Tu enfermedad

Shershiya Runa

Capítulo único


Siente la cama moverse debajo de su cuerpo, un objeto caliente y húmedo se paga a su costado y hace que inevitablemente se despierte para ver lo que pasa. Es ahí cuando escucha sus gemidos, sus lamentos. La persona a su lado se queja de lo que habita en su mente y lo atormenta en las noches frías, noches cómo esa, donde ni su presencia ni las actividades previas pudieron espantar esas horribles imágenes y esos culposos recuerdos de su cabeza.

Se sigue revolviendo, su cabello azul se esparce por la almohada y se le pega a la frente por el sudor que su miedo provoca. Sus ojos están cerrados con fuerza y Misaki lo único que puede hacer es levantarse y tratar de tranquilizarlo, de hacerle ver que nada es cierto, o que al menos ya no lo es.

La costumbre le dicta al castaño que tiene que ser paciente, Saruhiko no es alguien fácil de tratar ni fácil de controlar. Se sienta a su lado y busca sus hombros, lo mueve con fuerza y cuando pone una de sus manos en la mejilla contraria es cuando el otro despierta y se abalanza contra él.

Una mano en el cuello y la otra sostenido un cuchillo. Sus ojos están desorbitados, perdidos y aterrados. No vuelve en sí hasta que Misaki, con la mayor paciencia del mundo(una que no había tenido meses atrás) pone una de sus manos en su mejilla nuevamente y la acaricia, reconfortandolo... haciéndole ver que no está solo.

El oji azul se da cuenta de lo que estaba a punto de hacer y se hecha para atrás hasta golpear contra el colchón de la cama. Suelta el cuchillo y Misaki lo agarra y lo deja en el mueble de su lado de la habitación-la existencia de esa arma blanca debajo de la almohada del más alto es algo que no ha podido eliminar- y regresa junto al de ojos azules.

En ese momento son incapaces de decirse algo. Alguna noche lo han intentado, y han sido de las veces que han discutido lo suficiente como para que alguno de los dos rompieran la promesa nunca dicha pero que era inamovible: pasar la noche juntos era de esas cosas que habían conseguido sostener a pensar del daño hecho al otro y a ellos mismos.

Misaki se recostó, y jalo a Saruhiko para que hiciera lo mismo. El castaño había preguntado muchas veces, pero las respuestas nunca le habían sido concedidas. Las pesadillas de quien fuera su mejor amigo, su enemigo y que ahora era su amante, eran un secreto guardado bajo miles de candados a los cuales aún no conseguía las llaves.

Se sentía desplazado por ello, pero de cierta forma se sentía más útil siendo su soporte al despertar.

No entiende como fue posible, ni remotamente probable, que él fuera capaz de vivir un día lejos de Saruhiko. Kamamoto le había dicho millones de veces que necesitaba curarse de esa enfermedad con nombre y apellido, algo que no entendía su amigo es que Misaki lo único que quería era dejarse consumir por ella.

Él no quería una cura, él quiere su enfermedad de ojos azules.

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Se supone que como el anterior fue de Saruhiko este debía de ser de Misaki, pero me di cuenta que me cuesta escribir al castaño...

En fin, espero que les haya gustado.

Gracias por leer.

Saludos.