Una mañana tranquila, en una casa cualquiera en un pequeño pueblito escondido llamado South Park, una chica dormía plácidamente en su cama mientras leves balbuceos salían de sus labios.
Tic-Tic... Tic-Tic...
Sonó la alarma logrando que Wendy Testaburger abriera los ojos perezosamente, se estiró un poco y cuando se giró para apagar la alarma sus ojos se abrieron de golpe.
- No puede ser... -Susurró asustada. - ¡Voy tarde! -Se levantó rápidamente para después correr al baño a darse una ducha, ni siquiera pensaba ponerse la ropa habitual, quizás solo el abrigo por encima de la blusa del pijama.
Cepilló sus dientes y arregló su cabello como pudo para después bajar las escaleras corriendo y despedirse de sus padres sin mirarlos, tampoco frenó cuando estos la llamaron.
Y ahí estaba, una chica completamente desesperada corriendo por las calles casi vacías de South Park para llegar a la escuela Secundaria del pueblo. A solo unos pocos pasos de llegar a la gloria, cayó de golpe al suelo, fue entonces cuando se dio cuenta de que no se había puesto el abrigo.
- ¡Carajo! -Exclamó mientras se levantaba sin siquiera molestarse en limpiar la tierra y nieve de su rostro. Quizás debió parar cuando la llamaron sus padres.
Entró a la escuela y corrió a su salón para después enterarse que el profesor no llegaría.
Se limitó a caminar a su asiento y sin mas descansar un rato. Ni siquiera sabía del todo a que hora había dormido anoche y eso explicaba bastante bien el porque no había despertado con la alarma.
- Hey, Wendy...-Escuchó la voz de Bebe a su lado. No era que Bebe no le agradara, de hecho aquella amistad que se formo cuando solo eran unas pequeñas a día de hoy seguía viva, sin embargo ahora mismo no tenía ganas de hablar con ella, tenía hambre, salió sin desayunar. - Wendy... -Trató de llamar su atención tocando su hombro suavemente, toque que hizo estremecer a la azabache tomando en cuenta que para su "suerte" (que destaquen las comillas) su blusa era de tirantes.
Wendy alzó el rostro mirando fijamente a Bebe, esta pudo notar las ojeras bajo sus ojos, y claro, la suciedad y leves rastros de nieve como prueba de su caída anterior.
- Yo... -La rubia la miro por unos segundos para después sonreírle y acercar su mano para quitar las manchas de su rostro. ¿Era cruel pensar que se veía estupendamente adorable así? - E-espera... Tienes una mancha. -...- Listo, ah... Olvidé lo que iba a decirte...
Wendy soltó una leve risa y cuando estaba dispuesta a recostarse nuevamente en la paleta de su banco, pudo escuchar a Eric Cartman gritar a todo pulmón.
- ¡Hey Wendy, bonitos zapatos! -Seguido de eso, las risas de todos sus compañeros.
- A-ah... Eso te iba a avisar. -Murmuró Bebe mas para sí misma que para Wendy. La azabache miró hacia abajo algo confundida.
- Carajo... -Dijo al notar que ambos zapatos eran opuestos. Básicamente no tuvo ni tiempo de mirar lo que se había puesto.
Al final la clase siguió su curso, siguieron llegando profesores hasta que el timbre de receso sonó por toda la escuela. Aquellos pubertos hormonales salieron corriendo de los salones para ser de los primeros en llegar a la cafetería y no tener que soportar la fila. Nuestra protagonista al no traer ni siquiera dinero caminó a la parte trasera de los salones, donde nadie pasaba para, quizás, descansar un poco, cosa imposible considerando que moría de frío.
- Hey, Wendy. -Una vez mas Bebe le llamaba para después sentarse junto a ella.- ¿Estás bien?
- No realmente. -Respondió Wendy con toda la sinceridad del mundo. Un rugido proveniente de su estómago hizo que sus mejillas se calentaran, y aún mas al escuchar la risa de su acompañante.
- Puedes tomar mi almuerzo, de todas formas no tengo hambre. -Le ofreció Bebe la bolsa de papel en su mano, Wendy iba a tomarla, sin embargo se detuvo a pensar un momento.
- ... ¿Qué le pusiste? -Preguntó dudosa.
- Veneno. -Respondió Bebe entre risas. - No le puse nada Wendy, ¿Por quién me tomas?
La azabache aún dudosa tomó la bolsa y agradeció. Sin más se dispuso a comer, tomo el primer bocado y... Bueno ¿Como explicarlo? Era una mezcla de sabores dignas de un artista experimentando nuevos terrenos... Sabía, sabía... Horrible. Luchó por no hacer una mueca de asco y para su suerte lo logro.
- Lo hice yo misma... ¿Que opinas? -Preguntó la rubia con ilusión grabada en sus ojos. ¿Como podría Wendy decirle a esa carita que su comida sabía a tierra?
No lo haría.
- Sabe bastante bien... -Dijo sin pensar, y para que se viera creíble devoró todo.- Sabe... Tan bien que ya no quiero volver a comerlo jamas.
Mientras comía Wendy temblaba en su lugar. Aaah... Tan frío como siempre, o quizas era el asco que sentía en esos momentos. Pudo sentir los brazos de su amiga abrazarla y apegarla a su cuerpo.
- ¿Te sientes un poco mejor? -Pregunto sonriendo.
- Yo... Si, gracias. -Devolvió la sonrisa.
- ¿Sabes? Sería mejor si nos quitaramos la ropa.
- ¡B-bebe!
- ¿Qué? Es supervivencia. -Dijo Bebe recibiendo un ligero golpe en el brazo.
El timbre sonó nuevamente y ambas chicas caminaron al salón.
Wendy se removía de su asiento bastante incomoda, su estomago hacía ruido, sentía la comida regresar a su garganta.
No.
Wendy volvía a tragarla.
Sin embargo todos llegamos a ese punto de quiebre.
- Señor Garrison, ¿Puedo ir al baño? -Preguntó Wendy alzando la mano en su lugar. Todos se preguntaban porque se lo topaban todos los años... En fin.
- Wendy, esto es importante. ¿No puedes aguantar? -Contestó Garrison.
- Señor... Usted no quiere que suelte todo... -Se sujetó el estómago fuertemente con ambas manos.
- Ve rápido.
Y así Wendy corrió rápidamente a los baños, entró pateando todo y se arrodillo para soltar todo lo que tenía dentro, tomo su propio cabello para no mancharlo y... Bueno, ya saben que fue después.
Al terminar lo suyo limpio algunas lagrimas que salieron de sus ojos, caminó hacia los lavabos y mojó su cara para calmarse un poco.
Sus hombros temblaban levemente.
- ¿¡Wendy!? -Escuchó una voz masculina a sus espaldas.
- ¡UNA CHICA! -Otra más, pero esta mas asustada. Al darse la vuelta solo pudo ver a Kyle y Stan.
- ¡Carajo! - ¿Cuántas veces lo había dicho ya? Ah... No importa.
Salió corriendo de los baños.
¿¡PORQUE DIABLOS NO VIÓ QUE ERAN LOS BAÑOS DE NIÑOS!?
Se llevó la mano al rostro y no se le ocurrió nada mejor que huir como cobarde al salón de clases. Entró y solo pudo ver la mirada preocupada de cierta rubia en especifico. Se sentó una vez mas en su banco y intentó concentrarse en la clase. No lo logró, no del todo.
Al final logró sobrevivir hasta la hora de salida, fue la primera en salir corriendo seguida de cerca por Eric Cartman. El chico al ver el humor que cargaba con ella no se le ocurrió nada mejor que molestar. Como siempre.
- ¡Hey, Wendy! Escuché que entraste a los baños de chicos. ¿Sabes? Si querías vernos las bolas solo tenías que pedirlo. -Siguió hablando. ¿Y quién lo diría? Se puede llegar al punto de quiebre 2 veces en poco tiempo.
Wendy se dio la vuelta y caminó hacia Cartman, cerró los ojos y soltó un golpe a lo idiota.
Al abrir los ojos solo pudó ver a Cartman con una sonrisa burlona y a Kenny caer a la carretera. Un trailer se acercaba.
- ¡Levantate Kenny! -Se escuchó a Butters alarmado antes de que su rostro se llenara de sangre. - ¡AAAAAAAH!
- Dios mio... ¡Mate a Kenny! ¡Soy hija de puta! -Grito Wendy estirándose el cabello. Bebe fue la única que se acercó a detenerla.
Y Kyle y Stan... Bueno, la miraban con el ceño fruncido por haberles robado las palabras de la boca, mas que por haber matado a su amigo.
Todo lo malo tiene que terminar tarde o temprano, como este horroroso día de escuela.
Wendy entró a casa sin mas viendo el abrigo en el sofá, lanzó su mochila con enfado sobre este y subió a su habitación, lanzándose a su cama. Tenía tanto sueño que no pudo detenerse a pensar en el comportamiento extraño de bebe. Simplemente quedó dormida.
Y bueno, por ahí, en otra casa del pequeño pueblo, Bebe miraba con decisión su reflejo en el espejo.
- Serás mía, Testaburger.
