Las mañanas de invierno eran frías, ni siquiera correr ayudaba contra eso, Ushijima se encontraba dando vueltas al parque, eran las seis de la mañana y muy pocas personas pasaban a su alrededor o más bien, eran pocas las personas a las que pasaba mientras realizaba su rutina diaria de ejercicio. El correr todos los días era una costumbre que había tomado desde que estaba en preparatoria, aún recordaba como sus padres solían llamarle la atención todo el tiempo por exigirse demasiado y como a pesar de eso no pudo dejar de hacerlo, sin darse cuenta su mente se trasladó a esas épocas, aún recordaba lo mucho que se había esforzado para ingresar al Servicio de Inteligencia Secreto tuvo que trabajar bastante para que su condición tanto física como mental estuvieran en un estado óptimo.
Su vida nunca fue nada más que perfecta, Ushijima era un joven de gran atractivo, además de que tenía la facilidad de hacer cualquier cosa, se podría decir que era bueno en todo. Todas esas cuestiones siempre lo llevaron a ser el centro de atención, admirado por muchos y odiado por otros tantos más. Para ser sincero eran detalles que no solían importarle, procuraba hacer su vida sin meterse con nadie más o al menos eso era lo que siempre llegó a pensar.
Cuando cumplió los 18 años, ingresó a la academia de policía, como era de esperar, su desempeño fue el mejor; tanto que sus padres y toda persona que lo conocía desbordaban orgullo por él. En la Academia las cosas no eran diferentes, sus instructores y compañeros solían felicitarlo con frecuencia, realmente consideraba que su vida no podía ser mejor. Después de 4 años se graduó con honores e inmediatamente paso a ser un agente del Servicio de Inteligencia Secreto, al principio tuvo misiones pequeñas, pero conforme fueron pasando los meses sus superiores le confiaron delitos más grandes y peligrosos, todo parecía ir viento en popa, todo era perfecto en su vida, nunca habría imaginado que dos años después lo perdería todo, más bien, le quitarían todo lo que alguna vez le había importado.
Se detuvo en seco cuando sus pensamientos tomaron ese rumbo, realmente no quería recordar esa parte de su pasado, fue hasta ese instante que noto cuan tarde era, le daba la impresión de que había estado corriendo por bastante tiempo sin siquiera darse cuenta, estiró un poco su cuerpo y comenzó a caminar rumbo a su departamento. Al entrar al edificio saludo a unas cuantas personas y tomo el ascensor que lo llevaría hasta el último piso, lugar en el que se encontraba su hogar, al llegar fue directo a su habitación, tomó una ducha rápida y busco un cambio de ropa.
Veinte minutos después Ushijima se encontraba en el estacionamiento de su edificio, subió a su motocicleta y revisó por última vez para así asegurarse de que no olvidaba nada, en cinco minutos más ya se encontraba manejando con destreza por las ajetreadas calles de la ciudad. El trafico era demasiado, afortunadamente su motocicleta le permitía esquivarlo lo mejor posible, tardo alrededor de media hora en llegar a la agencia, paso por la zona de seguridad, cosa innecesaria si consideraba que era el jefe, los subordinados y oficiales se movían de un lado a otro, el índice de crímenes subió considerablemente en los últimos meses, por los barrios bajos de Japón se corrían rumores acerca de una mafia bastante poderosa, una mafia que se estaba encargando de eliminar a las pequeñas pandillas para así poder tener el completo dominio sobre Japón.
Salió de sus pensamientos en cuanto noto a la persona que se encontraba recargada en la puerta de su oficina, frunció un poco el ceño y espero a que se hiciera a un lado para así poder abrir la puerta y entrar. –Cierra la puerta en cuanto entres...– No necesitó decir más, el hombre que lo seguía era su mano derecha, el único que lo conocía incluso mejor que el mismo. Ushijima preparó dos tazas de café y las coloco en su escritorio, tomo asiento mientras esperaba a que su amigo y segundo al mando comenzará a hablar.
–Parece que alguien se levantó con el pie izquierdo de la cama... No me veas así Wakatoshi, solo digo la verdad, te ves terrible.– Esas palabras pertenecían nada más y nada menos que a Kuroo Tetsurō, el segundo al mando de la agencia y podría decirse que el mejor amigo de Ushijima, en realidad no tenían nada en común, salvo por sus múltiples escenas del crimen.
–¿Que es lo que quieres Kuroo? Tengo bastante papeleo que revisar.– Ushijima le dio un sorbo a su taza de café mientras observaba al pelinegro, sabía que no necesitaba dar detalles para que entendiera que su estado de ánimo no era tema a tratar.
–Entiendo, entiendo, no hablaremos sobre eso... De hecho, estoy aquí para decirte que esta noche saldremos por unas copas, Iwaizumi ya acepto y también Lentes-kun, Sawamura dijo que me avisaría más tarde, pero lo tome como un si, solo faltas tu, pero igual se que aceptaras y no quiero excusas baratas sobre el trabajo de por medio.– El pelinegro sonrió maliciosamente y tomo su taza de café para ir a sentarse a un sofá, le dio un pequeño sorbo para después dejarlo sobre la mesa de centro. –Demasiado amargo... Por cierto, ¿ya elegiste al equipo que necesitas para la nueva misión?–
Ushijima dejo escapar un pesado suspiro, no tenía caso que se negara a la invitación del contrario, sabía de primera mano que no serviría de nada. –En ocasiones como esta me pregunto porque sigo tratando contigo. Dime el lugar y la hora... Sobre el equipo, ya esta todo listo, justo ahora deben estar recibiendo las carpetas con la información primordial, la reunión será dentro de tres días, tendrán tiempo de sobra para analizar el caso.–
Kuroo observó al pelioliva con seriedad, lo conocía bastante bien como para saber que esta misión seria diferente, sus vidas estarían en juego desde que aceptarán entrar, aun así, no podía evitar emocionarse. Se preguntaba que tipo de criminales serían los miembros de esa mafia, más haya de su personalidad psicópata y acciones retorcidas claro esta, después de un largo silencio se puso de pie, camino hacia la salida y tomo el pomo de la puerta.
–Tu seriedad me pone los pelos de punta, iré a leer mi propia carpeta, te veré más tarde.– Salió de la habitación y se giró para decir una última cosa. –Club Axxwel, 9 pm, no lo olvides.– Le guiño un ojo al contrario y cerró la puerta detrás de él.
El pelioliva negó un poco mientras esbozaba una ligera sonrisa, no estaba seguro de a que se debía esa reacción, de repente comenzó a sentir una extraña emoción, quizá era la idea de salir a distraerse con sus colegas o quizá era la sensación de peligro que acompañaba a todos los datos que contenía la carpeta que sostenía en sus manos; no tenía caso mentir, la segunda opción sonaba más viable.
