Día 1156

Me cogió de la mano, y yo me puse todavía más nervioso: no era normal, él nunca hacía esas cosas. ¿Tendría que ver con aquello tan importante que iba a contarme? ¿Se habría dado cuenta de que nuestra relación no era normal y de que debía dejar de hablar conmigo?

No decía nada. Bajó los ojos y comenzó a acariciarme el pulgar con las yemas de los dedos.

"Armin", habló al fin; su voz sonaba tan angustiada que mi corazón tembló dentro de su caja torácica. "Va a hacerlo", pensé: "va a...". No éramos novios, pero yo me sentía como si estuviera cortando conmigo; cogí aire y asentí, instándolo a que continuase: notaba las lágrimas agolpándose en mis ojos. "Me han ofrecido un trabajo; fuera de Alemania, en Inglaterra. Creo que voy a aceptarlo", dijo, rápido y conciso, afilado como un cuchillo.

Intenté procesarlo: así que realmente iba a dejarme...

Ya no podía afrontar su rostro: estaba triste, enfadado y dolido, y mi corazón había estallado en mil pedazos que caían de cualquier forma sobre el asfalto. Me mordí el interior de la mejilla y aparté la cara para que no me viese llorar, pero él me retuvo con una mano y acarició mi mejilla con la otra, compungido.

"No es como si...". Iba a decir algo, pero repentinamente cambió de idea; estuvo durante un par de minutos en silencio, sujetándome para que no me escapara, y entonces, de improviso, volvió a hablar, casi en un susurro: "no voy a dejarte", dijo, y me besó como no había hecho desde la primera vez, en aquella sala de cine vacía: colocó sus manos en mi pelo y me atrajo hacia él hasta que nuestros pechos se tocaron, atrapando mi labio superior entre los suyos; después se separó.

"Me parece que te quiero": su mirada era tan intensa que me daba ganas de besarlo de nuevo, pero sabía que se apartaría, rompiendo el momento tan mágico que se había creado; apoyé mi cabeza en su hombro, sonrojado, asimilando todo lo que estaba sucediendo en tan solo unos minutos, y respondí: "tú ya conoces mis sentimientos por ti". Le besé la clavícula y dejé que me abrazase y acariciase como si no hubiera un mañana.

Yo no necesitaba que lo hubiese: en aquel momento lo único que importaba era la calidez que me proporcionaba encontrarme entre sus brazos.

Estaba con Levi, no necesitaba nada más.