Una noche contigo
Un
instante que se alarga todo un tiempo de miles de años de
soledad, sólo una mirada suya entre su pelo negro y el
infinito toca a su fin. Esta tan cerca y tan lejos…
Rukia…No
se puede entender un nombre tan complicado con solo escucharlo, con
simplemente conocerla, hay que amarla para perderse en sus
movimientos, en su balanceo, en su perfume.
No
es sencillo simplemente dormir pensando que ella está tan
cerca, se llega mucho más allá, se sueña con el
momento fugaz de un abrazo.
Puedo
oír su respiración desde aquí, intento no pensar
en ello, intento tapar mis oídos con las sábanas
efímeras. Quizá lo que oiga no sea a ella, quizá
sea la sangre recorriendo mis venas y pulmones, bombeada fuertemente
para intentar salir de mi cuerpo y bañarla, para así
estar más cerca que nunca.
Y
en el momento culminante en el que mis sueños se rinden ante
la evidente derrota, ella se mueve entre las paredes estrechas del
armario. Una puerta corredera me separa de mis ansias.
Poso
el pie en el suelo sin notarlo, sin querer hacerlo, pero deseándolo
con todos mis huesos a la merced del sueño de Rukia. Mi cuerpo
se mueve y balancea aproximándose al lugar prohibido. "No
debo acercarme" me susurro intentando domar al deseo.
La
mano que toca ahora la puerta que no me deja verla está
ansiosa de sensaciones.
¿Qué
daría por tocar sus parpados cerrados ante la ignorancia de
quien la observa?
"Eres
especial Rukia, sólo tú sacarías toda la
oscuridad que llevo dentro" Y apoyo la cabeza vencido por el
cansancio de la monotonía de cada noche desesperado.
Dibujo
un claro pero a la vez tenebroso "te quiero" con los labios y se
lo dedico a la diosa de mi muerte, la que sufro mientras la miro
eternamente, día tras día, noche de locura tras noche.
Me
siento aprisionada entre las cuatro paredes que me separan de él.
El hombre que me podría salvar del fénix de la muerte.
Sólo necesito verte para caer en el olvido del amor
desenfrenado, pero quizá sea peor cuando no te veo. Necesito
tu presencia y estas sábanas son tan frías. ¿Cómo
llegué aquí?
Me
incorporo en el armario estrecho y le miro a través de la
opaca puerta corredera.
Quizá
sea solo un delirio provocado por la fiebre de la locura, pero te
siento, siento cómo me oyes cada suspiro y siento que tus ojos
permanecen abiertos a pesar del escozor producido por las noches de
insomnio. Puede que la falta de sueño sea producto de la vida
que te he dado, tantas cosas has de perdonarme que quizá no
pueda pagarlas ni con toda la sangre de mis venas, ni llorando hasta
sentir mi piel pegada a mis huesos.
Entonces
oigo tus pasos y suaves susurros que se escapan de tus labios "No
debo acercarme" Pero yo ansío que te acerques, que estés
lo más cerca de mi que te permitan tus ganas y tus lágrimas.
Pero temo mis lágrimas al no sentirte eternamente, por que no
me conformaría con una noche, y lo sabes.
Apoyas
tu mano sobre la puerta, esta maldita puerta de cadenas de acero. En
el otro lado de lo prohibido pongo mi mano frente a la tuya y noto el
calor que emanan tus sentidos que es recogido de inmediato por el
deseo de mi mano. Y oigo un susurro imperceptible, unas palabras que
me dedicas en silencio. Ante la frase inaudible sólo se me
ocurre una respuesta sorda:
"Te
quiero Ichigo" Y mañana volveré a mentir fingiendo
ser la que duerme mientras me pudro y estremezco entre cobardía.
¿No podré nunca quitarme esta coraza forjada en hierro
con la hoguera que me ha dado la vida vacía?
Me duermo entre susurros de alguien que me apremia a besarla, de alguien al que, muy a pesar mío no escucho.
Y
cuando su energía se tranquiliza y se sume en un letargo
solitario, amenazo con despertarle con el más sincero abrazo.
Pero me contengo y simplemente abro la puerta, me deslizo por el
suelo enmoquetado y se inclino para darle un beso que no es más
que el murmullo de un roce cariñoso.
"Buenas
noches Ichigo, ahora podrás dormir" Como cada noche…
