago, la niebla se comenzó a poner densa y la rapidez con la que aparecía había aumentado. No quería irse, le falta mucho por preguntarle, mucho que quería escuchar. El avatar formo un camino de hielo en el lago que conecto al pequeño pabellón y caminaron sobre él.

-¿Qué sucede si no quiero volver y me quedo un momento más? – preguntó.

-Con seguridad, Tenzin quien acaba de llegar de su viaje se preocuparía, sabrían que estas en el mundo de los espíritus y como aquí el tiempo es una ilusión no sabemos cuánto habrá transcurrido desde que saliste, será una suerte si todavía no llaman a Kya o Katara para que entres en agua espiritual.

Eso sonaba muy mal. La última vez fue un semana de ausencia y todos habían estado muy preocupados por ella. Llegaron al pabellón y su abuelo se puso a su altura.

-Jinora. – comenzó – Obtuviste tus tatuajes a la misma edad que tu padre y yo los obtuvimos, eres la líder espiritual del avatar y eres una de las primeras maestras aire de tu generación. Me haces muy orgulloso, no podía esperar más de mi hijo Tenzin y de mi nieta. –

A Jinora se le empezaron a llenar los ojos de lágrimas. Abrazó a su abuelo como despedida y permaneció ahí.

-Te quiero mucho mi niña. – Le dijo y depositó un beso en la frente de la niña - No olvides recordar a Bumi y Kya que también los amó y que estoy muy orgulloso de ellos. Pronto los veré a ellos también pero hasta entonces sería bueno que alguien se encargara de recordárselos. – sonrió.

La niebla los cubrió y ella dejo de tener visibilidad.

-Te voy a extrañar abuelo –

-Recuerda Jinora, que yo estoy contigo, siempre estaré contigo. En el aire, en la brisa, nunca los dejare. -

Afianzó su abrazo pero por mucho que intentara retenerlo sentía como la túnica de su abuelo se le iba entre las manos, de un momento a otro sintió que otro cambio y escucho el murmullo de la gente.

Abrió los ojos y se encontró de nuevo en el pabellón espiritual de su hogar, le rodeaban su madre, Ikki, Meelo, su tío Bumi y su padre.

-Jinora, ¿Qué estabas haciendo? – preguntó su padre con un deje de preocupación.

Jinora se levantó sintiendo un ligero adormecimiento en sus piernas y viendo que estaba atardeciendo. ¿Cuánto tiempo se fue? Le habían parecido minutos. Volteó a ver a su padre y lo abrazó.

-Papá, no vas a creerme – se separó y empezó a contar la historia a su familia y tal como su abuelo quería transmitió tal cual el mensaje a su Tío Bumi.

Esperaría con ansias la próxima vez que pudiera verlo de nuevo, su sueño se había hecho realidad, conocer a la persona que más admiraba. Sabía que sus horas de estudio y meditación le retribuirían de alguna forma. Ahora solo debía ser paciente y volvería. Moría por contárselo a Korra.


Gracias por leer ^-^

Unos cuantos reviews no me harían mal :P

-Aly