Disclaimer: Naruto y Pet Shop of horrors no me pertenecen, pero la historia es completamente mía. No permito bajo ninguna circunstancia que se publique en otro lado.
2- Errors
–1–
"¡Ayúdame!, ¡ayúdame! El barco se está hundiendo lentamente.
Ellos piensan que estoy loco, pero no saben qué se siente.
Están todos rodeándome, dando vueltas como buitres; quieren romperme y quitarme mis colores, quitarme mis colores."
- Starset, "My demons".
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"Seguro que mientras hablamos, el Conde ya está poniendo una nueva tienda de animales en otro barrio chino. Listo para vender sus demoniacos animales a clientes incautos." Eso había pensado León pasado su último encuentro con el conde. Sin embargo, sus palabras estaban un poco lejos de la verdad. Decir que el conde estaba en otro barrio chino no era completamente cierto pues estaba en una aldea, mas decir que estaba vendiendo sus demoniacos animales… eso era lo cierto.
Lo que León ignoraba de su "amigo", era que su barco no sólo podía transportarlo a una ciudad diferente, sino que podía atravesar mundos, eras. El Conde D, para huir de sus propios conflictos respecto a su última experiencia, era capaz de viajar hasta un mundo donde definitivamente León no podría rastrearlo y donde su padre y su abuelo jamás lo buscarían. D, en ese momento y en ese lugar, no había planeado seguir con el plan de su abuelo y su padre; D sólo había buscado soledad y reposo. Por lo menos así fue hasta que entró en su tienda, a mitad de una aldea bien influenciada, un hombre cuyo rostro estaba claramente transformado.
Una sonrisa de suficiencia se colocó en los labios del joven vendedor de mascotas.
…
— ¡¿Qué quieres decir con que Orochimaru explotó en medio de su pelea?! — bramó Tsunade poniéndose de pie frente al nuevo equipo siete. Naruto aún tenía en su ropa la sangre del enemigo de Konoha y del hombre por el que Sasuke abandonó Konoha.
Los ojos color miel de Tsunade temblaban y se ocultaban detrás de varios parpadeos, incrédula ante las palabras del escuadrón de rescate de Sasuke. Era impensable, era impensable que su antiguo compañero muriera así, sin antecedentes. Todos sabían que su salud no era muy buena, mas nadie imaginaba que ése sería el resultado… Ni siquiera Kabuto, que se había dejado capturar casi con la misma tranquilidad que un perro que añora regresar a casa, estaba preparado para eso.
Nadie se lo explicaba.
—Es-es eso lo que ocurrió, Hokage-sama —contestó Yamato con más serenidad que su equipo. Además de él, Sai no expresaba verdadero asombro—. No fue una pastilla, como la que suelen usar los espías. Incluso parecía como si él no lo hubiera deseado, como si él no lo hubiera previsto. Intentó aferrarse de Naruto, pero explotó en ese momento.
Tsunade, pálida, asintió levemente.
—¿No vieron nada más? ¿Cualquier otra cosa? —inquirió.
—No. Lo sentimos, Tsunade-sama.
—En realidad, sí vi algo, abuela —intervino Naruto mirando a la nada—. Antes de que eso pasara, Orochimaru ya estaba tosiendo y estoy seguro de que en ocasiones esa tos era acompañada por pequeños gusanos… Creí que era normal, aunque ahora que lo pienso, pudo salirle mal uno de sus experimentos.
— ¿Gusanos? —repitió la mujer— Orochimaru odiaba los gusanos, pero de cualquier manera busca a Kurenai y a su equipo. Diles que inspeccionen el sitio y que traigan lo que encuentren, Shizune.
—Sí, Tsunade-hime —respondió Shizune antes de marcharse, contrariada.
—Interrogaremos a Kabuto enseguida y les haremos saber lo que tenemos —aseguró—. Por lo pronto, pueden retirarse.
— ¡Un momento, Tsunade-shizou! —dijo Sakura, adelantándose al escritorio— ¿Qué ocurre con Sasuke-kun? Orochimaru y Kabuto ya no están con él, podemos traerlo ahora.
—Será la primera respuesta que le saquemos a Kabuto; aún necesitamos las coordenadas de su escondite. Pierdan cuidado, lo tendré en cuenta —aseguró Tsunade recuperando el aplomo—. Es todo por ahora.
Naruto colocó una mano sobre el hombro de Sakura para tranquilizarla. Entendía que necesitaba llenar su mente con cualquier imagen que borrara la de Orochimaru explotando, mas reconocía que debían ser un poco más pacientes.
…
Sasuke, sentado en un escalón, esperó a la llegada de Kabuto y Orochimaru. Le habían prometido que ese día tendría un entrenamiento especial, y aunque Sasuke estaba lejos de emocionarse, necesitaba una distracción.
Una pequeña serpiente rodeó su pie izquierdo mientras él pensaba en su técnica secreta, ésa con la que vencería sin lugar a dudas a Itachi. Ignoró la repugnante sensación de la serpiente pasando por sus dedos y se levantó. La serpiente se mantuvo a su lado en tanto él daba un paseo por la fría guarida. Algo extraño le sucedía a ese animal del demonio.
Harto de escuchar el cómo se arrastraba el reptil, Sasuke tomó su katana y atravesó a la serpiente que lo acosaba. No estaba de humor para nada.
En su habitación, recostó la espalda en la pared y esperó a escuchar los pasos de su extraño maestro y su estúpido acompañante. Mas el sonido nunca llegó y la mente agotada de Sasuke lo llevó a la somnolencia total. Al mismo tiempo, un hombre delgado y de facciones femeninas, acarició la piel de una hermosa mujer que a ojos de cualquiera, pasaría como un reptil.
Para cuando Sasuke despertó, la guarida seguía en el sepulcral silencio como la dejó. Entonces sospechó lo que le pareció imposible. Lo que Sasuke sabía era que el día anterior Orochimaru y Kabuto se encontrarían con Sasori, de Akatsuki, para matarlo. Nunca sopesaron la posibilidad de que el marionetista pudiera derrotarlos, y Sasuke tampoco. ¿En verdad Sasori tenía tanto potencial para acabar con ambos? Se sabía que era poderoso, pero no esperó que lo fuera a esa dimensión. Vaya bola de locos asesinos los de Akatsuki.
Se levantó con un fuerte dolor de cuello y se dirigió a la salida de la guarida. No tenía la suficiente hambre para prepararse un desayuno, así que iría directamente al punto donde fue la batalla. Tenía que asegurarse de que Orochimaru estuviera muerto para continuar con sus propios planes.
Empero, fuera de su pieza, encontró un puñado de diminutas serpientes que se arrastraban a su alrededor.
— ¡¿Pero qué demonios?! —exclamó— Estúpido Orochimaru —farfulló.
El hecho de que sus malditos bichos hayan quedado huérfanos no era problema de Sasuke. Desde hacía un tiempo que Orochimaru había traído de un desconocido lugar a una serpiente de una clasificación que nadie conocía; por lo que era normal toparse con esos animalejos en cada habitación de las guaridas.
A Sasuke no le importaba que fueran o no peligrosas, pero le desagradaba que estuvieran siempre rodeándolo, como si se sintieran solas.
Sasuke avanzó sin darles importancia hasta la salida de la guarida. Los rayos del sol golpearon directamente contra sus ojos; parpadeó un par de veces para acostumbrarse. Apenas pudo notar que las serpientes, alborotadas, se refugiaron en la sombra de la guarida.
—Hmph, por fin me las quito de encima —musitó antes de avanzar.
Llevaba su katana en la espalda y un bollo de pan en el bolsillo, era el que había guardado la tarde anterior. No relajó su postura por prevención de que Sasori quisiera atacarlo en algún momento, ni dijo una palabra ante el cambio de paisaje que se presentaba a cada paso que daba en el pequeño bosque posterior a la guarida.
Detuvo sus pasos, asqueado, al encontrarse en un claro artificial. Un cañón creado por un ataque ninja se encontraba frente a él, y en éste, un centenar de serpientes agonizaban ante una muerte segura.
Sasuke saltó a la rama de un árbol enseguida percibió que alguien se acercaba. Una persona –Sasuke no pudo distinguir si se trataba de un hombre o de una mujer– delgada y de facciones delicadas, se acercó sin temor alguno al nido de animales. Extendió su brazo derecho, mostrando unas largas uñas pintadas de azul marino, y de entre todas las serpientes, surgió una, más larga que las demás, y se trepó al brazo del sujeto.
—Gaa-chan —dijo la persona, con una voz todavía andrógina. Qué parecido con Orochimaru…— Veo que rompió las condiciones. Qué lástima, creí que los cuidaría. Como sea, regresemos a casa.
Y antes de irse, el Conde D miró a un árbol un tanto alejado de su posición. Su ojo derecho pudo percibir a un muchacho de cabello revuelto y mirada afilada trepado en una rama. Para evitar delatarse, miró a otras direcciones con la misma fijeza y luego se marchó. Empero, un ninja como Sasuke, con el sharingan activado, sabía cuando lo habían descubierto.
Pasados unos minutos, Sasuke saltó al césped y miró a las ya muertas serpientes, preguntándose quién demonios era el sujeto que acababa de ver.
Aguardó treinta segundos antes de seguir la pista del extraño hombre… o mujer. No pudo evitar la sorpresa cuando vio, a dos metros de él, a la persona que buscaba. El conde lo esperaba sentado en una roca, acariciando con sumo cuidado al reptil entre sus brazos.
—No creí que fueras tan precavido; me disculpo por eso, joven —dijo el conde. Sasuke, sin desactivar el sharingan, avanzó.
— ¿Quién eres? ¿Qué haces aquí? —espetó.
—Vine a recoger a la mascota que vendí hace un mes y medio. Las condiciones del contrato se rompieron, así que puedo hacerme cargo de ella —explicó. La mirada de Sasuke se intensificó.
— ¿Tú mataste a Orochimaru? —espetó.
— ¿Matar? Oh, no; tú también me acusas de asesino. —Se lamentó D.
— ¡Responde! —advirtió Sasuke echando chispas alrededor de su cuerpo. Ésas eran las pistolas de ese mundo.
—Sólo soy un vendedor de mascotas. Lo que haya sucedido con sus dueños no es mi responsabilidad si ellos no cumplen con las condiciones —Se defendió, molesto, antes de ponerse de pie y empezar a caminar ignorando el poder que Sasuke desataba — Si quieres saber más, sígueme —sugirió.
Sasuke, aún confundido, titubeó previo a seguir la indicación. Aunque el sujeto era de lo más extraño –incluso sin tomar en cuenta su vestimenta y sus facciones afeminadas– no parecía ser siquiera un ninja. Guiado por eso, Sasuke se sintió reconfortado: si algo marchaba mal, podría matarlo.
No obstante, Sasuke no creyó que dicho camino fuese a tardar tres días y medio. Mucho menos, esperó que ese camino fuera a ser reconocible para él.
—Un momento —dijo apresurado.
— ¿Ocurre algo, Sasuke-kun? —inquirió D, mirándolo sobre su hombro. Sasuke nuevamente lo miraba con cierta amenaza.
— ¿Naruto te envió? Reconozco esta dirección, vamos a Konoha.
— ¿Naruto? —repitió el conde— ¿Te refieres al ninja de La Hoja?
—Así es. No soy idiota, dime si él te envió.
—No te llamo idiota, pero tampoco me envió. Ya te lo dije: he venido a recuperar a mi reptil; eso es todo.
—Sin embargo lo conoces —afirmó Sasuke, perspicaz.
—He oído sobre él, pero no; no lo conozco. No tiene mucho tiempo que mudé mi tienda a Konoha. Por cierto, ¿podrías sostener esto, por favor? —pidió mientras sacaba de entre sus ropas una copa de incienso.
Sasuke, sin oportunidad de rechazarlo, abrió las palmas de las manos para que D le dejara caer el incienso. Ciertamente, el aroma era embriagador, pero agradable.
— ¿Esto para qué es?
—Para que puedas tomar el té conmigo, naturalmente —dijo D. Sasuke, sin dejar de sorprenderse, lo miró con una ceja encarnada. El conde no respondió ante ese gesto y siguió caminando.
—No me interesa tomar el té contigo, sólo dime qué le sucedió a Orochimaru. Y hazlo pronto —advirtió el muchacho.
El conde se detuvo y Sasuke lo imitó de inmediato. D se giró unos grados para ver el perfil de su acompañante.
—Estabas con Orochimaru por una razón; ¿cuál es? ¿Soledad? ¿Aprecio?... —Sonrió— ¿O acaso se trataba de poder? ¿Acaso buscabas poder? Sasuke-kun, ¿tú sabías que existen al menos dos criaturas que pueden cumplir cualquiera de tus deseos? —Sasuke lo miró con cierto recelo— Si me sigues, puedo venderte una a un precio asequible.
La mirada entre ambos era tensa: Sasuke, por un lado, trataba de entrever en los gestos del Conde algo que le indicara una mentira; D, por el otro, intimidaba al menor de los Uchiha con la intención de que accediera a acompañarlo.
Luego de unos segundos, Sasuke rompió el contacto visual.
—Has de saber que no confío en ti. —aseveró mientras se acercaba al vendedor de mascotas.
—Lo tendré en cuenta —contestó D—. Y tú te pareces a alguien a quien conocí —susurró para sí.
—En este mundo no hay nadie como yo —contradijo el ninja, ofendido.
—Cállate ya, eres idéntico a él. —Alzó la voz el conde.
Por vez primera, Sasuke no replicó: el hombre frente a él –quien, por cierto, había conseguido que Sasuke regresara por su cuenta a Konoha– representaba un dilema muy grave. Era un enigma y quería descifrarlo; desde hacía dos años no había encontrado algo tan interesante. No estaba mal divertirse un momento; además de que el sujeto había dicho que tenía algo que podría interesarle.
Poco tiempo después, Sasuke vislumbró las enormes puertas a Konoha. Se acercó más al Conde bajo la intención de preguntarle cómo demonios pensaba cruzarlo a Konoha, mas el Conde alzó la mano discretamente y pidió silencio. Sasuke asintió, con una mano en el incienso y la otra en la katana que llevaba en la espalda.
Los guardianes de la puerta apenas saludaron al Conde, sin darle mucha importancia a sus pasos: desde su llegada, había informado que debido a las criaturas que había de criar, le era necesario salir a buscar plantas o pequeños animales para el alimento de las mascotas. Tsunade accedió sin miramientos.
Y sin notar nada extraño en el Conde –como un ninja desertor caminando a su espalda– los guardias siguieron su conversación.
—Le compré un perico que no deja de regañarme —dijo uno de ellos, divertido.
— ¿Qué tipo de mascotas vendes? —inquirió Sasuke en voz baja mientras avanzaban entre los aldeanos.
—Aquéllas que dan sueños y amor —contestó el conde.
Avanzaron hasta llegar al centro de Konoha, desde el cual, Sasuke pudo ver con claridad la torre del hokage. Se detuvo inconscientemente para buscar con la mirada un edificio de apartamentos en los que una vez vivió y un edificio más pequeño donde aún habitaba el ninja que se hacía llamar su mejor amigo. Frunció levemente el entrecejo: aún no entendía cómo era que el conde había conseguido que regresara a la aldea.
—Adelante, por favor —dijo D, interrumpiendo sus cavilaciones.
Sasuke volteó a ver el lugar que le señalaba: su fachada era distinta, glamurosa, y en la entrada había un cartel que señalaba "Conde D". Luego de una mirada más de advertencia, Sasuke avanzó hacia la entrada de la tienda.
Un corto pasillo llevaba a una pequeña sala de té, donde ya había en los sillones unos cuantos animales. Éstos, al ver que se aproximaba D, bajaron al suelo.
—Por favor, siéntate, Sasuke-kun —invitó D. Sasuke siguió la indicación con cierto recelo.
—Así que eres el Conde D —señaló sin permitir siquiera que el aludido ocupara el asiento frente a él.
—En realidad, ése es mi abuelo; yo sólo soy el encargado de su tienda —dijo D al tiempo que servía el té para ambos—. Puedes tomar uno de los panecillos; están rellenos de crema.
—Hmph —respondió Sasuke estirando el brazo hacia los bocadillos. Sin embargo, detuvo su movimiento para notar que el olor del incienso en su brazo era idéntico al que reposaba a su lado izquierdo. Lentamente, dejó el incienso en el suelo.— ¿Qué tiene esa cosa? ¿Algún tipo de genjutsu?
— ¿Genjutsu? No, por favor. Es un… distractor —respondió D con una falsa sonrisa en los labios.
…
Una vez más, el equipo Kakashi esperaba las palabras de Tsunade ante la entrega de la misión del equipo Kurenai. En el escritorio, unas serpientes muertas aguardaban dentro de una pecera cúbica.
— Nada de gusanos; se trataban de serpientes —explicó Tsunade con los dedos cruzados delante de sus labios—. No sabemos qué son o qué hacían ahí. Desconocemos la razón de su muerte y la utilidad que Orochimaru les daba. Kabuto no ha dicho ni sabe nada al respecto.
— ¿Y por qué no le preguntamos a la familia de Shino o de Kiba, dattebayo? —preguntó Naruto.
—Porque ellos no trabajan con reptiles, idiota —respondió Sakura, exasperada.
—En ese caso, podrían preguntarle al Conde D —intervino Kakashi, recargado en la pared, todavía débil.
— ¿El Conde D? —cuestionaron Sakura y Naruto, confundidos.
—Él es el encargado de la tienda de mascotas —dijo Yamato.
— ¿Hay una tienda de mascotas aquí? —replicaron ambos ninjas.
—Sí, desde hace casi tres meses —informó Tsunade—. Naruto, Sakura, vayan a verlo y pregúntenle lo que desconozcamos de este caso. Sakura, estás a cargo. Sai, Yamato, regresen al lugar y traten de encontrar cualquier huella que nos diga algo.
— ¿Y yo? —preguntó Kakashi.
—Tú permanece en cama, aún necesitas reposo.
Kakashi no respondió. Sabía que la hokage tenía razón, más algo le olía mal en esa situación.
…
D se llevó la taza a sus labios mientras Sasuke lo observaba. Le había explicado que un mes y medio atrás, Orochimaru había acudido a su tienda, disfrazado, para encontrar la mascota perfecta. Había asegurado que no se trataba de ningún experimento y que buscaba simple compañía. D le había entregado una especie poco conocida "vipeera miserae" junto con un contrato en el que establecía que no la mostraría a nadie, que no lastimaría al animal y que se encargaría de que no pasara hambre. Si alguna condición se rompía, la tienda de mascotas no se haría cargo de lo que pudiera ocurrir, por trágico que fuese. Sasuke entendía y aceptaba que esas condiciones, aunque fueran sospechosas, tenían sentido. Aun así, tenía una pregunta muy específica para el hombre frente a él.
—¿A qué consecuencias te refieres? ¿De qué son capaces de hacer esas serpientes tuyas?
D sonrió ante la astucia de Sasuke. Leon Orcot era un detective muy listo, pero en su inteligencia nunca cupo preguntar eso. Quizá Sasuke no se pareciera tanto a él.
Empero, antes de responder a su invitado, unas voces alcanzaron los oídos de ambos. Sasuke se levantó de inmediato: eran Naruto y Sakura.
—Tengo que esconderme —dijo rápidamente. D le señaló la segunda copa de incienso y Sasuke se apresuró a tomarla. Todavía desconocía qué era lo que poseía ese incienso; lo único que sabía era que el mismo le ayudaba a desaparecer.
Segundos después, la estruendosa voz de Naruto llenó la estancia.
—¡Este lugar es genial, 'ttebayo! Nunca había entrado, Sakura-chan.
—A mí me parece un poco extraño… —respondió Sakura mientras entraba a la sala de estar, donde los esperaba de pie el conde D— ¿D-dónde están los animales?
Naruto se sobresaltó cuando vio a D, sonriéndoles. Los ojos azules de Naruto no fueron capaces de ver a Sasuke detrás de uno de los sofás; tampoco vieron lo que su compañera. Para Naruto, sólo se trataba de una tienda común y corriente.
Sakura, entre tanto, buscó entre todas las personas a su alrededor, al menos a un animal. Hombres hermosos y mujeres bellas la miraban; un joven pelirrojo y de aspecto salvaje y una niña de rizos destacaban en esa sala: su mirada era más personal y quizá un tanto nostálgica.
—Bienvenidos a la tienda de mascotas del Conde D —saludó el hombre de sonrisa falsa. Sakura de inmediato dirigió su atención a él—. ¿Buscaban algo en específico?
—¡Jé, no creí que fueras tan joven, Conde D! —dijo Naruto con efusividad—.Soy Naruto Uzumaki y ella es mi amiga Sakura-chan —Los presentó. Sakura trató de ignorar a los demás presentes y sonrió un poco forzada.
D asintió, aceptando la presentación de sus, quizá, clientes.
—¿Y bien, Sakura-san, Naruto-san? ¿En qué puedo ayudarlos? —insistió el conde.
—Venimos a hacerle algunas preguntas sobre unas serpientes que encontraron en una misión —dijo Sakura rápidamente, ignorando a las demás "criaturas" que la observaban. Levantó la pequeña jaula en sus manos y dejó ver varias serpientes idénticas a la que D había recogido del cañón artificial. Sasuke no pudo hacer más que sorprenderse, mas D simplemente le dio un vistazo a los cadáveres—. Queremos saber si son venenosas… Nadie ha podido identificar su especie, tampoco.
—Son "vipeera miserae", serpientes completamente inofensivas. Aunque me atrevería a decir, por la hinchazón en su abdomen, que fueron modificadas por alguien ajeno a la naturaleza. Y parece genético —respondió el conde con una mueca de molestia.
—En realidad nuestros forenses están investigando eso. Sin embargo, no conocen a la especie; por lo que no saben exactamente que deben encontrar como anómalo.
—Nunca he abierto animales, así que no podría ayudarla con eso, Sakura-san. Lo siento —se disculpó el conde bajando ligeramente la cabeza. Sabía que Sakura no confiaba del todo en él y en la tienda porque poseía la misma habilidad que Chris, el hermano de Leon Orcot, antes de recuperar el habla.
No obstante, mientras ella no representara un verdadero problema, D permanecería en Konoha. Y ella también.
—¡Tiene razón! ¡Gracias, dattebayo! Vamos, Sakura-chan.
Naruto tomó a Sakura del brazo y juntos salieron de la tienda. Casi al mismo tiempo, Sasuke usó sus habilidades ninja y los siguió sin decirle nada más al conde D. Éste, mostró por un momento una expresión melancólica que sus animales más allegados vislumbraron.
—Conde, ¿estás bien? —cuestionó Pon-chan, la mapache cuya forma humana era la de una niña pequeña de rizos.
—¿Por qué no habría de estarlo? —replicó D.
—Esos tres… todos tienen algo de Orcot —intervino Tet-chan, el totetsu que lo protegía y quien se volvió en un gran amigo de Chris cuando estuvieron en América.
—¿Ah, sí?
—El que recogiste es listo y desconfiado como Orcot y el rubio idiota tiene su color de ojos y cabello. Y la muchacha… ella puede vernos, al igual que Chris.
D no respondió de inmediato. Lo había notado, claro que sí; pero tomarse importancia a algo así podría ponerle en peligro. Mas no negaba que los tres ninjas de Konoha le parecían muy interesantes; quizá, demasiado como para ignorarlo.
…
Naruto y Sakura caminaron por las calles de la aldea sin conversar demasiado. Naruto había querido decir algo sobre el conde, pero Sakura le dijo que no mencionaran nada hasta que llegaran con la hokage. Naruto aceptó un tanto decepcionado.
En un momento, Naruto se detuvo: podía sentir que alguien los seguía. Casi de inmediato, Sakura percibió lo mismo. Luego de un mínimo contacto visual, Sakura y Naruto decidieron confrontar a su perseguidor en uno de los callejones de Konoha.
—Es hora, sal —indicó Naruto una vez estuvieron en el fondo del callejón.
Con un salto lleno de elegancia, una figura alta y conocida se posó frente a ellos. La forma del cabello y la profunda mirada negra eran inconfundibles. Sus ropas eran muy distintas a las que usó en su infancia, pero aún mostraban la ferocidad con la que Sasuke solía pelear.
—Sasuke… kun —musitó Sakura con la respiración entrecortada.
Naruto, también sorprendido, mas cauteloso, estiró el brazo a su izquierda para proteger a Sakura. Sasuke no tenía motivos para estar ahí y menos para seguirlos.
—Sasuke, ¿qué haces aquí?
—¿Qué fue lo que viste en la tienda de D, Sakura? —preguntó ignorando olímpicamente a Naruto.
Sakura parpadeó, asombrada porque Sasuke se dirigiera sin reserva alguna a ella. Y tras recordar la espantosa visión de la tienda, habló:
—Personas, sólo vi personas. Dice ser una tienda de mascotas, pero ahí sólo vi personas.
—¿Nos sigues desde la tienda? —inquirió Naruto sin bajar la guardia. Sasuke seguía mirando a Sakura como si en ella se encontrara la respuesta al enigma de D.
—Así es. No vine intencionalmente y no tengo motivos para atacarlos —explicó ya viendo a los ojos de Naruto—. Pero no podemos hablar en la calle. Vamos a tu apartamento.
Sakura observó la reacción de Naruto: desconfiaba. Lo entendía, pero también reconocía que Sasuke no parecía querer atacarlos; su interés se perfilaba al conde D, y Sakura también tenía un mal presentimiento hacia ese tipo.
—De acuerdo; mantente alejado de Sakura-chan, Sasuke.
—Puedo cuidarme sola, Naruto. ¿Olvidas quién derrotó a Sasori? —Se regodeó.
Sasuke quiso preguntar al respecto, pero no quiso retrasar más las cosas. Si D era peligroso, lo mejor era que lo detuvieran cuanto antes.
Los tres ninjas, el antiguo equipo siete, brindaron al tejado y tan rápido como sus piernas lo permitieron, llegaron al apartamento del jinchuriki. Sasuke fue el primero en ingresar, precavido. Sakura y Naruto lo secundaron: era menester que nadie en la aldea supiera que Sasuke estaba ahí y con ellos.
Sasuke no perdió tiempo en observar el desastre en el hogar de Naruto y habló directamente:
—El conde D está implicado con Orochimaru: le vendió una de las serpientes que ustedes tienen.
El silencio perduró unos segundos, en los que decenas de preguntas aparecieron en la mente de Sakura y Naruto. Era impensable que Orochimaru se encontrara en un momento en Konoha, era impensable que nadie lo notara y reportara. Era impensable que un simple civil se hubiera encargado de derrotar a quien era buscado por todas las naciones… A menos que no se tratara de un civil cualquiera.
—¿Estás seguro? ¿Orochimaru te lo dijo, Sasuke-kun? —preguntó Sakura.
—No, fue D quien me lo dijo. Incluso me mostró el contrato; había tres cláusulas que Orochimaru no siguió. El contrato decía que D se deslindaba de cualquier responsabilidad si eso sucedía; pienso que ya sabía que eso ocurriría.
—Asesinato premeditado —musitó Naruto, asombrado por la enorme cantidad de información que acababa de recibir—. Tenemos que decirle a la vieja, 'ttebayo.
—¿Decirle qué? ¿Que un ninja desertor les dijo que su nuevo empleado es un asesino y que no tienen una prueba realmente contundente? —replicó Sasuke con los brazos cruzados.
Naruto volvió a sentir sobre sí aquellos momentos en los que Sasuke se regodeaba frente a él y buscaba cualquier pretexto para enaltecerse y hacer quedar a Naruto en ridículo. Nuevamente, se había puesto el traje de genin ingenuo. Pero no uno débil, jamás uno débil.
—Le diremos que tenemos razones para desconfiar de ese sujeto y que al menos pedimos que se nos permita revisar su tienda. Creerá en nosotros si somos firmes… Y luego arreglaremos tu regreso a Konoha, dattebayo —agregó con una sonrisa que ya se parecía más a la del Naruto de doce años.
Sasuke, acorralado, apretó los dientes.
—No confundas las cosas, usuratonkachi: no he "regresado" a Konoha; sólo quiero saber qué trama D. Es todo.
—Y para eso confiaste en nosotros —intervino Sakura, contagiada por la alegría de Naruto al tener de vuelta al compañero que creían perdido— Seguimos siendo el equipo siete.
Sasuke dirigió su mirada ceñuda a Sakura. Ellos estaban equivocados: Sasuke no los había elegido porque fueran sus amigos, sino porque se trataba de los ninjas que llegaron a la tienda del conde D. A Sasuke no le importaban los lazos, no en ese momento. Sin embargo, si ese pedazo de cursilería era lo que mantenía a Naruto y a Sakura de su lado, entonces dejaría que ellos pensaran lo que desearan.
—De acuerdo, vayan —concedió tras un suspiro—. Los veré en mi apartamento. ¿Todo sigue como lo dejé? —preguntó a Sakura, quien seguramente se habría encargado de mantener limpio por si se presentaba esa oportunidad de volverlo a ver en Konoha.
—Sí —respondió ella ligeramente ruborizada—. La llave está debajo de la puerta. Puedes tomarla si deslizas los dedos en la abertura.
Sasuke asintió. Sabía que ella sería quien hiciera eso, quien mantuviera la vida de Sasuke en Konoha lo más melancólica posible. Una estupidez, sí, pero una estupidez que le daría más comodidad a Sasuke durante su estancia en la aldea. Después de todo, ya le empezaba a molestar el desorden en el que Naruto vivía.
Así, mientras Sakura y Naruto se dirigían a la torre del hokage, Sasuke saltaba hacia su antigua residencia. Nuevamente el equipo siete se había separado, mas ahora con una promesa de reencontrarse de por medio.
Una vez detrás de la puerta del despacho, Sakura quiso repasar con Naruto lo que dirían, pero la risa de la propia hokage los distrajo. Naruto pegó la oreja a la puerta para advertir lo que sucedía; su rostro reaccionó de inmediato mostrando sorpresa.
—Imposible —dijo antes de girar el picaporte sin siquiera avisar.
Tsunade rió un poco más antes de prestarle atención a los dos jóvenes ninjas. En sus brazos tenía un cerdo de color negro con un pequeño moño en el cuello. Frente a ella, el conde D sonreía sin culpa alguna.
Para cuando D los miró, Sakura y Naruto supieron que él estaba aventajado. No habría forma de decirle algo a la hokage si ésta había sido comprada por la falsa amabilidad del conde.
—Naruto, Sakura, ¿por qué llegan hasta ahora? El conde D ya me informó lo que ustedes debieron decirme hace casi media hora. —Los regañó Tsunade ya con una mueca de molestia.
Pero sus subordinados no atendieron hasta segundos después, cuando el golpe de la derrota llegó tras notar que Tsunade se había maquillado aún más. A pesar de la figura femenina del conde D, había conseguido que la hokage le coqueteara.
—Lo sentimos, Tsunade-shizou —dijo Sakura tratando de recuperar el aplomo— Pasamos por ramen —mintió.
—Como sea, ¿tienen algo que decir sobre lo que les ordené?
Naruto volteó a ver a D, seguro de sí mismo y con una pose que reconocía como ególatra. Maldito raro.
—No —respondió con clara molestia—. Vámonos, Sakura-chan.
—Lamentamos la interrupción, shizou —se disculpó Sakura antes de seguir a Naruto fuera de la oficina— No hay forma de que nos crea…
—Hay una, lo hablaremos con Sasuke. Tenemos que apresurarnos —contestó Naruto acelerando el paso.
La ventaja que poseían era que Sasuke vivía cerca de la tienda maldita; por lo que cuando le explicaron a Sasuke cuál era su situación, la siguiente opción se presentó rápidamente:
—Tenemos que entrar a la tienda. Busquemos a la serpiente que D encontró en la escena —dijo Sasuke.
—Eso estaba pensando —concordó Naruto feliz.
—Entonces, vamos —apresuró Sakura ya con un pie en la ventana.
—No bajen la guardia: sus animales son peligrosos —recordó Sasuke.
Entrar a la tienda fue fácil: el enorme portón se abría fácilmente. Avanzar por el pasillo angosto no tuvo complicaciones. Pero al llegar a la sala de espera, Sakura volvió a perderse en la anormal cantidad de personas que los miraban. El pelirrojo salvaje ahora lo hacía con desconfianza y más que eso, con una advertencia clara en sus pupilas.
—¿Qué hacen aquí? —espetó Tet-chan, aprovechándose de la habilidad de Sakura, quien se sobresaltó.
—¿Qué ocurre, Sakura-chan? —preguntó Naruto tomando su brazo aprehensivamente.
—Él… me acaba de preguntar qué hacemos aquí —dijo Sakura completamente pálida.
—¡¿Qué?! —exclamaron sus dos amigos.
—El conde no ha llegado. Por favor, váyanse —dijo Pon-chan. Su voz era más dulce, pero era eso lo que le causó escalofríos a Sakura cuando ella usó un tono de aviso.
—Quédate con ella, Naruto. Yo voy a buscar a esa serpiente —dijo Sasuke tras notar que Sakura no podría moverse por el miedo que esas criaturas le causaban.
No le sorprendía que ella fuera capaz de ver la verdadera forma de esas bestias: Sakura siempre fue la que tenía la mente más brillante y las mejores habilidades analíticas del equipo siete.
—¡Sasuke-kun, cuidado! —gritó la ninja luego de ver la sonrisa de Tet-chan dirigida a Sasuke.
—¿Eh?
Justo a tiempo, Sasuke se cubrió apenas con el brazo ante la mordida salvaje de un totetsu. De inmediato, el cuerpo de Sasuke se cubrió de chispas y Tet-chan lo soltó, ya lastimado por el jutsu derivado del chidori.
—¡No debes matarlos! —Le recordó Naruto.
Sasuke, aún en el suelo y con el brazo sangrándole, enfocó sus ojos negros en los de Tet-chan. Por supuesto que sólo era capaz de ver al totetsu y no al humano, aunque identificó lo peligroso que era ese simple animal. Si le hubiera mordido el cuello en lugar del brazo, era seguro que no habría sobrevivido.
—Sasuke-kun, tenemos que irnos. —Le dijo Sakura al tiempo que se hincaba para curarlo—. Necesitaré tiempo para limpiar esta herida, es muy profunda.
Sasuke no respondió e incluso no reaccionó al contacto de Sakura sobre su herida. Sasuke únicamente miró al totetsu, asombrado y un poco temeroso.
—Sasuke-kun… —Lo llamó nuevamente Sakura. Esta vez, el aludido asintió y se dejó ayudar por su compañera.
Tet-chan y Pon-chan siguieron con la mirada al equipo siete: uno de ellos dijo que buscaría a "esa" serpiente seguramente apuntando a Gaa-chan. Esos tres no estaban planeando algo bueno sobre ello; habría que advertir al conde.
—Ese niño tiene el mismo sabor asqueroso que el de Orcot —mencionó Tet-chan cuando los ninjas ya se encontraban en el pasillo a la salida.
Sakura alcanzó a escucharlo, mas no dijo nada. Ella no conocía a ningún Orcot y, aunque sonaba importante, prefirió guardárselo hasta que llegaran al apartamento de Sasuke.
—Pero Leon era nuestro amigo —alegó Pon-chan. El totetsu sacó la lengua, hastiado—. Incluso trató de salvarte cuando te dispararon. Y él rescató al conde en más de una ocasión.
—También lo encerró durante mi investigación.
—¡Para salvarlo de ti!
Tet-chan sonrió. Era cierto: en un momento incluso él había querido devorarse al conde en el sentido más literal de la palabra. Si no hubiera sido por ese detective, seguramente lo habría podido hacer. Y ahora que Leon no estaba, ¿quién podría detenerlo si trataba de devorarse al chico Uchiha? Era de su tipo… Por completo.
…
Sasuke gimió cuando Sakura despegó su ropa ensangrentada de su piel. La mordedura había sido muy fuerte, al punto de desgarrar le músculos y tendones. Su piel expuesta era suficiente prueba para demostrar la peligrosidad de un solo animal en la tienda de mascotas.
—Lo siento, Sasuke-kun.
Sasuke apenas hizo un movimiento con la cabeza, restándole importancia.
—Tenemos que regresar —balbuceó.
—¿Qué? ¡No!
—No tenemos nada para capturar a Orochimaru; necesitamos pruebas, Sakura.
—¿Pero cómo las conseguimos? —preguntó Naruto mirando el proceso de curación— Ya vimos lo peligroso que es entrar mientras esos animales estén ahí, 'ttebayo.
—¿No es obvio? —inquirió Sasuke cada vez más aliviado por el tratamiento de Sakura— Debemos comprar algo de esa maldita tienda —escupió ya con el sharingan activado.
—En ese caso debe ser algo que sepamos puede lastimarnos… —dijo Sakura, siguiendo los pensamientos de Sasuke.
—El totetsu no, es demasiado —añadió Naruto—. Tal vez algo así como un… ¿gato salvaje, 'ttebayo? —sugirió.
Y para sorpresa de Naruto, la opción no resultó una barbaridad para sus amigos. Luego de la mordida a Sasuke y la fiereza que Sakura vio en todos los animales, hasta un conejo podría causar un genocidio.
—Entonces… vamos —dijo Sasuke tratando de ponerse de pie. Sakura lo ayudó hasta que él pudo sostenerse— Y que sea un mugroso gato salvaje, ¿qué más da?
Sakura no titubeo tampoco. Sabía qué era lo que tendrían que hacer y, aunque le resultara peligroso, era necesario: algo ocultaba D en esa tienda y si no podrían ingresar a ésta, entonces harían que lo peligroso los siguiera.
Qué absurda posición. Lo que un sannin no logró, no lo harían tres jóvenes que jugaban a ser héroes.
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¡Hola!:
Esta vez traigo un crossover que ni siquiera parece mío. Ya lo verán en el siguiente capítulo, me desconozco. Es un tanto diferente a lo que suelo escribir, pero me gustó cómo quedó.
D es muy listo, pero no hay que subestimar al equipo siete, ¿no creen? ¿Qué creen que pase en el siguiente capítulo? Eh, por cierto, son dos capítulos, no se emocionen. El siguiente lo publico en una semana; ya lo tengo escrito y editado, así que no hay pierde.
¡Gracias por su apoyo y paciencia!
Les mando un fuerte abrazo.
Andreea Maca.
