Capítulo 1: EL TIROTEO
LEXA
Me levanto agitada y con el corazón acelerado. Ya es el cuarto disparo que escucho y cada vez se escuchan más cercanos. Me levanto ágilmente y voy hacia la habitación de mi hermano Aden. Está asustado en el suelo cubriéndose la cabeza. Se escucha otro disparo y nuestra ventana se hace añicos, sin pensármelo dos veces me lanzo encima de él, protegiéndole de los tres disparos siguientes. El sonido era ensordecedor, no me permitía ni escuchar mis pensamientos. Este tiroteo acaba con un último disparo unido al grito desgarrador de una mujer que se escucha al final de la calle. Una vez que acaba, recupero mis pensamientos y vuelvo a recuperar el aliento que había contraído los últimos diez minutos.
– ¿Anya? – digo con la voz entrecortada.
Noto que a Aden le cuesta respirar, está teniendo un ataque de asma. Cojo su inhalador y se lo pongo en la boca, en cuestión de segundos vuelve a respirar con normalidad.
– Ya vuelvo Aden, tengo que saber si ha vuelto Anya – le digo con una sonrisa tranquilizadora. - Duerme por esta noche en mi cama.
Cuando salgo de la habitación de Aden, corro hacia la habitación de Anya y no está, mi cuerpo se tensa y evito por todos los medios pensar que ese grito era de mi hermana. Mi cuerpo se llena de coraje y salgo a la calle en medio de la tormenta.
– ¡Anya! – grito desesperada desde la puerta.
Cierro y bajo a toda velocidad por las viejas escaleras que dan a las canastas de nuestro barrio, siempre las había odiado a pesar de amar el baloncesto. En realidad no las odiaba, solamente odiaba el Bronx, desde pequeña no había vivido ni un minuto tranquila, siempre la misma historia: disparos, violaciones, asesinatos, droga… como mi hermana Anya dice : " la vida es algo más que sobrevivir", por eso ella siempre trabajaba de noche y de día para poder irnos algún día de este maldito lugar. Ella se encargó de Aden y de mi cuando mi madre falleció. Nunca lloré la muerte de ella, era un yonki egoísta que no se encargaba de nadie, además ella se aseguró de que su último novio tuviera la decencia de darme lecciones de vida pegándome junto a Aden, pero mi hermano no recibía los golpes más duros como que me quemara con un cigarrillo o que me golpeara hasta dejarme el cuerpo molido… yo siempre me encargué de protegerlo, por lo que yo me llevaba la peor parte. En cambio, Anya no tuvo tanta suerte, con el tiempo me enteré de que fue violada en varias ocasiones por aquel tipo. Pero no fue por mucho tiempo, ya que algún santo caído del cielo acabó matándolo justo en nuestra puerta… días más tarde, mi madre murió de sobredosis. Siempre tuve la esperanza de que se reunieran en el infierno… pero no solamente ellos sino también mi padre biológico.
Cuando llego al final de la calle no puedo ver nada con la lluvia. Sigo corriendo sabiendo el peligro al que me expongo, no puedo abandonar a mi hermana, a pesar de que sé que hago mal dejando a Aden solo. En el caso de que muriera no estaría solo, ya que tendría a Indra. Aquella maravillosa mujer que tras la muerte de nuestra madre nos cuidó. Ella si era una verdadera madre.
A pesar de que mi ropa está empapada y estoy congelada por el frío, sigo corriendo. No pienso darme por vencida. Cuando giro la esquina, me detengo al ver una sombra, pero no me fijo en ella sino en el charco de sangre que hay en el suelo, mi corazón se acelera…. me temo lo peor.
Mis piernas me tiemblan, pero a pesar de ello, vuelvo a sacar la coraza de guerrera que tengo y me adentro en el callejón. Ahí estaba Anya pero el charco de sangre no pertenecía a ella sino a Costia, a mi ex-novia.
– ¡Anya! – corro rápidamente hacia ellas.
– ¡Lexa, vuelve con Aden! – grita furiosa mientras mantiene su mano sujeta en el abdomen de Costia.
No le hago caso y miro la herida profunda de bala que tiene Costia.
– ¿Costia? – digo débilmente intentando reprimir mis lágrimas.
Me agacho y rápidamente Costia me mira con los ojos entrecerrados. Intenta hablar pero de su boca solamente sale un hilito de sangre.
– ¡Deberíamos llevarla a un hospital! – digo asustada.
– No, ellos no se ocupan de los asuntos de este lugar. Ayudame a llevarla a casa de tía Indra.
Sin pensarlo dos veces la elevo en brazos y corro a lo largo de la calle sujetándola con fuerza. Siempre he tenido una gran fuerza gracias a los entrenamientos de Kick boxing y del baloncesto, pero la lluvia y el agobio, me dificulta correr más rápido de lo que deseo.
Al llegar a las escaleras, Anya se adelanta para abrir la puerta . Cuando llegamos, ya está Indra esperándonos en el sofá con todo lo necesario para curarla. Recuesto con cuidado a Costia evitando causarle más dolor.
- Será mejor que vuelvas con Aden, yo me ocupo de esto – dice Anya secándose con una toalla el pelo empapado.
- No – digo firmemente. Acto seguido, me agacho para apretarle la mano a Costia y sentir que aún tiene pulso.
- Haz lo que quieras – dice bruscamente – que sepas que esto lo he hecho por ti y no por ella – dicho eso, cierra la puerta de un porrazo. Escucho como entra en nuestro departamento.
Ella odia a Costia. Piensa que mi amor hacia ella me va a traer más problemas de los que ya tengo con vivir en este maldito lugar. Ella quiere que me esfuerce más en mis estudios para poder tener un futuro y salir de este lugar. Piensa que Costia puede envolverme en su mundo… y no es en el de la droga, sino en el de la prostitución.
Ella comenzó en ese mundo cuando tenía 14 años, fue vendida por su madre a un hombre mayor. Yo al principio creía que era su padre que trabajaba en el extranjero, y solamente la visitaba los viernes y algún que otro fin de semana…. pero un día jugando en su casa, ese imbécil vino borracho y sin darse cuenta de que yo estaba allí, empezó a violarla. Yo intenté detenerlo dándole con un jarrón, pero fue inútil, tan solo tenía 12 años… tras darse cuenta, él me golpeó con el cenicero en la ceja dejándome una cicatriz que hasta día de hoy es mi peor pesadilla. Cuando me levanté, el hombre no estaba pero si estaba Costia llorando y curándome la herida. Cuando llegó el momento en el que me tenía que ir no pude evitar fijarme en el fajo de billetes que había en la encimera, ambas nos miramos y no fueron necesarias las palabras, ella me lo dijo todo con sus preciosos ojos marrones. Desde ese momento, prometí protegerla y así he hecho hasta el día de hoy, y siempre lo haré pese a quién le pese.
Rápidamente escucho un ruido en la calle y vuelvo a la realidad. Indra ya ha terminado de curarle la herida y coserla, no tiene buen aspecto pero he visto peores en los chicos del barrio, se curará.
Costia está durmiendo profundamente, tiene mal aspecto pero que puedo esperar tras lo sucedido, decido dejarla descansar para que se cure lo antes posible, pero antes de levantarme, le doy un beso en la mejilla.
- Gracias por cuidarla.
- Siempre lo he hecho desde que su madre murió, pero a este paso…. poco le va a quedar de vida si no abandona su profesión – dice con tristeza en los ojos.
-Tranquila, yo me ocuparé de ello.
- Ya sabes que no … Costia ha vivido toda su vida de esto, y tú deberías aspirar a algo mejor. Deberías concentrarte en tu estudios, eres la mejor del instituto público y deberías replantearte la oferta que te hizo aquel señor rico… deberías aceptar la beca en su interndo privado.
- Ni se te ocurra pensar que voy a ir al internado de aquel señor rico – digo tensando la mandíbula. Ya hemos tenido esta conversación varias veces y siempre acabamos a gritos. Decido relajarme – ellos no son como yo y no creo que encaje… además, no voy a consentir que nadie me regale nada por pena, se vivir por mí misma – digo con los dientes apretados pero un tono bajo para no despertar a Costia.
– Eres igual de terca que tu padre.
– ¡Yo no soy como él! – digo elevando el tono. Todo mi cuerpo se ha tensado, puedo sentir como fluye la rabia a través de toda mi sangre.
– Pues claro que no – dice tranquilamente – pero es innegable que has heredado sus ojos verdes y su carácter de guerrera.
Intento relajarme, está a punto de cruzar la línea de mi paciencia y no quiero acabar a gritos con ella, y mucho menos volver a recordar mi pasado y a todo lo relacionado con él. Respiro hondo y me relajo.
– Será mejor que te vayas Alexandra, Anya te estará esperando. Y tranquila, te avisaré en todo momento del estado de Costia.
Indra se acerca a mí y me da un abrazo cálido. Al principio me tenso, siempre he sido muy arisca con el contacto humano, pero al segundo, me dejo llevar. Estoy enfadada pero por esta noche no quiero gastar más energía, ya ha sido suficiente.
– Recuerda siempre mi Alexandra : Osir gonplei ste nou odon (nuestra lucha aún no ha terminado) – me dice apretándome más fuerte.
Hacía tiempo que no escuchaba el Trigedsleng , era el idioma que utilizan los pandilleros en nuestro barrio Polis, uno de los más peligrosos del Bronx. Estos lo utilizan como código secreto para evitar a la policía en sus trapicheos.
Cuando nos separamos Indra vuelve a recuperar su compostura de mujer fría y calculadora, es su fachada natural. Ella vuelve a la cama y yo por última vez me acerco a Costia antes de marcharme. Su respiración ya está normal gracias a los calmantes, me quedo mirando sus labios, aquellos labios que besé por primera vez cuando tenía quince años y nunca olvidaré, tampoco nuestra fugaz historia de amor. Me muero de ganas por volver a besarla, pero sé que no es ni el momento ni lo conveniente, por lo tanto, la beso en la frente y me marcho con una pequeña sonrisa, ella es fuerte como yo, seguro que estará bien.
1 SEMANA DESPUÉS.
CLARKE
Iba en un furgón blindado negro con mi mejor amiga Octavia, mi padrastro Marcus y el chófer. No sé a dónde nos dirigíamos, pero seguro que no íbamos al club de campo o al sky room (lugar preferido mío y de mis amigos para salir de fiesta). A diferencia de ellos, yo le tengo un cariño especial a ese lugar, y no solamente por la maravillosa vista de todo Nueva York sino por su nombre… sky. Me acuerdo de la primera vez que lo bautizamos… bueno lo bauticé, a partir de la tercera ronda, empecé a nombrarnos "the sky people" (las personas del cielo). Al final, el nombre le resultó gracioso al dueño y puso una bebida en nuestro honor. Desde que esa bebida triunfó, nos convertimos en los dueños del lugar, y cada fin de semana vamos a arrasar en la pista.
Me quedo mirando el paisaje, adoro Nueva York y todo lo que conlleva: tráfico, personas malhumoradas, las prisas, el humo…. no hace falta decir que soy una chica de ciudad pero no cualquiera , sino una chica de la gran avenida. He vivido toda mi vida en un ático lujoso situado en esta calle, por lo tanto, he conocido todos aquellos lujos que una persona de clase media o baja en la vida podrá disfrutar. Mi madre, Abby, es una gran cirujana con prestigio mundial y mi padrastro, Marcus es el director y dueño del internado al que asisto : Monte Weather. Es el internado con más prestigio y más caro de todo Nueva York. Allí tenemos de todo: esgrima, club de natación, equitación, equipo de rugby, baloncesto, fútbol… y sin contar la gran cantidad de instalaciones lujosas que tiene. Es el sueño de todo adolescente.
Yo soy una de las chicas más populares del internado junto a Octavia, Bellamy (su hermano) y Murphy, pero yo no soy popular por ser hija del director sino por mi verdadero padre. Él murió cuando yo tenía trece años, era astronauta. Un día, su cohete tuvo un problema en el espacio y desapareció, no volví más a verlo. Ese hecho se hizo viral ya que dijeron que el cohete fue dañado aposta, nunca se supo la verdad. Un año más tarde de lo ocurrido, recibí la herencia multimillonaria de mi padre y mi madre se encargó de guardármela hasta que cumpliera la mayoría de edad, y fuera toda mía, pero el dinero no me importa. Dos años más tarde, mi madre se comprometió con Marcus, y a pesar de oponerme, siguieron adelante con el casamiento. Al principio, lo pasé mal pero acabé aceptando que mi padre no volvería jamás, aún me duele su recuerdo y sé que nunca se me pasará, una parte de él seguirá en mí pase lo que pase, y en los momentos difíciles, ese pedacito de alma de mi padre me da el coraje suficiente para enfrentarme a los que se quieren aprovecharse de mi fama y mi dinero.
- ¿Dónde estamos Marcus? - dice Octavia extrañada mirando por la ventana.
-Ten paciencia, Octavia.
Miro a Octavia y ésta señala hacia el exterior. No me había dado cuenta de que desde hace rato habíamos abandonado la lujosa quinta avenida. Ahora mismo no sé ni dónde estamos, pero estoy empezando a ponerme nerviosa por el aspecto del lugar, lo más seguro es que estemos en uno de los muchos suburbios peligrosos de Nueva York. No sé que interés tiene Marcus por estos lugares, siempre intenta darme lecciones de vida sobre la humildad de los pobres y su honradez… como si yo no supiera lo que es eso. Mi madre me contó que él nació en una familia humilde hasta que una pareja multimillonaria decidió adoptarlo.
Tanto Octavia como yo, empezamos a tensarnos y a echarnos miradas cómplices de incomodidad. Nosotras nacimos en una cuna de oro, por lo que, conocemos el riesgo que tiene una persona de nuestra categoría en esta zona. Octavia suspira intentando aliviarse y yo le agarro la mano para tranquilizarla. Marcus nos observa detenidamente como si no entendiera nuestra reacción.
- Tranquilas no os va a pasar nada…
- No estoy yo tan segura – digo con firmeza -¿Para qué nos has traído a los suburbios?.
- Necesito que me ayudéis en algo.
- ¿En qué?, ¿En que nos atraquen? - digo con tono un poco borde.
- No – se ríe . - Ahora mismo vamos al Bronx, necesito que convenzais a una chica para que estudie en nuestro internado… es una chica muy inteligente, aplicada y tiene un gran potencial, pero no tiene los recursos necesarios para poder llevarlo a cabo.
- ¿Y nosotras que podemos hacer?. Seguro que en todo que nos vea nos echa a patadas del lugar... ya sabes que los ricos y los pobres no nos llevamos bien.
- Eso no es cierto… eso es algo que la sociedad quiere que creáis. Parece que no habéis aprendido nada todos estos años en el internado.
- Es difícil aprender lo que es el sufrimiento de la calle cuando todo el recinto está rodeado de seguridad por si algún malhechor se acerca – digo con un poco de malicia.
Marcus frunce los labios.
Sé que he dado en el clavo y le ha dolido, pero como no es una persona que le guste enfadarse, recupera de nuevo su sonrisa. Odio eso de él.
– Está bien. Si no me queréis ayudar os podéis quedar en la furgoneta hasta que yo haya terminado – dice con una sonrisa.
Pasan cinco minutos y la furgoneta se detiene. No sé en qué parte estamos, pero sí sé que estamos en Bronx: los graffitis, la acera desgastada, el suelo abierto creando pequeñas montañas uniformes y la gente… todos con la misma cara de enfado y cansancio.
Marcus sale de la furgoneta decidido. Yo mientras tanto, intento relajar a Octavia, ya que se había puesto más nerviosa cuando un grupo pandillero pasa corriendo cerca de nuestra furgoneta, la policía los estaba persiguiendo.
La situación estaba ya algo tensa. Intentaba relajarme pero no podía a pesar de los consejos del chófer, y su manía de poner música en los momentos incómodos. En estos momentos no me apetece escuchar música, y menos a todo volumen para que nos escuchen y decidan ir a por nosotras, por lo que rechazo la oferta y me alejo de la ventana por si nos ven.
De repente, se escuchan unas motos por el fondo. Éstas aceleran y empiezan a hacer acrobacias cerca de nuestra furgoneta. Una de ellas, derrapa cerca nuestro, provocando que Octavia grite y me agarre de la blusa tan fuerte que no permita casi respirar.
- ¡Me estás ahogando, O! - digo con la respiración entrecortada.
- Perdón, Clarke. Este lugar me asusta mucho – dice abrazándome.
Le coloco bien un mechón del pelo.
- A mí también O, pero tenemos que esperar a que vuelva Marcus – digo acariciándole el pelo.
Los motoristas siguen ahí, no tienen intención de marcharse así que intento relajarme para no perder los nervios. Me llama la atención el motorista que ha pegado el derrape, es el más pequeño del grupo. Me quedo observándolo mientras hace Stund con la moto, realmente es muy bueno en comparación con los otros. También su complexión física hace que tenga más agilidad, su mono apretado me permite ver el volumen de sus músculos... empieza a entrarme calor.
Tras un rato observándolo, me doy cuenta de que no es un chico sino un chica, y precisamente no me doy cuenta por sus pechos (ya que son pequeños y con el mono no se pueden apreciar) pero sí por su pelo castaño que sale por detrás del casco… otra vez empieza a darme más calor. ¿Qué me pasa?. Vuelvo a mirar a Octavia y veo que ya está más relajada pero aún sigue abrazada a mí. Tras girarme para poder volver a ver a la chica motorista, me doy cuenta de que ya no está. Empiezo a mirar a todos lados desesperada para intentar averiguar algo más de ella pero no logro verla hasta que el chófer nos llama la atención. La chica se había puesto delante de nosotros con intención de saltar la furgoneta con la moto, no creo que fuera capaz… pero con los gritos y palabras extrañas de sus compañeros motoristas, creo que la estaban animando a hacerlo. De repente, ella aprieta el motor y empieza a salir humo de su llanta trasera. Octavia y yo nos miramos asustadas.
- ¿No será capaz? - dice asustada Octavia.
- ¡Bajad ya de la furgoneta! - grita el chófer asustado.
La chica vuelve a quemar la llanta y suelta el freno, definitivamente iba a hacerlo. Cojo rápidamente a Octavia que estaba en estado de shock y la saco a la fuerza de la furgoneta. Al salir me tropiezo con la acera y Octavia cae encima mío. Me levanto como puedo y observo que se me ha rajado la camiseta y la falda estaba echa un desastre. Acto seguido, ayudo a Octavia a levantarse y compruebo que está bien.
- ¡Clarke, tu labio está sangrando! - dice Octavia asustada.
- Tranquila no es nada – digo mientras me paso los dedos por el labio hinchado.
- Será mejor que vayamos al taller al que ha ido Marcus . Esto no es seguro – dice el chófer asustado.
El chófer agarra la mano de Octavia dispuesto a cruzar la calle hacia el taller. Octavia me agarra la mano y yo la cojo, pero tras escuchar la risa de la chica al fondo, me suelto.
- ¡No, yo me quedo! - digo furiosa. - ¡Se va a enterar la chica esa!.
-¡Clarke, no seas necia y ven! - dice Octavia mientras se aleja de la mano del chófer hacia el taller.
No le hago caso, estoy tan furiosa. ¿Pero de qué va esa chica? ; ¿quién se cree que es? . Puede que tenga un pasado oscuro como todos los de aquí , pero no tiene derecho de tratar así a las personas. Me acerco hacia ella muy segura de sí misma y furiosa. Cuando estoy a escasos metros de ella me empiezan a temblar las piernas, pero respiro hondo y logro recuperar la seguridad de antes. Puedo sentir como voy a estallar de ira en cualquier momento pero tengo que controlarme para no empeorar la situación.
- ¡Eh tú! - digo elevando demasiado el tono. Pueden notar lo furiosa que estoy pero me da igual.
La chica acelera la moto y frena en seco delante mío. Mi corazón está acelerado y las piernas me tiemblan, me está retando y esto puede acabar muy mal. De repente, la chica abre el visor de su casco y puedo observar dos preciosos ojos con un verde intenso, es un color que nunca había visto en nadie. La furia se me ha ido pero empieza a entrarme calor, una calor que provoca que me ruborice y me ponga colorada en cuestión de segundos.
- Creo que deberías volver por donde has venido, niña estúpida. ¡Aquí no queremos a ricos como tú! - dice la motorista escupiendo cada una de las palabras con una gran rabia.
Tras esas palabras vuelvo en sí, y mi vista que se había nublado por aquellos preciosos ojos, la miran con una terrible furia.
- ¡Yo puedo estar donde me de la gana!. Y eso no hace que tú tengas el derecho de hablarme así, macarra – digo de manera brusca.
La motorista se ríe, pero ese tono no me agrada nada, siento que lo que he dicho ha perdido la poca paciencia que pueda tener conmigo.
- Tú lo has querido – murmura la motorista con voz ronca.
La chica se baja el visor de la moto y empieza a acelerar. No sé que va a hacer, pero tampoco quiero averiguarlo, así que empiezo a correr hacia el taller. Ella acelera y me persigue, intento ir más rápido pero mis zapatos caros no dan más de sí. Decido detenerme e intentar esquivarla cuando se acerque. Está a escasos metros de mí y cada vez acelera más, decido girarme para no ver el impacto cuando choque conmigo. Finalmente, tras unos segundos infinitos siento como pasa velozmente por mi lado riéndose, pero también el escozor de mi trasero. ¡Me había dado una nalgada!.
- ¡Imbécil! - suelto furiosa.
Voy hacia ella furiosa, pero veo que derrapa y vuelve a girarse hacia mí. No voy a consentir que me de otra, o peor que me baje la falda. Corro como puedo en dirección contaria y llego hasta un callejón sin salida. ¡Brillante idea, Clarke!. Corro hacia el final y rompo una botella, guardándome un trozo de cristal tras mi espalda. Ella me encuentra y acelera. Pongo mi espalda contra la pared y espero a lo peor. Ella se baja de la moto y vuelve a levantarse la visera del casco. Puedo observar a través de sus ojos que se está riendo maliciosamente.
Con unos pasos muy seguros se acerca a mí, y yo aprieto el cristal escondido contra mi espalda pero evitando cortarme. Está a escasos metros de mí, me está fulminando con aquellos preciosos ojos verdes, el rubor vuelve a mis mejillas pero acompañado con una ola de calor que se extiende por todo mi cuerpo. ¿Por qué narices me pasa esto?; ¿no se supone que debería estar aterrorizada?. ¡Va a matarme!.
- Yo de ti soltaría aquel cristal, niña estúpida – me dice fulminándome con la mirada.
Acto seguido, con un giro de muñeca muevo el cristal hacia ella para que se aleje. Pero como era obvio, lo esquiva y de un golpe me lo tira al suelo.
- ¿Me estás viendo la cara de estúpida o qué te pasa? - dice furiosa – ¡Te cristal es un simple alfiler para mí!. ¿A caso no sabes que por estas zonas no jugamos con tonterías?. Si vas a luchar, hazlo con una navaja o una pistola… ¡no con esa mariconada!.
- Mira, yo no soy como vosotros. Soy una persona civilizada y educada así que te aconsejo que me dejes marchar sino quieres que te arreste la policía. Soy hija de la familia Griffin y no sabes que consecuencias te pueden caer sino me dejas marchar – digo de manera firme para que no note lo nerviosa que estoy. Si no salgo pronto de esto, mis piernas me van a fallar del miedo que estoy pasando.
- ¿Eres una Griffin? - dice riéndose maliciosamente. - Vaya… ¿y qué se supone que hace aquí una chica como tú y con esa faldita… tan, pero tan… corto? - dice mientras me mira de arriba abajo pero especialmente por debajo de mis piernas.
- No me mires de esa forma – digo mientras intento bajarme la falda.
- Tú has empezado viniendo a este lugar vestida de esa manera. ¿Te gusta provocar, eh?. - dice mientras se acerca lentamente a mí.
- Alejate – digo con la voz entrecortada.
- ¿Te pongo nerviosa? - dice apoyando sus manos en la pared, provocando que no pueda escapar.
- Ob… obviamente no.
- Ya.
Ambas nos quedamos mirándonos. Puedo ver a través de sus ojos como me mira de manera traviesa. Otra ola de calor vuelve a invadirme, pero ésta es más intensa. Me quedo mirándola sin saber que va a hacer conmigo, sin darme cuenta a bajado su brazo derecho y me está sujetando con fuerza la cadera. Sin quererlo, suelto un gemido y me pongo roja ya que ella se ha dado cuenta.
- Parece que nunca te han tocado como se debe... – dice con una mirada traviesa. - Si quieres puedo enseñarte ahora mismo... – dice con voz ronca.
- ¿Cómo te llamas? - digo intentando evitar el cuerpo se muere de ganas por que me enseñe pero mi cerebro sabe que esto puede acabar muy mal. ¿Sería capaz de violarme?.
- Creo que eso a tu cuerpo no creo que le importe… la primera lección, es dejarte llevar- dice con voz sensual.
Mi cuerpo no reacciona tras esa respuesta, inevitablemente le está haciendo caso. Tras unos segundos, veo lo que está haciendo: con la otra mano que tenía apoyada en la pared, la había bajado justo a mi mejilla. Podía sentir su olor y calor, poco a poco la baja hacia mi abdomen y lo acaricia suavemente por debajo de mi camisa rota, para después acariciarme suavemente en la pierna. Puedo sentir como su respiración también está agitada, le gusto y eso le satisface a mi cuerpo. Intento quitarle el caso pero ella niega con la cabeza, no quiere que le vea el rostro, así que me aguanto y respiro hondo. Poco a poco va subiendo su mano por mi entrepierna pero la deja al borde de mis baguitas haciendo pequeños círculos. Es juguetona y eso provoca que sin quererlo salgan varios gemidos de mi interior.
Cuando está a punto de tocarme, se escucha una moto al fondo y esos traviesos ojos verdes dejan de estar fijos en mí, y se giran hasta el final del callejón. Hay un hombre enorme y fornido subido a una moto.
- ¡Heda , tenemos que irnos! - grita Gustus.
¿Heda?, ¿Así se llama?, murmuro para mis adentros.
- ¡Gustus, estoy ocupada! - grita volviendo a poner los ojos en mí.
De repente, se escuchan el sonido de las sirenas de policía al fondo.
- ¡Mierda! - maldice. Se le había acabado la diversión por hoy. - Ha sido un placer darte unas pequeñas clases introductorias , señorita Griffin – dice con una mirada pícara – volveremos a vernos de nuevo – me dice guiñándome un ojo.
Rápidamente, mi querida Heda sube a la moto con una gran agilidad y se marcha con aquel tipo llamado Gustus.
Rápidamente la policía aparece al final del callejón y vienen en mi búsqueda. Seguro que Marcus o el chófer los llamó. Cuando llegan a mí se me quedan mirando la falda extrañados, y yo miro bajo la mirada para observarla. Estaba subida y con el botón desabrochado, por lo que se podía apreciar parte de las rosadas braguitas por debajo de ésta. Rápidamente me la bajo ruborizada.
- ¿Está usted bien?. Quiero decir… - dice el oficial de policía incómodo.
- Sí, no ha pasado nada – digo ruborizada.
La verdad es que me hubiera gustado que pasara, estaba tan concentrada en el placer que me estaba dando que no sabía ni que me había desabrochado el botón de la falda. Si solamente me había hecho gemir con unas simples caricias no quería saber como sería si me poseyera. Acto seguido, vuelve otra vez a venirme otra ola de calor al recordar esos ojos verdes pero también, una serie de espasmos y humedad en mi zona íntima. ¡Basta ya, Clarke! , digo para mis adentros. No podía creer lo que me estaba pasando, nadie me había echo sentir así… ni si quiera Bellamy, mi novio desde la secundaria, ya que ambos estamos ya en bachillerato.
Finalmente, el policía me llevó junto a Octavia y mi padrastro. Esa noche Marcus y mi madre discutieron por lo ocurrido, pero acabó perdonándolo, siempre lo hace. Lo bueno es que Octavia se quedó en mi casa a dormir y yo le conté todo lo sucedido, pero no lo que sentí por esa chica, seguro que me diría que estoy loca. ¿Y realmente lo estoy?, me siento muy confudida en estos momentos y no paro de recordar lo que me dijo: volveremos a vernos de nuevo. Con la mala suerte que tengo seguro que el destino hará cualquier cosa para que no me la vuelva a encontrar. Ahora mismo pagaría toda mi fortuna para volver a verla, o al menos, saber quién se encuentra debajo de ese casco de motorista.
Una vez que acabé de contarle lo sucedido a Octavia nos fuimos a dormir a mi suite. Allí ambas dormiríamos en una gran habitación lujosa con mantas de algodón y seda, pero una cosa sé… y es que, yo al menos no podré pegar ojo pensando en aquellos ojos verdes y la intensidad de su mirada en mí.
Esta historia la voy a dividir en dos partes. Por lo que no os preocupéis que va a ser muy larga, pero eso sí, mi actualización este mes va a ser muy lenta ya que estoy con los últimos exámenes finales.
Me he animado a hacer esta historia, ya que estoy estudiando comunicación audiovisual y me gustaría especializarme en el ámbito de guionista. Por lo que soy muy buena haciendo guiones, pero a la hora de redactar, me corto un poco jajajaja por eso escribo este fanfic : por un lado, para que lo disfrutéis como yo he disfrutado la gran cantidad de fanfincs de Clexa que los adoro; y por otro lado, para aprender a transmitir sensaciones y sentimientos a los leyentes a través de ésta.
Por eso digo: ¡bienvenido sea este fanfic y todas las opiniones y consejos para mejorar tanto la historia como la redacción!. ¡Espero que lo disfruteis!.
PD: Tranquilos, que no soy nada cabrona. No como Jason… chsss, ha jodido una de mis series favoritas.
Y como no hace falta decirlo, este fanfic pertenece a la serie The 100 y los derechos son de Jason y del resto del equipo.
