¡Hola a todo el mundo! De nuevo su amiga Dai Fenni se hace presente con un fic para el nuevo reto del foro Who's next?: Mortal Khristmas.

Como el nombre lo dice, es un fic de temática navideña. Es una historia de género romántico, protagonizada por Kabal y Kira, que con mucho gusto y cariño estoy haciendo para Coeurdesoleil12, ya que en el sorteo del reto me tocó darle este humilde obsequio con estas especificaciones.

Espero que te guste (o que por lo menos no lo odies XD). Como dato curioso, me gustaría comentar que no se me ocurría nada para hacer este fic; pero el poder del hado me iluminó con un reportaje en la TV sobre las citas a ciegas y sus múltiples decepciones, LOL! Me pareció curioso escuchar testimonios de chicas que quedaron desencantadas cuando conocieron a su pareja online en persona. Se me ocurrió una idea como chispazo para el fic, y he aquí el resultado; pero con la diferencia de que Kira no estará desencantada del todo, por el contrario. Para saber más habrá que esperar posteriores episodios XD. La verdad es un poco crackfic, por el hecho de que hice uso del (pseudo) humor para que me fluyeran un poquito más las ideas; pero espero que sea del agrado de Coeurdesoleil12.

El título puede parecer raro, pero cuando la historia avance será fácil de comprender XDDDD

Sin más que agregar, aquí está el primer episodio del fic navideño, jijijiji.


Disclaimer: Mortal Kombat y sus personajes pertenecen a Netherrealm Studios, WarnerBros y a sus respectivo creadores.


Cita en Navidad con un ¿desconocido?


Era una fría y bulliciosa noche en el Earthrealm. En las calles se escuchaban villancicos, los niños jugaban con luces de bengala y la gente cargaba enormes cajas de regalos, con una sonrisa en su rostro.

En un lujoso restaurante, una bella mujer pelirroja caminaba soberbia y elegante, con un rostro serio, tan característico de ella. Llevaba un vestido blanco, cuya falda le llegaba abajo de las rodillas y unos zapatos de tacón del mismo color.

"Me siento como una idiota", pensó, pues no estaba acostumbrada a usar vestidos formales; necesitaba esa ropa extravagante que usaba en su trabajo; pero no podía hacerlo esa noche. Tenía que lucir bien y darle una buena impresión… a él.

Se cubría su rostro con vergüenza, sin darse cuenta de que los hombres volteaban a verla, causando que sus esposas o novias les dieran unas dolorosas bofetadas.

Su tormento terminó cuando se sentó en una mesa que estaba al fondo, apartada de todos, y se quedó esperando a que él llegara. Sacó de su bolso un espejo y se revisó el maquillaje y su peinado; pero después de pensarlo un poco, arrojó el espejo —el cual impactó en la cabeza de un mesero, quien cayó noqueado— y cruzó los brazos, muy enfadada.

—¿Qué estoy haciendo? —se dijo a sí misma, pues odiaba las cursilerías de todo lo que implicaba una nauseabunda cita romántica.

Aunque le agradaba sentirse atraída, e incluso enamorada, algo en su interior no la dejaba en paz. No podía dejar de pensar en su verdadero amor; aquel hombre al que nunca se atrevió a confesarle sus sentimientos; pero que era el verdadero dueño de su corazón. Esa noche estaba esperando a un sujeto que había conocido semanas atrás por medio de esa página de Internet a la que juró y perjuró que nunca entraría, y con el cual pretendía olvidar para siempre a su amor platónico.

Veía a ese hombre, con el que se encontraría por primera vez, como un premio de consolación, pues tenía muy claro que nadie llenaría ese hueco que dejaba el hombre se sus sueños: su maestro… Kabal.

Siempre se decía a sí misma que si no era Kabal, prefería estar sola. Parecía que vivía resignada a morir soltera para siempre; no obstante, comenzó a reflexionar sobre qué fue lo que hizo que decidiera echar al drenaje esa máxima.


Tres semanas atrás estaba en una convención de kombatientes, en donde se reunieron los célebres luchadores de todos los reinos, para debatir toda clase de tonterías que a Kira le entraban por un oído y le salían por el otro, pues ella sólo fue por imposición.

—¡Declaro el día de hoy como el Día Interreinal del Kombatiente! —dijo Shang Tsung desde el estrado, y todos los presentes comenzaron a aplaudir.

Mientras tanto, Kira estaba sentada en su silla, esperando a que el anciano cerrara la boca de una vez.

—¡Bravo! —exclamó sarcásticamente, aplaudiendo sin ganas—. ¿Ya nos podemos ir?

—¡Kira! —dijo molesto Kabal, quien se encontraba sentado a su lado.

—Aún no —respondió el hechicero—. Les tenemos preparado un delicioso banquete para celebrar el primer Día Interreinal del Kombatiente.

De pronto entró un tarkatano con una enorme bandeja repleta de comida, que no lucía muy apetitosa.

—Señor, las sobras de la comida de su cumpleaños 5897 están listas para ser servidas a los kombatientes —dijo orgulloso de acatar la orden.

Entonces Shang Tsung, al estar subido en una tarima, miró para abajo al tarkatano y le dio una patada en el rostro por su indiscreción.

—¡Disfruten del banquete, señores! —dijo tratando de que olvidaran lo dicho por el tonto monstruo.

Todos los luchadores pasaron a una larga mesa, y los meseros tarkatanos les servían extraños platillos.

Kira miró un hueso con carne, haciendo un gesto de desagrado, pues lucía bastante mal.

—Yo no quiero comer nada, gracias —dijo y alejó el plato, con mucho asco.

Estaba sentada en medio de Kobra y Kabal. El rubio emitió una risilla, y Kabal sólo la miró, desaprobando su conducta.

—Kira, basta —susurró molesto—. En cuanto acabemos de comer esta… bazofia, nos largamos de aquí; pero, por favor, deja de actuar así. Nos haces quedar en ridículo.

La rebelde luchadora de pronto se mostró sumisa después de la reprimenda de su maestro, causando la hilaridad de Kobra. El mencionado tomó la pieza de carne del plato de Kira y le dio una mordida, sin nada de modales.

—Uh, al fin regañaron a la niña malcriada —dijo burlonamente, con la boca llena de carne.

—¡Calla, animal! Primero aprende a comportarte como humano, y después mófate lo que quieras —contestó enojada, mirándolo con repulsión.

Los otros Kombatientes coincidían con Kira en cuanto a la pésima comida.

—No es por nada, pero no me extrañaría que esto sean las sobras de la cena de Navidad de Shang Tsung del año pasado —comentó Kung Lao, mientras veía con recelo su platillo.

—¿Del año pasado?, ¡del bicentenario pasado! —exclamó Liu Kang indignado. —Ya me rompí una muela tratando de masticar la carne.

Sus mujeres, Kitana y Jade, se reían de ellos, pues ni locas probarían un bocado de esos "manjares".

—Hablando de Navidad… —dijo Jade—, en la Tierra ya casi se celebra, ¿no?

—Sí, faltan algunas semanas —intervino Sonya Blade, quien estaba sentada a su lado—. Llegó el momento de desempolvar los adornos navideños.

—A Jade y a mí nos encanta la Navidad. No conocíamos tal tradición; pero gracias a nuestros queridos esposos, aprendimos a quererla y a desear celebrarla con ellos. Es una costumbre muy linda la de ustedes los terrícolas —comentó Kitana, tomando la mano de Liu Kang y mirando con aprecio a Kung Lao.

Kira miraba de reojo a los kombatientes conversando, mientras le daba un sorbo a su copa de agua, tratando de disimular que les prestaba atención.

—Ojalá y en Edenia hubieran celebraciones en las que también se compartan cálidos momentos en armonía con los seres queridos en una noche tan especial —dijo Jade, encantada por el espíritu navideño.

—¿En dónde van a pasar la Navidad, chicos? —preguntó Sonya.

—Estábamos planeando cenar en el Templo Shaolin, para además celebrar nuestra primera Navidad como esposos —dijo Liu Kang.

En ese instante, Jaqui Briggs pasó por ahí y escuchó la conversación.

—¡Qué romántico! —exclamó—. ¿Podrían invitarnos a Takeda y a mí a celebrar la Navidad con ustedes? Será nuestra primera Navidad como novios.

—¡Por supuesto, Jacqui! Tú y Takeda son bienvenidos —contestó amablemente Kitana.

—No hay nada más lindo que pasar la Navidad con nuestra pareja —comentó Jacqui.

Mientras tanto, Kira las observaba con recelo. Estaba cruzada de brazos, sentada en su silla con desfachatez.

—¿Cena de Navidad en pareja? ¡Qué patético! —dijo en voz baja, fingiendo que no le importaba; sin embargo, la realidad era otra.

Pensó en lo… ¿interesante? que sería ir a esa cena y de pronto le dieron ganas de ir; pero había un pequeño gran inconveniente: ¡no tenía pareja!

Se desanimó bastante en su interior, pues esa conversación le había despertado el interés por saber qué se sentía pasar la Navidad con una pareja.

Posteriormente vio a Reptile, sentado frente a ella, mirando un trozo de carne mientras se saboreaba.

—Reptile, ¿quieres ir conmigo a una cena navideña? —preguntó, con el mismo tono indiferente de un estudiante que le pide prestado un sacapuntas a uno de sus compañeros.

El zaterrano vomitó ácido encima de la carne… con el fin de ablandarla, como lo hace con todos sus alimentos, y se la metió toda a la boca de una vez.

—¿Qué dijiste? —preguntó con la boca llena.

—¡Nada!..., estornudé —contestó Kira, y volteó a ver a otro lado, no sin antes mirarlo de reojo con asco.

Después vio a Kabal. Él estaba concentrado intentando partir su filete con unos cubiertos oxidados, sin darse cuenta de que su recluta lo miraba.

"Si tan sólo usted me acompañara…", pensó, fantaseando en lo feliz que sería si Kabal estuviera con ella al menos en una Navidad, compartiendo la misma mesa, brindando con vino, rodeados de velas y adornos navideños, y disfrutando de una deliciosa cena. Pero después regresó a la realidad. Él a veces ni siquiera la volteaba a ver, ¿qué le hacía pensar que aceptaría tener algo con ella?

Se aclaró la garganta, arrepentida de haber pensado en esas tonterías, que veía tan lejanas e imposibles.

Mientras tanto, las kombatientes seguían con su charla, organizando su cena de navideña romántica.

—Gracias por su invitación —dijo Frost, quien estaba sentada en un extremo de la mesa—, pero me temo que no podré ir.

—¡Qué bien! Una de las mías —susurró Kira, pensando que seguramente Frost estaba en el club de las solteras y que pasaría la Navidad con su parentela.

—¿Por qué? —cuestionó Kitana con una triste expresión.

—Porque mi novio y yo ya teníamos planeado ir a otro sitio. Me quería llevar a una playa, pero le dije que no era buena idea por mi cabello, así que nos iremos a la Antártida; pues es lo más cercano a una playa, pero sin dañar mi hermoso cabello helado.

La maliciosa sonrisa de Kira se esfumó de inmediato, al ver que Frost no era de las suyas, y que también disfrutaría de la Navidad con su enamorado.

—Bien, que te diviertas —susurró sarcásticamente, sin intenciones de ser escuchada.

Sin percatarse de que Kira las miraba con recelo, las guerreras edenianas continuaban charlando, mientras Sonya les ponía atención con una ligera sonrisa.

—Liu Kang siempre es muy atento conmigo. La Navidad pasada él hizo la cena. Quiero aprender a cocinar platillos navideños, para después prepararle la cena yo misma —comentó Kitana y recargó su cabeza en el hombro de su esposo.

Kira estaba comenzando a perder la paciencia. Esas escenas melosas la enfermaban. Inconscientemente, le producían envidia. Cruzó los brazos con mucha fuerza, como si sus extremidades fueran unas boas constrictoras, y miraba con odio a las edenianas.

—Pues ni Kung Lao ni yo sabemos cocinar; pero eso no fue impedimento para pasar una Navidad inolvidable. Fuimos a cenar a un elegante restaurante, en donde había linda música y comida deliciosa —dijo Jade, con la mirada brillante, recordando con mucho amor esos momentos, como si los estuviera viviendo de nuevo—. Y aun que no fuera así, con tal de celebrar la Navidad al lado de Kung Lao, no me importaría que sólo hubieran pan y agua para cenar.

—Y además, no hay como los cálidos abrazos del ser amado para calmar el frío del invierno —comentó Jacqui, pues al estar con Takeda, comprendía lo dichosas que se sentían las luchadoras.

En ese momento Kira no pudo contenerse más y explotó, presa de la envidia que sentía, pero que se negaba a aceptar.

—¡¿Pueden callarse ya?! —gritó, levantándose rápidamente de la silla y dándole un golpe a la mesa.

Todos los presentes guardaron silencio y voltearon a verla, pues su grito resonó por todo el lugar. Las luchadoras la miraron sorprendidas, ya que no tenían idea de que su conversación la estaba molestando.

—¿A quién le importa escuchar sus boberías? —dijo manoteando—. ¡Si ustedes prefieren partir el pavo en dos, cuando bien podrían quedarse con él entero para ustedes solas, es su problema! ¡Nadie quiere escuchar lo bien que se la pasan en Navidad! ¿Creen que porque yo no tengo pareja, no puedo pasar una Navidad grandiosa? ¡Se equivocan!

Mientras Kobra reía, mirando de reojo a su compañera, Kabal lucía muy indignado por la bochornosa escena que su recluta estaba protagonizando.

—Kira…, siéntate —dijo tratando de conservar la calma, pero molesto, y jalándola del brazo para forzarla a que tome asiento.

—Bien, la convención fue la cosa más patética, estúpida y aburrida que jamás he presenciado, el "banquete" estuvo del asco y se hace tarde para mi siesta. Si no hay nada más qué hacer aquí, entonces me retiro. ¡Con permiso! —dijo enfurecida y se fue caminando muy rápido.

Todos los kombatientes la seguían con la mirada, mientras ella se apresuraba abandonar el lugar.

—¿Acaso dijimos algo malo? —preguntó Jade, apenada por ese pequeño incidente.

—No lo sé…, la chica está loca… creo —le contestó Kung Lao, con una expresión en su rostro como si estuviera viendo a un bicho raro.

—Se ve que está traumada por no tener pareja —comentó Sonya, juzgando las palabras de Kira hacia las edenianas—. Pero, la verdad, a veces es mejor estar sola que mal acompañada; yo sé por qué se los digo —añadió, recordando su fracaso matrimonial con Johnny Cage, y dándole un sorbo a su copa de agua, imaginando que era vino.

—Lo siento por ti, Kabal. Hasta los Red Dragon tienen más modales que ustedes —dijo Liu Kang desde su asiento, bastante molesto por la actitud grosera de la pelirroja con su mujer y sus amigas.

Mientras tanto, Kobra se carcajeó y miró a lo lejos a Kira, quien estaba atravesando la salida.

—Le dije que no era buena idea traerla, maestro —le comentó a Kabal, con una sonrisa burlona.

Ignoró las palabras del rubio, y se levantó de su silla para alcanzar a Kira, con la intención de darle una reprimenda.

—¡Kira! —le gritó cuando ya estaba cerca de ella.

La luchadora se detuvo al escuchar su voz, y de inmediato bajó la cabeza. Sabía que le esperaba un reclamo. Hubiese querido seguir caminando, ignorando su llamado, pero no podía evitar sucumbir a la autoridad de su maestro. Cruzó los brazos y se giró para encararlo. Aparentaba tener una actitud rebelde; pero en su interior estaba dispuesta a aceptar sus regaños. Ella seguía cruzada de brazos, mirando a un lado suyo de manera arrogante.

—¿Por qué hiciste esto, Kira? —cuestionó, pues no tenía idea de por qué actuó de manera tan agresiva por una frivolidad.

Jamás se atrevería a dejar que alguien supiera que deseaba tener pareja; su orgullo no se lo permitía, y menos quería que se supiera que Kabal era su hombre ideal. Temiendo que pudiera sospechar sobre su inquietud por tener pareja, buscó una excusa.

—Lo siento —dijo hipócritamente, pues no estaba arrepentida de sus actos, y Kabal lo notó. —No he dormido bien y cualquier cosa me irrita, es todo.

El guerrero comprendió. Conocía su temperamento y sabía que era una chica muy difícil. Le encantaba esa actitud rebelde y maldosa de la pelirroja… en secreto. No quiso llevar más lejos la reprimenda y prefirió hablar con ella de manera pacífica.

—Nos has dejado en vergüenza, gracias a tu conducta de niña malcriada; pero yo sé que no debí forzarte a venir a esta convención; sin embargo, los Black Dragon tenemos que hacer acto de presencia en todos lados. Si queremos ser respetados, tenemos que ser conocidos.

La actitud de Kira era desafiante cuando alguien le reclamaba algo; pero cuando Kabal comenzó a expresarle compresión, sintió que su rebeldía se desvanecía. A pesar de todo, lo ocultaba y demostraba indiferencia, como si las palabras de Kabal no le importaran, sin imaginar lo mucho que significaban para ella.

—No se preocupe, maestro. No volverá a pasar —dijo y se dio la vuelta para irse.

Kabal se quedó inmóvil, mientras la veía alejarse.

—¿A dónde vas?

—Buscaré el portal para regresar al Earthrealm —contestó sin detenerse.

—¡Espera a que concluya formalmente la convención y nos vamos los tres juntos! —gritó al estar Kira más alejada.

—¡No, gracias!, ¡Prefiero irme yo sola! —respondió gritando, para poder ser escuchada por él, siguiendo con su camino y sin voltear a verlo.

Kabal la observó por unos instantes, cautivado por el carácter fuerte e indisciplinado que tanto le atraía de su recluta. Se rio en su interior, recordando la bochornosa escena de ella con las guerreras edenianas.

—Kira… —dijo después de respirar hondo, pensando que no tenía remedio.

Caminó de vuelta al recinto en el que se estaba llevando a cabo la convención y esperó a que concluyera, para regresar a casa junto con Kobra.