LLORAR SOLO
Severus se recostó sobre el respaldo del asiento del vagón y suspiró.
Empezaba un nuevo curso.
Pensó en sus alumnos. No querÃa admitirlo, pero sabÃa que echarÃa de menos a algunos de los que habÃan terminado séptimo el año anterior. También pensó en los que entraban nuevos aquel año. Pensó que muchos le odiarÃan; otros, los menos le apreciarÃan; pero todos, decidió, le respetarÃan.
Repasó mentalmente los nombres de los nuevos alumnos a los que ya conocÃa:
Draco Malfoy. HabrÃa que vigilarlo. No era mal chico del todo, pero el apellido si era peligroso.
También recordó al pequeño de los Weasley. Arrugó la nariz. Otro travieso muchacho pelirrojo correteando por Hogwarts. No le hacÃa ninguna gracia enfrentarse al hermano de los gemelos, ya que el año anterior habÃa sido vÃctima de muchas jugarretas por su parte, aunque no consiguió demostrar ninguna.
También estaba... Por supuesto. ¿Cómo olvidar al niño que vivió, sÃmbolo de uno de los sucesos que destrozó todo lo que el fue alguna vez?
Dumbledore se lo habÃa dicho, pero él mismo habÃa tenido oportunidad de verlo en el andén 9 y 3/4 .
Lo habÃa invadido una mezcla de sensaciones.
Por una parte... sus ojos, tan parecidos a los de ella... Se le escapó una lágrima que se apresuró a limpiar.
También habÃa visto el pelo revuelto y las gafas redondas que le recordaban que otro hombre se la llevó.
Vio también la cicatriz. Recordó que ella habÃa muerto para que a su hijo sólo le quedara una cicatriz.
Fue entonces cuando empezó a odiar a Harry Potter.
SabÃa que era una tonterÃa, que sólo era un niño y no tenÃa culpa de nada, pero le hacÃa recordar que ella habÃa elegido a Potter, no a él, y que habÃa muerto a causa de esa elección.
Entonces prometió, a pesar de su odio, proteger al niño al que ella habÃa querido tanto. No dejarÃa que su sacrificio fuese vano.
Ya no puedo contener las lágrimas.
Lloró como tantas otras veces: en silencio y solo.
Severus se recostó sobre el respaldo del asiento del vagón y suspiró.
Empezaba un nuevo curso.
Pensó en sus alumnos. No querÃa admitirlo, pero sabÃa que echarÃa de menos a algunos de los que habÃan terminado séptimo el año anterior. También pensó en los que entraban nuevos aquel año. Pensó que muchos le odiarÃan; otros, los menos le apreciarÃan; pero todos, decidió, le respetarÃan.
Repasó mentalmente los nombres de los nuevos alumnos a los que ya conocÃa:
Draco Malfoy. HabrÃa que vigilarlo. No era mal chico del todo, pero el apellido si era peligroso.
También recordó al pequeño de los Weasley. Arrugó la nariz. Otro travieso muchacho pelirrojo correteando por Hogwarts. No le hacÃa ninguna gracia enfrentarse al hermano de los gemelos, ya que el año anterior habÃa sido vÃctima de muchas jugarretas por su parte, aunque no consiguió demostrar ninguna.
También estaba... Por supuesto. ¿Cómo olvidar al niño que vivió, sÃmbolo de uno de los sucesos que destrozó todo lo que el fue alguna vez?
Dumbledore se lo habÃa dicho, pero él mismo habÃa tenido oportunidad de verlo en el andén 9 y 3/4 .
Lo habÃa invadido una mezcla de sensaciones.
Por una parte... sus ojos, tan parecidos a los de ella... Se le escapó una lágrima que se apresuró a limpiar.
También habÃa visto el pelo revuelto y las gafas redondas que le recordaban que otro hombre se la llevó.
Vio también la cicatriz. Recordó que ella habÃa muerto para que a su hijo sólo le quedara una cicatriz.
Fue entonces cuando empezó a odiar a Harry Potter.
SabÃa que era una tonterÃa, que sólo era un niño y no tenÃa culpa de nada, pero le hacÃa recordar que ella habÃa elegido a Potter, no a él, y que habÃa muerto a causa de esa elección.
Entonces prometió, a pesar de su odio, proteger al niño al que ella habÃa querido tanto. No dejarÃa que su sacrificio fuese vano.
Ya no puedo contener las lágrimas.
Lloró como tantas otras veces: en silencio y solo.
