El lugar huele a humo, polvo y a sangre, con las paredes completamente destruidas. Pueden reconstruirlo una y mil veces y jamás volverá a ser lo mismo, este lugar ya no será su vía de escape al tormento de su casa. Desvía la mirada hacia la chimenea y ve la butaca de cuero verde oscuro con incrustaciones de plata en el borde, donde solía sentarse, despedazada. Ahora sólo serviría como leña. Algunas de las camas se mecen peligrosamente en lo alto de la escalera, o lo que queda de ella.

-Sabía que te encontraría aquí- una voz rompió la línea de pensamientos lúgubres que se estaban formando en la mente del chico.

-No era muy complicado saber donde estaba- respondió cortante- me cansó la mirada de desprecio que me lanzaban algunos de tus aliados- agregó.

-Déjalos- respondió que se acercaba poco a poco- además sabes que te encontraría hasta debajo de la tierra de ser necesario-

-En eso tienes razón, nunca me dejas en paz-respondió el chico aún concentrado en el vaivén de las camas en lo alto de la escalera.

-¿Qué harán tus padres y tú?- preguntó la voz llegando hasta donde estaba el chico de pie.

-Ya no nos queda nada- suspiró- así que después de que nos investiguen y confisquen parte de nuestra riqueza, nos iremos del país-

-No te vayas Draco- su voz sonó triste pero firme- sabes que ya no puedo vivir sin ti-

-¿Qué crees que dirán todos cuando te vean entrar de la mano conmigo?- respondió con brusquedad.

-Ellos no me importan-

-Eres el salvador del maldito mundo mágico y ¿Crees que te permitirán entrar de la mano de un mortífago?-

-No me importa lo que hayas sido, sino lo que sé que eres- Harry apoyó su cabeza en la espalda recta de Draco- y eres una buena persona a la que la obligaron a hacer cosas malas y quién diga algo de ti se las verá conmigo-

-Siempre tan impulsivo-

-Y tu siempre tan racional-

-Uno de los dos debe serlo- sonrió Draco aunque Harry no pudiera verlo.

-¿Te quedarás?- preguntó Harry

-¿Y que vivamos un imposible?-

-Mi vida se ha hecho de imposibles- argumentó Harry jugueteando con el chaleco de Draco- era imposible que fuera mago, era imposible que fuera el elegido y era imposible que sobreviviera a la guerra y aquí estoy- suspira- quédate-

-Te van a repudiar- suspira Draco cansado- todos los que ahora te adoran te van a repudiar cuando te vean conmigo-

-Pero te tendré a ti-

-Van a inventar cosas-

-No me importa mientras estés conmigo-

-Soy un mortífago-

-Eras un mortífago-

-La gente me odia-

-Yo te amo-

-Eres un idiota-

-Tu también- Harry sonríe aún recargado sobre la espalda de Draco- quédate conmigo- susurra.

-Te convertirás en un paria-

-Los dos lo seremos-

-¿No hay nada que pueda decirte para que cambies de parecer?-

-No-

-Te cruciaré si tu casa no es lo suficientemente grande, no estoy acostumbrado a vivir sin lujos- dijo Draco de forma altiva pero sin un rastro de soberbia.

Harry no respondió, se quedó apoyado en la espalda de Draco con una de sus manos entrelazando la de él mientras que con la otra continuaba jugueteando con el chaleco oscuro que el rubio estaba usando.

Draco se despidió del lugar una vez más observando y rememorando lo que fue su hogar por seis años antes de darse la vuelta y tomar la mano de un Harry un tanto sobresaltado por la acción tan sorpresiva.

A esos dos aún les faltaba pelear una guerra, tal vez la más importante de sus vidas pero la enfrentarían con valentía porque no conocían otra forma de hacerlo, además no por nada eran el salvador del mundo mágico y un mortífago.