Los personajes son obra y gracia de Meyer. La historia es mía.


Este fic fue subido hace un par de años, yo era un real desastre xD, así que después de un consistente beteo, la volveré a subir editada. Espero que la disfruten.


La primavera siempre vuelve.


Se dice que el amor verdadero espera. Pero...¿También soporta el dolor?


-1-

No puede ser


Era una fría mañana de otoño en New Jersey, al igual que muchas mañanas desde que me marche de Forks, aún recuerdo perfectamente el día en que, junto con Emmett, mi hermano tomé la decisión de dejar atrás los recuerdos imborrables de un tonto amor, de una desilusión y de las mentiras que marcaron por siempre mi vida y llenaron de sucesos desagradables mi destino.

— Edward— exclamé al verle salir del instituto sin mí — ¿No piensas esperarme?

Deposité un beso en su mejilla esperando que entrelazara nuestras manos, cosa que nunca ocurrió.

— Bella, debemos hablar, yo…creo que lo necesitamos.

— ¿Qué ocurre?

Traté de sonar tranquila aunque por dentro estaba completamente exaltada, Edward estaba muy extraño desde hace ya unas semanas, partiendo de una conversación con Carlisle, su padre. La última vez que lo vi fue el viernes pasado, entonces estaba aún más frío y distante que ahora.

Nos condujo hacia su volvo plateado aparcado frente a nosotros y se apoyo en él.

— Bella, entiendes que este año nos graduamos ¿cierto?

— Sí.

— Sabes también que apenas terminemos el instituto tendré que marcharme a la universidad— prosiguió con frialdad y nerviosismo, sus profundos ojos verdes lucían demacrados y sin expresión alguna.

— Si, lo que no comprendo es porque le das tantas vueltas al asunto, tu y yo hemos decidido que…—

— No hemos decidido nada— aseveró molesto.

— Porque a la universidad en la que fui aceptado esta en Londres, Bella, me marcho.

Un ataque de pánico invadió mi corazón, el amor de mi vida se alejaría de mí…no, no podía permitirlo.

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Estaba completamente absorta caminando en las afueras del bosque cuando choqué con una inmensa piedra, trastabillé y terminé en el suelo.

Todo esto es culpa de Charlie, sino insistiera en traernos cada fin de semana a pescar, tal vez tendría menos raspones en las rodillasespeté enfurruñada.

¿Disculpa?inquirió un niño casi de mi misma edad mientras miraba divertido como limpiaba mis vaqueros de tierra seca.

El niño era hermoso, simplemente hermoso, piel nívea, ojos profundamente verdes, largas pestañas y cabello cobrizo todo despeinado.

¿Te encuentras bien?

Eh, yo…si, gracias—tartamudeé nerviosa por su atención—Bella Swan—me presenté.

Edward Cullen—espetó con una hermosa sonrisa torcida en los labios.

Maravilloso nombre.

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— Edward, yo…he oído que el amor a la distancia funciona— Exactamente no era más que una forma de mentirme a mí misma, pero la desesperación me condujo a límites insospechados, incluso a decir cosas contra las que luchaba y a las que me oponía firmemente — Se que será difícil, pero si nos esforzamos, juntos lo lograremos.

— Ese no es el punto—murmuró negando con la cabeza — Toda mi familia se marcha a Londres y probablemente no volvamos, es…es para siempre.

— No, Edward, no puedes dejarme, no de esta forma ¿Por qué? — exclamé exasperada.

— Problemas familiares— susurró — Lo mejor para los 2 es que nos separemos ya, la verdad necesitaba mi espacio desde hace tiempo.

— Podemos evitar que te marches— sollocé con las mejillas ruborizadas y el rostro humedecido debido a las lágrimas, que ya salían por borbotones.

Si.

Yo era una débil.

Pero nadie podría culparme de ello, porque amaba a Edward con cada célula de mi cuerpo y justamente ahora, iba a perderlo.

Lloraba sin darme cuenta y mi cuerpo se sacudía por los sollozos. Las consecuencias del fúnebre acto de enterrar a un corazón que aún latía por él.

— No podemos, seguir con esta relación sería inútil, yo…debo concentrarme, en la carrera de Medicina. Es una carrera donde todo es más difícil y requiere de más tiempo, no quiero perder el tiempo en otras cosas, yo…— dejó la frase inconclusa.

Mi corazón habría dejado de palpitar por unos segundos, si hubiera podido escuchar sus palabras por completo. Un sonido inhóspito e incesante llenaba mis oídos alejando su voz. Toda una vida de conocernos, de querernos para que él terminara con todo en un solo instante, si bien, no era orgullosa tenía dignidad y no podía rogarle más, no iba a rogarle más.

— Yo para ti no soy más que una inútil distracción, entiendo— suspiré derrotada — Espero que en toda la vida que llevas por delante, tengas éxito, no tienes que explicarme nada.

Tenía la voz quebrada del dolor, las piernas no dejaban de temblarme pero aún así, debía sonar fuerte, así que escupí las últimas palabras mientras salía corriendo del aparcamiento.

Los meses que sobraron del año escolar, no le dirigí ni una mirada ni una palabra, seguí mi vida como pude, dando tumbos por los corredores del instituto y evitando sus miradas de soslayo, seguí con mi vida como pude, sin él.

Tuve también que olvidar a Alice, su hermana, ella había sido mi mejor amiga casi por 10 años, desde que tenía memoria los hermanos Cullen siempre estuvieron en mi vida, marcaron un antes y un después en mi simple existencia.

Siempre conté con el apoyo de mi hermano, Emm me ayudó más de lo que nadie puede siquiera imaginar, al inicio moría de ganas por romperle la cara a él, pero lo retuve, Edward simplemente siguió con su vida, con su futuro y no era su culpa que mi corazón estuviera quebrado por dentro, nadie dijo que nuestro amor duraría por siempre.

Semanas después de mi "rompimiento" con Edward, me empezaron los estragos, pero los oculte, pensé que era tan solo una simple molestia estomacal, un día mareada como siempre saliendo de la clase de gimnasia me desvanecí en los brazos de Emmett.

Desesperado y sin saber que hacer sin nuestros padres en casa, lo único que mi hermano atinó a hacer fue tratar de que bebiera un sorbo de agua.

— ¿Qué haces? ¿Tratas de ahogarme? — inquirí al tiempo que sentía aquel líquido invadir mis fosas nasales.
— ¡Bells! Gracias a Dios despertaste, no sabía qué hacer, te desmayaste— espetó nervioso mientras tomaba asiento junto a mí en el viejo sofá de mi habitación.

— Tranquilo, Emm, cálmate ¿Papá y mamá han vuelto del trabajo? ¿Cómo llegamos a casa? — pregunté confusa.

— Yo te traje en el Jeep, le dije a papá que era una gran inversión— sonrió satisfecho, siempre me sorprendía la facilidad de mi hermano para cambiar de humor.

— Últimamente estas muy enferma, vomitas, te desmayas, siempre te sientes mareada y casi nunca comes a tus horas, claro cuando no están nuestros padres devoras el refrigerador por completo, como yo— soltó una risita —Seguro tienes anemia porque no eres bulímica ¿Verdad?

Me quedé completamente fría al escuchar a Emmett, los síntomas que describió no eran los de una anémica, eran propios de una mujer embarazada, recordé la última noche que pase en casa de Edward, casi siempre me quedaba a dormir con Alice los fines de semana pero esa noche fue distinta, mi amiga logró que todos salieran de la mansión Cullen, hasta ella.

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Alice, ¿Que planes hay parar esta noche? ¿Tienes una nueva película o algo así?inquirí mientras me acomodaba en el catre que preparaba siempre para mí Esme.

No se tu, yo pienso ir a cenar con Demetri Hemingway, me ha invitado a un restaurant francés precioso y muy refinadoexplicó mientras retocaba su maquillaje para luego ir a su armario por un precioso vestido palo de rosa.

De acuerdo, entonces debo recoger mis cosas, Emmett vendrá por mí en unos instantesmurmuré apenada.

¡Hey! Tú no te vasmusitó poniéndose los inmensos tacones rosa.

Alice, no hay nadie en tu casa, tus padres salieron y tu pronto lo harás, ¿Qué voy a hacer aquí sin ti?

Edward esta en el salón de piano, practicando para su próximo recital, podrías quedarte a…digamos… hacerle compañíame guiñó un ojo.

El simple hecho de pasar la tarde con Edward era algo maravilloso, podíamos conversar horas y horas de todo tipo de cosas y nunca me aburría. Escucharlo tocar, eso sí era diferente, era lo más maravilloso del planeta, cada nota llevaba distintos sentimientos que te hipnotizaban.

Mmmm…. pensándolo bien pasar tiempo con tu novio no tiene nada de malo, iba a aceptar cuando una idea…loca por decirlo así cruzó mi mente, Edward y yo solos, en su casa, sin nadie que pueda interrumpirnos. Me estremecí ante aquella locura, bien sabía yo que él no permitiría que pasará nada pero mi autocontrol podía flaquear, a diferencia del suyo.

Ni lo pienses, si mis padres te ven en Port Ángeles y no estoy contigo…tú estás loca…. tu hermano va a pensar que yo…Alice debo irme, quedarme en tu casa no es lo más correctomurmuré nerviosa y completamente ruborizada.

¿A qué te refieres? Yo estoy diciendo que le hagas compañía por unas horas hasta que lleguen mis padres y luego llames a tu hermano—oso para que venga por ti ¿En qué estabas pensando Bellita?preguntó divertida mientras escogía uno de sus mejores bolsos.

Solté un suspiro de miedo cuando la duendecilla de mi amiga cruzó la habitación para sentarse a mi lado.

Bells, se que se te pasó por la mente y sabes algo, a mi hermano tambiénespetó divertida para después soltar una carcajada¿Por qué crees que dejo a mi mejor amiga sola cuando podríamos divertirnos juntas?

No lo sémentí.

Vil mentira, se escurrió de mis labios como el deseo que se filtraba por mis poros cuando Edward me hablaba al oído.

Si lo sabes, pero como no te atreves a decirlo, lo haré por ti. Para que pases la noche con mi hermanomusitó con aires de victoriaJamás haría este tipo de planes sola, mi hermano ayudo también.

Me sentí el bichito más insignificante del planeta.

Ellos hicieron planes a mis espaldas y Edward…él quería esto…que su plan resultara y durmiera con él, a su lado… quería pasar la noche conmigo.

Alice… ¿me prestas el teléfono?Le pregunté nerviosa mientras descendía por las escaleras para llegar al salón.

Ni lo piensesmurmuró una aterciopelada voz a mis espaldas mientras sus brazos capturaban mi cintura Esta noche…

Gracias a Dios, mi amiga interrumpió con su voz cantarina.

Me marchó par de tortolitos, tomen las prevenciones adecuadas, Demetrí me espera, así que…Nos vemos Bells, y por mis papás no se preocupen, salieron de viaje hasta el miércoles a una convención de Medicina en Orlandoespetó sonriente mientras caminaba hacia el umbral de la puerta.

Edward aflojó su agarre para despedir a su hermana.

Alice, ten cuidado ¿de acuerdo?Depositó un beso en la frente de la aludidaVuelvan temprano, no más de las 11 ¿entiendes? No quiero que llegues tarde.

Si hermanitoasintió mi amiga mientras le propinaba un fuerte abrazo y se alejaba por el jardín de la entrada.

Estaba nerviosa, muy nerviosa, así que dije lo primero que paso por mi mente.

Edward, ¿podemos ver una película?

En el estudio hay variasse encogió de hombros Escoge la que quieras, voy a preparar palomitas, si me necesitas estoy en la cocina.

Prácticamente corrí al estudio a buscar una película más o menos decente, aunque a decir verdad, los Cullen tenían colecciones completas así que no tarde en encontrar una, en realidad mientras más lejos nos mantuviéramos el uno del otro, sería mejor.

Tomé una de humor, algo así como amor a segunda vista, con Sandra Bullock y Hugh Grant.

Recorrí el salón y puse en reproducción la bendita película, me acomodé en inmenso sofá caoba de cuero y me retiré los zapatos, casi al instante Edward llegó y para mi sorpresa se acomodó detrás de mí y me abrazó por la cintura sin importar que la película estuviera en medio de una escena cómica, pronto comenzó a jugar con el borde de mi blusa azul de algodón.

Sentí el impulso de besarlo, pero me resistí comiendo palomitas y riendo en cada escena cómica. Cada vez que mi pobre novio intentaba acercarse, me alejaba de él con cualquier excusa, "voy al baño"," tengo que revisar el móvil"," quiero más palomitas"," ¿tienes algo de beber?"," tal vez deberíamos llamar a Emmett". Con esa última abrió los ojos como platos.

— "Creo que olvide hacer la tarea de cálculo" .

Estaba tan nerviosa que decía sandeces con tal de mantenerlo a raya así que cuando terminó la película no tuve nada que hacer para evitarlo ya que todas mis alternativas las hube utilizado en la mitad de la misma.

Bellamurmuró molesto a mis espaldas ¿Podrías mirarme?

Eso, precisamente era lo que trataba de evitar.

Cuando veía las profundas orbes verde de Edward me perdía por completo en ellas y cedía a cualquier petición suya.

Claro giré para quedar en su frente sin tomar en cuenta que estaba prácticamente pegado a mí como chicle, grave error, mi novio me atrapó entre sus brazos y me besó de una manera muy convincente, demasiado.

Logró que me derritiera cuál nieve a la luz del sol.

Edwardmurmuré nerviosa, ruborizada y atemorizada.

Te amosusurró entre mis labios.

Te amomusité dejándome llevar por toda la corriente de sensaciones que recorrieron mi cuerpo cuando sus labios bajaron a mi cuello.

Esa fue la noche más maravillosa de mi vida.

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Comencé desesperadamente a elaborar cuentas en mi mente y si mis cálculos no fallaban tenía un retraso ¡NO!... Requerí de todas mis fuerzas para entablar un pequeño diálogo con mi hermano.

—Emm…puedes traerme un analgésico, siento una terrible punzada en la cabeza— Mi mano derecha sostuvo mi cabeza mientras las cavilaciones parecían tratar de reventarla.

— Claro—sonrió —Ahora vuelvo, quédate aquí hermanita.

Corrí desesperadamente a mi escritorio, abrí el primer cajón y tomé entre mis manos el calendario, conté los días una y otra vez. Si…era cierto, tenía un retraso y uno muy grande y eso no era algo normal, yo era una mujer muy regular.

Estaba tan estúpidamente deprimida que no presté atención a mi ciclo.

Pronto las lágrimas inundaron mi rostro, por milésima vez en estos meses y sentí que el cuerpo se me agarrotaba de lo fría y congelada que estaba.

— ¡NO! esto no me puede pasar a mí, no en estos momentos ¿Porqué ahora cuando me dejó? — posé mis manos en mi vientre, ahí dentro, cuidado y protegido, estaba mi hijo y el de…Edward.

Limpié mis mejillas con la manga de mi blusa, tenía que alegrarme, iba a ser mamá muy pronto y el padre no era cualquiera, era mí Edward, tonto y todo lo que fuese, es, fue y será el amor de mi vida.

Cuando decidí cambiar de actitud y buscar en mi bolso un par de billetes para comprar una prueba de embarazo encontré a Emmett detrás de mí.

Sutilmente me acerqué a él completamente dubitativa.

— ¿Emm?

— Bella, tu…tu…tu vas a ser ¿Mamá? ¿Vas a tener un hijo del malnacido de Edward?

— Oh, Emmett, ¿Qué hago? Debo marcharme ahora, sí, eso es lo que debo hacer— murmuré desesperada y con un profundo dolor en el pecho a sabiendas de que mi pequeño hijo jamás conocería a su padre.

— No Bells— su expresión cambio de sorprendido a serio.

— No te irás sin decirle a nuestros padres, ni te irás sin terminar el instituto y mucho menos sola si vas a ser mamá.

Corrí a abrazar a mi hermano aferrándome a su camisa y empapándola por completo de lágrimas— Entonces… ¿Qué hago Emmett? Ayúdame— sollocé.

— Cálmate, vamos a contarles a papá y a mamá cuando lleguen, vas a terminar el instituto, dentro de 2 semanas te gradúas y nadie notará la diferencia y… si insistes en marcharte podemos irnos juntos hermanita, nada me ata a este pueblo y no pienso dejarte sola, ahora voy a ser tío ¿Recuerdas? — soltó una leve risita mientras me abrazaba fuertemente.

Desde entonces todo cambió, Emmett me protegía aún más que antes, en las semanas restantes no vi ni escuché el apellido Cullen pero gracias a Ángela, una chica de la clase de castellano, me enteré que se habían marchado el viernes, el mismo día que supe de mi hijo.

Apenas me gradué Emm dejó su trabajo provisional en la constructora de Forks y nos mudamos juntos a New Jersey a un piso amoblado en un viejo edificio. Cuando nuestros padres lo supieron sollozaron un poco, René no dejaba de decirme todo el tiempo debía ser fuerte y Charlie, aunque no me dirigió la palabra por casi una semana, terminó apoyándome y maldiciendo a Edward al igual que Emmett.

Casi enseguida empezaron los trámites para conseguirnos un departamento, encontraron un empleo para Emmett y nos inscribieron en la universidad de Washington, sabían tanto como yo el dolor que me causaba separarme de Edward, de sus recuerdos y de esta ciudad pero él nunca podría saber la verdad, no por la manera en la que terminamos sino porque lo quise así.

Emmett se graduó en Nutrición con la esperanza de abrir un gimnasio y ahora trabaja en una empresa de alimentos y conservas. Desde entonces yo y mi niña hemos salido adelante con ayuda de mi hermano y de mis padres, aunque siendo sinceros no puedo recibir una ayuda económica de parte de ellos en estos días pues nos mantuvieron el suficiente tiempo los primeros años.

Aún no me graduó de la universidad, estudio en las noches Literatura pura y durante el día trabajo en una editorial donde coincidencialmente encontré a Ángela, la chica del instituto.

Cuando embarazada no pude trabajar como quise por mi estado, recurrí a mis primos Anthony y Thomas Dwyer quienes tienen una cadena de pastelería, fueron ellos quienes me emplearon mis primeros 2 años en esta ciudad.

Emmett se mudó con su novia Rosalie al piso de enfrente, se conocieron en la universidad pero no por la carrera sino porque ambos hacían turnos dobles en la cafetería durante la noche, pronto se casarían y el edificio en el que vivíamos era barato en consideración a otros en New Jersey.

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Me vestí con unos vaqueros negros, una chamarra blanca y mis zapatillas favoritas, tenía que preparar el desayuno para mí y para Nessie, mi hermano estaba de viaje por su trabajo y Rose pasaba con nosotros estos días.

Aún recuerdo perfectamente cuando mi muñeca nació, sabía que era niña y tarde varios meses en encontrar un nombre apropiado, llegué a la conclusión de que mi hija sería una combinación perfecta entre Edward y yo pero no podía mezclar nuestros nombres y obtener uno adecuado así que busqué otra alternativa, junté los nombres de nuestras madres y salió uno que me encantó: Renesmee.

— Buenos días Bells, he hecho pancakes, ¿Quieres desayunar? — inquirió Rosalie desde la cocina. Desde aquella tarde en que la conocí nos hicimos amigas al instante, era una de las pocas personas en las cuáles podía confiar, incluso había presenciado mi terrible desgracia con James.

— Claro, voy a despertar a Nessie y vuelvo.

— No tienes porque, está en su habitación saltando de alegría por los nuevos pantalones que le he regalado— esbozó una inmensa sonrisa.

— ¡Mami! Has despertado, ¿Viste los pantalones que tía Rose me regalo? Están lindos mami, muy bonitos, bonitos, bonitos— exclamó mientras brincaba sobre su cama con todos sus rizos cobre desordenados por todo su rostro.

Amaba tanto a mi hija, ella era la causa de mis esfuerzos diarios, era la causa de que siguiera viva. Después de lo ocurrido con Edward me sentí morir pero por Nessie cambié todo, solo por ella.

— Bájate de la cama cariño, vamos a desayunar, Rose hizo pancakes y si mal no recuerdo hace unos días compré miel de maple— sonreí al recordar cuanto le gustaba a mi hija ese dulce, al igual que a su padre.

El día transcurrió pronto en la editorial y antes de lo que pensaba, me encontraba en la guardería para recoger a Renesmee, pero la profesora de turno me esperaba en la puerta.

— Isabella, necesito hablar contigo acerca de los pagos, el último mes, tu…tu no lo has cancelado— Quise disculparme enseguida pero ella prosiguió con su monólogo.

— Habrá tiempo para eso, ahora hay algo más importante— espetó.

— ¿Qué ocurre?

— Bueno, como bien sabes el Estado se encarga de enviar médicos recién graduados para que realicen su práctica y el día de hoy me han caído como del cielo pues ha ocurrido un accidente, varios niños resultaron enfermos cuando mi asistente Rosario, dejó la goma liquida en la bandeja de leche, pienso que confundieron ambos líquidos y los pequeños se intoxicaron.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo de pies a cabeza, mi niña no podía estar enferma.

— ¿Dónde está Nessie?

— No te preocupes, ella está a salvo, fue una de las pocas niñas…inteligentes, por así decirlo, que no bebió leche o goma el día de hoy.

— ¡Nada está bien Nuria!—exploté— Tu me exiges que pagué el mes retrasado y a cambio me dices que mi hija pudo haberse bebido un tarro de goma— sentí la necesidad de lanzarle un cuento infantil de aquel salón a la cabeza.

Entré en el salón seguida de Nuria y comencé a llamar a mi hija.

— Renesmee ¿Dónde estás cariño?, ¡Ness!— exclamé.

— Mami, aquí estoy, me duele un poco la barriga— espetó frotándose el vientre— Este Doc me dará un dulce si me comportó bien mientras me revisa ¿te lo puedes creer?

En ese instante todo mi mundo se volcó, mi linda niña con rizos alborotados y un lindo vestidito lila iba cargada por él. Desvié la mirada de Nessie por un momento y lo . Era Edward aún más guapo que cuando simples adolescentes, sus profundos ojos mostraban la misma sinceridad de siempre pero su rostro era inescrutable.

Tomé a mi hija instintivamente en brazos y quise salir corriendo pero su mano me detuvo.

— Bella, tanto tiempo sin verte.

— ¿Edward, serías tan amable de soltarme? tengo prisa y Nessie debe estar temprano en casa.

— Yo…yo no sabía que te habías casado, ni que tuvieras una hija— su voz aterciopelada empezó a sonar temblorosa.

— No lo sabías porque no te interesa mi vida en lo más mínimo, pero para que lo sepas no me casé y si lo hubiera hecho no es tu asunto— espeté furiosa.

— Entonces… ¿Quién es el padre? — atisbé una chispa de esperanza en su rostro que logró incomodarme aún más.

— No te importa, es mi hija y está sana, eso es lo importante, saluda a Carlisle y a Esme de mi parte— espeté nerviosa.

Comencé a caminar rápidamente con Renesmee en mis brazos mientras ella ocultaba su rostro entre mis cabellos y con la mano hacía un gesto de despedida a Edward.

Subimos a mi camioneta roja y arranqué el auto inmediatamente dejando atrás la bendita guardería.

Llegué a casa y encontré una nota de Rosalie donde explicaba que pasaría la noche en casa de sus padres, Ness estaba dormida, la recosté en su cama, la arropé y me dirigí a la cocina para beber café, estaba nerviosa, me temblaban las manos y sentí un escalofrío de pies a cabeza.

Edward volvió.

Y yo no conseguía más que pensar en lo similares que se veían padre e hija juntos. La culpa estaba carcomiéndome el pecho.

Edward me encontró, involuntariamente, pero lo hizo.

Dejé la taza del líquido humeante en la encimera, me acurruqué en el sofá abrazando uno de los cojines y comencé a sollozar.

No quería perder a mi hija, no quería sufrir otra vez por él, ya deje atrás una vida por su culpa no iba a marcharme de nuevo.

Sentí unas manitas que limpiaban mis lágrimas.

— Mami, ¿Por qué lloras? ¿Te duele algo?, podemos llamar al Doc que revisó a los niños de la guardería para que te mejores— se acurrucó a mi lado mientras jugaba con mi cabello, me sentí morir, mi niña sin saber nada sentía que debíamos ver a su padre.

— No cariño, todo está bien, mami no volverá a llorar— la abracé fuerte y pronto fuimos bien recibidas por los brazos de Morfeo.

Las siguientes semanas transcurrieron con normalidad, al menos eso pensé. Emmett regresó de su viaje, le conté lo ocurrido con Edward y como respuesta lo único que conseguí fue una sonora risa junto con un "tranquila hermanita, todo irá bien."

De la causa de mis desvelos, desde aquel día no volví a saber nada pero para evitarme sustos innecesarios saqué a Nessie de esa guardería, cancelé con mis ahorros todas mis deudas y empecé a buscar, con pocas esperanzas, una más barata, con mejor personal y que la pudiese cuidar de 8 de la mañana a 3 de la tarde solo durante un par de meses, pues pronto Ness entraría a primer grado.

A la universidad he faltado 2 noches seguidas así que debo estudiar el doble para entender la materia y poder dar los exámenes finales.

Esa noche, siendo sábado, Rosalie decidió presentarnos a su hermano recién llegado de Europa, Jasper, él acababa de graduarse de psicología hacer un par de meses y estaba comprometido con una bella estudiante de diseño, así que mi amiga se encargó de organizar una cena para que todos nos conociésemos incluso Nessie.

No pude evitar recordar a Alice mientras ayudaba a Rose con los arreglos de la cena.

— Apresúrense, se que la cena es aquí en frente pero de todos modos no pueden llegar tarde— inquirió Rosalie exaltada y demasiado animosa.

— Ya vamos, un momento— espeté.

Había decidido que mi niña llevaría un lindo vestidito blanco que le quedaba 3 cm sobre las rodillas, unos leggins violeta y para finalizar un par de flats blancos con un lazo, parecía una muñeca. Amarré su rizos en una cola de caballo pero como los tenía cortos se regaron por toda su cabecita como la hija de los Picapiedra, Pebbles, una de sus caricaturas favoritas.

Por mi parte, escogí unos vaqueros negros, una blusa azul de tiritas que lucía como un minivestido, pues con una ligera franja se pegaba a mis muslos, me puse un par de botas sin tacón y negras que tenía desde que cumplí 18, tomé una chamarra negra y lista.

En realidad no tenía un gran armario, desde que me mudé a New Jersey no había comprado nada de ropa para mí, todo mi sueldo era para Ness, para el alquiler, su guardería, pronto su escuela, las compras del mes, en fin, todo los gastos que requiere una casa además de los de la universidad.

Tomé la mano de mi hijita y decidimos salir a la bendita cena sin saber a ciencia cierta lo que nos esperaba.