Autor: Shameblack

Título: No aúlles, solo habla

Fandom: Teen Wolf

Pairing: Derek/Stiles (Sterek)

Genero: Romance/Humor/¿?


No aúlles, solo habla

Stiles maneja hacia el bosque.

—Sabes que puedes confiar en mí—murmuró, acercándose un poco—. Cuéntame, ¿qué pasa?

Stiles subió su mirada y la poso en la de su mejor amigo de toda la vida. Las leves arrugas alrededor de los ojos y los labios apretados daban la imagen de un Scott preocupado.

Stiles suspiró.

Scott no tenía ni idea. Y no, no podía tenerla.

—Estupideces, en verdad, no te preocupes—concilió tranquilo, sonriendo sin tantas ganas y tratando de que aquello pasara desapercibido por su interlocutor.

Pensó que quizá fueran los poderes lobunos, pero Scott no quitó el dedo del renglón, es más, logró saber que todo eso solo era para desviar la atención del tema. Que en realidad algo sí que pasaba.

—Te conozco—como si fuera una letanía la frase se hizo hueco en su pecho, justo donde tenía todo el espacio designado para Scott. Era su mejor amigo, su hermano, el intento fallido de siamés que Dios no le dio. Por supuesto que tenía un lugar especial para él.

—¿Qué te parece esto? No quiero hablarlo—bufó ahora molesto, no con McCall, sino consigo mismo por ser débil, por ser idiota y por traérselas contra Scott, que solo preguntaba por preocupación.

—Te juro que no me importaría—los dedos, largos y algo morenos, tomaron el hombro de Stilinski, para obligarlo a voltear lentamente—, pero eso que no quieres decir te está trayendo de un humor que ya no aguanto. Así que, si no vas a contarme, entonces limítate a no traer cara de oler mierda.

—Siempre tan delicado—murmuró con la cabeza gacha, para luego reacomodarla y sonreír fatigado—. Si, lo sé, la he estado trayendo contra todos. Perdona.

Scott sonrió tenue para luego acercarlo en un abrazo cálido, de esos que sólo los hermanos otorgan. Stiles sonrió contra el hombro del otro, para luego deshacer el agarre.

Segundos después apreciaba la silueta de Scott recortada contra la luz del atardecer, caminando hacía su casa, con el equipo de lacrosse colgando de una mano, despidiéndose con la otra, volviendo muy poco la cabeza.

Stiles sonreía automáticamente, acostumbrado a hacerlo, a ser el bueno amigo que soporta los rollos sobrenaturales, y que hasta ayuda en ellos.

Diez minutos después se largó a echarse sobre el asiento de su carro y gemir frustrado.

Pero que si el destino lo odiaba.

No era ninguna mentira que esos últimos días había estado de un humor del asco, y sí, lo admitía, se la agarraba contra todo y todos. Incluso, en algún momento, llegó a molestarse con su padre por ninguna buena razón.

Sabía que estaba haciéndolo, que solo estaba fastidiando a los demás, pero ya no podía hacer nada.

Era cosa de hacía más o menos dos meses. Sí, realmente un tiempo corto para toda la mierda que se le vino encima. Fue en una de las reuniones de la manada, después de uno de los chistes ácidos y ágiles que Boyd contó tan bien, sobre todo cuando tenía la risa cantarina y ladina de Lydia a su favor, como en aquel momento. Scott ya no estaba tan sumido en su depresión por haber terminado con el amor de su vida –Allison, su nombre es Allison, por favor-, y todo era gracias al increíble buen amigo que es Stiles y porque la atención que en su momento le dedicó a la muchachita ahora la sumía en Isaac, quien extrañamente ahora vivía con McCall. Conociéndolo bien, porque Stiles tuvo que llegar a hacerlo siquiera un poco después de que se les uniera a sus salidas y a las tardes de videojuegos de frikis, Stilinski admitió que era un tipo increíble, gracioso y que sabía guardar secretos y ayudar. En realidad era todo lo contrario a lo que se imaginó antes de cruzar oraciones formando una conversación civilizada y amigable.

Así que después de las risas que todos echaron porque, joder, Boyd era un imbécil, pero de los buenos, Stiles se levantó con la intención de ir a la cocina por un vaso de agua, o un vaso de cualquier cosa menos esa soda asquerosa que había conseguido Scott de último minuto.

Al avanzar hacía el refrigerador oía los murmullos y frases a secas que todos estaban dejando soltar con tranquilidad, en un ambiente cómodo.

Aún así no pudo evitar echarse el susto de su vida cuando al voltearse se topo con los ojos de Derek, un tanto lejos, pero penetrantes y certeros.

Lo primero que llegó a la mente de Stiles fue un "Qué mierda" seguido de otro "Deja de hacer eso, Derek" que sin querer si terminó saliendo por sus labios, recibiendo una mirada extrañada del mencionado.

—No es mi culpa que te asustes con cualquier estupidez—respondió encogiéndose de hombros, y caminando con altanería para coger una de las cervezas que estaban en el refrigerador—. Limpia lo que tiraste—ordenó cabeceando hacia el suelo antes de volver a salir por la puerta, reuniéndose nuevamente con la manada, de la que Stiles no formaba parte y aún así acompañaba a sus reuniones.

Stiles jura y perjura que sólo limpió las gotas que derramó al saltar por el susto que Hale le metió porque era una persona educada y sabía arreglar lo que él provocaba, no porque un Alfa todo lobo y todo feroz en luna llena se lo ordenó.

Bueno, sí, también porque aunque no quisiera Derek seguía dándole miedo, del sano, por supuesto.

En realidad no tendría importancia mencionar nada de esto si la reunión, mencionada varias veces antes, no hubiera sido diferente, si todos, dadas las tantas de la noche se hubieran marchado a sus casas, para desalojar la residencia algo reparada de los Hale –arreglar la mansión era una actividad que reforzaba la unión de manada, según Derek, claro-, si todos se hubieran despedido con un buenas noches, varios besos, abrazos y ya.

Pero todo tiene relevancia, hasta la fecha, porque la reunión no fue una reunión, sino una reunión/después te quedas a dormir. Si, así como suena fue como lo escuchó Stiles en sus momentos, cuando vio la hora en su reloj y notó que nadie hacía amago por mover el culo e irse.

—Derek nos dijo, hoy dormimos aquí—explicó Erica, con su cabello rubio sobre sus hombros y la sonrisa coqueta colgando de sus labios, insinuando un poco, y atrayendo mucho.

—Ah, claro, cosas de manada—sonrió Stiles, para luego moverse y mirar algo en su celular—. Supongo que ya me voy—anunció aún con la mirada en la pantalla del teléfono, viendo el mensaje que su padre le acababa de mandar. "Hoy no llegó a casa" rezaban las letras que su padre seguramente tecleó rápido, a eso de la media noche. "Está bien" tecleó en respuesta Stiles, sin poner mucha atención a quienes lo rodeaban.

—¿Y a dónde te vas?—la voz de Derek, por siempre dura y sobresaliente de los demás, lo llevó de vuelta a ese momento, donde estaba a punto de despedirse de todos y salir hacía su casa, que ahora sabía se encontraría vacía, sin su padre en la cocina saludándolo y regañándolo por llegar tarde, de nuevo.

—¿A mi casa?—frunció el cejo con una media sonrisa algo escondida—. ¿A dónde más?

Fue tras acabar esa frase, esa pequeña pregunta sarcástica marca Stiles, que logró admirar las miradas de todos, como si no comprendieran tampoco al muchacho, pero no quisieran hablar y decir nada.

—Tienes que quedarte—dijo Derek, con su tono de Alfa y la mirada aún más. La mandíbula algo apretada y con los brazos cruzados, recargado en uno de los respaldares de los sillones.

—Eh, no—paseó los ojos por todos los demás, notando cómo algunos le rehuían la mirada y como otros trataban de advertirle que no lo dijera, que tuviera respeto—, dijiste "manada", yo no soy un lobo con ataques en luna llena y tampoco el novio de uno de ellos. No pinto nada aquí.

Lo dijo rápido, como siempre, con las palabras algo atascadas y apretadas, intentando salir antes que las demás. Sin embargo, tan pronto como terminó de musitar lo que en su mente sonaba muy bien, la mirada algo enfadada y agria de Derek no se hizo esperar.

Y luego sucedió algo muy raro y muy tonto. Bueno, no, en realidad no era tonto pero Stiles prefería verlo de esa manera para no sentirse más extraño.

—Eres parte de la manada—soltó en un gruñido, como si el solo decirlo le molestara. Probablemente así era, probablemente Derek era quien menos quería asumir que Stiles, el pobre humano debilucho, hiperactivo y de cabeza rapada Stiles era parte de su manada, la de hombres lobos ultra poderosos que pelean a muerte contra cosas que en la vida pensó que existirían.

Y aún así, le asustó más la frase que el tono, lo cual, la mayoría de las veces, era al revés.

Stilinski, algo consternado, entornó la mirada hacía todos los demás, tratando de encontrar a alguien que notara lo que estaba mal en eso. Que él estaba mal en eso.

Sin embargo lo único que llegó a su campo de visión fueron las caras que apoyaban al Alfa, los que decían con los ojos que Stiles también era parte de la manada de licántropos, aún sin ser uno. Aún sin ser el novio de uno.

—No soy un hombre lobo—murmuró bajito, tratando de que ese razonamiento los hiciera despertar y darse cuenta que el humano, el débil, el que puede morir con cualquier cosa, era parte de la manada. Pero no ocurrió, todos se encogieron de hombros y Derek se limitó a darse la vuelta para regresar a la cocina, o a su habitación o a donde se le antojara, total, que era su casa.

—Te vas a quedar como todos los demás, si tienes que avisar a alguien hazlo, pero de aquí no te vas—ordenó molesto, caminando entonces hacía las escaleras. Probablemente iba hacía su habitación. Stiles abrió la boca para protestar y en ese preciso momento la cabeza de Hale, con su mirada roja e imponente se clavó en el flacucho adolescente—. No es una opción.

Y con dichas palabras el hombre lobo se largó hacía su habitación –o al baño, no quería enterarse en realidad-, dejando a un Stiles boqueando en la sala de la mansión con el resto de la manada a su alrededor, sonriendo tranquilos y regresando la conversación a su cauce natural.

No pasaron ni diez segundos para que Stilinski se meneara como loco y mirara a todos, aún boqueando, sin entender nada.

—Quizá no seas hombre lobo ni la parejita de alguno—empezó Boyd, con ese tono de voz tranquilo y algo aburrido que ya todos le conocían—, pero todos sentimos como si fueras parte de la manada.

—Ya, claro—bufó el humano—. No te entiendo.

—Nosotros tampoco entendemos—habló esta vez Erica, acomodándose un poco más cerca de Boyd, haciendo rozar sus piernas, casi por accidente—, es algo que no se puede describir. Sabes, lo sientes en el pecho y en la cabeza cuando alguien es de tu manada, cuando es tu hermano. Todos lo sentimos, es como el instinto.

—Y también lo sentimos por ti—secundó Isaac, que miraba con tranquilidad el techo, quizá contando las miles de grietas que tenía—. Puedo sentir que eres tanto de la manada como Boyd o Scott lo son. Estoy seguro que hasta Jackson lo percibe.

El asentimiento fastidiado que dio el mencionado hizo que el corazón de Stiles se achicara un poco, como si estuviera asustado.

—No tiene sentido.

—Ahora que lo dicen, sí lo tiene—y esa vez fue la linda Lydia, la de cabello suave y mirada coqueta quien habló, aún tomada de la mano de Jackson, con los dedos entrelazados de un modo que parecía cariñoso e íntimo, aún con todos los demás alrededor—. Si ellos, que solo son Betas, pueden sentirte como a alguien de la manada, es claro que Derek también, e incluso más, es decir, es el Alfa, ¿no?

—Sí pero…—abrió la boca, pero dejó la frase a medias.

Stiles no quería ser parte de la manada, es decir, no es que no los quisiera, todo lo contrario, pero ser parte de una manada ya era mucho, era algo asfixiante, era tener que obedecer las órdenes de Derek (aunque eso ya lo hacía, caray que el tipo le daba más miedo que Freddy Krueger), era cuidar y preocuparse por todos (aunque eso, en gran parte, también lo hacía), era arriesgarse por los demás (¡hey!, eso ya comenzaba a volverse repetitivo) era…

Entonces notó que desde antes de saberlo ya actuaba como parte de la manada.

Sin embargo el peso en su pecho, los latidos rápidos y dolorosos y ese pequeño miedo creciente no desaparecieron. Incluso los pudo sentir más real, más tangible.

Pero como era de costumbre nadie le dio un poco más de importancia, porque era Stiles y porque había mejores chismes que contar y a Boyd aún le quedaban buenas bromas en su bolsillo. Así que Stiles también lo dejó ir, no dándole tanta importancia, tratando de disminuir esa opresión en su mente, en todo su cuerpo.

Cabe aclarar que después de media hora, Derek apareció de la nada –según Stiles, a quien nuevamente le sacó la mierda por el susto tan chulo que se dio- para ladrarles, con un poco de mal humor que se largaran a dormir, porque pronto irían a entrenar y los necesitaba descansados.

Fue ahí que también comenzó una pequeña discusión.

¿Dónde, cómo y con quién dormiría cada uno?

Era obvio que Lydia se iría a acurrucar a los brazos de Jackson, quien desde que se volvió oficialmente un hombre lobo tenía ese complejo posesivo con la muchacha. No tardaron ni dos segundos en subir y ocupar una de las habitaciones. Boyd y Erica se fueron a otro cuarto, algo discretos, dejando a los otros tres muchachos en medio de la sala, sin saber muy bien qué hacer.

Stiles era quien conocía menos la casa de los Hale, así que no tenía idea de dónde podía o no dormir. Así que cuando se apresuró a dar un paso la mano de Scott le sostuvo el antebrazo, frenándolo.

Después Scott le explicó lo que sucedía. No era la primera vez que dormían en casa de Derek, aunque sí era de las primeras que lo hacían todos juntos. Por lo general unos se quedaban y los otros marchaban y así, hasta que a cada quien se le designó un cuarto o un lugar donde marcar, por así decirlo, que fuera su pequeño territorio en la mansión. Jackson tenía una de las habitaciones de la planta baja, Boyd y Erica compartían una de las de arriba, la más cercana al baño. Isaac y Scott compartían, a su vez, la que se encontraba al final del pasillo, la cual contaba con dos camas y un pequeño buro donde sólo había ropa de Isaac. Stiles, por su parte, no tenía nada.

Así que lo primero que se le vino a la mente fue dormir en una de las camas, quizá dormir con Scott, ya que no era la primera vez que lo hacían, es decir, ¿ser amigos de toda la vida y no dormir ni una vez juntos?, ¡por favor!, si parecían lapas, por supuesto que ya habían dormido juntos, montones de veces.

—Pero no podemos hacer eso—exclamó algo apresurado Scott, tratando de no subir la voz—. No puedes dormir conmigo.

—¿Por qué? Scott, hemos dormido juntos muchas veces no creo que…

—No es por eso—interrumpió Isaac, que se había acomodado en uno de los sillones, jugando con sus manos—, es porque Derek debe autorizarlo.

—¿Autori-?, ¿Qué?

—Él es el dueño de esta casa, es su territorio, además de que es nuestro Alfa. No podemos meterte en la cama sin su consentimiento—continuó Lahey, quien ahora miraba a Scott—. Lo más probable es que él ya tenga una habitación para ti.

—Así es—Stiles comenzaba a pensar que no solo era la fascinación por agredirlo físicamente, sino también asustarlo de muerte, lo que Derek tenía de pasatiempo.

—¿Por qué no haces ruido, carajo? —pero todos ignoraron a Stiles, de nuevo.

—Ya tengo una habitación para ti—informó medio molesto el Alfa, que luego mandó una mirada a sus Betas, quienes al instante se largaron escaleras arriba—. Sígueme.

Y entre maldiciones, preguntas y quejas que Derek ignoró olímpicamente, Stiles siguió al hombre lobo a través de la tétrica mansión, que ya estaba un poco más arreglada y estable pero seguía igual de lúgubre y macabra. Muy al estilo Hale.

Después de recorrer uno de los pasillos de la planta baja, pasar por puertas y puertas y sentir cómo el frío se hacía cada vez más intenso llegaron a la última habitación de un pasillo oscuro y desierto.

Hale abrió la puerta de madera vieja e hinchada, haciéndola rechinar, para luego dejar a la vista una habitación sencilla, y que por sencilla solo tenía un colchón en el suelo, y unas cortinas roídas que a duras penas colgaban sobre la ventana.

Además, la bella y lujosa habitación tenía un perfecto sistema de calefacción que estaba a la agradable temperatura de "Hasta los mocos se te congelan, hurra".

Que Stiles le mirara de mala manera no estaba fuera de lugar. Pero eso a Derek nunca le importó.

—En tres horas salimos a entrenar, descansa—informó Hale para luego dar media vuelta dispuesto a marcharse.

—No, espera—la mano de Stiles corrió hasta tocar el hombro del otro, haciéndolo detenerse—. ¿Enserio que tengo que dormir aquí?—preguntó mirando un poco hacia la habitación para luego ponerle atención a la cara del Alfa. La mirada enfadada del licántropo hizo que el humano se reconsiderará las cosas—. Porque esta perfecta, sí, en tres horas, gracias.

Y tan rápido como acabo de decirlo se metió en la habitación y cerró la puerta. Todo estaba a oscuras y la humedad se sentía por todos lados.

Cuando iba en camino hacía el colchón tropezó con algo lo que provocó que cayera, de suerte, en el colchón. Ni siquiera se animó a ver qué cosa lo había hecho caer.

—Va a ser una noche larga—susurró para luego quedarse dormido en ese mala posición y con el teléfono en la mano izquierda.

Tres horas después un Scott jadeante lo apresuraba para que saliera a hacer el entrenamiento. Stiles no había dormido bien, porque podía jurar que entre sueños algo le estaba moviendo el pie, y temió que hubiera sido esa cosa con la que cayó antes de dormir.

Pero en esos momentos no importó porque el loco Alfa los puso a correr como locos, hacer lagartijas como locos y atraparse los unos a los otros.

Para la ronda tres de las atrapadas Stiles quedó oficialmente descalificado, y todo gracias a la linda y maravillosa Lydia.

—Jamás podría lastimar a una señorita, eso es todo—rezongó cuando pasó a un lado de los demás, que sonreían conteniendo la risa.

—Sí, sí, ya vete a descansar caballero—se burló Isaac, quien luego comenzó a correr porque Derek les ladró desde sabrá Dios donde que siguieran con el entrenamiento.

Stiles se limitó a regresar a la mansión para tomar algo de agua.

Estaba molesto, porque Derek le había dado la habitación más mugrosa y fría de todas, pero por sobre todo seguía algo confuso. Sí, ya había entrenado con los demás, pero no podía sentirse como parte de la manada, como parte de una, siquiera. Sentía que cargaba con mucha responsabilidad, con el quedar bien con todos los demás. Aparte su mente le decía, cada cinco minutos, que ser parte de ésa manada significaba estar bajo las órdenes de Derek, quien supuestamente sería su Alfa.

Lamentablemente era un Alfa que le aterraba hasta los calzones.

No es que le temiera como hacía unos meses, que había llegado a convivir más con él, pero aún existía ere respeto místico que llegaba a pintarse de miedo cada luna llena, cuando Derek estaba de malas y el destino se jactaba de juntarlos, para ver cómo el hijo del Sheriff rezaba en su mente, a todos los dioses habidos y por haber, que el Alfa de la manada no le cortara la cabeza por toda la diarrea verbal que usualmente soltaba en situaciones como esas.

No le desagradaba Derek, no, pero… no era como si le encantara tenerlo cerca.

—¿Qué crees que estás haciendo aquí?—de nuevo, como venía ocurriendo toda esa noche, Derek Hale le sacó otro susto, para variar, de muerte. Malditos hombres lobos con sus pies ligeros como el viento.

—Perdí—respondió tranquilo, obligándose a tomar un poco más de agua, para calmase.

—¿Y?

La cocina estaba a oscuras y la poca luz que entraba era de la luna en su perfecto cuarto menguante, que esa noche lucía blanco limpio. Sin embargo, bajo la poca luz existente Stiles fue capaz de notar a la perfección la mirada del Alfa, y su mandíbula eternamente apretada, como si siempre estuviera molesto con el muchacho.

—Tienes que seguir en el entrenamiento con los demás, aunque sea en la banca—espetó profundo, caminando lentamente hacía el muchacho, quien trató de alejarse un poco, resguardando su espacio personal.

—De acuerdo, enseguida regreso, no te preocupes—Stiles seguía hablando, mientras que el otro seguía acercándose, con el ceño fruncido y la molestia pintada en toda su cara. Entonces quedaron a pocos centímetros, con las respiraciones fuertes y el corazón de Stiles latiendo como loco, teniendo miedo, porque ése era un Alfa, y era un Alfa que parecía siempre enfadado, con él, y que quizá estaba en una época rara y quizá quisiera matarle. Porque Stiles es Stiles y jamás lo puede evitar.

Entonces sintió algo contra su pecho, algo que le dolió pero no le hizo más que sacar un poco el aire, siempre atento a la mirada de Derek, por si en cualquier segundo se enfadara más y decidiera clavarle el diente.

—Limpia bien el desastre de hace rato, aún puedo olerlo—ordenó malhumorado para luego apartarse y regresar al bosque, con los demás.

Fue cuando Stiles notó lo que había sentido golpearlo, un sucio trapo.

Suspiró aliviado y se dejó caer en el piso, tratando de normalizar su respiración.

Derek siempre lo asustaba, porque era todo colmillos y mirada rojas, que para Stiles eran de psicópata, de un hombre lobo psicópata -¿qué mejor hay que eso?-. Así que estaba en todo su derecho si se asustaba y si no le gustaba estar cerca de Derek, porque siempre había una amenaza en su boca y el desprecio en sus ojos.

Pero no por eso iba a desobedecer al hombre, porque para empezar estaba de invitado en su casa, y su madre siempre le enseñó a comportarse.

Diez minutos después, cuando regresó al punto de partida del juego, se topo con las respiraciones cansadas de todos, mientras se sentaban para descansar.

—Regresas un poco tarde, ¿no crees?—se burló Boyd, quien se sostenía de un árbol, jadeando ruidosamente.

Lydia, que estaba sentada en un tronco caído, lo miraba divertida, como si supiera algo que los demás no. Algo malo. Algo malo que tenía que ver con Stiles.

—Derek me dejó un recado para ti—habló tranquila la pelirroja que con elegancia se levantó de su lugar y camino hasta Stilinski, con esa sonrisa ladina que tanto le gustaba al muchacho—. Dijo que de castigo por largarte a mitad del entrenamiento te quedarías aquí, e ibas a practicar las atrapadas con él.

Tan solo terminó de hablar todos los ojos se posaron, sorprendidos, en Stiles, quien estaba pálido y respiraba muy poco.

En cualquier otra situación las palabras de la muchacha servirían de burla e incluso de malinterpretación, pero después de una sesión de entrenamiento bajo la tutela de Derek nadie se atrevía a malinterpretar nada.

Derek, por lo general, los hacía competir entre ellos, mientras él se quedaba al margen, vigilando todo como el profesor, corrigiendo unas cuantas cosas y gritando órdenes o consejos. Sin embargo, a veces, llegaba a participar con sus cachorros.

Stiles nunca había visto ninguno de esos entrenamientos, pero por lo que le contaban Isaac y Scott eran terribles. Atrapar a Derek era la cosa más difícil, y de alguna manera siempre les entraba el miedo.

Ahora que Stiles lo hiciera solo, en mitad del bosque y aún algo oscuro, era para cagarse. Y el muchacho lo confirmo cuando reparó en las miradas de lástima, condescendencia y algo de miedo que los demás le mandaron.

Estaba muerto.

—Me dio la clara orden de decirte que después de comunicarte esto debías de irte por ese camino—señaló un sendero a unos metros de ellos—, hasta que te toparas con la cruz. Era entonces que comenzaba el entrenamiento.

Dicho todo, la joven se marcho para terminar colgada del brazo de su novio, quien le mandó una mirada de condescendencia al hijo del Sheriff. Eso asustó aún más a Stiles. Que Jackson lo mirara así no significaba nada bueno.

Poco a poco todos fueron retirándose. Erica la apretó la mano y Scott el hombro. Los demás le sonrieron para tranquilizarlo, aunque no lo consiguieron.

Después de que oficialmente se quedara solo en mitad del bosque, Stilinski decidió tomar el valor de sus pantalones y encaminarse hacia el lugar que Lydia le había señalado.

Tiempo después, el mismo chico deseó nunca haber tenido las agallas para encaminarse hacia el bosque. Si, Scott le había indicado que los entrenamientos eran duros, que Derek era estricto y tal. Pero nunca nadie le habló de ese talento escondido del Alfa por asustar tanto a una persona –en específico a Stiles-, en esconderse por el bosque, y arrastrar por todo el suelo al pobre humano flacucho que por más que hacía no se libraba del agarre.

Sí, algunas veces logró engañar al licántropo, incluso hacerlo caer, pero en realidad esas tres no hacían justicia contra las cincuenta del otro.

Al final, Derek siempre lo terminaba empotrando contra algo, moliéndole poco a poco la espalda.

—De acuerdo, hace cien caídas quedó claro quién es el ganador, ahora por favor, acabemos por la paz—gimoteó Stiles quien tenía la espalda contra un tronco grande y duro, y enfrente la cara de ceño fruncido del Alfa.

Derek suspiró y lo soltó, dejándolo caer sobre la tierra, sintiéndose un poco más aliviado.

―No vuelvas a irte a mitad de un entrenamiento―gruñó para después avanzar y terminar perdiéndose entre la oscuridad, dejando solo al débil humano.

Aún ahora Stiles no recuerda cómo fue capaz de caminar hasta la casa y dejarse caer en uno de los sillones, que estaban abandonados y en silencio.

Y así fue como pasaron los días. Las reuniones se hicieron más frecuentes, y los enojos de Derek solo aumentaban y era la espalda de Stiles quien pagaba el precio, estrellándose contra paredes, piedras, carros, troncos, el suelo e inclusive una vez contra Boyd.

Stiles solo estaba quedándose más y más harto, porque en cada entrenamiento Derek se la agarraba contra él, porque lo miraba mal a él, porque bufaba cuando hablaba él. Hasta que un día Stilinski volvió a encontrar el coraje en sus pantalones y fue a hablar con Derek luego de que este lo empujara contra un tronco a mitad de un entrenamiento, donde casualmente solo estaban ellos dos.

Así que cuando Derek lo estampó haciéndole crujir un poco, Stiles lo agarró de los brazos y encajó las uñas molesto, y con la fuerza de sabrá Dios dónde logró empujarlo lo suficiente para quitárselo de encima. Entonces hizo algo muy increíble pero muy estúpido. Le mandó un puñetazo a la mandíbula del Alfa, y casualmente –porque el destino lo odiaba- asestó tan bien el golpe que hizo trastabillar a Derek.

Todo se quedó en silencio, Derek tocándose un poco la cara y Stiles con el puño cerrado, mirando sorprendido lo que acababa de hacer.

Acababa de golpear al Alfa, carajo a su Alfa.

―Stiles…―cada sílaba, cada letra la arrastró con coraje, caminando lentamente hacia el mencionado.

―Su puta madre―y fue así como Stiles se agarró corriendo por todo el bosque, gritando disculpas, maldiciones y muchos "Ayuda" que eran sofocados por la oscura noche y la luna juguetona, que parecía reírse de él.

No sabía cuánto llevaban corriendo, pero con cada paso Stiles sentía su corazón más cerca de su garganta. Sus latidos eran como un tambor constante que lo impulsaban a seguir corriendo. Era como esa música que siempre está presente en las películas de miedo cuando el monstruo va a atacar. Y por supuesto, Stiles debía de pensar en ello cuando se encuentra huyendo de Derek porque lo golpeó en la mandíbula.

Sin embargo no pasó mucho para que alguien lo tumbara en la tierra. Derek lo volteó para que quedara boca arriba y viera, con gran temor, sus ojos rojos bañados de enfado, y esos colmillos que sobresalían de su boca.

―Derek…

―Me golpeaste―sentenció el otro cuando luego de unos momentos de forcejeó sometió al menor.

―Es que tu… y yo… ¡ay mierda voy a morir!, me vas a matar, y ni siquiera he ido a las Vegas o a un club nudista. No me he acostado con las suficientes mujeres, es decir, ni siquiera me he acostado con alguien, y lo más cercano a que me invadan el espacio personal es por amenazas de un lobo que ahora me va a matar. Pero que lo sepas, no me arrepiento de golpearte, que mi espalda seguro va a terminar jodida, es decir, todo yo, y mi padre, ¡mi padre! Que alguien le de verduras cuando no esté, porque sé que él no se las va a tragar por su cuenta y…

―Cállate Stiles.

La frase –más bien orden- de Derek hizo que el humano notara qué ocurría. Estaba debajo de Derek, con las manos agarrando los antebrazos del licántropo, quien a su vez tenía las manos sujetándole de la camisa, con algo de fuerza. Sin embargo el rojo asesino de sus orbes ya no estaba. El verde azulado le miraba, casi con risa, mientras sentía el agarre aflojarse.

―Corriste―dijo Derek, con una leve sonrisa para terminar completamente sentado en el estómago y pare de las caderas del chico, ya sin sostenerle la camiseta, al tiempo que Stiles le soltaba los antebrazos.

―Si, digo, me ibas a matar…

―No―cortó Hale―. Me refiero a que corriste más rápido que antes. Nunca te había visto correr así―hizo una pausa― . Me golpeaste, y me dolió.

―Eh, si, como ya te dije, estaba muy cabreado que solo te la agarraras contra mí y me estuvieras estampando contra…

Stiles se calló, y no porque Derek lo estuviera mirando amenazadoramente –como siempre-, sino porque el licántropo había tomado una de las manos del muchacho entre las suyas, admirándola, apretándola un poco.

―Tienes mano pesada―murmuró el Derek, más para sí que para Stiles, quien seguía en el piso, con ochenta kilos de Hale sobre el―. Nunca pensé que supieras tirar golpes.

―No suelo tirarlos―dijo distraído el menor.

Entonces el Alfa se quitó de encima y lo ayudó a levantarse. Cuando regresaron a la mansión Hale todos los miraban preocupados, debido al grito que habían escuchado de Stiles. Derek, por su parte, los calmó y mandó a dormir de inmediato.

Días después Stiles entendió que había sido muy estúpido golpear a Derek, y no porque este se hubiera enojado y lo hubiera masticado, asesinado y servido a los pobres, sino porque al señor Hale se le ocurrió la fantástica idea de que Stilinski se metiera de boxeador.

Al principio todos se rieron, luego solo Scott y Stiles y al final solo el hijo del Sheriff, que no se tragaba lo que le decía Derek. ¿Él, entrenar box?, ¡Si, claro! Y eso fue lo que dijo en la primera reunión que el Alfa lo expuso, fue lo que repitió en la tercera, cuando seguían insistiendo con el tema y lo que murmuró cuando Derek le tendió la hoja de horario del gimnasio al que lo había inscrito.

―¿Pero que-? no, no…

―Si, empiezas este lunes. Ya hable con tu padre y le parece una gran idea-soltó Derek cuando volvió a poner la hoja en las manos de Stiles, quien negaba con la cabeza.

No le desagradaba la idea de aprender a golpear y todo eso, pero… espera, ¿desde cuando Derek hablaba con su padre?

Pero eso poco importó cuando estuvo enfrente de las puertas transparentes del gimnasio, que rezaban un "Bienvenidos" algo deteriorado.

Y así comenzó a entrenar boxeo.

Jessie era el nombre de su entrenador. De mirada amable y cabellos rizados y castaños, que caían graciosamente sobre su frente. Era bueno, ágil y tenía una paciencia inhumana con Stiles, quien lo agradecía bastante. No es que fuera pésimo para los deportes –aunque lo era-, pero siempre se tardaba un poco en agarrarse la táctica, y fue eso mismo lo que le dijo Jessie cuando le estaba enseñando a mantener la guardia y lanzar un gancho.

Poco a poco Stiles consiguió ganar más condición y sin darse cuenta un poco de masa corporal. Saltaba la cuerda, corría, trotaba, golpeaba y en algún momento llegó a gustarle.

Derek continuamente le preguntaba por su progreso, pareciendo en verdad interesado por él. Los demás se limitaban a hacer las preguntas sencillas de cordialidad y unas que otras por verdadera curiosidad.

Y todo estaba bien, Jessie era un increíble entrenador, le enseñaba a golpear y a aprovechar su izquierda mortal, y la derecha rápida.

Hasta que el anuncio de "Se busca entrenador" fue colgado en la puerta delantera del local y volvió a desequilibrar la cosas. Stiles pensó que era para molestarle, o para dejar de hacer tantas preguntas y darse cuenta por sí mismo, pero su mala suerte y lo tanto que lo odiaba el destino hicieron que ese nuevo puesto fuera ocupado por Derek.

Pero aún peor era que fuera justamente Jessie quien le enseñara las primeras cosas, el cómo hablar con los clientes y tal.

―Mira, quiero ver cómo lo haces con Stiles―dijo Jessie un día, mientas Stiles estaba ocupado saltando la cuerda y Derek prestando atención al otro entrenador.

―¿Quieres que sea su entrenador?

―Solo para ver cómo te desenvuelves con los clientes―sonrió Jessie, para después encaminar a Hale hasta donde estaba Stilinski, que ya había detenido su rutina―. Sé que ya se conocen, pero hagamos como que no. A partir de ahora tú eres Martin y tu Derek, el increíble entrenador que todo desean.

―¿Me llamo Martin? ―preguntó Stiles, con una ceja alzada.

―Calla y entra en tu papel―carraspeó Jessie, para después terminar de dar las indicaciones―. Martin quiere trabajar en su abdomen, porque tiene lonjas y eso le trae mala suerte con las mujeres.

―¿Tengo lonjas?

―Si Martin, tienes lonjas―repitió Jessie―. Todo tuyo Derek―finalizó para luego hacerse a un lado y darle el paso al mencionado.

Stiles no pudo evitar mirar a Derek como el hombre lobo lleno de colmillos y amenazas de muerte, sin embargo, no todo estuvo fuera de eso.

No, Derek no tenía ese tono amigable y cariñoso de Jessie, ni la mirada cálida de las entrenadoras delos Jueves, pero era verdad que no estaba tan mal. Le explicó con cuidado qué ejercicios hacer y qué no. Cómo hacerlos y por cuanto tiempo. Le corrigió cuando tuvo que hacerlo y lo hizo con un tono neutro, sin enfados o gruñidos demasiado salvajes para una persona.

En realidad, Derek no desempeñó el papel del entrenador magnífico que Jessie quería, pero si logró con las expectativas.

―Bueno, creo que con eso basta. Martin te estará eternamente agradecido porque por fin tendrá un ligue―sonrió Jessie, interrumpiendo las indicaciones del siguiente ejercicio a realizar que Derek estaba a punto de explicarle a Stiles―. Eres mejor de lo que imaginaba.

Y con eso se cerró el trato y el "Te vemos el Lunes" confirmó que Derek había obtenido completamente el trabajo.

―Así que es buen entrenador―dijo Stiles, mirando cómo el Alfa se alejaba para subirse a su Camaro.

―Sé que no tiene mucho tacto―entornó los ojos para ponerlos sobre Stiles―, pero la verdad es que todos le van a hacer caso y no se la pasaran flojeando.

―Creo que tienes razón―Stiles volvió la cabeza al frente, notando el carro desaparecer al final de la calle.

Por supuesto que todos harían los ejercicios porque Derek los iba a intimidar de cojones.

―Además, estoy seguro que a la semana que lleve trabajando aquí habrá el doble de señoritas―apostó Jessie, con una sonrisa en el rostro y una mano en el hombro de Stiles.

En realidad fue más del doble, una más que el doble. De repente el primer piso del gimnasio estaba lleno de señoritas que le sonreían coquetas a Derek, quien con paciencia y una galantería nunca antes vista les explica cada ejercicio y el funcionamiento de cada aparato.

Incluso las lindas entrenadoras del jueves se aparecían más seguido.

Entonces Derek comenzó a ejercitarse cuando despachaba al último cliente. Se entretenía saltando la cuerda, llevando por lo general pantalones cortos, con una camisa de tirantes. Luego se quitaba la camisa y se dedicaba a hacer abdominales y lagartijas. Para cuando acababa todas las mujeres estaban que se morían. Ninguna se perdía del show de la noche, casi al cerrar el gimnasio. Entonces Derek sonreía de forma maravillosa y todas llegaban al orgasmo.

Jessie se reía de todo y Stiles se encogía de hombros para luego regresar al piso de arriba y terminar con las repticiones.

Derek era el arma secreta del gimnasio, si llegaba una mujer mandaban hablar a Derek para que la convenciera –conquistar, mas bien- de que se uniera a la empresa. Si era un hombre, una sola mirada desafiante los hacía firmar el papel.

De un momento a otro llovieron las suscripciones, y el local se mantenía atiborrado de gente.

Stiles no veía a Derek trabajar, puesto que su horario era el último y se dedicaba esas dos horas a estar en el gimnasio de arriba, el cual estaba acondicionado especialmente para el boxeo. El muchacho por lo general se quedaba solas con Jessie, y éste aprovechaba para ejercitarse también. Sin embargo, por lo que éste le decía y los pocos comentarios que escuchaba sabía que Derek era la estrella del momento. Que sí, que llegaba a coquetear un poco con las mujeres, pero era solo por ser caballeroso y encantador, y para que renovaran la suscripción el siguiente mes. Que sí, que era un hijo de perra con los hombres, pero que de igual forma eso los motivaba a ser mejores y a la larga era eso lo que Hale deseaba.

Así que en pocas palabras todos estaban encantados con Derek.

―¿Y qué hay del show que da al final?

―¿Su rutina de ejercicio? ―Stiles cabeceó. Jessie sonrió para luego responder―. Pues, después de un día de trabajo, ¿una recompensa es buena, no?

―¿Y él de dónde saca provecho de exhibirse?

―Yo me refería a las señoritas.

Stiles abrió la boca para luego cerrarla. No iba a quejarse, después de todo eran problemas de Derek, no de él.

En las reuniones de manada no hablaban mucho sobre el tema, aunque aún seguía esa fascinación de Derek por agredirlo físicamente, aunque ahora Stiles no se asustaba –tanto- y se lo quitaba de encima, para luego recibir una sonrisa por parte del licántropo, como si estuviera orgulloso de ello.

Entonces a Stiles le llegó la noticia que Jessie se iría uno días a un curso en California, y que sus grupos se dispersaron por los demás entrenadores.

Y como el destino lo odia…

―¿Liso para entrenar? ―le preguntó Derek el primer día sin Jessie, con un Stiles mirando al cielo, suplicando por todo menos eso.

Al final, a Stiles le pareció que Derek era mejor entrenador de boxeo que de otra cosa, aunque aún le hacía falta la amabilidad y carisma de Jessie. Probablemente si las tuviera sería increíble.

Y todo iba bien para el cuarto día de siete, hasta que en una reunión de manada todos se pelearon, y terminaron a gritos. Incluso gritándole al Alfa. Eso significaba que era grave. Entonces llegó el quinto día de siente, y Derek seguía molesto, tanto que hasta las muchachas dejaron de sonreírle y las lindas entrenadores de los jueves se fueron a platicar a otro lado. Tanto que seguía mezquino con Stiles, quien en su momento lo defendió en mitad de la pelea.

Pero Derek era terco y seguía enfadado y Stiles ya no se amedrentaba tan fácil como antes y una cosa llevó a la otra y terminaron agarrándose a golpes en la lona, sin los guantes puestos y las luces del local de pizza de enfrente de fondo.

Cuando Stiles le golpeó y lo hizo trastabillar fue que la cosa se puso más seria.

Cuando Derek estuvo a punto de caer y se sujetó a Stiles todo se volvió lento e incómodo. Lento porque aún ahora Stiles puede ver cómo sucedió, que fue culpa de una pesa en el piso, los golpes dados en el estomago e hígado y un pequeño mareo que logró atisbar en los ojos del Alfa. Incómodo porque Stiles terminó encima de Derek.

Sin embargo fue extraño porque al caer golpearon un estate que tenía todas las pesas e instrumentos para trabajar, e incluso una bola de bolic –no tenían idea de qué hacía ahí- y debido al golpe las piezas temblaron, bailando sobre el mueble. Derek notó cómo una pesa, de las grandes estaba muy cerca del filo, balanceándose con cuidado y ante de que cayera sobre Stiles, Hale lo movió e hizo cambiar posiciones cubriendo al aun débil humano de los diez kilos de masa que probablemente le hubieran abierto la cabeza.

Por supuesto que le dolió, y si le abrió algo, sin embargo a Stiles no le sucedió nada y eso lo tranquilizó.

Por su parte, el humano estaba más que sorprendido. Derek le acababa de salvar la vida, justamente después de haber agarrado a golpes por una pelea sin sentido.

Stiles le dedicó un "Gracias" tembloroso, que Derek aceptó con un cabeceo.

A la noche siguiente volvieron a hacer una reunión y fueron ellos quienes obligaron a los demás a reconciliarse.

Después del séptimo día Jessie volvió, algo más bronceado pero con la misma mirada que Stiles extrañó.

Derek siguió yendo a entrenar al gimnasio de arriba, el de box.

Casualmente lo hizo en el horario de Stiles.

Así pues, ahora Stiles entrenaba con dos maestros, uno enseñándole y el otro mirándolo de reojo, con algo parecido a orgullo entre las pestañas.

En la manada todo iba mejor, y Stiles por fin sentía que todo volvía a estar tranquilo, incluso llegó a sentirse ubicado. Derek seguía mirándolo feo, pero no siempre y ya no lo estampaba contra las cosas, ni bufaba cuando abría la boca.

Estaba todo en calma y paz.

Entonces, en una noche de entrenamiento Derek lo empotró contra un árbol. Luego contra una roca, y después contra el piso. No conforme con eso, llegando a la casa lo amenazó molesto y le rugió que ni pensara hacer alguna estupidez.

Stiles entendió la primera que Derek estaba molesto con él, pero que ni el mismo licántropo sabía por qué.

Pero nadie lo notaba, porque todo ocurría cuando nadie estaba, o en la mitad del bosque, o cuando Jessie salía a atender una llamada o al baño.

Y Stiles se estaba hartando, y ya eran varias veces que se soltaban golpes, y que se gritaban, pero esa última semana todo explotó y fue mas intenso y en verdad Stiles no sabe cómo mierda era posible que los demás de la manada no lo notaran.

Así que se había puesto de un humor terrible, y se la había arremetido con todos. Scott se lo acababa de decir, y acababa de pedirle que le contara, pero lo malo es que aunque lo supiera, aunque quisiera algo en Stiles le hacía callarse y guardárselo para él. No contarle a nadie la extraña relación que estaba llevando a cabo con Derek, a base de golpes y gritos por parte de ambos.

Miró hacía el volante y de ahí a sus manos.

Estaba frustrado, y solo pensaba que existía una manera de que parara, que debían de arreglar las cosas.

Encendió su Jeep y se encaminó hacía la casa de Hale.

Stiles manejó hacia el bosque.


N/A: Perdon si el capitulo me salió horrible, siento que asi es y es todo por culpa de que ando enferma y deliro, pero no en el buen sentido. Sí es el primer capitulo y lo hice a petición de Rociio, que me pidió un Sterek. Cariño, aquí te lo dejo, espero sea de tu agrado;)

Lamento si esta horrible, siento que es así, perdón,trataré que los siguientes capítulos sean mejores y tal.

Disculpen cualquier falta de ortografía, sintaxis o gramática no tengo beta y ya van a ser las cuatro de la mañana, me ando cayendo pero quise subirlo para ustedes:)

Aclaración: no lo sé, no si! Va a ser un fic con varios capítulos así que esto, señores, está para continuación. Perdonen de nuevo que haya salido tan... siento que pudo haber estado mejor, pero el dolor de cabeza no me deja pensar.

Anyways, no les quito más su tiempo.

Cuidense y que esten de lo mejor!:D

~Shameblack~