Hola, les vengo a dejar rápido este fic que estoy escribiendo todavia no lo terminé pero no van a tener que esperar mucho para el final. ;)

Suerte leyendo! Disfrutenlo...

Señas:

- dialogo de los personajes

"pensamientos de los personajes"

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-. } esto significa que cambio el lugar que describo, el tiempo, etc.

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¡¡Y nunca regreses!!

CAPITULO 1

Era una pesadilla, eso no podía ser real. ¿Realmente lo había visto o sólo estaba teniendo un sueño horrible?

Kagome corría a través del bosque camino al pozo como no había hecho en tanto tiempo. No podía mirar atrás. Deseaba desesperadamente despertar y darse cuenta de que nada fue real. Que Inuyasha seguía con ella y que no la había engañado.

Que todo era como debía ser…

Despertándose a mitad de la noche noto que el amor de su vida se había levantado de la cama y se había marchado. No sabía a donde, no sabia por qué y, tal vez, hasta desearía no haber querido averiguarlo.

Los encontró no muy apartados de la aldea en un claro, como a una pareja clandestina. Y claro que eran clandestinos, Inuyasha había tenido una relacion seria y declarada con Kagome por más de un año. No se suponía que viera a otras, no se suponía que la reemplazara, ni que no quisiera estar más con ella.

Pero ahí estaban ellos, Inuyasha y Kykio, besándose y manoseándose como si se les fuera la vida en ello, demostrando su deseo mutuo por el otro mientras se sacaban la ropa. ¡Como si lo que hubieran hecho hasta ese momento no fuera traición suficiente!

Kagome no lo había visto venir… Estaba devastada, desgarrada por dentro y apunto de desmayarse del dolor que todo eso le estaba provocando.

Ya no quería verlo, ya no quería quedarse con él. No le importaba la perla, ni Naraku. Apenas pudo recordar a sus amigos y esto solo lo empeoró: se duplicó la intensidad de su llanto y se triplicó su dolor. No había manera de arreglar las cosas. Esta vez no.

Sumida en sus pensamientos no notó el paso del tiempo. Estuvo a unos metros del pozo antes de darse cuenta.

Quería irse lo más rápido que pudiera. No quería verlo de nuevo. No quería escuchar su voz dando excusas vacías mientras corría tras ella. No quería sufrir más. Solo quería irse y olvidar todo. Olvidarlo a él y olvidar cuánto lo amaba.

Pero nada importaba porque lo que ella quería nunca se cumplía. Él la llamó antes de que pudiera dar un paso más en su carrera hacia su vía de escape. No importaba cuan dolida estuviera, cuánto deseara que él no existiera, sintiera lo que sintiera no podía olvidarlo.

- Kagome, espera…

- ¡NO! - grito histérica – Me voy y nunca voy a volver. ¡NUNCA! ¿Me oíste?

- Lo comprendo…

- ¿"Lo comprendo"? Es todo lo que vas a decir… Tú-… ¡eres DESPRECIABLE! ¿Como pudiste hacerme esto? ¡Di todo por ti! ¡Planeaba quedarme contigo! Y tú-… tú-… ¡¡TE ODIO!!

Inuyasha se sobresaltó un poco por su actitud. Recuperó la compostura en dos segundos y se dedicó a mirarla fijamente sin moverse, lleno de culpa y arrepentimiento. Sus ojos dorados la inquietaban; tan dulces, tan puros. Y él-… él la traicionó… su autocontrol había muerto y su dolor y su ira se alimentaban mutuamente.

- ¡¡No me mires con esa cara!! Como si lamentaras lo que hiciste; como si supieras cuánto me lastimaste. TÚ-… ¡¡tú maldito y desagradable-… DEMONIO!! No mereces ni que te dirija la palabra. ¡Me mentiste! ¡Siempre lo hiciste! Desde que nos conocimos me has estado usando. Solo te importa la perla… La perla y esa perra a la que siempre defiendes, como si tuviera derecho a arruinarle la vida a los demás por ser una resentida.

Respiró tratando de calmarse. Su cabeza estaba a punto de estallar. No podía regular su respiración y le costaba no marearse si no estaba gritando a todo pulmón.

- Me mentiste. Yo nunca te interese. Me dijiste que nunca me herirías, que siempre buscarías lo que era mejor para mí. ¡Y te fuiste con ella! ¡Me dijiste que ya no te interesaba!... ¡¡Que me amabas a mí!!

- No todo fue mentira. – lo dijo suavemente, tratando de tranquilizarla.

- ¡¡UN CUERNO!! ¿Cuál es la verdad detrás de todo esto?… Lo único que sé es que tú y esa infeliz se merecen el uno al otro. ¡¡Ojala que sean felices QUEMÁNDOSE EN EL INFIERNO!!

Inuyasha hizo una mueca de dolor por un instante que se borró de su cara para regresar a una expresión constante de malestar.

- Y por cierto, como no pienso volver nunca jamás ni aunque viva millones de años y este sola en el universo, te devuelvo tu preciada perla de Shikon. Kykio va a estar muy feliz de ver que su amorcito pudo engañar a la idiota que le sacó su lugar y obtener la perla sin que ella diera pelea. Quédatela y haz lo que quieras con ella excepto viajar a mi época porque ya no me interesa verte ni hoy ni nunca.

Mientras decía esto, Kagome se arrancó el collar con la perla del cuello y lo arrojó frente a Inuyasha. Él lo tomó despacio, le echó un vistazo a la perla rápidamente y volvió su mirada hacia ella sin ningún cambio en su forma de actuar.

- Ya que así lo quieres, no te seguiré…

Se hizo una pausa durante la que sólo se oyó el latir del corazón de Kagome, desbocado. Parecía que le iba a dar un ataque.

- Kagome… ¿no piensas volver… jamás?

- ¡Cuenta con eso! No quiero volver a verte, ni a estar cerca de ti. ¡Nunca JAMÁS voy a volver! Ni siquiera si me amenazaras con suicidarte, lo consideraría. Es más: ¡Eso me daría otra razón para no acercarme! ¡Ni a tu época, ni a tu asquerosa presencia!

Kagome lo vio enrojecida por el llanto y la furia. Se sentía impotente frente a su pasividad. Faltaba poco para el amanecer y en medio de esa débil luz él parecía una estatua fría e inconmovible, totalmente desinteresada de ella y sus sentimientos. Lo insultó, lo despreció y aún así el seguía más tranquilo que ella. Quería desahogarse con él, pero nada lo hacía reaccionar.

- ¡¡AHHHHHHHHH!! ¡¡TE ODIO!!… - gritó con todas sus fuerzas- ¡¡TE ODIO!! ¡¡Y nunca voy a perdonarte por esto!! ¡¡NUNCA!!

Tomó aire violentamente un par de veces. Presionó los puños y se dio vuelta para regresar por el pozo.

"Adiós, Kagome" llegó a escuchar justo antes de atravesar el pozo.

Cuando llego al otro lado seguía llorando.

Nada podría remediarlo. Una parte de su vida se había ido para siempre. No quería recuperarla, no quería recordarla.

Sin embargo, en el fondo ella sabía que no podría olvidarlo. Y eso era de lo que más le dolía… Saber que el sufrimiento no iba a acabarse, que estaba destinada a lamentarse, a partir de ese momento, por lo que fue y por lo que pudo llegar a ser.

Se quedó en el pozo llorando hasta que su familia la encontró. Hicieron todo lo que pudieron para que se recuperara, preocupados por ella. Pero las cosas ya no eran iguales.

Kagome veía las cosas de manera diferente.

Los días pasaban y nada importaba. Nada la alegraba y no podía concentrarse en ningún tema que no fuera lo que pasó. Aunque sólo pensaba en ello si estaba sola, para poder desesperarse y llorar en paz. Estaba gravemente afectada, se enfermaba cada pocos días y bajó su desempeño en general. Ni siquiera el tiempo sabía si sería capaz de curarla.

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- No deberías haberlo hecho, Inuyasha. – Miroku le hablaba con pesar y desaprobación - Debiste pensarlo mejor antes de ponerlo a prueba.

- No. No había tiempo y se habría dado cuenta. – Inuyasha le contestó quedamente, seguro de lo que había hecho –

- No debiste dejarnos de lado. Ahora nosotros sufrimos las consecuencias. Kagome era mi única amiga y nunca la volveré a ver… - le dijo Sango al borde de las lagrimas, luchando entre le resentimiento y el dolor.

- Yo también estoy sufriendo…

- ¡Pero tú te lo buscaste!

- ¡Tranquilos!- los llamó Miroku al orden.

El ambiente estaba tenso en la cabaña. Sólo ellos tres discutían el tema. Los tres sentados alrededor del centro de la habitación. No quisieron interponer a la anciana Kaede en medio del conflicto, y Shippo era demasiado joven para participar.

Afuera el sol brillaba débilmente como en cualquier otra tarde de otoño.

Inuyasha les había contado la historia. No quería limpiar su nombre; sólo creyó que ellos mecían la verdad, por más complicada o desagradable que fuere. Sango no controlaba sus palabras. Dejó que sus pensamientos fluyeran buscando algo de control.

- Kagome te va a odiar cuando lo descubra… No va a perdonarte por haberla engañado, y no se va a perdonar por no haberlo sabido. ¿Te das cuenta lo que le has hecho? ¿Lo que nos has hecho?

- Sango, contrólate. – Miroku la abrazó, acunándola, para ayudarla a relajarse.

- Yo también estoy sufriendo… – Era las únicas palabras que lograba articular. Inuyasha no salía de su depresión y estaba harto de que le echaran la culpa sin fijarse también en las penas que sufría... -

- Cuando dije "¿Lo que nos has hecho?" tu estabas encabezando la lista de los afectados…

Miroku abrazó aún más fuerte a Sango. Inuyasha los miró un segundo, en su agonía. No sólo había lastimado a Kagome, también los estaba lastimando a ellos. Se paró, alterado, con la vista clavada en el piso.

- Lo siento… - una lagrima se escapó de sus ojos llorosos y cayó hasta chocar con el suelo. – No podía dejarla aquí. No podía dejar que se quedara… Yo sólo-…

Nadie dijo una palabra más. Inuyasha salió de la cabaña y se dirigió al árbol sagrado.

Pasaba la mayor parte del tiempo allí desde que Kagome se había ido, hace algunas semanas. El dulce aroma y el suave viento corriendo entre sus ramas lograban apaciguarlo. Y lo necesitaba tanto últimamente.

Todo ese asunto lo estaba destrozando. No podía dejar de pensar en él si lo acompañaban. Cada comentario encendía una linterna que volvía a sacar a la luz todo aquello. . No podía dejar de pensar en él si estaba sólo. Su propia mente, en alguna clase de castigo masoquista, lo obligaba a recordar todos los momentos en que ella lo acompañó. Siempre estuvo ahí para él.

Y él no pudo pensar en nada mejor para ella que engañarla como a una niña pequeña.

Esa madrugada se levantó sabiendo lo que iba a pasar. Cada movimiento, cada reacción, cada detalle. Lo tenía todo planeado y le dolía. Le dolía más que cualquier otra cosa.

Caminó sin intención por el bosque, deseando que hubiera otra forma, en dirección al claro. Se encontró con Kykio y sus espíritus revoloteándole alrededor. Sabía que ella estaría ahí; sabía que lo esperaría. Entonces, le explicó con pesar su plan y le rogó que aceptara ayudarlo.

"- Inuyasha, ha pasado un tiempo…

- Así es Kykio… Yo-… Yo necesito un favor.

- ¿Eh? ¿Y cuál es? – Kykio le hablaba mientras acariciaba a sus serpientes. Usaba un tono altivo, como las palabras de Inuyasha no tuvieran la menor importancia. –

- Necesito-… Quiero que Kagome se vaya… a su época… para-… para siempre.

- ¿Y yo que tengo que ver?

- Necesito que ella quiera irse. Si ella no desea irse, encontrará la forma de volver… Debe ser su decisión.

Inuyasha hizo una pausa. Kykio lo miró inquisidoramente.

- Necesito que me ayudes a que ella quiera alejarse de mí y de esta época. – Se le partía el corazón con cada palabra. Estaba tomando una decisión irreversible que, a sus ojos, tendría una consecuencia positiva muy importante… pero también traería mucho sufrimiento. Kykio pareció comprender sus intenciones. –

- ¿Estás seguro de lo que haces?

- Si Kagome está a salvo, nada más importa."

Y así quedó todo listo. Unos momentos después, Kagome llegó al claro y los vio en medio de la farsa; sólo que ella no sabía que era una farsa. Inuyasha pudo percibir el olor salado de las lágrimas de Kagome mezclado con su aroma habitual. Apenas pudo seguir adelante con lo planeado. Quería abandonar la idea completa, correr hasta ella y explicarle todo, rogando que lo perdone. Pero no se rindió; se empujó hasta más allá de su límite por ella.

"Si Kagome está a salvo, nada más importa."

Corrió hasta ella para verla por última vez. Tampoco quería que su último recuerdo de él fuera de cómo la traiciono con otra. No podría soportarlo si además debía pesar en su mente el hecho de que ella lo recordaría de esa manera y que su alma se hincharía de odio hacia él.

- Kagome, espera…

No sabía para que la llamaba. ¿De qué servía hablarle? Él no quería convencerla de que se quedara. No podía disculparse o explicarle. Debía soportar que lo odiara y así todo terminaría bien. Al menos para ella. Quien realmente le importaba estaría bien. Ella seguiría con su vida… Nada bueno podía pasarle si se quedaba con él.

- ¡NO! - grito histérica – Me voy y nunca voy a volver. ¡NUNCA! ¿Me oíste?

- Lo comprendo… – "Eso era lo que estaba buscado." –

- ¿"Lo comprendo"? Es todo lo que vas a decir… Tú-… ¡eres DESPRECIABLE! ¿Como pudiste hacerme esto? ¡Di todo por ti! ¡Planeaba quedarme contigo! Y tú-… tú-… ¡¡TE ODIO!!

Se quedó tieso al oírla. Siempre le había dicho que lo quería. Escuchar algo tan contrario lo tomó por sorpresa. No, no lo sorprendía. El sabía que ella lo odiaría. Le dolía. A pesar de haberse estado preparado para mantener la compostura, no puedo ocultar que le dolía.

El peso de la verdad en esas dos palabras fue lo que aplastó su compostura.

Ella tenía razón en odiarlo y recriminarle lo que hizo por él. Se llenó de arrepentimiento al comparar las múltiples veces que ella lo ayudó con todo el dolor que él le había causado.

- ¡¡No me mires con esa cara!! Como si lamentaras lo que hiciste; como si supieras cuánto me lastimaste. TÚ-… ¡¡tú maldito y desagradable-… DEMONIO!!

Eso fue un golpe bajo. Bajó la vista al suelo. No podía mirarla. Su plan había sido demasiado efectivo. Había logrado su objetivo más que bien. Sin embargo, Inuyasha ya no estaba seguro de querer que eso pasara.

- No mereces ni que te dirija la palabra. ¡Me mentiste! ¡Siempre lo hiciste! Desde que nos conocimos me has estado usando. Solo te importa la perla… La perla y esa perra a la que siempre defiendes, como si tuviera derecho a arruinarle la vida a los demás por ser una resentida.

Dejó que se desahogara. De todas formas, él no podía pronunciar ni una palabra. Tendría suerte si un hosco quejido llegaba a salir de su garganta.

Estaba asimilando hasta donde llegaban las consecuencias de su plan y no le gustaban para nada. Él la amaba y ella lo odiaba. Pero que más da; no importaba ya que no la volvería a ver. Ella creía que él amaba a otra cuando la única para él era ella. Ella creía que él la había usado para tener la perla y, en realidad, él se sentía afortunado de tenerla preocupándose por él. Porque bien lo dijo: él era solo un "maldito y desagradable demonio" y no merecía nada de nadie. Por eso, es que debía callarse y aceptar las consecuencias. Por eso, debía apegarse al plan. Porque…

"Si Kagome está a salvo, nada más importa."

- Me mentiste. Yo nunca te interese. Me dijiste que nunca me herirías, que siempre buscarías lo que era mejor para mí. ¡Y te fuiste con ella! ¡Me dijiste que ya no te interesaba!... ¡¡Que me amabas a mí!!

- No todo fue mentira. – "Te amo con toda el alma y para siempre." –

- ¡¡UN CUERNO!! ¿Cuál es la verdad detrás de todo esto?… Lo único que sé es que tú y esa infeliz se merecen el uno al otro. ¡¡Ojala que sean felices QUEMÁNDOSE EN EL INFIERNO!!

Nunca la había visto así. Él nunca se había sentido así por lo que alguien le pudiera haber dicho: Ella le afectaba. Pero se mantuvo inexpresivo; no debía delatarse.

- Y por cierto, como no pienso volver nunca jamás ni aunque viva millones de años y este sola en el universo, te devuelvo tu preciada perla de Shikon. Kykio va a estar muy feliz de ver que su amorcito pudo engañar a la idiota que le sacó su lugar y obtener la perla sin que ella diera pelea. Quédatela y haz lo que quieras con ella excepto viajar a mi época porque ya no me interesa verte ni hoy ni nunca.

Kagome se arrancó el collar con la perla del cuello y lo arrojó frente a Inuyasha.

Apenas pudo agacharse a levantarlo. Miró la perla con tristeza y volvió su mirada hacia ella tratando de controlarse.

- Ya que así lo quieres, no te seguiré… - logró decir y se limitó a oir el latir del corazón de Kagome por última vez. Sin embargo, volvió a tomar la palabra. Debía asegurarse de haberlo hecho bien. - Kagome… ¿no piensas volver… jamás? – le costó pronunciar la última palabra… –

- ¡Cuenta con eso! No quiero volver a verte, ni a estar cerca de ti. ¡Nunca JAMÁS voy a volver! Ni siquiera si me amenazaras con suicidarte, lo consideraría. Es más: ¡Eso me daría otra razón para no acercarme! ¡Ni a tu época, ni a tu asquerosa presencia!

Inuyasha distrajo la vista hacia el occidente al notar las proyecciones de los primeros rayos del sol naciente ansiosos de avalanzarse sobre ellos. Luego, volvió con dolor su vista hacia ella.

- ¡¡AHHHHHHHHH!! ¡¡TE ODIO!!… - gritó con todas sus fuerzas- ¡¡TE ODIO!! ¡¡Y nunca voy a perdonarte por esto!! ¡¡NUNCA!!

La observó fijamente mientras se dirigía al pozo y decidió saludarla en el último segundo. ¿Eso no iba a marcar una gran diferencia o si? ¿Qué daño podía hacer que él se despidiera sin que ella pudiera contestarle o siquiera oirlo?

- Adiós, Kagome.

Pasaron unos minutos durante los cuales él se mantuvo inmóvil, sin pensar en nada. Sólo dejando que su depresión se apoderara de él.

- Hasta nunca, mi amor…

Y se dejo caer de rodillas, golpeando el suelo con los puños mientras rompía en lágrimas.

Nunca podría superarlo. Preferiría morir antes que separase de ella; antes que sufrir así. Nunca más la vería de nuevo. Sólo su bienestar tenía un precio tan caro. Nada más que Kagome merecía un dolor tan profundo y lacerante. Nada más valía tanto la pena.

Nunca podría olvidarla. Y eso era de lo que más le dolía… Saber que el sufrimiento no iba a acabarse, que estaba destinado a lamentarse, a partir de ese momento, por lo que fue y por lo que pudo llegar a ser…

Pero no se arrepentía. La amaba lo suficiente como para sacrificarse así por ella. Su vida ya no tenía más sentido porque lo que más importaba en ella se había ido.

Inuyasha sólo quería que ella estuviera bien, sabía que era fuerte y se recuperaría. Confiaba en ella. No podría haber vivido consigo mismo si algo le pasaba. Prefería sufrir su ausencia que su muerte.

Un único pensamiento ocupaba su mente cada vez que dudaba de lo acertada de su decisión; a pesar del dolor, la incertidumbre, los recuerdos y las acusaciones:

"Si Kagome está a salvo, nada más importa."

Continuará...

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Hasta acá llega el primer capitulo. Espero que les haya gustado mucho y si tienen ganas dejen reviews. Sino pueden dejar sus comentarios después de ller el cap. 2

Hasta pronto!! ^^