Disclaimer: La idea general de esta historia la tome de una película que se llama "The Other Me" (en español la tradujeron como "Mamá me cloné") y creo que a la vez la gente que hizo la película se basó en un libro que se llama como este fic, bueno yo solo tome la idea general y le agregué unos cuantos magos, hechizos y pociones. Harry Potter y todos sus personajes pertenecen a JK Rowling, Warner Bros. Bloomsbury, Scholastic y demás empresas que pagaron por sus derechos. Esta historia está hecha totalmente sin fines de lucro alguno, así que lean y diviértanse. Se aceptan quejas, sugerencias, críticas constructivas y etc, manden su review. Mil gracias por leer mis desvaríos.

***ME TWO***

Por: "MissRobot"

Chapter 01: "Me Two"

El muchacho se frotó los ojos con cansancio, estaba agotado, pero debía comenzar a trabajar, no podía permitirse más burlas a causa de su bajo rendimiento escolar, los T.I.M.O.s habían sido su mayor pesadilla y era imposible creer como habiendo sido siempre un genio en Pociones, no hubiera obtenido la nota máxima. Su padre se había colapsado al enterarse de las calificaciones obtenidas en los exámenes, el verano había sido de espanto, casi no salía de la biblioteca de la mansión y cuando lo hacía era para recibir su "entrenamiento", la Iniciación estaba cada vez más cerca, así que su padre había decidido aumentar sus dosis de entrenamientos con respecto al verano pasado. "Pronto servirás a Lord Voldemort, debemos demostrarle de qué están hechos los Malfoy" era la frase que Lucius repetía hasta el cansancio, dónde quedaba entonces aquel viejo lema que recitaba: "Los Malfoy no nacieron para servir, sino para ser servidos", Draco se apresuro a desechar aquellos recuerdos, no tenía tiempo de ponerse a estudiar la antigua retórica y los lemas ortodoxos y gastados de su obsoleta familia. Desgraciadamente, ese no había sido un buen comienzo de año, quizá no se esforzaba lo suficiente, quizá ni siquiera lo intentaba, era mejor pasar un buen rato escuchando a Blaise tocar magistralmente su violín que estudiando para Transformaciones o cualquiera otra materia, pero también sabía que si seguía así desataría la ira de Lucius y siempre era mejor andarse con cuidado y no liberar a los demonios Malfoy.

Eran alrededor de las 3 de la mañana cuando Draco volvió a su habitación, aquella había sido otra noche Sly en la habitación de Blaise, solo Pansy, Nott, Crabbe, Goyle y él, Draco, disfrutando de aquellas notas maravillosas que Zabini conseguía arrancarle a las cuerdas de su Stradivarius. El joven Malfoy se pasó ambas manos por su suave cabello rubio, aquella noche no debía haber ido al cuarto de Blaise, sabía que tenía trabajos pendientes de varias materias, McGonagall le había mandado estudiar unos hechizos, Binns les había encargado una redacción kilométrica y tremendamente aburrida, pero lo que más preocupaba al rubio Sly era el hecho de que a la mañana siguiente tenía que entregar un proyecto al profesor de Pociones y sabía que por más grande que fuera la debilidad que Severus Snape sentía por él y por el resto de los Slytherin, no le perdonaría que no entregara otra tarea. Draco había estado tan desesperado que compró, en el mercado negro e interno del Colegio, unas raras plantas que harían la magia por él, aun se preguntaba cómo el gran Draco Malfoy se había dejado embaucar por un Ravenclaw de 7°.

Según Adam Spencer no había más que verter aquella especie de algas con un poco de agua y agregar el polvo de la Flor de los Reyes, una planta muy rara que era casi imposible de conseguir y que, decía Spencer, al remoler y mezclarse con el agua y las sustancias de las que se componían las algas daba como resultado una sustancia duplicadora. El Ravenclaw, que tenía fama de ser amante de la Herbología y las Pociones, una especie de científico del mundo muggle, le aseguró que Severus Snape quedaría encantado con un proyecto así, y de esta manera, aunada a la desesperación de Draco, Adam Spencer logró sacarle una fuerte cantidad de galeones, pero ahora Draco sabía que había sido víctima de un timo de magnitud estratosférica y la sola idea de que le hubiesen visto la cara de idiota era demasiada humillación para soportar. Aquello sonaba tan ridículo y tan falso, tan imposible, seguramente Spencer se había revolcado de la risa, observó la pequeña caja que aun descansaba sobre su mesa de trabajo y la sensación de que se desinflaba como un globo viejo le inundó por completo, seguramente hasta Longbottom entregaría algún proyecto y él, Draco, sería el hazmerreír.

Avanzó hasta la mesa y comenzó a vaciar el contenido de la cajita azul que Adam Spencer le había entregado, sacó un recipiente de su escritorio y volvió segundos más tarde, después de haberlo llenado con agua en el baño, agregó el polvo "real" y las algas, no hubo ninguna reacción, sabía que nada ocurriría, Draco pateó la parte baja de su escritorio y maldijo entre dientes pues el dolor que eso le estaba ocasionando era terriblemente fuerte, maldijo aun más y juro que se vengaría de aquel Ravenclaw de pacotilla, pero de pronto lo entendió, aun no agregaba nada que pudiese ser duplicado, dejó de sobarse el pie y corrió a su cama tomó una de sus plumas y la llevó hasta la mesa de trabajo, la colocó sobre una charola y la cubrió con la poción, apenas alcanzó a parpadear cuando la sustancia empezó a reaccionar. La pluma vibró unos instantes y luego, para sorpresa de Draco, comenzó a absorber el líquido hasta que no quedó nada de él, Draco comenzó a notar como aparecían más ramitas a su pluma, que vibró nuevamente y cuando el rubio la tomo entre sus manos separó dos plumas perfectamente iguales. Draco sonrió sorprendido, examinó la segunda pluma y se percató de que era simplemente perfecta, realizó otros experimentos y siguió maravillándose con los resultados, parecía un niño pequeño con un juguete nuevo, al final, cuando ya casi eran las 5 de la madrugada y la compostura y razonamiento parecieron volver a él, guardó un poco de la sustancia duplicadora en un pequeño frasquito que etiquetó y que sería el que utilizaría en clase. A penas tenía tiempo de bañarse y arreglarse antes de ir a tomar el desayuno.

Draco tomó una ducha rápida, no podía creer que por aquella ocasión se había salvado, tenía un proyecto que entregar, y era un proyecto muy bueno, bueno la idea no era ni remotamente suya, pero le había costado una pequeña fortuna, así que lo demás no importaba. Deseaba ver el rostro de sus compañeros cuando vieran su magnífico trabajo, deseaba ver un gesto de desencajo en la cara de la sangre sucia, una mueca de envidia en el rostro idiota del Rey Comadreja y la cara de bobo que ponía Harry Potter, esa mueca como de ido que aparecía en su rostro cuando no entendía algo y que hacía que su frente se arrugara un poco, lo que le daba un aire casi angélical, Draco sacudió la cabeza para alejar aquel último pensamiento, desde cuándo Harry Potter le parecía angélical, no lo sabía, pero más le valía no volver a tener alguna idea como esa, seguramente se debía al cansancio, aunque eso no era una buena excusa. Salió de la regadera y se envolvió en su majestuosa bata de baño, tomó otra toalla para secarse su rubia cabellera y regresó a su habitación, buscó en otro estante otro frasco para guardar la poción sobrante y recordó que en el espejo del cuarto de baño había uno que tal vez pudiera servirle, agarró el recipiente y se lo llevó con él. Abrió el espejo y sacó la pequeña botella donde guardaría la sustancia duplicadora, cerró el espejo y se dio tiempo de observar el maravilloso reflejo que le devolvía el cristal. No había cambiado mucho durante los últimos años, solo lo suficiente como para que algunas imperfecciones de la infancia y adolescencia desaparecieran, el chico frente a él le devolvía la misma mirada arrogante, sus ojos grises brillaban con una magnitud increíble, seguía siendo un tanto paliducho pero eso no importaba mucho, los finos rasgos del hermoso rostro hacían resaltar más su mirada, la nariz respingada y perfecta, las mejillas levemente coloreadas por un rubor natural, el hermoso cabello platinado y el porte aristocrático lo hacían sumamente atractivo y él lo sabía, muchas de las mujeres del colegio, y por que no decirlo hombres también, matarían por pasar una noche de pasión y lujuria con el heredero Malfoy, sus finos y sonrosados labios se curvaron en una sonrisa autosuficiente, se abrió la bata lentamente y observó con más detalle su perfecto cuerpo, los músculos bien marcados, nada exagerado o vulgar, todo en perfecto lugar y perfecta armonía, tomó su cepillo plateado y comenzó a peinarse el cabello, una vez hubo terminado lo colocó sobre el lavabo, en una de las orillas, y volvió a sonreírle al chico del espejo.

"Eres hermoso Draco Malfoy" -Se dijo así mismo en voz alta. Sacó su cepillo de dientes con la inteción firme de darse su lavado acostumbrado, una linda persona con una linda sonrisa, así era Draco Malfoy, sin embargo lo que ocurrió en ese instante vino a arruinarle más de uno de sus planes. El cepillo de dientes resbaló de sus dedos y en un rápido movimiento Draco evitó que cayera al suelo, desafortunadamente apoyó sus manos en los extremos del lavabo con lo que ocasionó que fuera su cepillo de peinar el que cayerá sin remedio, Draco espero escuchar el estruendoso sonido de la plata al chocar contra el piso, sin embargo se quedo esperando, pero inmediatamente salió del trance horrorizado, el bendito cepillo había caído en el recipiente con la poción duplicadora que el más joven de los Malfoy había colocado en el suelo para evitar accidentes precisamente, se agachó lo más rápido que pudo y sacó el cepillo con suma agilidad, lo enjuagó en el lavamanos y respiró aliviado, ahora que se lo pensaba mejor, un cepillo extra no le hubiese caído nada mal, pero en fin, lo hecho, hecho estaba. Tomó el recipiente de la poción duplicadora y lo colocó sobre el retrete, se hacía tarde y tenía que cambiarse, salió del baño en busca de su ropa y no se percató nunca de que una reacción similar a la que había ocurrido con la pluma sucedía nuevamente en el recipiente de la poción.

Una vez cambiado regresó al cuarto de baño para darse los toques finales, pero apenas hubo puesto un pie dentro el alma se le cayó al piso. El suelo estaba inundado con una espuma amarillenta que lo cubría todo a su paso y provenía del recipiente de la poción, de ésta no que daba nada, todo esta lleno de espuma, Draco maldijo, ahora tendría que limpiar, iba a regresar por su varita cuando escuchó un sonido nada agradable. El ruido provenía, por difícil de creer que fuera, de la espuma, sonaba como una descarga eléctrica, aunque muy leve, Draco observaba atento y horrorizado la escena, la espuma que estaba regada por todo el piso, bañándolo todo, empezó a condensarse justo frente a Draco, éste se replego hacía la pared, inmóvil e incapaz de realizar cualquier acción. La montaña espumosa seguía auto moldeándose y para incrementar más el horror del joven Malfoy, un brazo primero, seguido de otro y luego de unas piernas, comenzaron a aparecer, Draco profirió un grito de completo terror y armado de un valor desconocido hasta para él, salió del cuarto de baño corriendo como alma que lleva el diablo. Cerró la puerta y la aseguró con una fuerte silla, el espejo colocado sobre la primera, le devolvió el reflejo de un Draco mucho más pálido que lo habitual, con una mueca de susto impresa en el rostro. Aquello no podía estar sucediendo, simplemente era algo imposible, Spencer no le había dicho nada acerca de que algo así pudiera ocurrir, por qué todo lo malo le pasaba a él, aunque quizá se estaba extralimitando, tal vez era la misma falta de descanso que lo hacía pensar en Potter, quizá se había quedado dormido en el baño y había tenido un mal sueño, sí eso debía ser, por que todo aquello era simplemente imposible.

Caminó como loco por toda la habitación, jalándose los cabellos de cuando en cuando, sentándose después en la cama para tratar de recuperar la compostura pero todo era inútil. Gritó exaltado al ver su reflejo en el espejo de la puerta, no cabía duda que la única manera de aclarar aquella situación era enfrentándose a la realidad, así que varita en mano abrió la puerta temblando inconscientemente. Sintió desfallecer al ver dentro del cuarto de baño a un segundo Draco Malfoy, completamente desnudo y con una sonrisa de oreja a oreja. Por unos instantes se quedó petrificado, por qué todo lo malo le pasaba a él. El Draco apócrifo lo miraba con completa curiosidad, el verdadero heredero Malfoy volvió en sí y aun nervioso, le pasó una toalla para que se cubriera, el segundo Draco la tomó y se la colocó sobre la cabeza, Draco negó y le ayudó a amarrársela en la cintura, aquel acercamiento tranquilizó un poco al Draco original, quién guió a su "gemelo" hacía la habitación, sabiendo que se había metido en un mega problema.

Draco reinició la caminata histérica una vez más, murmurando cosas para sí mismo mientras el falso Malfoy jugueteaba con la corbata y otras cosas que Draco había dejado sobre su cama.

"Es que esto no puede sucederme a mí" -Renegaba Draco Malfoy a todo pulmón.-

"...no puede a mí..." -Repitió la imitación Malfoy-

"Quieres callarte, trato de pensar" -Pidió el rubio sumamente molesto.-

"Trato de pensar" -De nuevo el falso Draco.-

"Tengo que hablar con Spencer, tiene que ayudarme a solucionar esto, no puede haber dos Draco Malfoy andando por el colegio, corrección; no puede andar por el colegio una imitación de Draco Malfoy.- Comentaba en voz alta el Malfoy genuino, mientras el falso asentía con enjundia y repetía cada una de las frases dichas por el otro muchacho. Un fuerte toquido en la puerta principal de la recamara le hizo pegar un salto de casi un metro, el otro Draco rió con ganas, Malfoy le vio con una mirada llena de odio y el pobre chico se asustó tanto que se abrazo a sí mismo y desvió sus ojos grises de los iguales que le veían de aquella mala manera. Draco se aclaró la garganta y tras ordenarle a su acompañante que no hiciera el menor movimiento, preguntó a la persona fuera de su habitación quién era y qué quería.-

"Soy yo, Blaise. Si no te das prisa no llegaremos al desayuno, pareces señorita Malfoy, apresúrate." -Inquirió el moreno fuera de los aposentos del joven Malfoy.- Draco suspiró aliviado, se trataba de Blaise, se encaminó hacía la puerta pero antes de tocar siquiera la perilla se detuvo en seco, no sabía cómo iba a reaccionar Blaise Zabini, era su amigo sí, pero encontrarse con dos Malfoys podría desquiciar a cualquiera. No, no podía permitir que nadie, ni siquiera Blaise, se enteraran de la verdad, no hasta que hablara con Spencer y solucionara todo, no hasta que el segundo Draco desapareciera.

"Lo siento Blaise, aun no estoy listo, tu ve a desayunar, yo te veré en la clase de McGonagall, me entiendes?"

"¿Qué es desayunar?" -Preguntaba en voz baja el segundo Draco.

"¿Estás seguro Draco?" -Cuestionó el Sly tras la puerta.-

"¿Qué es Draco?" "¿Yo soy Draco?" No, tú eres Draco! -Exclamó feliz el falso Malfoy.

"Draco qué te pasa, seguro que estás bien." Volvió a interrogar el moreno.

"Sí Blaise y ahora vete, estás haciendo que pierda más tiempo y si sigo hablando contigo no estaré listo para la clase de McGonagall".

"Está bien, ya me voy, te veré después y date prisa, tienes menos de media hora." -Y tras esas palabras Blaise Zabini emprendió su caminata hacía el Gran Comedor, sabía que algo no andaba bien con Draco, le conocía, pero ya averiguaría más tarde de que se trataba, pues aun tenía que darle una última revisada a su proyecto, si se daba prisa podría hacerlo después de desayunar.

"Tú eres Draco" -Repitió el rubio de la eterna sonrisa. Draco se sentó junto a él en la cama, durante unos instantes permaneció completamente callado, luego respiró profundamente, dirigió su mirada al doble que tenía frente a él y asintió.

"Sí, yo soy Draco, Draco Malfoy."

"Entonces, yo soy... Draco Malfoy también." -El falso Draco sonrío divertido, el verdadero soltó el aire que había estado reteniendo sin saber, aquella iba a ser una tarea muy complicada.

"No, Draco soy yo, tu eres..." -Draco pensó en decir: "tu eres un experimento fuera de control pero pronto desaparecerás así que en realidad no importa quién seas", pero aquello le sonaba demasiado cruel hasta para él, por lo que se limitó a agregar.- " tu eres, eres un Malfoy, eres..." -Se lo pensó unos segundos mientras el falso rubio le veía con la expectación llenando su carita.- "Dante Malfoy, eres Dante Malfoy" -El nombre de su abuelo, fue el primero que se le vino a la mente, después del de su madre, pero Narciso Malfoy no le agradaba para nada, "Dante" volvió a sonreír y Draco se relajo un poco más.- "Bien Dante, ahora que nos presentamos tenemos que hablar."

"¿Del desayuno? Aun no me haz dicho lo qué es." -Preguntó Dante poniendo la carita más tierna que podía encontrar.-

"No, no, hablaremos del desayuno más tarde, ahora vamos a hablar del por qué estás aquí." -Aquello era tan extraño, era como explicarle aun niño pequeño cómo realizar un hechizo sumamente complejo.

"¿Por qué estoy aquí Draco?"

"Es algo difícil de explicar y supongo que difícil de entender, pero tratare de explicarte, pero tienes razón primero iré a traerte algo para desayunar, no quiero que te muevas de aquí, ni que le abras a nadie, ni hables con nadie, no hagas ningún ruido y si alguien llama a la puerta tu no respondas. ¿Entiendes Dante?"

"Sí, claro que sí, tú vas por el desayuno y yo me quedo aquí, callado, sin hacer ruido y sin hablar con nadie. ¿Cierto Draco?"

"Sí, eso debes hacer. Ahora aguarda vuelvo enseguida" Y tras esto salió de la habitación mucho más nervioso que al principio, cerró la puerta mágicamente y rogó por que nada le pasara ni pasara con Dante, dentro de la recámara el segundo Malfoy se seguía preguntando qué demonios era el desayuno.