Disclaimer: lalala pertenece a Ishida Sui. (hoysalehoysalehoysale)

Aviso: Este fanfiction participa en el Reto Temático: Recuerdos, perteneciente al foro Anteiku: la cafetería para los fans de Tokyo Ghoul. Spoilers.


nace una flor

(Todoslosdíassaleelsol)

«—Lo esencial es invisible a los ojos.» (1)
Le diría algún día el hombre flor, con su voz de armonía palpable y refinada (casi como si pudiera medirla).
Y en voz baja agregaría, que no pierda nunca ese par de orbes castañas.
Después se acercaría a los lirios y le relataría sobre el especial cuidado que debía tener al tratar con su especie.
—Debe tener los ojos bien abiertos, Petit Revenelle (2) —daría una elegante pirueta para acercarse a ella, y con una reverencia le regalaría una flor—: valiente y bella, pues florece en invierno.

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(Fueguchi Hinami lo puede ver)
A través de sus cabellos níveos, de borratintas que erosiona, sus ojos de lazarillo desatornillado y sus manos rotas —en mil menossiete patas que se enchastran y desgarran al querer avanzar.
(El recuerdo de su voz.)
Es que Ken Kaneki, Hermanito, tiene ese algo inherente a pesar de la mugre (roja) que se acumula en su camino. Ese algo que se despliega con su sonrisa —no tan falsa pero si tan rota—, esa la que sale cuando abre libros
(y que Hinami se la guarda —en una caja con bisagras oxidadas—, celosamente, cerrando los ojos y murmurando que es solo para ella).

Es que el viento (del paso del tiempo) solo sabe avanzar sin mirar bien y gusta de colarse entre las cajas astilladas, las bisagras oxidadas solo permiten que las cosas guardadas se añejen y se erosionen.
Y Hinami a veces quiere quitarle al viento toda la música que le robo, pero lo único que logra es lastimarse los pétalos-de-mariposa
, y el ceño fruncido del chico ave rapaz-conejo. (Aunque él también pierda plumaje –de la caja y de las propias alas).

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Fueguchi Ryoko tenía esa habilidad inverosímil, abstracta, le daba vida propia a las historias con su propia voz, casi como una obra de teatro.
Cuando leía, Hinami aseguraba observar como el tono se desarmaba, se envolvía y bailaba. Entonces quedaba atrapada en ese momento, como si fuera parte de la historia.
Fue entre aquellas páginas de oro desgastado cuando su madre le regaló una caja pequeña. Se la incrustó en el pecho anestesiándole los sentidos con su voz, sin que ella se diera cuenta.
La llamó corazón y no le dio más que dos instrucciones algo intrincadas:
"—Ábrelo, pero no te olvides de cerrarlo, pero no te olvides de abrirlo."
Y no le dijo como hacer para no romperlo en el intento.

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Ni el viento, ni las bisagras oxidadas o los pétalos quebrantados, pueden erradicar aquellas voces que se volvieron verdes (de las que se aferran a la esquinita y están dispuestas a cantar por siempre). Cantan cada vez más fuerte, cuando el corazón le grita que no existe tal recipiente vacío.

Por eso, si allá va la luna de mil infiernos, con escarcha gruesa pero en algún lado cálida. Entonces ella podría florecer cada noche de invierno en donde él saliera.
Pues, «—Nunca más vas a estar solo Hermanito


N/A: No me apetece decir nada, pero sé que tenía que decir algo (o sea, si, me olvidé). Siempre me pasa lo mismo. (?)

(1) Frase que pertenece a Le petit Prince. (Asumo mi obsesión)
(2) (Francés) Pequeña alhelí.

Miu!~