ACTUALIZACIÓN 8/9/2015: He corregido algunos errores en los capítulos publicados. Entre el día de hoy y mañana, serás publicados los restantes. Disculpen la demora en la actualización, he tenido algunos inconvenientes y he tenido que traducir los nuevos capítulos otra vez.
Esta historia basada en un romance entre Morrigan y Leliana, pertenece al autor Narcosynthesis, quien amablemente me permitió traducir esta maravillosa historia al castellano, originalmente en ingles. Los invito a que también lean la original y dejen sus comentarios por su historia.
VERSIÓN ORIGINAL POR Narcosynthesis: s/8386760/1/An-exception-to-the-Rules
Así mismo, pueden leer la secuela y su última y grandiosa historia. Basadas en los mismo personajes.
Speak the woeda: s/9232142/1/Speak-the-words
As the Witch joined the Game: s/11254219/1/As-the-Witch-joined-the-Game
DISCLAIMER: Los personajes no son de mi propiedad, pertenecen a Bioware. La historia es ficción y no se gana nada por ello.
Capítulo 1
"Introducción: La Bruja"
"Maldita sea."
Es la segunda vez que tropiezo con una piedra. El condenado camino se hace cada vez mas largo y sinuoso frente a mi. Con cada paso, mis pies se enredan en la hierba salvaje crecida a raudales y con alguna que otra raiz de árbol, teniendo que luchar por no caer.
Las gotas de sudor que caen sobre mis ojos, haciendome pestañar repetidas veces para aclarar la visión, deseando internamente poder limpiarlas.
Es muy molesto el esfuerzo que estoy haciendo. Es un esfuerzo físico intenso. Sintiendo cada vez más el dolor en mi espalda, como mis músculos van perdiendo su fuerza por trabajar más de la cuenta. Y todo esto no es debido a que el trayecto en si sea dificultoso o poco transitable. Podría hacerlo en menos tiempo y con menos esfuerzo. El problema radica en que llevo una carga extra.
Y a decir verdad, yo no debería estar haciendo esto. No debería llevar ninguna carga pesada, y mucho menos a una persona. ¡Y por horas!
Pero lo más desconcertante de toda la maldita situación, es que cada vez que miro la cara de la mujer que cargo, no puedo encontrar o pensar alguna explicación lógica y racional para entender lo que me condujo a hacerlo. No tiene sentido, en absoluto.
Y se suponía que sería un viaje tranquilo...
Cuando vi a la chica recostada levemente sobre un árbol, la herida de su hombro no evidenciaba que fuera profunda, o lo suficientmente grave como para que muriera desangrada. Con el vendaje simple e improvisado que le hice era más que suficiente. Sin embargo, eso no era lo que la mantenía inconciente y a punto de matar. La herida no es el mayor de sus problemas ahora.
De todas maneras: no había razón para que yo hicera todo este esfuerzo. Ella no era mi problema. Primero, la habia curado ¿por qué?, no lo sé. Y lo segundo menos racional e ilógico que hago, es cargarla en mis brazos, buscando un lugar en donde dejarla. Aún así, sabiendo que todo el esfuerzo pueda resultar en vano. Dado que puede morir justamente ahora.
Por eso me pregunto: ¿Dónde quedó la racionalidad? ¿Por qué no la dejo morir aquí y ahora?
Si la racionalidad falla, sólo tienes que seguir tu instinto por el momento. Normalmente te trae de vuelta.
Doy un fuerte suspiro y sacudo levemente mi cabeza, no quiero recordar sus enseñanzas por ahora. Debo concentrarme en esta tarea. Dejarla allí y marchcarme. Simple. Alguien se encargara de ella. Fin del asunto. No será necesario cuestionarme esta acción.
Enderezo y estabilizo mi ritmo. Mejor no pensar en ello demasiado y simplemente seguir adelante.
Antes de que ella deje de respirar de nuevo.
Si, debido a que también eso es realmente... molesto.
La espesura de Korcari parece extenderse infinitamente sin final a la vista, incluso desde este punto tan alto. En la luz de la tarde ni siquiera se ve tan aterrador. Sólo un simple bosque frondoso, con animales salvajes y aves revoloteando por sus alrededores. Tampoco es que tuviera ninguna intención de entrar. No si eso puede ser evitado.
Soñador, mis ojos se posan sobre el pequeño camino que viene desde la espesura a la Torre de Getheir, el bosque otra vez... y luego vuelvo desde el principio. Al igual que he hecho en innumerables ocasiones durante las últimas horas. Vigilando sobre la atalaya. Nada tan aburrido como eso.
Pero ¿a quién quiero engañar? Me gusta lo aburrido. Es más, lo prefiero. Así evito entrar en alguna batalla real. La Torre de Getheir había sido aislada, desde el punto de vista de Ferelden. El resto del mundo no parecía preocuparse por los hombres de aquí.
Bueno, ellos se habían preocupado, cuando los hombres de Loghain habían ido a reclutar soldados para el ejército del rey Cailan antes Ostagar. Y habían encontrado suficientes voluntarios aquí, que sólo habían estado esperando una oportunidad para escapar de la monotonía de la Fortaleza de Getheir. Yo no fui uno de ellos. Era demasiado joven en ese entonces, por suerte.
Ninguno de esos valientes voluntarios regresó. Y el mundo se había olvidado una vez más de la Torre de Getheir después de que la Ruina había terminado. Eso fue hace casi cuatro años. Y, aún así, el número de soldados de aquí no ha sido significativo. Podría contar con ambos dedos de mis manos los que han venido aquí luego de la Ruina.
Si hubiera tenido alguna elección, yo jamás me habría considerado vistiendo un uniforme de soldado. No estoy hecho para la batalla, pero como poseo una impresionante estatura, he provocado que la gente se lo piense dos veces antes de que pudieran causar problemas en mi vecindad. Para empeorar las cosas, mi padre había descubierto mi talento con las armas de lucha a temprana edad. Y eso era un talento con el que podría ganar unas pocas monedas de plata prestando servicio. Asi que, la decisión había sido tomada por él.
No puedo hacer más que suspirar ante tal recuerdo. Bueno, al menos para Elara había sido más fácil.
Oh, Elara.
Sólo con la simple idea de pensar en ella es suficiente para levantarme el ánimo.
Nos conocemos desde nuestra infancia y para mi, ella había sido siempre la chica más guapa de la ciudad. Teníamos en claro mutuamente que nos casaríamos algún día. Ella estaba tan orgullosa de mí cuando se enteró de que había sido aceptado. Aún recuerdo su sonrisa y sus ojos brillando ante mi. A pesar de que significaba que no volveríamos a vernos por un largo tiempo.
Durante este tiempo alejados, nos hemos estado escribiendo. No puedo evitar mi emoción al descubrir al mensajero que trae un nuevo correó con su nombre. De acuerdo a sus cartas, ella continúa estando orgullosa de mi. En una de las últimas, ella me cuenta que no tenía idea que la vida en la Torre de Getheir fuera de lo más aburrida y poco emocionante que la tarea de un pastor hace cada día. Sin embargo, soy un soldado. Eso era lo que importaba.
Bueno, si esto me permite regresar junto a ella en medio año, supongo que no podría encontrar una profesión peor. Con mi sueldo, Elara y yo podríamos empezar una vida en alguna parte, en una ciudad más grande como lo había dicho ella alguna vez. Me gustaría. Elara siempre soñó con mudarse a Denerim. Así es como estaba destinado a ser.
Me pregunto si lo haremos…
Mi tiempo soñador se desvaneció bruscamente cuando noto algo extraño. Había alguien en el camino. ¿Había estado allí todo el tiempo mientras vagaba por mi mente? ¿O había aparecido justo allí, de repente? Y en caso afirmativo: ¿de dónde? ¿Fuera de la espesura? ¿Quién se animaría..?
Sacudo mi cabeza para pensar en lo que esta sucediendo ahora. No hacerme preguntas que nadie, inclusive yo, responderé. Fijo mi vista en el objetivo, la persona que viene caminando lleva cargando algo, o mas bien, a alguien.
Cargando a alguien... y llevarlo en dirección hacia la Torre de Getheir como, como... ¡Como un soldado herido!
Abro mis ojos bien grandes al pensar lo último. ¡Alguien herido!, gritó mi mente una vez más. Me pongo en marcha de inmediato y bajo corriendo las escaleras. Siento un debe dolor en los músculos de las piernas, haber estado de pié la mitad del día en el puesto de vigilia, con el frío, había provocado cierto entumecimiento en ellas. La idea de detenerme cruza por mi mente, pero ahora alguien necesita de mi ayuda, no hay tiempo que perder.
Cuando llego al patio, casi atropello a un compañero de milicia. "Hey, tranquilo, ¿que es lo qué..?" No continuó con la frase porque seguramente se dió cuenta que no me detendría.
Corro hacia la puerta gritando. "¡Sanador!" Los guardias de ahi me miran desconcertados. "¡Herido en el camino!". Por el rabillo de mis ojos, veo como uno de ellos se apresura hacia dentro de la torre seguido por el otro gritando: "No hay tiempo que perder.", "Sanador, ¡Necesitamos su ayuda!"
A unos escasos metros de la entrada, prácticamente me lanzo hacia el hombre que ví desde la atalaya para ayudarlo. Pero me quedo rígido al descubrir que no es un hombre, sino una mujer. Y siento por un instante, que el tiempo pareció haberse detenido. ¡Hacedor, una mujer! Grita mi cabeza. Una mujer, eso era lo que menos me hubiera imaginado. Aunque parezca extraño. Por aquí, no pasan muchas personas y si lo hacen, en su gran mayoría, por no decir los únicos, son hombres. Estoy perplejo, confundido, negando con la cabeza, hasta que caigo en cuenta que desde lo más alto de la torre no pude distinguir con claridad y de forma natural, supuse que se trataba de la silueta de un hombre cargando al herido. Y a medida que se va acercando hacia mi, es claro que se trata de una mujer... de cabello oscuro.
Observo que lleva puesto unas prendas desiguales, manchadas con sangre. Que a simple vista, da la impresión de esas mujeres pobres que viven cerca de la espesura... o en ella inclusive. En mi cabeza aparece el recuerdo de las viejas historias acerca de la espesura de Korcari, que solía oír de alguno de mis compañeros o de las que me narraba mi padre de pequeño... Ciertas o no, si tienen algo que ver con esta mujer... El simple hecho de creer que fuera así, me hace estremecer.
Su pelo recogido hacia arriba como la de algunas mujeres de la nobleza y su apariencia, de esa manera... Cabeza en alto y su cuerpo en posición vertical, como si el peso que lleva no le provocara molestias en absoluto, apoya esta última impresión. Y su escote es... Rápidamente aparto los ojos borrando ese último pensamiento. No hay tiempo para algo así. Incluso puedo sentir un rubor culpable cuando la imagen de Elara apareció en mi cabeza. Realmente, no hay tiempo para esto. Me regaño mentalmente.
"¿Todo bien ahí?" Dice alguien en voz alta a mi espalda. Oigo unos pasos que se sitúan a mi lado, descubriendo que se trata de Feleth, un soldado de alto nivel que poco o nada se acerca de él. Sólo que le gusta estar solo, y que puede ponerse bastante irritable cuando alguien lo molesta durante el almuerzo...
La mujer me mira fijamente a través de sus extraños ojos dorados tipo reptil. Al simple contacto visual los percibo gélidos y perturbadores. Luego responde en tono sarcástico.
"¿Todo bien? Claro, por supuesto ¿Qué es lo que parece? ¿Qué estamos dando un paseo por aquí? Idiotas."
Miro de reojo a Feleth que parece medio avergonzado. Es cierto, esa pregunta había sido bastante tonta. Vuelvo la mirada a la mujer que está visiblemente molesta.
"Yo... Lo siento..." Vacilé antes de añadir. "Mi Señora." Mejor prevenir que curar. "No se preocupe, un sanador está en camino. La Señora Wynne será capaz de ayudar... Puedo..." Dejo de hablar cuando la mujer suelta una risa irónica.
"¿Señora Wynne? Debes estar bromeando..." Se burla.
"No yo..." Nuevamente me interrumpe.
"¿Qué está pasando hoy? ¿Esto se volvió una especie de reunión familiar?, ¿Acaso nuestro amado Rey Alistair vendrá a reunirse con nosotros a tomar el té?"
Pestañeo perplejo. ¿De qué estaba hablando? Miro hacia los lados en busca de ayuda, pero Feleth no pareció entender el sarcasmo e ironía de la extraña mujer tampoco.
"¿El, el Rey mi señora? ¿Por qué el rey Alistair vendría aquí?" Pregunta confundido.
Automáticamente pienso de que manera posible pudo tener relación esta mujer con el Rey.
La mujer pone los ojos. "Olvídate de eso." Resopla. "Sin embargo me pregunto, teniendo dos fuertes soldados en frente mío, ¿podría esperarse que al menos uno de ustedes tenga la decencia de preguntarme si pueden cargar a la chica? No es que me queje, no. Simplemente como yo no tengo nada mejor que hacer, prefiero cargar todo el día con ella a cuestas..."
¿Ella?, ¿la chica? Una vez mas me sorprendo como mi mente, durante este tiempo, simplemente ignoró los principales detalles que, por mantenerme centrado sobre la extraña mujer ¿noble?, tal vez, había pasado por alto al herido. Mis ojos se detienen en los rasgos suaves de la mujer de cabello rojo en los brazos de la otra. Bastante bella. Y otra vez se cruza por mi cabeza Elara como una señal de advertencia.
Desde la distancia creí que la persona herida era un muchacho, su cabello corto, que no pasa mas allá de sus hombros me confundió. Y hubo algo más de la joven herida que apenas me he percatado. Pero mis ojos se abren de par en par al descubrir algo más en la joven herida. Esa túnica...
Oh no... ¡Esa túnica!
"¿Es, es, digo... es una Hermana de la Capilla?" Tartamudeo. Feleth, obviamente, al notar lo mismo que yo se le escapa un grito de incredulidad. La mujer que la carga se muestra indiferente y fría al respecto.
"Bueno ¿quién puede decirlo hoy en día? Hermana de la Capilla, Bardo, incluso podría ser un espía Orlesiana. ¡¿Quien sabe?!" Exclama con falso asombro para luego volver a su hostilidad. "Ahora, ¿puede alguno hacerse cargo de ella o sólo están aquí para un parloteo sin sentido?" Dice irritada clavando sus ojos en ambos.
Me apresuro en tomar a la joven entre mis brazos. No quiero que esta extraña mujer siga enojándose. A mi lado oigo murmurar a Feleth "Hacedor, protégela." Inmediatamente miro a la mujer de cabello oscuro que parpadea por lo que dijo mi compañero.
"Oh, sí. Protégela. Eso es exactamente lo que "él" tiende a hacer. Muy bueno en mantenerla fuera de problemas. Sí, "él" ¡lo es!" Se burla.
Al moverme, noto que de la chica cae algo brillante, lo sigo con la mirada sin descubrir que es, puede ser tanto un amuleto o un collar. ¿De dónde vino eso? ¿Había estado en las manos de la chica de la capilla? Sin embargo, la mujer de ojos dorados se acerca rápidamente agachándose agilmente, tomando el objeto en su poder antes que toque el suelo. Luego me mira y dice resueltamente: "Voy a quedarme con esto."
"Por supuesto que si. Ninguna buena acción sin antes una recompensa, ¿Verdad, Morrigan?" Esa voz la reconocí inmediatamente, incluso antes de verla. La señora Wynne. ¡Gracias al Hacedor!
"Wynne" Contestó Morrigan. Por fin sé el nombre de esta mujer desconocida. "Aun con vida por lo que veo. Bien por ti." Por su tono irónico, ciertamente no indica que le importe.
La sanadora la ignora y camina directo hacia mi, inspeccionando a la joven de cabello rojo que continúa en mis brazos y que de un momento a otro, la chica de repente se siente más pesada que antes.
"Ella." Espeta Wynne levantando la vista hacia la otra. "¿Qué pasó?"
La mujer llamada Morrigan agita su mano con desdén agregando con voz ácida. "Bueno, puede que te ilumine con la historia completa si lo deseas, pero en este momento la única cosa que tú necesitas saber: Veneno Antivan. Una daga impregnada de el consiguió impactar en su hombro izquierdo... mmm hace unas horas." Contestó con el rostro impasible.
Wynne levanta una ceja mirando sospechosamente a Morrigan. "¿Veneno Antivan?"
Inmediatamente la otra se cruza de brazos desafiante. "No me mires así. Eso no fue algo que yo hice."
"Claro que no. Tu simplemente pasabas por allí."
Morrigan pone los ojos. "Así es, Señora Wynne. Me atrapaste. Fui yo quien envenenó a la chica, como eso no me bastó, creí conveniente cargarla durante horas y traerla aquí, sólo para... para... ¿para hacer exactamente qué?" Pregunta con sarcasmo. "Debe faltar una pequeña pieza en esa lógica tuya que no logro encontrar." Finalizó frunciendo el ceño y visiblemente molesta.
Esta vez Wynne ni siquiera la miró, todo lo que hizo fue concentrarse en la herida de la joven, produciendo un escaso silencio entre los presentes. Yo miro de reojo a Feleth, él me devuelve la mirada y un leve movimiento de hombros. Por supuesto, ninguno de los dos entendemos que pasa aquí.
Si, llega una mujer extraña cargando a otra herida, llamamos a la Sanadora y resulta que esta las conoce. Aunque yo creo que la hostilidad solo es con la llamada Morrigan, porque pude notar que Wynne cada vez que contempló a la joven herida, en sus ojos percibí tristeza, seguramente dada su situación. No sé de donde se conocen cada una, y creo que ahora no es el momento indicado para preguntar o intentar saberlo.
La voz de la Señora Wynne me sacó de mis pensamientos.
"Hablaremos de eso más tarde. Teriajan," Me mira. "por favor, traiga a la chica dentro." Asiento rápidamente. Wynne dio unos pasos en mi dirección y luego se detuvo mirando a Feleth. "Y podríamos poner en disposición una habitación de la torre para la Señorita Morrigan. Estoy segura que el comandante no declinará la hospitalidad en este caso." Él simplemente asintió.
"No estarás intentando arrestarme, ¿verdad vieja?" La misteriosa mujer le pregunta fríamente. Hacedor ¿Acaso acaba de llamarla vieja?
"Por supuesto que no." Responde Wynne. "Dijiste que me dirías todo lo que sucedió con ella y te escucharé cuando haya echo todo por ayudarla. Además, estoy segura de que necesitarás descansar un poco."
Yo continuo con la joven en brazos esperando a que ambas mujeres terminen de hablar, muy a su manera, así sabría donde dejarla. Observo a Morrigan que mira a la maga y luego suspira.
"Bueno, supongo que tienes razón en eso... al menos."
Me sorprende como esta mujer no deja de estar a la defensiva. Feleth le indica que nos siga.
Mientras caminamos, noto por primera vez que Morrigan está sudando. Aunque intenta mantenerse erguida, se la ve agotada. No cabe duda que cargar a alguien todo el trayecto hacia aquí debe ser muy duro. No puedo dejar de admirar su valentía, es lo que harían los héroes. Y por más que ella se comporte completamente diferente a los héroes de las viejas historias, seguramente puede estar salvándole la vida a la joven.
Sin embargo, no entiendo por qué se comporta tan hostil al respecto. Me hace pensar que no sabe porque está aquí, como si tuviera una lucha interna. Y no es necesario entender o saber demasiado que a la señora Wynne, que por lo general es una persona amable y bondadosa, no le agrade la mujer de cabello oscuro. Es cierto, para mi ella es bastante extraña también. Pero de que se conocen, estoy más que seguro. Los diálogos, las miradas de desconfianza por parte de una, la otra sin dudar en contestarle de forma altiva... no sé... además de todo eso... no tengo idea. No debería importarme eso de todas maneras. Pero mi mente curiosa no puede dejar de preguntarse: Una hermana de la Capilla en peligro, Veneno Antivan, la mujer misteriosa... Los misterios de la Espesura...
Estamos haciéndonos paso al interior de la torre. Ciertamente esto es demasiado para mi gusto. Y pensar que mis tardes son aburridas. Esta ciertamente no lo fue... de ningún modo...
"Aquí es." Me dice el guardia bastante nervioso mientras abre la puerta dejándome pasar. Apenas doy un paso adentro, él se marchó cerrando la puerta.
Miro a mi alrededor contemplando la habitación. Es grande. El mueblar es simple. Una cama de dos plazas, un armario mediano, una mesa auxiliar, un escritorio con una silla, una chimenea y una puerta. Me pregunto a donde llevará.
Un baño. Vaya, no lo hubiera imaginado. Me refresco la cara sin molestarme en secarme.
Camino hacia la cama y directamente me desplomo en ella. Es suave y cómoda, quien lo diría. Suspiro pesadamente cerrando los ojos. Me acomodo para quedar boca arriba, permitiendo a mi cuerpo descansar. Por un instante creí que no sería capaz de moverme de nuevo. Me duele todo el cuerpo, mis músculos parecen arder y mis articulaciones... bueno, al menos ahora sé que continúan en su lugar. Realmente me siento fatigada.
Y todo este dolor, cansancio y malestar, me trae de vuelta a la realidad. Leliana.
Si, realmente no es pesada, pero eso no hizo ninguna diferencia. Yo no estoy acostumbrada a este tipo de ejercicio. Un mago no necesita de fuerza extrema. Y tampoco ayudó que su aliento fuera tan débil y que de vez en cuando debía detenerme para comprobar si seguía respirando.
Lo que más me fastidió es que implementé todo mi repertorio de magia sobre sanación. El hecho de tener que admitir a mi misma que mis propias habilidades en ese campo son insuficientes, hirió levemente mi orgullo. Flemeth era experta en ello, no yo. Ella sólo fomentó la magia hacia otras áreas. La destrucción y la defensa es mejor que andar sanando. Y es verdad, aunque en este caso, algún que otro hechizo de curación tal vez me hubiera evitado todo este trabajo innecesario y haberme ahorrado ver a Wynne. Inclusive busqué cuanta hierba apareciera por mi camino para crear algún ungüento o cataplasma. Pero no estoy familiarizada con ese tipo de veneno. Y pensándolo bien, debería estudiar algunos libros sobre ello.
Dado que no tuve éxito en todo eso, mi mente se concentró en recordar el camino hacia la torre. Es sabido que los soldados suelen tener un curandero, usualmente algún mago del círculo. Esa era la única oportunidad real para ella. Aún así... yo podría haberla dejado allí. Seguramente alguien la encontraría. Es lo lógico. Porque no tengo ni sé ninguna razón valedera para haberme tomado tal esfuerzo. Ella no significa nada para mi. Aún más ahora, cuando no está la amenaza de la ruina. Ya no me es útil. ¿Por qué me molesté en ello?
A lo largo de mi vida, he visto a la gente meterse en problemas, en muchas ocasiones han sido fatales. Eran las concecuencias que debían asumir por sus actos. Y jamás me importó su suerte. Pero ¿por qué ahora? ¿Será algún tipo de nostalgia por los viejos tiempo? No estoy familiarizada con nada de eso, o quizás fue que al encontrarla nuevamente me sorprendí y no pensé con claridad.
Y de todo esto he obtenido una recompensa: dolor muscular. ¿Que diablos estaba pensando cuando decidí llevarla en brazos de esa manera?
Ahh, maldición. Estoy muy confundida y cansada ahora mismo para detenerme a pensar todo lo sucedido con claridad. Por ahora lo hice y punto.
Cierro los ojos y pierdo la noción del tiempo en el que he permanecido aquí, en esta misma posición desde que me he acostado. ¿Minutos?, ¿horas? La verdad, todo se siente lo mismo.
Mis oídos detectan el chirrido de la puerta cuando se abrió. Previamente hubo unos cuidadosos golpes en ella. No me molesto en moverme. No puede ser otra más que Wynne. Seguramente nunca olvidó sus modales. La sigo con mis ojos mientras viene en mi dirección. Su cara es inexpresiva. Bueno, no exactamente inexpresiva, siempre hubo esa humilde tranquilidad que llevaba como una máscara. Me obliga a poner los ojos.
Hubiera preferido largarme de este lugar apenas vi a la vieja. El plan era ese, dejar a la chica y alguien se haría cargo de ella y en este caso, le tocó a Wynne. Ya me imaginaba que inmediatamente apenas la vieja me vio, iba a acusarme de que yo era responsable del estado de la chica. Estúpida... ¿por qué me tomaría el trabajo de hacer todo lo que hice si tenía pensado matarla? Bueno, no puedo esperar otra cosa de ella. La vieja moral del círculo y sus estúpidas creencias sobre mi.
Me enderezo en la cama y maldigo mentalmente ese movimiento en este mismo instante, sin romper el silencio entre ambas. Sólo observo a la vieja tomar una de las sillas para arrimarla al costado de la cama para sentarse frente a mi. No pienso articular palabra. Que empiece ella.
"Bien, ¿Creo que querías contarme la historia detrás de todo esto?"
Maldita seas vieja. Si fuera cualquier otra persona ya me hubieras dicho acerca de la condición de la chica en primer lugar. Pero no a mi. Ella pretende que yo le pregunte. Como si me importara. Bueno, no te daré el gusto marioneta vieja del círculo.
"Sí, es lo que dije y oirás." Respondo, no voy a morder el anzuelo. "Pero me temo que quedarás decepcionada, Wynne. Yo no lo hice, la verdad, no la envenené." Digo tranquilamente. Tal vez con eso deje de insistir.
"Sigues diciendo eso." Contesta con el ceño fruncido. "Y debes entender, que viniendo eso de ti, me me resulta sumamente sospechoso."
Ya me está hartando con su obstinación en creerme la autora de esto. "Porque es cierto lo que digo. Me pregunto: ¿Qué ganaría yo haciendole eso? Podría haberlo hecho tiempo atrás, si hubiera querido. Pero no me importó antes y tampoco ahora."
"Entonces, ¿quién lo hizo?"
Oh, no quiero perderme tu cara vieja, cuando sepas quien fue realmente. "Marjolaine."
Clavo mis ojos en su rostro. Intenta mantenerse impasible, pero falla. Logré ver un leve movimiento en su mandíbula. No te esperabas eso ¿verdad vieja? Habla la voz de mi cabeza.
Tengo que aprovechar esto, quiero ver que dice. Su cuerpo erguido y rostro serio, me demuestran que es algo que no puede digerir. Me regocijo ante eso. Me reclino un poco hacia ella y prosigo ante su mutismo.
"Sí, oíste muy bien, Wynne. Es la misma mujer que tú y la chica Cousland dejaron escapar hace unos años... después de, tú sabes..." Ella permanece en silencio. "su intento de asesinarla." Aunque la vieja haya bloqueado cualquier signo de culpabilidad, yo sé muy bien que eso se instaló dentro de ella. Con una sonrisa fría, añado. "... y mira lo que esa gran decisión resultó ser."
"No estaba en mi decidir el destino de Marjolaine. Elissa lo hizo." Dice sin expresión alguna.
"Oh, sí, la Guardián todopoderosa. Estoy segura de eso." Me rio con sarcasmo. "Y estoy segura también, que tú te opusiste enérgicamente." No puedo evitar burlarme. La vieja en ocasiones es increíble. "No deberías culpar a los muertos Wynne, no pueden defenderse."
"No lo hago. Y es verdad, tampoco me opuse en ese momento, pero tampoco la persona que le concernía más... Leliana." ¿Acaso espera que tenga una reacción ante eso? "Yo no podía opinar al respecto."
"Bueno, tu intervención hubiera sido de ayuda. Ya sabemos que la chica fue, es y será una tonta absoluta. Uno no puede esperar que ella vea una decisión racional aún saltándole en la cara directamente y gritándole "¡Aquí estoy!"
"Así que estás diciendo que, ¿básicamente fue mi culpa que no matáramos a Marjolaine ese día..?" Pregunta levantando sus cejas.
"Un punto de vista interesante, ¿no es así?" Le contesto cruzándome de brazos.
"¿... porque yo era la única capaz de pensar racionalmente estando allí?" Respira profundo mirando hacia otro lado y luego volviendo su mirada hacia mi. "Suena... como un cumplido."
"No fue mi intención." Le digo haciendo un gesto con mi mano. Es lo que menos importa en mi vida, hacer algún tipo de cumplido a ella.
Hubo una brecha de silencio entre las dos. Su vista se fijó en algún punto infinito de su lado izquierdo. Yo continuaba cruzada de brazos e intentando no pensar en como mis lumbares continuaban doliendo. Quiero que esta conversación sin sentido finalice de una vez, pero conociéndola, se que no será así.
Oigo a Wynne suspirar y la miro. Ella prácticamente clava sus ojos en los míos. "¿Desde cuándo te importa algo a ti sobre Leliana, Morrigan?"
Y la pregunta fue tan directa que me toma desprevenida, sin saber que decir, haciéndome contestarle defensivamente. "¿Perdón? Esta conversación inútil puede haber afectado un poco mi memoria, ya que no recuerdo realmente diciendo tal cosa." ¡Lo que me faltaba!
"Le has salvado la vida." ¿Acaso estoy viendo una especie de sonrisa arrogante ahí? "Esa acción... en ti, es sumamente... inesperada."
Lo hice ¿no? Ni siquiera tengo una respuesta preparada para eso. No puedo imaginar el por qué. No sé cual fue la diferencia esta vez. No fui racional. Eso seguro. Sus ojos siguen fijos en mi y yo sigo sin decir nada y sé que Wynne espera mi respuesta.
Oh, por favor... mejor será empezar desde el principio para que de una vez por todas me deje en paz con este asunto y me pueda ir a dormir. Aunque... sea dentro de unas horas.
"Bueno." Digo finalmente. Mi voz se oyó más cansada de lo que tenía en mente. "también me parece recordar que has venido aquí para que te cuente la historia." Con eso evadí la pregunta anterior. Y ella parece concedérmelo porque asiente.
"Me alegro de que podamos estar de acuerdo en algo por lo menos."
Ruedo los ojos y respiro. No profundo, por supuesto. No queremos que la anciana sepa que nos pilló con la guardia baja ¿no? Dice la voz de mi cabeza. Bueno, al menos esto la mantendrá un poco más ocupada para no hacer preguntas. "Bien... comencemos..."
Tendré que recordar todo nuevamente...
