Vivimos en el mundo cuando amamos. Sólo una vida vivida para los demás merece la pena ser vivida. Albert Einstein
Las almas gemelas siempre fueron un tema sagrado para él. Vivía en la ilusión de que la otra mitad que te complementaría estaría ahí para ti desde el momento en que se encontraran. Que te amaría incondicionalmente en la salud y en la enfermedad. Para él, especialmente en la enfermedad.
Cuando era aquel escuálido chico de Brooklyn que parecía que podía caerse con un soplo del viento pensó en la clase de vida que él podía ofrecerle a aquella persona. Dolor y sufrimiento, vivir con la constante amenaza de que morirá por alguna de las tantas enfermedades que tenía. Para él ya era suficientemente duro ver y saber que provocaba las lágrimas de su querida madre. He internamente agradecía por cada día que no la encontraba.
Al fallecer su madre y quedarse solo porque Bucky se había alistado en el ejército, no podía evitar llamar a esa persona en su mente y desear que estuviera ahí a su lado. Dios sabía cuánto la necesitaba. Quería sentirla, escuchar las dulces palabras que seguramente tenía para él y no tener que conformarse con frotar sus dedos en el dibujo de su muñeca. Un triste consuelo que no le daba más que eso: tristeza. Una esperanza ciega de alguien que seguramente ya había muerto por la guerra.
—Piensa en cosas positivas, punk —Decía Bucky —. En las cosas que harán juntos, lo que llegaran a vivir. Yo pienso en cómo podría ser, cómo es el color de su pelo; tal vez rubio, castaño o incluso rojo. ¿Quién sabe?, el color de sus ojos, ¿serán amables, fríos o cálidos?
Había tanto anhelo y cariño en la voz de Bucky que llegaba a sentirse avergonzado por los pensamientos negativos. Fue a partir de ahí que hizo exactamente eso. Concentrarse en ella y no en las posibilidades de encontrarla.
Cuando se alistó para el Proyecto Renacimiento oró con todas sus fuerzas a quien fuera que lo estuviera escuchando que funcionara. Que le dieran las energías necesarias para soportar el suero y llegar a ser una persona que pudiera luchar por su país. Al lado de su amigo y la bella dama que era Peggy Carter. Desde que la vio y conoció la gran persona que era ella. No pudo evitar la gran decepción y lo pesado que se sentía su corazón al saber que no era ella.
Ella no era su alma gemela.
Y si no era ella, ¿quién podría ser? Era la mujer perfecta para él y no la merecía. Eso no evitó sin embargo, que lo intentaran. El dibujo en sus muñecas podría no brillar cuando se tocaran, pero la sonrisa de Peggy brillaba lo suficiente como para que él se enamorara perdidamente de ella. Ella era la luz del faro que él perseguía y en la que pensaba para regresar a casa de cada misión del Capitán América y los Comandos Aulladores.
Pero cuando la muerte lo abrazó y el agua helada lo cubría por completo no fue solo ella en la persona en que pensó. Su último pensamiento fue para su alma gemela. Sus últimas lágrimas fueron para ella. Por la impotencia de no conocerla y la esperanza de que encontrara un futuro brillante y feliz sin él.
Su luz se apagaba, pero la de su alma gemela seguiría brillando.
Todo lo que podía ver en su muñeca eran líneas que se entrelazaban entre sí formando una estrella en un triángulo. No podía comprender como eso le ayudaría a encontrar su alma gemela. Al menos que esa persona estudiara geometría el dibujo no le decía nada.
Su madre, María. Sabía exactamente que palabras decir para que su tierna y activa mente se llenara de ilusiones. Incluso ahora, esa persona arrogante y narcisista que era no podía evitar emocionarse por saberse amado y que todas sus máscaras y muros no le importarían. Que cogería cada error y cada imperfección de él y los puliría. Que no importaría.
Pero lo hacía, a él le importaban. Porque con cada titular y cada persona que lo señalaba como el mercader de la muerte su pensamiento de no que no merecería a esa persona se instalaba en su pecho hasta que no quedaba más que desesperanza y resignación. Con cada año que cumplía la amargura crecía y él la ahogaba en fiestas, licor y sexo.
Y entonces pensaba en su padre. Howard era el alma gemela de su madre y no sabía que había hecho él para merecérsela. Porque a los ojos de los demás él podría ser un genio y gran inventor. Pero a sus ojos, Howard era solo aquel borracho amargado que le gritaba cada vez que se le intentaba acercar, aquel que lo comparaba constantemente con su ídolo, el gran Capitán América, y aquel que era su padre solo por título.
Con Afganistán vino no solo un cambio de pensamiento. Fue el momento en que decidió dejar de llorar por algo que nunca había tenido y que probablemente nunca tendría y empezar a enfocarse en las personas a su alrededor. Aquellas que necesitaban ser salvadas y que necesitaban que él empezara a hacer algo bueno con su vida y los millones que tenía en su banco.
Pepper y Rhodey fueron el regalo del universo que jamás esperó, pero que sin embargo atesoraba más que nada. Fueron su ancla en un mundo en el que intentaban hundirlo cada vez más. Donde ya no sabía en quien confiar y que hacer para no seguir estropeándolo. Cada día que pasaba pensaba en Yinsen y en cómo había dado su vida por él. Y en cómo aunque se equivocara él se levantaría e intentaría dar su vida por los demás. Era su redención por cada arma que fabricó y que mató muchas personas.
El envenenamiento por paladio fue un recordatorio de cuan humano y mortal era. Agradecía no haber encontrado a su alma gemela, para que no tuviera que cargar con todo lo que Tony Stark era. Y todo el dolor que su reactor le causaba que pasaría atraves de su vínculo.
Él quería ser amado, sí. Pero ya no quería amar a nadie más. Pepper fue suficiente para saber que cualquier persona involucrada con él estaría en perpetuo peligro. Él no conocía a su alma gemela. Pero la amaba, porque era alguien nació específicamente para él. Para amarlo. Y él era una mierda, lo aceptaba. Pero no podría joder así a su alma gemela.
Pero también sabía que todo eso no era más que palabras vacías, el auto convencimiento de que podría hacer lo que era mejor para su alma gemela. Pero él probablemente correría a sus brazos, aferrándose ella o él como un niño pequeño se aferra a la falda de su madre. Sediento de amor y dispuesto a dar todo ese cariño que había acumulado secretamente para ella.
Porque él era solo un hombre, y por lo tanto, amaba.
Buenas~
Tenía que hacer esto. Me encanta el Soulmate AU t tenía que sacarlo de mi mente.
Ahora diré que si, sé que tengo más fics para actualizar y no se preocupen que no dejaré ninguno. Por lo tanto serán actualizaciones lentas, pero seguras xD. Espero les haya gustado.
