Hola a todos! Pues que no me morí, andaba de parranda xD y esta vez regresé recargada al 100% y con una nueva historia, que espero llegue a agradar tanto como en su momento lo hizo mi anterior bebé, "Cartas a un desconocido". Esta vez les traigo un fic un poco más maduro (ya tengo 20, por fin ya crecí! :D), el cual se titula "Ojo por Ojo". Está basado brevemente en "La Mentira", historia original de Caridad Bravo Adams y llevado a la televisión en múltiples novelas, películas, etc.

Para hacerlos entrar en calor con la historia, les dejo este compilado de Prólogo más dos capítulos, a partir de los cuales girará prácticamente todo. Espero poder actualizar en un plazo de 2 semanas aproximadamente por capítulo, dependiendo de qué tan buena acogida tenga.

Sin más, los dejo con mi más reciente creación, sin antes recordarles que todos los personajes reconocibles, famosos y amados por todos nosotros pertenecen a Su Excelencia J.K. Rowling, aunque daría mi existencia porque fueran míos :'(


Un acto de justicia permite cerrar un capítulo; un acto de venganza escribe un capítulo nuevo. - Marilyn vos Savant.

Prólogo

Una vez más, no podía dormir. Daba vueltas en la mullida cama, arrancando las sábanas de seda en cada uno de sus movimientos. Qué pesada se había vuelto la vida para él. La inquietud alimentaba su existencia durante el día, la culpa no le daba sosiego por las noches. Las grandes y permanentes ojeras bajo los penetrantes ojos grises eran prueba contundente de lo mal que lo estaba pasando últimamente.

Tenía en su mente todavía fija la imagen del momento en que había sucedido; un solo instante que había parecido eternizarse por lo bien que podía recordar los detalles: la lluvia empapando los negros cabellos, el gesto suplicante de sus manos, el grito que el dolor arrancaba a su pecho. Pero sobre todo, sus atormentados ojos verdes, que lo miraban precisamente a él, que se clavaban en los suyos, rogándole, implorándole que hiciera algo. Pero él no había hecho nada. Había sido demasiado tarde, solamente un segundo, pero al fin tarde. Había visto todo, y no había hecho nada. Y por su culpa, por su indecisión, por su pasmo, por su estupidez, lo había perdido. Para siempre.

Con un gruñido, se levantó del cálido lecho. Afuera, la tormenta bramaba casi tan furiosa como él. Observó las brillantes gotas caer sobre el cristal de su ventana mientras encendía un cigarrillo. Últimamente fumaba mucho, se podría decir que en exceso; había días en que se acababa cajetillas enteras. Pero no podía evitarlo, estaba en un constante estado de tensión desde…

"¡Maldita sea!" rugió en la oscuridad de la noche, mientras golpeaba rabiosamente el marco de la ventana. "¿Es que no puedo olvidarlo ni un solo momento?". Pero el penumbroso cuarto se tragó la pregunta sin contestarla. Frustrado, se sentó en el borde de la cama, la mirada fija, el pensamiento distante.

Pero, ¿cómo pretendía olvidarse de ello, cómo, si lo atormentaba cada día, a cada segundo, entre cada respiración y cada pestañeo? ¿Cómo seguir adelante cuando su mirada, esa terrible y abrumadora mirada lo perseguía de día y de noche, sin descanso? ¿Era posible acaso saber lo que había sucedido, y aún así, dejar todo atrás y continuar como si nada hubiera pasado, como si él no hubiera existido, como si ella no le hubiera arrebatado su existencia?

"Por supuesto que no" se dijo a sí mismo. "Su recuerdo me perseguirá para siempre… ". Rió ante lo irónico de ese pensamiento. ¿Cómo no iba a perseguirle su recuerdo, si cada vez que se miraba al espejo, lo veía a él? En vida, siempre había sido muy parecido a él; a la edad en que se había esfumado era prácticamente su gemelo de cabello obscuro. No sólo físicamente: exceptuando personalidades completamente contrarias, eran también muy similares en sus gestos, su voz y la cadencia que le daban a las palabras, la manera en que reían, sus gustos… Sobre todo, sus gustos.

Y eran precisamente esos gustos los que lo habían arrastrado a la perdición. A ambos.

Apagó el cigarrillo en el cenicero de la mesita de noche. Como de costumbre, a las cuatro de la mañana el recipiente ya estaba rebosante de colillas humeantes. Estaba a punto de encender el sexto cigarrillo de la noche ("¿Pero quién los cuenta?" se preguntaba de vez en cuando) cuando sucedió. La flama que había encendido con su varita titiló en medio de la noche, impaciente por alcanzar el pitillo que bailaba en los labios del joven. Pero él ya no pensaba más en fumar. Se quedó con el tabaco en la boca, sin encender, mirando el vacío. Una idea pugnaba por salir a flote en su mente, una idea que podía ser la más grande, brillante y enferma locura que podría habérsele ocurrido. Un plan sutil, largo y probablemente difícil… pero que culminaría en la mejor venganza de todas. Una de la que ella no podría escaparse.

El cigarrillo cayó al suelo. Draco Malfoy no se inmutó en recogerlo, como habría sido normal en otras circunstancias. Porque la sonrisa había regresado a sus labios.

"Si estoy destinado a vivir con su fantasma, por lo menos, no seremos sólo nosotros dos. No te librarás de pagar muy caro lo que hiciste; juro que lo vas a hacer. De eso me encargo yo".