Sayonara, Kikyou

Habían pasado tantas cosas… Estaba ahí, pensativo… Recordando cosas que creía haber olvidado, que creía haber superado, pero sin embargo, volvían a él, como un torbellino y aunque quería proteger a Kagome, no podía seguir pensando en la que fue su primer amor… Kikyou.

La primera vez que la encontró, no pudo evitar sentir algo especial por ella y tuvo que admitirlo, a pesar de su orgullo y a pesar de que él era un medio demonio. Pero… ¿quién dice que los medio demonios no pueden amar?

No creía que hubiera muerto… ¡No podía! Sólo pensarlo… le dolía, le dolía como si mil demonios le hubieran ensartado con sus garras y estuvieran hurgando en él en busca de algo que no poseía…

- Kikyou… -un susurro al viento, lo suficiente como para que un par de lágrimas se instalaran en sus ojos.

¿Qué había pasado¿Por qué se habían distanciado tanto¿Por qué parecía que la sacerdotisa le odiaba? Se lo había preguntado, por supuesto, pero la respuesta siempre era la misma… no quería volver a oírla, no quería oír de nuevo esa respuesta, le lastimaba más que mil heridas durante las batallas. Era algo que podía con él.

Estuvo tan cerca de la muerte… muerto por ella, por su amor… Su primer e único amor…

¿Quién era él para estar con ella? Era un medio demonio, nadie iba a aceptarle, jamás. Causaba pánico la única mención de los demonios. Nadie le comprendería, jamás.

No, nunca…

- ¿Inuyasha? –la voz de Kagome le sacó de sus pensamientos y con un manotazo se secó las lágrimas. Le cerró los ojos a Kikyou y se incorporó.

- Vamos… -fue la escueta respuesta del peliblanco. Cogió su espada y la metió en su vaina.

Kagome miró a Kikyou y después a Inuyasha y se dio la vuelta.

Inuyasha dio un par de pasos y giró la cabeza en dirección a Kikyou.

- Adiós, mi Sacerdotisa… -con esas palabras corrió lejos de ahí, lejos…