ADVERTENCIA

—Este FanFic se ubica en el mundo del manga de Pokémon Special.

—No es necesario tener conocimiento previo del manga para entender los hechos que suceden aquí

—Este FanFic usa honoríficos japoneses para una mayor comprensión en la confianza de los personajes.


Capítulo 1: El milagro que cambió su vida

Constantemente queremos escapar de la realidad e ir a un lugar mejor en donde podamos estar en paz sin ninguna molestia, para algunas personas ese lugar sólo es capaz de encontrarse en sus mentes o en sus pasatiempos, pero en ciertos momentos debemos afrontar la realidad. ¿Qué pensarías si de pronto puedes encontrar ese lugar? Encontrar ese lugar con el cual siempre soñaste…

Una chica de dieciséis años, tal vez con algo en común contigo, sin interés por lo popular ni por salir, su única afición es jugar para vivir historias que nunca se harán realidad, y quizás eso es lo mejor. Aquella muchacha tiene el cabello corto –debido a su personaje favorito– hasta los hombros de un tono marrón iluminado, con unos ojos chocolate y una piel tan blanca y pura como la nieve. A ella no le importa lo tangible ni lo que la rodea, ella sólo quiere una cosa en la vida; escapar de la rutina.

—No quiero ir… —se decía constantemente mientras daba vueltas por la cama cada mañana.

Después de todo, no tenía familia, y si es que acaso la tenía, no era lo que ella consideraba como una. Su nombre se escribe con dos kanjis y su apellido igual, tal vez el nombre correcto para ella tuvo que haber sido fuyu (invierno) o aki (otoño) ya que su corazón no representa el nombre que le dieron. Haru, le gusta ser llamada así aunque en realidad su nombre tiene un na después de su apodo, Haruna que significa "fruto de primavera". Matsumoto Haruna, una chica de dieciséis años que no es lo suficientemente extrovertida para la sociedad que la espanta.

Su día a día; encerrarse en su habitación escuchando música y estando en paz jugando, lugar donde nadie la criticaría, nadie le diría algo, sólo ella importaba aquí, y claro, sus videojuegos.

La tarde "comenzó" normal luego de un exhausto día de clases, dejando su bolso de lado para concentrarse en jugar, ya era toda una costumbre hacer eso, y aunque no quisiera, lo hacía igual sólo por inercia. Encendió su consola 3DS, esperando con la típica pantalla de "cargando", este era un momento importante ya que por fin terminaría su aventura, pero a la vez empezaría una nueva partida para poder repetir esas vivencias y no olvidarlos.

—Vamos a ver… —intentó pensar en la respuesta correcta y en los movimientos precisos, no quería cometer ni el más mínimo error.

Luego de que pasaran las horas, consiguió la meta. Había terminado el juego con éxito y con la mejor calificación, no podía sentirse más feliz. Para hacerles un honor a esos personajes, esperó a que terminaran todos los créditos para ver si había algo especial después.

—Puedo sentirlo… —acercó el objeto a su pecho, cerró los ojos e imaginó el lugar gracias a la música, pero fue interrumpida por un sonido molesto y chillón. Desconcertada, abrió los ojos y se dio cuenta que la pantalla estaba negra y ningún botón funcionaba.

"Rayos, creo que se descompuso", pensó mientras daba vueltas el aparato y observaba cada rincón de él para encontrar la razón de lo ocurrido.

El ambiente estaba raro, tal vez había ingerido algo extraño en el almuerzo que le hacía tener alucinaciones, o su vista ya estaba empeorando mucho más gracias a los juegos de vídeo. Su preocupación empezó a aumentar ya que lo que era negro en la pantalla, ahora lo era todo su alrededor. Como si se tratara de un truco de magia, de su consola surgió un gran resplandor absorbiendo poco a poco su cuerpo.

—¿Qué es esto?

Quería cubrir sus ojos con sus brazos, pero no quería soltar a la consola, así que tuvo que aguantar aquel brillo que no la dejaba ver con exactitud la situación. Luego de eso, un inesperado cansancio vino, como si un desmayo estuviera a punto de suceder. Los ojos pesaban, su cuerpo se sentía dormido y su conciencia ya no existía, tenía que ser un sueño, de seguro…

Un lugar pacífico donde se podía sentir la brisa del viento, escuchando el baile de las hojas de los árboles junto a un camino de tierra húmeda, a la vez murmullos de criaturas desconocidas. ¿Serían animales? No, los animales no hacen esa clase de ruidos.

Estaba acostada en el lodo, en primer lugar no podía mover su cuerpo pero podía sentir lo de su alrededor, diciendo maldiciones en su interior por lo sucia que estaba. En segundo lugar, ya podía mover los dedos de sus pies. Y en tercer lugar, se dispuso a levantarse, muy adolorida como si hubiera caído de algún lugar. Curiosamente no tenía miedo, ni tampoco quería volver a casa. Admiró todo el paisaje tranquilamente como una ilusión, tocando hasta la sustancia que ella odiaba.

—Esto se siente como… —nuevamente cerró los ojos y su mente dio con el lugar correcto, esto se sentía como ella siempre lo había imaginado, ese mundo tan distante y lejano que sólo se encontraba ahí.

"No puede ser, no puede ser, no puede ser", se repetía sin cesar y con cierto temor se levantó.

—Tiene que ser un sueño…

Armándose de valor, caminó por el misterioso bosque como si ya lo conociera, y en efecto así era, no era la primera que estaba en este bosque ya que aquí habría comenzado su aventura. Entonces un fugaz pensamiento llegó a su mente: si estaba en su juego preferido, eso sólo quería decir una cosa.

Corrió para poder salir del profundo bosque, ella sabía que la salida estaba cerca, quería ir a la ciudad en busca de aquello

Tropezó con alguien que iba en dirección contraria a la suya. Debido a que en su mente sólo se había posado el deseo de salir de aquí, no se había percatado de lo que tenía frente a ella. Aquel golpe la había dejado aturdida y sacudió un poco su cabeza para calmarse, pero era inútil porque el corazón le latía muy rápido sin razón aparente, con mucho nerviosismo haciendo que sus manos transpiraran más de lo común. Temerosa, levantó su mirada para saber con quién había tropezado, lo que hizo que de sus ojos brotaran pequeñas lágrimas que por suerte no se podían notar. Aguantó la respiración por unos segundos debido a la sorpresa y sus pupilas se dilataron al ver a semejante chico frente suyo. Era él.

—Disculpa —dijo un tanto avergonzado.

Aquel chico tenía ropas muy extrañas y artefactos raros en las muñecas, con su cabello verde y un aura inocente que se confundían con la armonía del bosque, junto a unos azules ojos que la distraían por completo.

—Yo… —intentó articular algunas palabras, pero tenía miedo de llorar si lo hacía. Con confianza, aunque fuera un sueño, no dejaría pasar este momento. —Yo… ¡Me perdí! –gritó nerviosa y sonrojada.

El chico la quedó viendo confundido, ya que el uniforme que tenía Haruna no era de aquí ni de ninguna escuela en el mundo. Pero gracias a lo que había aprendido de sus padres y maestros, sabía que debía ayudar a cualquier entrenador de la región.

—Esto… ¿de dónde eres?

—Yo… soy de Kanto —la verdad es que no estaba segura de lo que decía, pero tampoco quería hacer como si le hubiera dado amnesia o algo parecido, sería muy sospechoso y esa táctica ya le pertenecía a otro personaje.

—¿Kanto? —preguntó sorprendido.

—Sí… es difícil de explicar… —bajó la mirada y tragó algo de saliva, incluso intercambiar estas pequeñas palabras eran mucho para ella.

—Conozco personas que pueden ayudarte —le dio una leve sonrisa y decidió enseñarle el camino para salir del bosque.

Ansiosa, nerviosa y algo feliz decidió seguir al chico. Mientras salían del bosque, Haruna comenzó a mirar atentamente todo el alrededor e incluso a esas criaturas, algunas más grandes que otras, de las cuales resaltaban los Seedot, Nincada, y Skitty, lo que le extrañó ya que estos pokémon sólo aparecían en pocas rutas. De cierta forma, se podría decir que el bosque tenía más vida que las otras veces, seguramente porque esta vez ella podía sentirlo.

—¿Cómo te llamas? —intentó romper el hielo, dejando de lado su timidez. Aunque ni ella sabía cómo pudo hacerlo, las palabras habían salido claramente.

—Mi nombre es Uchida Mitsuru —el chico, quien se llamaba Mitsuru, se mostraba algo tímido y desconfiado, tal vez porque no tenía mucha experiencia con las personas desconocidas.

—Un gusto —sonrió ligeramente.

Mitsuru al ver esa sonrisa decidió responderle de la misma forma, intentando hacerla sentir cómoda y también demostrando su felicidad por ayudar a alguien, pero algo les llamó la atención y se trataba de unas voces que se oían a la distancia, un poco subidas de tono y a la vez ruidosas.

—¿Por qué no te callas? Esto se hace así —gritó la castaña mientras le quitaba el artefacto a la persona que lo acompañaba.

—Gritar no te hace una dama —discutió el chico que tenía cierto aire femenino.

—¡Deberían callarse los dos! —dio la última palabra el otro chico que los acompañaba, que por cierto, su cuerpo lucía diferente a los demás.

Era un poco vergonzoso para ambos quienes admiraban la discusión, mientras Mitsuru intentaba darle una explicación lógica a Haruna sobre todo este desorden que estaban viendo.

—Mira qué tenemos por aquí: a Mitsuru con una chica —guiñó de una forma coqueta.

El joven tenía unos ojos color carmesí, y su atuendo era una remera con unos pantalones negros con decoraciones de rojo, también su particular gorro blanco del cual se le podían ver las patillas. Definitivamente él era el protagonista.

—No es lo que piensas —se defendió Mitsuru con vergüenza.

—Ruby, no lo molestes.

La otra chica quien estaba con ellos era todo lo contrario a Ruby. Ella se mostraba masculina hasta con su expresión, con una clase de remera roja en la cual se le veían decoraciones negras y shorts blancos, que combinaban con su cinta –posiblemente hecho a mano– que tenía en su extraño peinado, nunca antes visto. Sin lugar a duda, ella era la protagonista femenina.

—Debo ver cómo Mitsuru está creciendo, Sapphire —con suma calma decía, haciendo gestos con sus manos.

—Aquí vamos otra vez…

Y por último estaba el otro chico, con el peinado más raro de todos que parecía un croissant y notablemente su vestimenta le quedaba más grande de lo normal, también tomando en cuenta la extraña gema que tenía en su frente. Él… él era un protagonista extra.

—Em… estas son las personas que te dije que te podían ayudar; Ruby, Sapphire y Emerald.

—¿Ayudar? —preguntó Ruby.

Mitsuru miró a Haruna esperando que le respondiera a su amigo, pero la chica disimulaba no entender lo que quería decir Mitsuru, ya que le dificultaba decir algo al respecto y su boca estaba seca debido a los nervios.

—Proviene de Kanto y al parecer está perdida, no sabe cómo llegó aquí, así que por su vestimenta creí que podían ayudarla.

—¿Es de Kanto y no sabe cómo llegó aquí? Eso suena muy raro —dijo Sapphire con una mirada seria y sospechosa.

—S-sí… es que es algo difícil de explicar, creo que fue por la culpa de un pokémon —por obvias razones estaba mintiendo, algo que le molestaba un poco.

—¿Un pokémon…? Tiene más sentido, tal vez mi padre pueda ayudar —habló Ruby.

—Senri-san debería estar en la ciudad —dedujo Sapphire.

—Flygon nos puede llevar.

El muchacho de cabellos verdes sacó una bola roja con blanco, lanzándola al suelo y cubriendo el espacio con un gran resplandor, de la cual apareció una especie de monstruo parecido a una libélula gigante de color verde con ojos rojos que de cierta forma parecían gafas. Haruna lo admiraba, a pesar de que no le gustaran los insectos que volaban, éste era un pokémon y radiaba belleza con elegancia. Mitsuru le indicó que se podían subir para buscar a aquel tipo, así que le hizo caso pero en el momento que le tocaba subirse, se mostraba complicada y no tenía otra opción que pedir ayuda, y Sapphire amablemente se ofreció. Cuando todos ya estaban en una posición segura, aquella criatura empezó a alejarse del suelo y a emprender su vuelo en busca del tal Senri. Mientras lo hacían, todos estaban callados y pacíficos, el único que se mostraba inquieto era Emerald, quien no se veía feliz ante la presencia de la chica.

—Cierto… ¿cuál es tu nombre? —preguntó Mitsuru interesado.

—Eh… Matsumoto Haruna —se sorprendió un poco por el hecho de que hiciera esa pregunta en este momento, dudando un poco de sus palabras y se preguntándose continuamente si ese era su nombre.

Ante la respuesta de Haruna, todos se miraron extrañados debido a la duda que parecía presentar en lo que decía, algo sospechoso…

—Miren, ahí está Senri-san —apuntó Emerald, lo que fue una gran coincidencia para dejar el asunto de lado.

Haruna levantó la vista y se encontró con una gran ciudad, con una inmensa cantidad de personas y vida, claramente lucía mucho mejor que el Bosque Petalia. Aquella ciudad era Calagua, una de las más grandes de todas y con su gran fama por tener a los concursos pokémon de alta categoría. No quería dejar de mirar todo ese esplendor y belleza que le daba, pero aquellos pensamientos se detuvieron abruptamente cuando sintió un pequeño golpe, y era que ya estaban en tierra firme para poder bajarse y hablar con Senri.

Nuevamente Sapphire ayudó a la joven a bajarse, mientras le daba una mirada amistosa, siendo fruto de su maduración y experiencia. Un hombre, no muy joven ni tampoco viejo estaba hablando con un marinero, y no tardó en reconocerlo ya que era un personaje muy importante en el videojuego y manga, era el líder de Gimnasio Petalia y también el padre de Ruby.

La conversación se veía seria, aunque tal vez no lo era y él sólo tenía esa expresión, desde un principio le daba miedo a Haruna. Antes de poder terminar, fijó sus ojos en el grupo y dio una mirada intimidante y fría. Se acercó a ellos aún con esa determinación y carácter fuerte, posando sus ojos en la extraña.

—Ella es Matsumoto-san y está perdida—intentó explicar Ruby.

—Su uniforme no parece de aquí, así que pensamos que usted podría ayudarla —completó Sapphire.

—Luego resolvemos ese asunto, hay algo que debo decirles –dudó por la condición de la chica, pero el otro asunto era mucho más importante.

—P-pero Senri-san… —tartamudeó Mitsuru, quien le tenía respeto.

—Debemos ir al gimnasio —frunció el ceño, tomando a Flygon un poco molesto.

—No te ves muy bien papá, debe ser algo muy grave para estar así —bromeó Ruby.

—Es un problema que tiene que ver con el mundo Pokémon, algo estará a punto de suceder.

Aquella atmósfera que traía amistad y felicidad cambió por algo muy tenso y preocupante, hasta Ruby quien hace poco se mostraba bromista se veía preocupado, dando a entender que el tema sí era en serio. Todos decidieron seguir a Senri, quien se fue en el Flygon de Mitsuru mientras los demás optaron por irse en el Tropius de Sapphire, un pokémon muy similar a los dinosaurios pero que tenía la habilidad de agitar sus grandes hojas y poder volar.

Claramente no podían dejar a la extraña chica sola, así que ella los acompañó pero con mucha incomodidad, ya que este asunto no tenía nada que ver con su persona ni menos quería parecer metiche, pero en el fondo estaba interesada ya que creía que su estancia en el Mundo Pokémon sólo sería paz y seguridad.

Anteriormente, sentía felicidad y emoción pero ahora lentamente el miedo la invadía como también sus deseos de volver a casa, recordando que hace pocas horas lo más que anhelaba era estar aquí.

—¿Dónde me he metido? —se preguntaba mientras no dejaba de mover sus manos de forma compulsiva gracias a la ansiedad.