Introducción
¡El día que luché contra el rey de la Pista!
"– ¿¡En serio no querrías ir a HQ!? - Preguntó sorprendido Hinata a su amigo. Ambos se encontraban en la habitación del más bajo, sobre la cama, hablando sobre la pasión que les había unido a ambos: el baile.
– ¿Eh? No... Es decir, allí es difícil entrar. Y me dan miedo, parecen todos tan buenos y tan... superiores. -El muchacho se estremeció, apurado. Aun así, Hinata le miraba entre asombrado y enfadado. Saltó sobre la cama, poniéndose de pie con los brazos en jarra.
– ¡Yo seré cómo ellos! Haré el examen de admisión y en Abril entraré a HQ Dance Academy. Y ahí entrenaré todos los días para ser un gran bailarín de baile moderno, como lo fue el Small Dancing Giant. ¡Ya verás, Izumi! -Dijo casi a voz de grito, a lo que su hermana pequeña, Natsu, abrió de un golpe la puerta del cuarto.
– ¡Deja de gritar ya, hermano!"
Así había empezado todo, así era como Hinata se había marcado su objetivo más ansiado. Dos años antes de ese momento, había visto en la televisión a aquel gran bailarín que sorprendió a la audiencia con su habilidad, junto a su equipo, y desde entonces todo había cambiado. Hinata había entrenado y entrenado hasta que sus rodillas sangraban y al día siguiente no podía moverse; a pesar de no tener ninguna base de baile. Izumi, que había sido su amigo de la infancia, le había ayudado en todo al haber bailado desde los tres años. Y así, se había ido tejiendo la obsesión de Hinata por mover su cuerpo al ritmo de la música.
Y por fin estaba allí, a las puertas de la enorme HQ Dance Academy, que acogía a los mejores bailarines de Japón. Esa escuela era famosa en todo el país nipón por haber entrenado a los mejores de los mejores. Precedido por unos grandes jardines con una fuente llena de esculturas de musas, la academia se componía de tres edicios: El común, dónde se impartían las asignaturas de cualquier instituto, el de Baile Moderno y el de Baile Clásico. Por fin había llegado el día de los examenes de acceso, dónde se decidiría su futuro; a pesar de estar ilusionado, se sentía inseguro por el resultado. Aun así, os ojos marrones de Hinata brillaban como nunca, empañados por la emoción. Aquel día iba a tomar el examen de acceso y, si aprobaba, cumpliría su sueño. El sueño de toda una vida – de hacía dos años – .
– ¡Allá vamos, HQ Academy! - Gritó con alegría, alzando el puño. Y se dispuso a caminar, cuando sintió un dolor punzante en su costado. Un chico había pasado corriendo a su lado, golpéandole.
– ¡Eh, tú! - Gritó al chico, señalándole. El muchacho se paró en seco, girándose hacia él.
-¿Qué? - Respondió el otro con el ceño fruncido, en una expresión que hizo que Hinata temblara y tragara saliva. Era alto, muy alto, de pelo negro y ojos azules.
– … M-Me has dado un codazo, deberías pedirme perdón.
– No tengo que decirte nada. Llego tarde al examen, así que aparta de mi camino, enano. – Respondió con cierta furia y prisa. Pero el pequeño no se acobardó esa vez, al contrario, avanzó.
– ¡Eh! No deberías tratarme así. Quién te crees que eres, ¿el Rey de la Pista? -Le sacó la lengua, con un tono infantil. Aquello hizo que en el contrario se despertara cierto instinto asesino, así que se acercó finalmente al más bajo, inclinándose sobre él.
– No me llames así, enano, ¿acaso sabes con quien hablas? O qué pasa, ¿que tienes miedo? – Le dijo, con objetivo de provocarle y marcar su territorio. Y ese fue el momento en el que también Hinata reaccionó del todo, pegando su frente a la del mayor con un gesto retador.
– ¡No tengo miedo! No sé quién narices eres, pero, ¡te reto a un duelo de baile! -– Dio un paso hacia atrás, señalándole triunfador. Un tic se formó en la ceja del más alto.
– ¿Un duelo? Si me estás retando, lo llevas claro.
– Claro que te estoy retando, ¡lo acabo de decir! – Contestó el pelirrojo con una gran sonrisa.
– Entonces, adelante. A ver lo que sabes hacer. -– Y el azabache retrocedió, absolutamente decidido a aplastar a aquel enano.
Hinata tomó su móvil de su bolsillo, seleccionando una canción sin mirar y colocando el aparato a un lado de dónde los dos se encontraban: Justo en el portón abierto de entrada a los jardines que precedían a los edificios. Mientras ellos se miraban con rabia y competitividad, algunos pasaban por su lado, cuchicheando y mirando extrañados al par, que llamaba la atención.
– Entonces, ¡bailemos un poco de...!
Yo, I'll tell you what I want, what I really really want, So tell me what you want, what you really really want.
Ambos se quedaron parados. El azabache se mantuvo en shock, con un rostro de circunstancias que decía mucho. Hinata reaccionó en cuanto la sorpresa le dejó hacerlo, conservando una sonrisa medio socarrona.
– ... ¡Wannabe!
Ambos se dispusieron a su posición. Un callejero y fresco Hinata con su contrincante desconocido para él, elegante y grácil. Y aunque el menor sintiese desprecio completo hacia él por cómo le había tratado, el solo mirarlo le hacía ver que era muy superior a él; en su interior, mientras el baile fluía, sentía una mezcla de admiración, competitividad y envidia insana hacia el mayor
De todas formas, aquella era su primera batalla de baile seria, y aunque sentía nervios en su interior, el cosquilleo también significaba emoción por aquel momento.
"¡Ya verás, Rey de la Pista, te voy a aplastar!"
