PRÓLOGO

Los Jardines de la Memoria y el Palacio de los Sueños

Alicia miraba al Sombrerero con los ojos repletos de lágrimas.

-Sombrerero, tengo miedo de no volver a verte nunca –le dijo.

-Mi querida Alicia –respondió él con una triste sonrisa-, en los Jardines de la Memoria y en el Palacio de los Sueños, tú y yo nos veremos.

-Pero un sueño no es la realidad.

-¿Quién es quién para decir cuál es cuál?

Alicia también sonrió, y se dieron un último y fuerte abrazo, mientras el Sombrerero le acariciaba a Alicia el pelo consoladoramente. Mallymkun, que junto a Chesire, los tweedles, Bella y McTwisp, había estado observando la escena, dijo:

-Lo has logrado Alicia, has hecho lo imposible.

-No tan imposible como despedirme de vosotros, amigos –con esto último miró al Sombrerero-. Adiós, Sombrerero –y su mano se soltó de la de este mientras atravesaba el espejo de vuelta al su ordinario mundo.

-Adiós, Alicia –se despidió tristemente el Sombrerero.

CAPÍTULO 1

La Invitación

Alicia despertó llorando en su habitación.

La primera noche en su habitación después de dos años navegando en el "Maravillas" bajo su propia compañía "Kingsleight & Kingsleight" y con su casa en manos de los Ascot, la cual habían recuperado debido a que, igual que su madre predijo antes de embarcar, los habían arruinado y les compraron de nuevo la casa.

Alicia miró el reloj de péndulo de su habitación: eran las seis de la mañana, y pese a que aún era temprano, decidió que no conseguiría dormir más, por lo que se levantó de la cama y se arregló. Se quitó el camisón de dormir, y se puso un vestido blanco con un lazo azul alrededor de la cintura. Sencillo, sin encajes, nada vaporoso y cómodo.

Por supuesto, no se equipó con las medias y el corsé.

A continuación, fue hasta el tocador de su habitación y se cepilló el pelo para después hacerse una trenza y salir de la habitación.

Se entretuvo mientras recorría aquellos familiares pasillos, sintiendo nostalgia. Por la noche no había podido pararse a observar nada, ya que tanto Alicia como su madre llegaron a casa muy cansadas. Los Ascot habían tenido la bondad de dejarlo todo intacto.

Finalmente llegó a la cocina, donde se preparó una infusión nada más, pues no tenía mucha hambre.

· · ·

Dos horas más tarde, se encontraba en la sala de estar leyendo un libro cuando su madre entró, radiante de felicidad, en la habitación.

-El señor Harcourt ya ha traído el correo de esta mañana. Y ¿sabes quién nos ha enviado una carta invitándonos a su casa? No es otro que Lord Ascot.

-Sinceramente no sé que te pone tan contenta, madre.

-Resulta que el motivo de la invitación es que nos solicitan un préstamo. Tenía razón, están completamente arruinados.

-Bueno… se podría decir que han recibido su merecido, pero Lord Ascot, quiero decir, el antiguo Lord Ascot, fue una buena persona por la que sentía mucho afecto, y lamentaría arruinar todo su trabajo ahora que ha fallecido.

-Es cierto que fue un buen hombre Alicia, por la que tanto yo como tu padre sentíamos mucho cariño, y él por nosotros. Sin embargo, no debes olvidar que Hamish nos demostró que ya no hay rastro de tal bondad en su familia.

El rostro de Alicia se endureció, y asintió sombríamente.

-Tienes razón. Por otra parte, deben de estar muy desesperados para perder el orgullo de esta manera, pidiéndonos un préstamo después de lo que nos hicieron. Aunque lo cierto es que me parece algo extraño que recurran a nosotras.

Su madre sonrió y susurró entre risas:

-En realidad se rumorea que han pedido préstamos a otras familias más cercanas a ellos antes, pero que todas les rechazaron.

-Seguro que cuando Hamish heredó la compañía creyó que lo tenía todo y arruinó todas las amistades de su padre, como hizo con nosotras. Por cierto, ¿para cuándo es la invitación?

-En la carta dice que tendremos todo preparado a partir de mañana.

-Sí que están desesperados –dijo Alicia con una sonrisa traviesa.

-Y eso significa que seguramente podamos beneficiarnos bastante en la negociación. Tienen mucho que ofrecer, así que vamos a aprovechar antes de que se nos adelante otra persona. ¡Señor Harcourt! –llamó al joven mayordomo cuando lo vio pasar por el pasillo.

-¿Sí, señora Kingsleight? –respondió el con su típica sonrisa.

-No deshaga las maletas. Preparé un par para mañana, nos vamos a quedar en casa de los Ascot dos o tres días –ordenó.

-¿Ya, tan pronto?

-Sí, y prepárese una a usted también, vendrá con nosotras.

-Sí, señora Kingsleight.

-Me llegarán muchos recuerdos cuando estemos allí –susurró Alicia para sí.

NOTA DE LA AUTORA: todos los personajes pertenecen en general a Lewis Carroll, con variaciones de Tim Burton y James Bobin.