¡Hola! Os preguntaréis: Alicia, ¿qué haces subiendo una nueva historia si a duras penas actualizas Redención?

Pues básicamente porque es un reto al que me apunté hace mucho, porque el fic está estructurado y no es muy largo (12 caps) y tengo mitad de la historia escrita so...

¡Bienvenidos a Anathema!

Espero que os guste :D


Aclaraciones: EWE (epilogue, what epilogue?, básicamente que el epilogo no existe); Rated T por palabras mal sonantes y un poco de tensión sexual en futuros capítulos, pero NO hay lemon.


Disclaimer: Todo lo reconocible de Harry Potter es de JotaKá.


Este fic participa en el reto anual "Long Story 5.0" del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black.


Dedicado a Iris, Tania y Laura, que son las tres bellas chicas me están beteando esta historia desde que empecé a escribirla y soportan mis desvaríos y dudas sobre ella :)


-Anathema-

Capítulo 1: Adhuc Stantes (Todavía en pie).

Hermione abrazó con fuerza a Harry y a Ron, sus delgados brazos rodeaban a ambos chicos mientras ellos la envolvían en un apretado abrazo. Ginny y Luna esperaban detrás de ella, ya se habían despedido de sus familiares así que estaban esperando a que Hermione decidiese soltar a sus dos mejores amigos para ir con ellas hasta el tren y emprender el rumbo a Hogwarts.

—Pórtate bien —dijo Harry con tono burlón cuando por fin se separaron—. No quiero que me llegue una carta de Hogwarts quejándose de ti.

Hermione rodó los ojos mientras le daba un golpe juguetón a Harry en el hombro. Abrazó por última vez a sus amigos y tras un par de palabras más de despedida, se alejó con las chicas, esperando para subir al tren.

Levantó la mirada de su maleta un minuto, frunciendo el ceño al ver un grupo de Slytherin de su edad alejados del tren, casi en una esquina de la estación. Parecían estar esperando a alguien. Le pareció reconocer entre las personas el cabello platinado de Malfoy que se acercaba con rapidez justamente al grupo de serpientes que observaba, pero la voz de Ginny llamándola para que entrase la obligó a apartar la vista.

Subió al tren y siguió a sus dos amigas hasta el vagón donde estaban Seamus, Dean y Neville sentados. Tomó asiento justo frente a los chicos, al lado de la ventana. A los pocos minutos el silbato que anunciaba que el tren comenzaría a moverse sonó, mientras que los gritos ilusionados de los niños de primer año resonaban por todos los vagones.

—Es bueno volver a Hogwarts —suspiró Dean—. Incluso después de… bueno, la guerra.

—Sí —concedió Ginny—, es como volver a casa.

«A casa», pensó Hermione. «Ya no sé si puedo considerar Hogwarts como un hogar.»

La castaña se mantuvo en silencio, cerrando los ojos y apoyando su cabeza contra la ventana. Simplemente esperando abrir los ojos y estar en el colegio otra vez, como si nada hubiese sucedido ese año.


Draco llegó con rapidez a la esquina de la estación donde sus amigos Theo, Daphne, Pansy y Blaise estaban esperando a que él apareciese.

—Casi no llegas —se quejó Parkinson—. Ya pensaba que tendríamos que irnos sin ti.

—Estaba resolviendo unos asuntos —contestó de manera cortante.

Nott y Zabini le dedicaron una mirada conocedora y comenzaron a caminar en dirección al tren, donde casi todo el mundo había subido ya. Daphne le apretó el brazo y le dedicó una pequeña sonrisa antes de seguir a los chicos y adentrarse en el tren.

—¿Todo bien? —preguntó Pansy al ver la mala expresión de Draco.

—Sí —respondió él con rapidez—. Todo está perfecto.

Ambos comenzaron a andar en silencio, subieron al tren y caminaron por los pasillos detrás de sus compañeros hasta llegar a uno de los últimos vagones. Una zona del tren que estaba completamente desierta.

—¿Emocionados por volver a Hogwarts? —cuestionó Theo, su voz derrochando ironía. El silbato que anunciaba la salida del tren hacía Hogwarts terminó de sonar.

—Nada me hace tanta ilusión —contestó en el mismo tono Blaise.

Volver a Hogwarts no era una alegría para ellos, sino una sentencia.

—Son solo nueve meses, chicos —dijo Pansy con voz suave, dijo Pansy con voz suave, mientras su mirada se perdía en algún punto del paisaje detrás de la ventana—. Antes de lo que os deis cuenta esto habrá acabado.

Daphne asintió, de acuerdo con las palabras dichas por la pelinegra, a la vez que Theo y Blaise hacían una mueca molesta pero sin añadir nada. El silencio se instauró entre ellos, el sonido de las ruedas del tren se movía por los raíles y sus respiraciones eran el único sonido que podía apreciarse.

Draco observaba por la ventana, con su mente perdida en algún lugar lejano de ese instante, pero más cercana al colegio que nunca. No quería volver, no fue su plan en ningún momento. Pero las cosas jamás salían como él las planeaba y ahí estaba otro año más. Encerrado en un vagón rumbo a un lugar que no quería pisar y obligado a reencontrarse con gente que no quería volver a ver.

«Perfecto, simplemente perfecto», pensó.

Y decidió cerrar los ojos y escapar, al menos unos minutos, de su horrible realidad.


La ceremonia de selección ya había finalizado, la sorpresa se reflejaba en la cara de la mayoría por el hecho de que gran parte de los nuevos alumnos habían sido seleccionados en Slytherin. Y los demás habían sido repartidos equitativamente entre las tres casas restantes.

—Es lógico —comentó Hermione cuando sus amigos comenzaron a hablar sobre lo ocurrido—. La guerra saca a relucir dos características de Slytherin.

—¿A qué te refieres? —cuestionó Seamus.

—Astucia y supervivencia —contestó con simplicidad—. Pensar que la mayoría de esos niños han estado involucrados en la guerra, de alguna manera u otra se han visto obligados a moverse para sobrevivir. Por muy pequeños que sean.

Nadie hizo otro comentario al respecto. El ambiente jovial que Hogwarts solía tener durante las cenas era completamente distinto ese año. Este era más apagado, más oscuro, ensombrecido por los recuerdos de la batalla.

—Me sorprende verlos aquí —dijo Ginny con la mirada clavada en la mesa de Slytherin—. Sinceramente no esperaba que volviesen.

La mayoría de sus compañeros miraron en la misma dirección; hacia el grupo de Slytherin, que Hermione había observado aquel día en la estación, sentados en una de las esquinas de la mesa. Pero esta vez Draco Malfoy estaba entre ellos y Hermione no pudo evitar apartar la vista cuando recordó los ojos de Malfoy clavados en ella mientras Bellatrix la torturaba en el salón de su casa.

—No deberían estar aquí —susurró Cormac McLaggen con odio—. Son la escoria de la sociedad; mortífagos, asesinos.

—Ninguno de ellos tiene la marca, Cormac —replicó Ginny, aunque no parecía tampoco muy feliz con la idea de que de los Slytherin estuvieran ahí—. No son asesinos.

—¿Y Malfoy qué?

Las miradas volvieron a dirigirse hasta el grupito de serpientes, pero esta vez ellos miraban en su dirección. Helándole la sangre a más de uno por la frialdad que brillaban en los ojos de los chicos, sobre todo en los de Draco.

—Asesinos —repitió Cormac y esta vez no hubo respuesta.


—Los Gryffindor están mirando hacía aquí —avisó Theo sin levantar la vista de su plato—. Parece que encuentran entretenido mirarnos comer.

Daphne, Pansy, Blaise y Draco levantaron ligeramente la mirada, confirmando el hecho que Theo acaba de comunicarles y sabiendo que posiblemente eso se convertiría en algo regular de ahora en adelante.

—Que les den —desestimó Blaise—. Que miren lo que quieran, por mucho que nos observen no vamos a desaparecer.

—Estoy segura que eso es lo que buscan —dijo Pansy sin levantar la vista de su plato.

Draco clavó su mirada en Granger, los recuerdos de lo sucedido meses atrás en su casa hicieron que la bilis subiera por su garganta. Apartó el plato de comida frente a él, su estómago se cerró ante los recuerdos, su boca se secó ante las imágenes que se proyectaron en su mente.

—¿Qué pensáis de la Selección? —preguntó Daphne buscando cambiar de tema—. Estoy sorprendida por la cantidad de gente que fue mandada a nuestra casa, pensaba que con suerte tendríamos cinco o seis integrantes nuevos.

—La guerra tiene sus consecuencias en todos, Daph —habló Draco—. Esto solo es una prueba de ello.

Con esas palabras el rubio se levantó, llamando la atención de algunos. Con un gesto de cabeza se despidió de sus amigos y salió del Gran Comedor.

Bienvenidos a Hogwarts un año más.


Las clases comenzaron y poco a poco todos, nuevo y veteranos, trataban de adaptarse a la rutina. Los de Gryffindor de séptimo año coincidían en Transformaciones y Pociones con Slytherin, algo que no era de agrado para la gran mayoría. Los estudiantes que habían escogido Runas Antiguas también coincidían con las serpientes.

En ese momento se encontraban en el aula de Pociones. La profesora Smith era la encargada de impartir Pociones ese año y siempre tenía una sonrisa en el rostro, aunque dentro de la clase si se sentía molesta por alguna razón podía ser realmente estricta e imponente. Algo que había demostrado cuando McLaggen y Jenkins hicieron un comentario despectivo contra la presencia de los Slytherin en el colegio, cosa que les valió quince puntos menos para Gryffindor y un castigo en la tarde.

Las serpientes se mantenían impasibles a cualquier ataque, relegados en las mesas del final y sentados cerca los unos de los otros. Draco era el único que no tenía a alguien a su lado, sus cosas estaban colocadas en la mesa vacía y su vista vagaba de la pizarra a sus apuntes. La frialdad de su mirada helaba a cualquiera que conectase sus ojos con los grises del rubio.

—Bueno, con esto acaba la clase, podéis iros.

Con rapidez todos recogieron sus cosas y salieron del aula. Hermione se quedó en la puerta esperando a que Ginny saliese. Observó a Malfoy a lo lejos, hablando con Pansy sobre un tema y manteniendo ese porte aristocrático que le había visto desde el primer año.

No podía negar que le sorprendía verlo allí, después de lo sucedido en la guerra dudaba de su asistencia a Hogwarts para terminar sus estudios. No se había planteado la vuelta de ninguno de ese grupo de Slytherin, realmente.

—¿Vamos, Herms?

La castaña se giró y asintió, dándole un último vistazo al lugar donde estaba Malfoy.

—Sí, vamos.


Lentamente Septiembre llegaba a su fin. Había sido duro para todos caminar por los pasillos del colegio sin que los recuerdos de lo acontecido meses atrás volviese hasta ellos. Más de una vez Hermione sentía que perdía la respiración o que la tristeza la embargaba cuando paseaba por los jardines de Hogwarts o pasaban por la, ahora clausurada, torre de Astronomía.

Los recuerdos todavía estaban a flor de piel y más de una vez las salas comunes de cualquiera de las casas se veían repletas de sus estudiantes de séptimo año. Las pesadillas les impedían dormir o el propio insomnio era el causante de su presencia en la sala principal por la madrugada.

La propia McGonagall había mandado un comunicado en el que informaba que se estaba suministrando, en caso de que fuera necesario, pociones para dormir sin sueños a los estudiantes. Hermione se había visto más de una vez en la puerta de la enfermería en busca de uno de esos brebajes para conseguir descansar un par de horas, y mantenerse despierta y activa durante las clases.

Incluso si eso parecía extremadamente difícil.


En ese instante Luna y Hermione se encontraban observando el tercer entrenamiento del equipo de Quidditch de Gryffindor y Ginny estaba dando órdenes a los jugadores antes de ponerse a practicar con la snitch.

En las piernas dobladas de Hermione se encontraba uno de los últimos y mejores volúmenes sobre Transformaciones que había en la biblioteca y que casi no consiguió dado a la cantidad de personas que lo pidieron. Luna, por su parte, estaba haciendo la tarea que la profesora de Runas Antiguas había mandado y que la obligaba a estar rodeada de diferentes diccionarios sobre los símbolos antiguos.

Un silbato sonó, llamando la atención del equipo y de las dos chicas que descansaban en las gradas. La mirada de todos bajó hasta la entrada al campo, donde el equipo de Slytherin, presidido por Theodore Nott, esperaba pacientemente el descenso de Ginny y sus compañeros.

—¿Qué hacéis aquí, Nott? —preguntó Ginny cuando llegó hasta ellos—. Nos pedimos el campo de entrenamiento toda la tarde.

—McGonagall nos mandó a avisaros de que tenéis que dejarnos el campo a nosotros, al parecer Ravenclaw y Hufflepuff pactaron tener mañana un partido de práctica durante nuestras horas de entrenamiento y nos pasaron las prácticas a hoy.

Ginny asintió, observando el papel firmado por McGonagall que Nott le tendió. Se giró e hizo descender al resto de sus compañeros, dando por finalizado su entrenamiento de ese día. Cuando pasaron al lado del equipo de Slytherin; Cormac, Jenkins y Duncan chocaron sus hombros de manera intencional con Malfoy y Zabini.

Hermione observó todo junto a Luna desde las gradas. No pasó desapercibido para ella la manera en la que los puños de Malfoy se apretaron o como Pansy agarró del brazo a Blaise cuando Jenkins chocó contra él.

La Gryffindor sabía que ese mes había sido muy duro para todos esos Slytherin, el rechazo y el odio de los alumnos de las demás casas había hecho su estadía allí bastante desagradable. Pero ellos se habían mantenido indiferentes ante cualquier provocación. Nunca respondían ni devolvían los insultos.

Allí estaban, a finales de Septiembre, el primer mes de ese último año terminando y ellos seguían de pie. Sin saltar a las provocaciones, sin derrumbarse por los recuerdos, sin dejar que nada les hundiese.

Al igual que ella y sus amigos, los Slytherin seguían firmes.

Seguían luchando.

Estaban todavía en pie.


¡Y ya está! ¿Qué os ha parecido? ¿Bien? ¿Mal? ¿Increíble? ¿Fatal? Not bad?

Vuestras opiniones las podéis dejar en los comentarios :)

Sobre las actualizaciones, mi intención es subir capítulo cada 10-12 días, sin embargo no puedo afirmaros con exactitud si me mantendré con ese ritmo, por ahora tengo escrito hasta el capítulo 5 y empezando el 6, así que no creo que llegue a tardar siglos como con Redención, pero no os aseguro nada.

Pues sin nada más que añadir, muchas gracias por leer, espero que este primer capítulo os haya gustado y que me dejéis un review :D

Besos y abrazos,

AliciaBlackM.

PD: ¡REVIEWS y GO!