Diclaimer:Los personajes que utilizo en este fic, salvo alguno que otro que han salido de mi retorcida mente, pertenecen a la más grande mangaka del mundo, la sensei Rumiko Takahashi; aunque admito que no me molestaría quedarme con Ranma un fin de semana


"Una Extraña Obsesión"

(by Lady Verónica Black)

Akane Tendou se sentía muy orgullosa de sí misma, había logrado centrar su vida en su profesión, en su familia y mantenerse alejada de todo lo que pudiera llegar a herirla. Ella sabía desde pequeña que aunque las personas siempre andan en busca del amor este era capaz de provocar daños irreparables. ¿Quién iba a decirle que todas sus teorías y precauciones se iban a ir a la basura de la mano de un hombre que físicamente era todo lo que una mujer podía desear, pero que ocultaba un interior frío y calculador?


- Capitulo Uno -

"Primer Malentendido"

-¡Quítame tus sucias manos de encima!

Akane aparto las piernas e intento cubrírselas con el abrigo que llevaba echado sobre los hombros. Justo cuando el convertible tomaba una curva en dos ruedas para entrar en otros de los estrechos callejones de Tokio. Apoyada contra el pie de uno de los postes de luz de la calle, había una figura alta y delgada pero indefinible.

-¡Te he dicho que no me toques!

Aunque era pequeña de estatura, Akane podía llegar a gritar con una fuerza terrible cuando la situación lo ameritaba. No recordaba el nombre de aquel tipo, pero o estaba borracho o loco.

-No te hagas rogar –replico él atropelladamente-. Sé que andas buscando diversión, y yo voy a hacer que pases un buen rato. ¿Sino para qué crees que hemos venido aquí, muñequita?

-¡Para el auto ahora mismo! –le gritó, y para su sorpresa y alivio él obedeció inmediatamente, pego un pisotón al pedal del freno y el coche se detuvo con un chillido de los neumáticos en la calle.

Los nervios no la dejaban quitarse el cinturón ni abrir la puerta pero cuando lo consiguió sintió que aquel tipo la empujaba fuera del auto. Aterrizó de rodillas sobre la vereda con el bolso encima de ella. Era curioso que de pronto estuviera todo iluminado.

-Niña estúpida… -le escupió, y con otro chillido de ruedas desapareció.

Temblando, Akane se puso de pie, sé aparto el cabello de la cara y se agachó a recoger el contenido de su cartera, que había quedado desperdigado por doquier. El abrigo se le escurrió de los hombros, y al ir a recogerlo del suelo, se dio cuenta de dónde provenía esa repentina iluminación. Las líneas largas y sinuosas de un vehículo se discernían detrás de los faros.

Por un momento se quedó inmóvil, tan asustada que el corazón parecía salírsele del pecho. Llevaba las rodillas arañadas después de su vertiginoso aterrizaje, pero aun así habría salido corriendo de no ser porque alguien la estaba llamando.

Quizá había caído de la sartén para terminar en el fuego…

Estaba completamente sola, sin una sola alma en los alrededores. Incluso la figura apoyada contra el poste de luz había desaparecido. Ni un solo taxi pasaba por allí. Nadie pasaría por aquellas calles de la parte más insalubre y marginal de la ciudad de Tokio a menos que viviera ahí o que pasara con el auto tomando un atajo.

Una persona se bajo del coche. Oyó el ruido de la puerta al cerrarse y dedujo que se trataba de un auto caro. Después un hombre de altura bastante considerable camino hacia ella a la luz de los faros del automóvil.

Con los ojos abiertos a más no poder, vio como la figura se aproximaba, y por primera vez en sus veinticinco años de vida sintió temor. Con el tipo del convertible se había sentido estafada y ultrajada, pero aquello era muy distinto. Y estaba demasiado asustada como para ser capaz de mirar otra cosa que la figura amenazante que se le acercaba lentamente… solo para recoger el abrigo y ponérselo sobre los hombros.

Con una mano se tiro del borde de su corto vestido negro de satén que apenas si le cubría la mitad de los muslos, y con la otra se arreglaba un poco el escote, bastante pronunciado, que dejaba a la vista más piel de lo púdico.

-¿Estas herida?

Aquella voz tan grabe la hizo retroceder un paso, y le contestó que no con la cabeza, temblando incontrolablemente a pesar de ser una cálida noche del mes de junio.

-Tiene que haber otra forma de ganarse la vida, niña –añadió sonriendo con cinismo-. ¿Es qué no te das el riesgo que corres con este ' trabajo' ?

Sin dejar de mirarlo, Akane intento dar con algún comentario en su cabeza lo suficientemente vulgar para lanzarle a la cara a ese tipo, pero la histeria estaba empezando a dominarla ahora que el pánico casi había desaparecido.

Nunca olvidaría su cara. Nunca. A la áspera luz de los faros del auto, sus rasgos se veían demasiados austeros como para resultar atractivos. La arrogancia se desprendía de sus facciones, en la línea larga y recta de su nariz, en el rasgo firme de su mandíbula, en el gesto sensual de su boca y en el brillo más cínico que había visto en su vida en los ojos de alguien.

-Cúbrete –dijo echándole una mirada a sus largas piernas apenas cubiertas con su vestimenta-. Sí tienes un poco de inteligencia supongo que te volverás a tu casa esta noche. Por cierto, ¿cuántos años tienes?¿quince? –no esperó a que le contestase.

"Los de su clase nunca lo hacen", se dijo ella mentalmente mientras se cubría mejor con su abrigo.

-¿Dónde vives?

-Pekham Rye –balbució, pero si esperaba que aceptara su oferta de llevarla a casa estaba loco. Prefería arriesgarse a caminar por esas calles. No se había sentido tan rebajada y humillada en toda su vida.

Pero la oferta que ella esperaba no se materializó.

-Voy a buscarte un taxi. Supongo que habrás ganado lo suficiente con tus 'servicios' esta noche como para pagar el viaje.

El hombre se alejó, y Akane, con las mejillas ardiendo bajo el intenso maquillaje, camino detrás de él. Por fin parecía haber recuperado sus facultades mentales, así que le iba a decir un par de cosas bien dichas a ese tipo. ¿Quién se creía que era para juzgarla?

Pero él estaba hablando por su celular dentro del auto, así que tuvo que esperar a que terminase.

-¡Cómo me gane yo la vida no es asunto tuyo! –le espeto cuando él termino de hablar-. Además estas equivocado, yo soy…

-Ahórrate las justificaciones. No me interesa lo que me tengas que decir. Un taxi pasara a buscarte en unos minutos, así que esperare a que llegue para poder marcharme –volvió a salir del auto, pero esta vez mirándola con una aburrida indiferencia-. La próxima vez que vallas a meterte en un lío parecido al que has tenido esta noche espero que recuerdes que no siempre encontraras a un desconocido que te ayude como he aparecido yo hoy. Una posibilidad entre mil, diría yo.

Parecía lamentar haber cedido al impulso de investigar lo que ocurría, saber que es lo que había caído de ese automóvil y fijarse si tenia alguna herida que le impidiese moverse.

Akane conciente de las pocas palabras que él le había dejado pronunciar que debian haber servido solo para reforzar la idea que se había echó ese hombre de ella y de su moralidad. Es decir, ninguna. Pues no pensaba darle las gracias por llamarle un taxi. ¿Porqué iba a tener que hacerlo? La oportunidad de erguirse en juez y darle aquel discurso sobre su moralidad debía bastarle como recompensa. Estaba demasiado herida tanto física como síquicamente como para poder contemplar aquélla situación desde su punto de vista.

Espero en silencio a que apareciese el taxi, le dio al conductor la dirección de su casa y se subió en la parte de atras con la cabeza erguida y sin mirar siquiera a su "salvador", porque sabía que se moriría de la vergüenza sí lo hacia. Y durante el trayecto hacia su casa sentada en el asiento de aquel taxi se imagino mil y una formas de matar a Ryoga Hibiki.

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-¡Cuando accedí a alquilar parte de esta casa, no sabía que tendría que compartirla con un mamarracho rastrero y pervertido como tú, Ryoga Hibiki!

Akane entro en la cocina con el pelo aun mojado de la ducha y libre ya de los rizos y el maquillaje de la noche anterior.

-Yo también te deseo un buen día, A-chan. Y gracias por preguntar, dormí perfectamente –dijo el aludido absorto en la primera edición del periódico para el que trabajaba. Su expresión beatifica cuando levanto la mirada no convencería ni a su madre-. ¿Quieres desayunar, cariño?

-Preferiría que primero me ofrecieses una disculpa –masculló. No había dormido nada por lo mal que se sentía después de lo ocurrido la noche anterior, y para colmo al levantarse se sentía adolorido todo el cuerpo-. Pero si es demasiado pedir para un cerdito como tú hacer eso, tendré que conformarme con una taza de café. Sólo y bien cargado –dijo desde la puerta-. Lo quiero para dentro de diez minutos, junto con una tostada de pan integral untada con mermelada de frutilla –añadió-. Tengo que estar en la oficina a las diez, pero ya tendremos una charla tu y yo más tarde.

-Pero sí tu no trabajas los sábados –objetó Ryoga dando unas palmaditas en el taburete vacio colocado enfrente suyo en la barra del desayuno-. Ven y cuéntale al doctor Ryoga que te ha pasado para que te levantes con ese mal humor esta mañana.

-Pues porque hoy es sábado y tengo que ir a trabajar –replicó, intentando no perder la paciencia-. Los clientes ' especiales' tienen concesiones especiales a pesar de que hoy yo tenga el día libre, esa era una de las razones por las que yo no queria ir a esa horrible fiestecita ayer a la noche.

Lo cual él había olvidado convenientemente. Ryoga solo recordaba lo que quería recordar, cualidad que seguramente lo hacia hacer tan buen reportero y razón por lo que en su trabajo le habían asignado toda una columna, "The Globe" era uno de esos diarios que todos critican pero que se leen universalmente en todos lados.

-Pero si ha sido una fiesta preciosa, A-chan –replico Ryoga, sonriendo de oreja a oreja-. Ukyo ha accedido a que lo volviésemos a intentar. Estamos juntos de nuevo, y lo que es mejor es que hemos decidido que se venga a vivir aquí conmigo. Si funciona, nos casamos el año entrante.

-¡Dios mío, Ryoga, eso es maravilloso! –sonrió Akane. Ya se le había olvidado porque estaba enfadada. A pesar de todo lo que le había hecho se sintió verdaderamente feliz por su amigo.

Durante los cinco años que llevaba viviendo en esa casa, había visto como sus novias y "amigas" iban y venían todas las semanas, pero Ukyo siempre había sido especial, a juzgar por como la miraba y hablaba de ella. Los dos habían tenido una discusión terrible un par de meses atrás, aunque Akane nunca había llegado a saber muy bien porque, la ruptura de su relación había sido el resultado, la ruptura y las caras largas de Ryoga, los suspiros y su falta de interés por todo.

Y esa misma era la razón por la que había accedido a ir a esa fiesta, después eso sí, de un gran trabajo de persuasión por parte de él. Se trataba de una especie de reunión anual de los miembros de un club de tennis al que recientemente se había hecho miembro, precisamente porque Ukyo era también del club. Y dónde ella estaba, él también tenía que estar. Y sí ella podía verlo con otra mujer atractiva era muy posible que se pusiese celosa. Y sí se ponía celosa, él podría intervenir y convencerla para que volvieran. Por lo menos esa había sido su teoría, y al parecer había funcionado a la perfección.

Sin embargo, el tema de la fiesta "Promiscuos & Decorosos", no le había atraído en lo más mínimo.

-No funcionará –le había dicho ella-. Ukyo me conoce, sabe que soy tu amiga e inquilina, no funcionara.

Pero Ryoga no había pensado lo mismo.

-No creas. A Ukyo nunca le gusto mucho la idea de que compartiese mi casa con dos mujeres tan atractivas. Andaba siempre imaginándose cosas.

-Puedo ir de decorosa –sugirió, pero él frunció el ceño.

-Sí crees que U-chan va a verte como competencia vestida como monja es que has perdido el juicio.

Y Shampoo, la tercera inquilina de esa preciosa casa victoriana, se había aliado con él.

-De esa forma echarías a perder el plan. Yo misma iría con Ryoga si no fuera porque ya tengo una cita y no la puedo cancelar. Será divertido, Akane. Y no te preocupes por el disfraz yo te ayudare con la ropa, el peinado, el maquillaje… déjalo todo en mis manos, amiga.

Así que Akane había tenido que acceder por el bien de la vida amorosa de su amigo. Además estaba imposible de tratar desde que se separo de Ukyo, y aunque no le había gustado para nada lo que Shampoo había echó con su aspecto, había terminado por decidir que intentaría pasárselo bien en la fiesta y que sería divertido siempre y cuando fuese capaz de olvidarse que era Akane Tendo, una de las socias más jóvenes de una firma de asesores financieros, graduada con honores, responsable, lógica, sensata y, aun a su pesar, un poco aburrida.

-Entonces supongo que no te importara que te pida que compartas el piso de abajo con Shampoo, ¿no? –sugirió Ryoga mientras le ponía una taza de café recién hecho en la mano y un plato de tostadas con mermelada de frutilla enfrente de ella-. Ukyo y yo queremos tener nuestro propio espacio, algo para nosotros solos. Ya sabes como son esas cosas… queremos poder andar por la casa desnudos si queremos, hacer el amor en la mesa de la cocina… Oye, por cierto, ¿llegaste bien a casa anoche?

-Creí que no ibas a preguntármelo nunca –mascullo Akane, y los recuerdos de lo que había ocurrido le volvieron a la cabeza.

Por otro lado, saber que Ryoga quería que se mudara lo antes posible a la planta baja no la ayudo mucho a animarse. Comprendía muy bien el deseo de ellos dos de tener su intimidad, pero su padre iba a traerle a los gemelos aquella misma tarde para que se quedasen con ella todo el fin de semana, y la planta baja era muy pequeña. Además no podía cambiar sus cosas antes de que llegasen, especialmente con la reunión que iba a tener aquella mañana.

-Ahora entiendo porque no podías acompañarme a casa después de la dichosa fiesta… estabas con Ukyo, y te importaba un comino lo que pudiera pasarme a mí.

-¡Eyy! ¡Un momento! –la interrumpió, haciéndose el ofendido-. Me ocupe para que alguien te trajese, ¿no?

-¡Claro que sí! –exclamo ella con sarcasmo-. ¡Un maniaco sexual que terminó echándome a patadas del coche en un callejón olvidado de la mano de Dios donde me encontré con un sujeto de lo más insoportable que pasaba por allí y que acabó dándome un sermón sobre lo arriesgado de mi profesión! ¡Y no te atrevas a reírte, Hibiki! –añadió al ver como le temblaba la sonrisa.

Después le contó todos los detalles.

-¡Voy a matar a ese imbécil! –anunció su casero, acercándose a ella para abrazarla-. Debió haber tomado más de lo que yo pensaba. Cuando esta sobrio, Takeo es una buena persona… un poco creído, pero no es mal tipo. El problema, según me han dicho, es cuando lleva un par de tragos encima. Se cree un regalo de Dios para las mujeres. La verdad es que yo nunca lo he visto así, y parecía más sobrio que un médico antes de una cirujia cuando me dijo que no tenia problema en llevarte y que apenas tenia que desviarse de su camino porque le quedaba de paso. Si por un momento me hubiese puesto a pensar que él iba a… ayy perdóname A-chan, lo siento tanto pequeña... yo no...

-Olvídalo. Puede que hasta con el tiempo me ría de lo sucedido –recordar lo que aquel tipo… ¿cómo se llamaba? ¿Takeo?… Le había hecho pasar la noche pasada aun le revolvía el estómago; y ya iba bastante tarde al trabajo, así que se aparto de los brazos de Ryoga-. ¡Sí tengo que trasladarme a la planta baja, espero que me bajes el alquiler, y también espero que hagas parte de mis tareas domesticas durante al menos un mes como compensación por el lió en el que me metiste anoche! –le dijo ya casi desde la puerta de la cocina.

Pero volvió a sentirse bastante mal cuando se vio vistiendo uno de sus serios trajes gris de trabajo y se recogía su largo pelo negro azulado en la nuca en un peinado bastante austero que la hacia mayor de lo que normalmente parecía. Por su constitución menuda, sus rasgos infantiles y su corta estatura, la confundían a menudo con una adolescente.

El hombre de la noche anterior, por ejemplo, la había tomado por una prostituta de quince años, recordó con las mejillas encendidas. ¡El encuentro con él había sido peor que la lucha dentro del coche con el imbécil borracho! Tardaría bastante en olvidar su sermón y la forma en que la había mirado a la luz de los faros de su coche. Sin duda era una de esas personas que cuando se forman una opinión de alguien ya no la cambiaban pasara lo que pasara, y simplemente porque era suya y eran incapaces de imaginarse, ni por un instante, que podían estar equivocadas.

Apretando los dientes se puso de pie y se calzo con unos sencillos zapatos negros con muy poco taco, después, se aplico un poco de labial de un suave rosa que era el único maquillaje que usaba y salió de la casa, decidida a quitarse de la cabeza lo de la noche anterior.

Pero es que debería haberle dado las gracias, pensó mientras el tren la llevaba al centro de la ciudad. Dios sabe lo que podía haberle pasado si el sujeto ese no le hubiera proporcionado un medio de transporte. Habría tenido que andar kilómetros con esos absurdos zapatos de taco rojos para encontrar un taxi, y que una mujer sola caminase por aquellas calles de madrugada y vistiendo de esa forma no era algo recomendable. Pocos hombres se habrían parado a preguntarle si se encontraba bien con la pinta que llevaba.

En resume: debería haberse tragado su orgullo y haberle dado las gracias al sujeto. Pero no lo había hecho, y punto. Nunca volvería a verlo, y desde aquel mismo instante debía olvidarse de ese humillante incidente. Darle vueltas en la cabeza solo era malgastar energía.

Era más tarde de lo que se temía, y sintió el pánico atenazarle los pulmones mientras esperaba a que el ascensor la llevase a la quinta planta del edificio de cristal donde se encontraban las oficinas ocupadas por Halraike y Hopkins. Nunca llegaba tarde ni tenía miedo, pero aquella era una ocasión muy importante. En cuento su hermana Kasumi empezara con su nuevo trabajo, ella podría permitirse mudarse a un departamento más cercano al centro de Tokio, y así no tendría que soportar todas las mañanas ese espantoso viaje en tren desde Pekham Rye. ¡No podía esperar para hacer eso!

Pero eso era hablar del futuro, y su jefe inmediato, Luke Taylor, uno de los socios más antiguos, no la perdonaría si daba una mala impresión con este cliente. Si conseguía añadir la cuenta de Wrigth y Grantham a su cartera de clientes, seria un hombre feliz y orgulloso.

Wrigth y Grantham era un laboratorio farmacéutico de prestigio mundial y su director ejecutivo iba a reunirse con ellos esa mañana para hablar del traspaso de su cuenta. ¡Y ella ya llevaba quince minutos tarde!

Para cuando el ascensor abrió sus puertas, ella ya estaba sudando, así que entro como una bala y pulso el botón del quinto piso. Hubiese querido que su asistente asistiera también a la reunión, pero Luke había insistido en que queria que la reunión fuera informal. Quería que todo fuese agradable, relajado y tranquilo.

Muy lejos de sentirse relajada y tranquila Akane salió del ascensor y tuvo que obligarse a cerrar los ojos, inspirar profundamente y absorber la elegancia serena de aquella enorme área de recepción en silencio aquel sábado por la mañana.

Akane era buena en su trabajo, sabía como dirigir su equipo… con firmeza pero con buen humor, de forma que pudiese obtener lo mejor de ellos… y era también una empleada respetada y con un sueldo envidiable, así que entraría en el despacho, presentaría sus disculpas refiriéndose brevemente al deprimente estado del trafico, y todo quedaría en eso.

Intentando ignorar el escozor de sus rodillas, se coloco una sonrisa amable y eficiente en los labios y entro lentamente en el despacho de Luke.

Y a punto estuvo de morirse en ese momento.

Continuara…

Nota de la Autora:

¡¡Hola a Todos!! Espero que les halla gustado el primer capítulo de este nuevo fic que acabo de escribir sobre Ranma ½ llamado "Una Extraña Obsesión". Como se darán cuenta transcurre en un universo alterno a la historia de Rumiko-sensei pero aun así intentare mantener un poco las personalidades y caracteres de sus fantásticos personajes.

Les cuento que es el primer fic de este anime que escribo y me siento muy nerviosa sobre lo que pensaran, siempre dude de publicar o no este fic ya que he visto tantas buenas historias en este portal y la red que siento como si este fic no fuera nada comprados con ellos, solo espero saber de ustedes en un mail y me digan que les pareció.

Mi mail es o

Desde ya gracias por todo, Ja ne,

Lady Verónica Black.

PD 1: Que la magia los acompañe, las estrellas guíen su camino, pero más que nada griten a todo pulmón: ¡¡Viva Xiao Lang Li, Eriol Hiragizawa, Ranma Saotome, Harry Potter y Sirius Black!! ¡¡Los hombres más tiernos y sexys que hay!!"

PD 2: ¿Sigo o no con la historia?