Créditos a Girl-chick y al creador de Vampire Kight (lo desconozco completamente) Es mi primer historia como tal de Vampire Kight, asi que espero que les guste les llame la atención y la adoren, porque de verdad me esfuerzo es que mis historias gusten al 100. Pero a veces se sale de mis manos.
— Historia Normal. —
— Diálogos. —
— Pensamientos. —
Mi abuela siempre decía a mi madre —cada que surgía un conflicto con mi padre— que si permitías que un hombre te pusiera la mano encima una vez y no se lo impedías, por mucho que lo amarás o él profesará lo mismo, lo más probable es que lo siguiera haciendo, escudándose en ese supuesto amor. Años después de enterarme de todo lo que vivió mi madre por mantener un hogar unido, no podía estar más de acuerdo con ella. Y ahora viviéndolo en carne propia, no tenía ninguna duda.
Sola y desesperada, corro en medio de la calle, me abrazo mi misma. Tengo frío. Luego de que el subidón de adrenalina se extinguierá y mi agitación se calmara por haber corrido demasiado, noto el dolor en mi brazo, Me estremezco, no tanto por el dolor físico; sino por el dolor mental, recordar a Zero fuera de control maltratándome de ese modo, removió algo dentro de mí. Y lo peor, sentir como el hombre con el que pensaba sería mi futuro esposo algún día, apuntaba un arma en mi cabeza, destrozó por completo todos esos sueños.
Me detengo porque ya no puedo correr más. Mi cuerpo protesta y mis piernas están agotadas de tanto correr por mi vida. Miro con excesiva paranoia a todos lados por si Zero decidió seguirme, recuerdo como lo deje tirado en el suelo luego de golpearlo fuerte con su escultura favorita y me calmo, solo un poco; en el fondo me horroriza la idea de haberle matado.
"Se lo merecía", susurra una voz sensata en mi cabeza, jamás debió tratarte como lo hizo, y menos amenazarte. Y no estaba del todo errada. Suspiro hondo, frustrada.
Encorvada por el cansancio, apoyo mis manos en mis rodillas, cuando levanto mi vista, observo que me he detenido frente a una cafetería. La conozco muy bien. Coffe & Bread. A fuerza me enderezo, solo mirando hacia el interior, no tenía dinero encima por las prisas con las que salí corriendo de allí, y ansiaba un poco de cafe para atenuar mis nervios. Necesitaba calmarme y pensar con claridad que iba hacer.
Regresar no estaba dentro de ello. Mi castillo de sueños, acaba de derrumbarse, y mi príncipe encantado mostraba su cara de demonio.
¡Dios! necesitaba un teléfono para llamar a la única persona que podría socorrerme en este momento, Seiri. No quería involucrarla, pero la necesitaba. Después de que mi madre por fin decidió enfrentar a mi padre, ella se marcho llevando a mis tres hermanos pequeños para darles una nueva oportunidad y reconstruir su vida, y no la culpaba. Yo, por el contrario, habia decidido quedarme... y construir la mía propia.
Inquieta, doy muchas vueltas en las afueras del lugar, la posibilidad de que me encuentre con alguno de mis amigos era nula, aparte de Seiri, no habia nadie más, ese fue el precio de vivir con Zero.
Aprieto más el cinturón de la camisola de la bata, hacia verdaderamente frío, y fue lo único grueso que logre ponerme encima de mi pijama de pantaloncitos, para no salir casi desnuda. Mis piernas descubiertas sufrían la peor parte de mi mala noche. Y de no ser por las botas de lana que alcancé a coger porque siempre las dejo en el armario de la entrada, hubiera salido descalza y mis pies ahora estarían destrozados.
Odio mi situación. Y si pudiera devolver el tiempo, habría elegido no conocer a Zero.
En medio de mi desesperación, me propongo hacer algo osado por primera vez en mi vida. Agazapada a un costado de la cafetería, espero por la primera persona que salga, me fijo en quienes lo hacen, es una pareja. La mujer se adelanta y el hombre viene detrás ojeando algo en su teléfono. Y eso es lo que necesito, un teléfono. Me armo de valor y apenas cruza la puerta lo abordo, como es de esperar se espanta un poco. Incluso retrocede.
Suspiro, debe pensar que soy una loca.
— Lo siento, lo siento, no quise asustarle. — Repito angustiada antes de que salga corriendo.
Él me mira igual de espantado; mientras yo inflijo dolor a mi mejilla interna para calmarme y no parecer una lunática escapada de algun sanatorio.
— ¿Sucede... algo? — Pregunta finalmente con mucha cautela, luego de mirarme de arriba a abajo y sopesar mi actitud.
En este momento no me molesta su escrutinio. Más bien me avergüenza, seguro me tomara por loca; debo hacer a un lado la idea y solo debo intentarlo.
— Estoy en una situación complicada. — Intento explicarme. — ¿Podría... prestarme tu teléfono para hacer una llamada? No lo robaré, lo prometo. — Concisa, y conteniendo mis nervios, espero que entienda y no huya de mí.
El chico parece dudar por un breve momento que para mi se siente como una eternidad, pero seguramente la angustia en mi rostro debió darle lastima porque sin meditarlo mucho más, me estira su teléfono.
— Toma, adelante. Has tu llamada. — Hay comprensión en su rostro, incluso se aparta para que haga mi llamada.
Asiento agradecida y muy abrumada. Sin demora lo tomo y rebuscando en mi directorio mental tecleo el número de Seiri, afortunadamente lo tengo memorizado para emergencias. Sin pensar que algún día tendría una como esta.
Al tercer tono, contesta y yo respiro aliviada.
— ¡Seiri! soy yo, no me cuelgues por favor. — Suplico antes de que tome mi llamada como desconocida.
— ¿Yuuki, eres tú? — Parece dudar, y la comprendo tanto que podría estarme colgando.
— ¡Sí soy yo! No me cuelgues por favor. — Casi gemí por el desespero.
— ¿Que te sucede, Yuuki? — Su pregunta cautelosa me indica que no parece muy convencida.
— Zero y yo discutimos. — Manifiesto la razón primaria, luego bajo el tono. — Estoy fuera de casa.
— ¿¡Te hizo algo!? — Su pregunta no me molesta, A Seiri nunca le agradó Zero. Siempre me decía que era un tipo extraño. Desconfiaba de sus exageradas atenciones.
— ¿Puedes venir por mi? — Omito la respuesta. No quiero estar así en mitad de la calle, tampoco quiero seguir abusando de la amabilidad del hombre, que aunque no me ha pedido el teléfono luce intrigado.
— Si claro, ¿dime donde estás?
Le indico la dirección y que estoy frente de la cafetería francesa que queda a cuatro cuadras de mi casa. La antaña expresión escuece mi pecho, y tengo que sacudirme, debo enfocarme para seguirle explicando.
— Ya salgo para allá. No te muevas. — Su respuesta trae un inusitado alivio.
Y el alivio se va cuando vuelvo a mi realidad, tiemblo al pensar que Zero pudo reponerse y salió tras de mí. Miro al amable desconocido. Me controlo un poco el temblor y le devuelvo el teléfono de inmediato.
— Lo siento, en serio no voy a robarlo. — Digo avergonzada.
Su mirada viaja preocupada por mi cara y apariencia y en un acto consideró amable, se quita la chaqueta y la pone alrededor de mis hombros.
— Así esta mejor.
De inmediato siento el calor que me proporciona y aun más avergonzada asiento en agradecimiento. Bajo mi mirada incapaz de decir nada. Yo Yuuki Cross, la chica estrella de una agencia de modelos, me siento como un desperdicio.
— Oye, que esperas para irnos. — La mujer que habia salido con el lo llama desde la ventana de un auto.
— Puedes esperar un momento. — Le gruñe. La mujer debe ser un poco mayor que yo rueda los ojos y se echa hacia atrás del asiento cruzando los brazos.
No la puedo culpar, seguro no debe ser agradable que tu novio parezca amable con otra, y más, si es una desconocida.
— No tienes que hacerlo, pronto vendrán a recogerme.
Aunque me guste el calor y el cálido olor que emana su chaqueta, me la quito y se la devuelvo.
— ¿Estás segura? — Insiste. Su tono es algo preocupado.
Asiento varias veces. Me halaga su preocupación, pero es mejor que no me busqué más problemas.
— Muchas gracias. — Digo en tono más seguro.
— ¿Puedo saber tu nombre? — Pregunta de repente.
— Yuuki, solo Yuuki. — Respondo.
— El mio es Kaname Kuran. Y bien, solo Yuuki, espero que todo mejore. — Dice y sin esperar más, se marcha hacía el auto donde la chica parece muy malhumorada, sube al asiento del copiloto mientras ella no deja de decirle cosas. Arranca de forma brusca y se van del lugar.
Me abrazo a mi misma sintiéndome desvalida, y solo espero que Seiri no demore mucho en llegar.
