Disclaimer: Esta entrañable serie no me pertenece para nada… Yo no sólo uso los personajes… Gracias Naoko!

Aclaraciones y los infaltables agradecimientos: Antes que nada, ¿hay alguien aún que sigue esta historia? No tengo palabras para disculpalme. Muchas cosas han pasado en mi vida, pero sigo amando escribir. Y esta historia y muchas otras que me burbujean han de empezarse y terminarse. Así que este es un nuevo comienzo. Los primeros capítulos son casi exactos, salvo por un par de modificaciones que estoy realizando ya que hay errores de manotazos y de estructuras que pueden mejorarse.

Espero mantener la promesa y no partir más. Sin más preámbulos, muchas gracias a todos los que se tomaron el tiempo de leer mi historia y comentarla. Escribamos juntos el final… ¡Espero que les guste!

Capitulo 01: En movimiento.

La noche estaba limpia de nubes. Las estrellas brillaban en el firmamento. Una Sueve brilla entraba por la ventana abierta del balcón, trayendo el aroma de los árboles recién florecidos.

Recostada sobre el borde de una cama que daba a la vista exterior, descansaba una joven de largos cabellos rubios. Sus ojos celestes miraban hacía el cielo y en sus dedos largos y finos jugueteaba con un delicado anillo de plata engarzado con un corazón rosa. Era minúsculo y delicado, pero para ella, pesaba toneladas.

—Serena…La voz de una gata violeta con el diseño de una media luna dorada en la frente, la tomo de improviso.

—Luna…La muchacha se sentó dejando que algunos mechones de su pelo cayeran sobre uno de sus hombros. Abrió la boca para hablar pero no emitió sonido alguno. La gata la vio, como lo hacía desde hacía ya muchas noches. Con la mirada perdida, los ojos opacos, la sonrisa casi desaparecida.

—¿Qué ocurre? —Preguntó el animal con un tono de voz despreocupado.

Serena la miro y después de dejar escapar un suspiro lánguido, le contestó —Yo, ahora no se que hacer… Como seguir… —Su mirada se volvió triste y sus ojos comenzaron a humedecerse.

—¿Por qué dices eso? ¿Te peleaste otra vez otra vez con Darien? —La gata no recibió respuesta— ¿Algo no va bien? Recuerda que tu mayor deseo estar con él

—Ah… Eso… Eso era así…Levanto su mirada encontrándose con los ojos de su mascota.

—¿Era? ¿Qué cambio?Se acerco lentamente con un leve temblor en su voz.

—Todo y nada… Yo cambie… Ya no puedo hacerlo… —La joven se apoyo contra la pared fría. Su cabeza daba vueltas. ¿Todo esta mal y fuera de control… Es que acaso ¿nadie lo nota?

—¿No me digas que hiciste algo de lo que nos podamos arrepentir? Acaso… —La gata salto de la cama y comenzó a caminar por la habitación con una gran cara de preocupación —¿Qué vamos a hacer?

—¿Qué vamos a hacer?... No entiendo…

— Serena ya no eres una niña. Tienes responsabilidades. ¡Tu deber es cuidar de este planeta!

—¿Y nada más? —Dijo elevando un poco la voz.

—¿Quieres más? ¡Es una gran peso el que tienes! ¡Y ni siquiera lo estas haciendo! —Luna le respondió con una mirada dura y sin contemplación.

—Si para eso crees que es mi vida, ¡ya no se si quiero cuidarlo! —El grito sobrepaso las exclamaciones de Luna mientras el ambiente se inundo de una extraña sensación.

Luna detuvo su caminata y entre cerro sus ojos, los bigotes le temblaban de la bronca —¿Pero que estas diciendo? No puedes…

—¡¿Qué no puedo?! —Serena se había parado. Sus ojos antes tristes ahora proferían una cólera ciega. Sus brazos tensionados terminaban con sus manos en puños cerrados. —Estoy cansada de que ustedes siempre me digan que hacer… ¡Yo también tengo una vida y quiero vivirla! —Su pecho subía y bajaba. Las lágrimas de bronca y frustración caían sobre su blanca tez.

—Serena…. Yo… —La gata intento avanzar los pasos que había retrocedido ante la ira de la rubia..

—No digas nada. No tienes ese derecho… Y por favor, déjame sola —La joven la dio la espalda y se acostó en su cama sin decir nada más.

La gata había quedado inmóvil, con las orejas zumbándoles y el corazón latiéndole fuerte. Pasados unos minutos fue recobrando el sentido y sin confirmar si Serena estaba ya dormida se dirigió hacía el balcón. Fuera de la habitación, mirando hacía el firmamento, lo decidió. No se había dado cuenta cuando fue que Serena había cambiado sus sentimientos. Pero por el fututo, ella tendría que convertirse en la Neo Reina. Y sin mirar atrás, salto hacía la calle.

La alarma del despertador empezó a sonar con más fuerza. Estiró uno de sus brazos fuera de las sabanas y lo apagó. El sol brillaba y atravesaba con sus rayos la tela en la que se refugiaba.

No quería levantarse. Todo su cuerpo le dolía por la tensión con la que se había quedado dormida, la cabeza le latía y le ardían los ojos. Y encima… La culpa. Sabía que por la noche se había portado muy mal con Luna y que tendría que disculparse… Aunque muy en el fondo lo que dijo era verdad. Ella quería ser capaz de decidir sobre su vida.

Finalmente, después de unos cuantos suspiros y de estirarse un poco, salió de la cama y se cambió. Una de las cosas buenas de de empezar la facultad había sido el abandonar su viejo uniforme escolar.

Cuando salió del baño ya se encontraba aseada y maquillada, así que bajo a desayunar. Sólo su madre se encontraba en la casa.

—Buenos días hija. ¿Como has dormido?

—Hola mamá —Deposito un beso en la mejilla de su madre.— No muy bien— Y pese a que no tenía hambre, se sentó frente a la comida.

—¿Paso algo con Darien? —Ikuko se sentó al lado se su hija. Ella no se consideraba una madre entrometida, pero hacía semanas que la notaba extraña y meses de que Darien fuera a la casa.

—Mamá… Yo… —La rubia la miro y la abrazó descargando en su pecho todo el dolor acumulado. Ikuko solo la abrazo dándole a entender que siempre estaría con ella.

—Gracias. Realmente lo necesitaba —Dijo mientras se arreglaba el maquillaje.

Ikuko le sonrio con ternura —No se que fue lo que ocurrió, pero sólo quiero que seas feliz. Y para eso, debes seguir a tu corazón.

Serena respondió con una sonrisa. Se despidió y salió con su bolso a lo que sería un largo día de clases. Si ella supiera que no es tan fácil…

Las primeras materias eran teóricas por lo que le costaba prestar atención. A ella le gustaban los talleres que se dictaban después del almuerzo.

Seguía sin hambre, pero algo debía comer, se la había prometido a su madre, así que se dirigió al comedor. Compraría algo, aunque sólo fuera para cumplir con su palabra. Así que eligiendo un emparedado y un agua sin gas se dirigió a pagar. Mientras tomaba sus cosas y se encaminaba a la puerta para comer afuera la escucho.

—¡Serena!

Conocía esa voz. Y no era una persona que quisiera ver el día de hoy.

—¡Serena!

Siguió caminado como si nunca la hubiese escuchado.

—¡Serena!

Ya no podría escapar. Volteo y saludo a la joven que se acercaba a grandes pasos. Tenía el pelo negro suelto, un poco más largo que en la secundaría. Vestía un sencillo pero lindo vestido rojo acorde a la temporada primaveral en la que estaban.

—Rei… Hola. ¿Como estas? —Dijo con una sonrisa fingida.

— Tenemos que hablarLa mirada de la morocha era fría—AhoraDijo tajante.

—Lo siento. Estaba a punto de ir a almorzar, todavía tengo clases por la tarde. Que te parece si…

—¡Dije ahora! —La sujeto por el brazo con fuerza y la arrastro hacia uno de los campos de la institución.

—¡Rei! ¡Basta!Serena le grito ahogando la voz. No quería hacer un escándalo.

La joven de cabellos negros dejo de caminar y la soltó con un empujón. —¿Es verdad lo que le contestaste?

—¿Se puede saber que te pasa? —Serena se frotaba su brazo ahora colorado.

—Darien…

Una palabra. Un nombre. Fue suficiente escuchar sobre el para que su corazón empezara a palpitar fuerte y la garganta se le seco. Contesto algo molesta. —¿Qué pasa con él?

—¿Es verdad que no te vas a casar con él?

La rubia sintió como si le tirasen un balde de agua fría. Aunque… debía de haberse imaginado que Darien recurriría a ellas; sin contar con que Luna correría a contarles su pelea de la noche

—Así que ya lo saben…Su voz era un susurro— No me extraña…

—Así que es verdad. —Rei seguía mirando a la rubia frente a ella. Estaba tranquila y eso le extrañaba. Porque tenía esa actitud. ¿Acaso era por ese tipejo? —Desde que ellos se fueron nada volvió a hacer lo mismo… ¿Por qué? ¿Que le viste a ese idiota?

—¡No le digas así! —El grito de Serena no fue tan fuerte como la bofetada que recibió Rei. —Ustedes no entienden nada. —La rubia estaba más blanca que lo habitual.

—¿Acaso te olvidaste todo lo que pasamos por ti?Rei hablaba en susurros ahogados por su pelo— ¿Darien sabe el por qué? ¿Se lo dijiste?

—No. Y tampoco es de su incumbencia.

Ahora el golpe fue para Serena. Y fue tan desprevenido que la tumbo y cayo sobre el césped.

—No empieces a llorar… Aunque parece ser que es lo único que sabes hacer —La miro una vez más y se fue con pasos largos y rapidos.

La rubia quedo sentada sobre el pasto. Se llevo la mano derecha al cachete izquierdo. Le dolía pero no tanto como el saber que había comenzado. Primero Luna. Ahora Rei. Con seguridad más tarde seguirían las otras. Se levanto y se limpio las pocas lágrimas que habían caído. Pase lo que pase, estaba convencida de que esta vez hacía lo correcto. Tomo su bolso y corrió a clases.

A millones de kilómetros de la tierra, un joven alto de cabellos oscuros y largos salía furtivamente de un gran palacio mientras la oscuridad de la noche lo escondía.

—Así que te vas... Aunque me gustaría que al menos fuera de otra forma. —Una voz melodiosa y tranquila lo sorprendió.

—Princesa… Yo…

Los ojos del joven, de un azul zafiro se encontraron con los de la joven vestida completamente de rojo. Igual que si pelo suelto que caía como cascada sobre su espalda.

—Lo siento —Y se arrodillo ante ella— Se que no es la manera. Pero aunque no haya oportunidad… Quiero verla —Su voz era triste, pero decidida.

—Seiya… —Kakyuu, la princesa del planeta de las flores, se arrodillo frente a él y lo rodeó con sus brazos. —Será lo que el destino quiera que sea —Respiro— Aquí estaremos nosotros… Siempre para ti… Y aunque no lo creas, te deseo mucha suerte Mi Estrella —Diciendo esto, deshizo el abrazo y regreso por las sombra por la que había aparecido.

Seiya se incorporó lentamente y contestándole al viento murmuro —Princesa… Muchas gracias por entender…

—Ella puede entender, ¡pero nosotros no!

El ojiazul se sobresalto. Era Yaten.

—¡Así que te vas! ¡Abandonando a nuestra princesa! —Un joven de cabellera plateada recogida en una cola baja ahabía aparecido en un santiamén y sujetaba a Seiya del cuello de su camisa. Sus ojos verde esmeralda brillaban llenos de ira.

—¡Basta Yaten! —El grito los separo a los dos.

—Taiki…La voz de Seiya se perdió al ver a su hermano corriendo hacía ellos. Era el más alto de los tres y también el más centrado. Su pelo castaño y largo estaba alborotado por la corrida. Sus ojos violetas opacos por la preocupación.

—Taiki… Quiere abandonarnos… ¡Y a nuestra princesa!

—No seas así. Ella le dio permiso… —Taiki entorno sus ojos— Si ella así lo quiso… ¿Te vas a oponer?

Yaten miro a sus hermanos. Sus ojos verdes estaban desenfocados. Suspiro un par de veces y se alejo maldiciéndolos.

—Lo siento… Ahora esta enojado contigo también… —La voz del ojiazul estaba cargada de cansancio.

—Tenes que entenderlo. Que la hayamos protegido es una cosa. Pero nuestro deber… Esta aquí.

—Yo… No puedo…

—¿Aunque no tengas oportunidad?

—Sólo lo sabré cuando la vea —Sonrío.

—Es probable que lo que veas no te guste… Y te lastime. —Taiki se froto los ojos y continuó —No nos malinterpretes. Serena nos cae bien y nos ayudo mucho… Sólo que no es nuestra princesa.

—Lo se…

Seiya iba a decir algo más pero Taiki prosiguió —Además, no te quiere ver sufrir… Y yo tampoco. Talvez lo tomaría con otro humor, si las cosas fueran diferentes.

—Lo se… Como también se que en algún momento se le pasará.

—Esperemos —Taiki se acerco a él y lo abrazo.—Que tu suerte brille hermano mio.

—Gracias… —Susurro al viento mientras se elevaba en el cielo confundiéndose entre las estrellas fugaces.