¡Holaa! Este es el primer fic que publico en esta página, espero que os guste y dejéis muchos revews! :D

Disclaimer: Los personajes no són mios, les pertenecen a Peach-Pit.

Dulce anhelo

Capítulo 1

–¿Amu-chan? – exigió una voz rescatándome de mi sueño.

Abrí los ojos lentamente, sin ganas de empezar un nuevo día. Me desperecé como un gato y el recuerdo de Ikuto volvió una vez más a mí. Ya habían pasado cuatro años desde que lo había visto por última vez. Y… dios… ¿por qué mentir? Le echaba muchísimo de menos. Poco después de su partida Tadase y yo lo habíamos dejado ya que yo había comprendido la magnitud de mis sentimientos hacia Ikuto. Había entendido la diferencia entre amar y gustar. Me gustaba Tadase y amaba a Ikuto, pero me había dado cuenta de aquello demasiado tarde, cuando él ya no estaba junto a mí. Y aún ahora, después de cuatro años, cuando tantas cosas habían cambiado, yo seguía enamorada de él. Había salido con algún que otro chico desde que Ikuto se fue, pero hasta ahora nadie había conseguido llenar el vacío que él dejó en mi corazón. Y dolía. Dolía mucho. Aún así, por suerte tenía a Ran, Miki, Suu y Dia para hacerme la vida más fácil y divertida. Mis charas eran mi bote salvavidas en aquellos momentos de bajón que tenía tan a menudo.

Descendí de mi mundo de ensueño y afronté a una Suu enfadada que me miraba acusadoramente.

–¡Amu-chan! ¿Cuándo piensas levantarte? Que hoy sea Sábado no significa que puedas dormir hasta las dos-desu. –

–Oh, lo siento Suu. Pero estoy muy cansada. – respondí entre bostezos

–Amu-chan… ¿Cuándo vas a olvidarte de él?- Era la voz de Dia, otra de mis Shugo Charas. –

–¿A qué viene eso, Dia? ¿Además, quien es él? No te equivoques, Ikuto ya no me importa…–

–Oh, yo no me estaba refiriendo a Ikuto en absoluto. – dijo inocentemente

–¿Ah,no? ¿A quién te estabas refiriendo entonces? – La miré confundida

–Lo ves. – afirmó Miki. –Aún piensas en él. Aún le amas. –

–Para ya, Miki. Ikuto se fue hace mucho tiempo, y no he sabido nada de él durante cuatro años. ¿Crees que aún me importa? –

–¿A quién estás intentando convencer, Amu-chan, a nosotras o a ti misma? – intervino Ran.

Había dado en el blanco. Aún así, yo puse cara de póker y miré por la ventana. Aquél balcón me traía tantísimos recuerdos… Mil imágenes de Ikuto pasaron por mi cabeza, cientos de recuerdos desatándose, luchando por salir a la superficie y causarme más dolor del que ya sentía. No podía seguir así, tenía que dejar de pensar en él y avanzar. Ahora estaba mucho más cerca de descubrir mi verdadero yo, pero el recuerdo de Ikuto que aferraba a mí con tanta desesperación me dificultaba mucho el trabajo.

–…¿Amu…-chan? – Era la voz de Ran.

–Déjala, Ran. Ya vuelve a pensar en Ikuto. – respondió Dia poniendo los ojos en blanco. –Si es que esta chica nunca cambiará. –

–Estoy, escuchando, ¿sabéis? – espeté molesta.

–Pues sinceramente, no lo parecía. Te veías muy… ¿distraída? – Miki tenía una sonrisa en los labios.

–¡Miki! Para ya. –

–Pero si no hago nada. – dijo haciendo pucheros.

–Ahora de verdad, Amu-chan. –intervino Dia con el semblante serio. –Debes olvidarte de Ikuto de una vez por todas. Y no intentes decirnos que le has olvidado porque parece que eres tu quien olvida algo muy importante… Nosotras, como Shugo Charas, somos tú supuesto yo. Por lo tanto, sabemos lo que pasa por tu mente. –

Me ruboricé ante aquella gran verdad.

–Lo siento, chicas. Pero…yo no puedo olvidarle. – repuse triste.

–¡Ni siquiera lo has intentado! – bramó Ran.

–Eso es mentira, y lo sabes. – intervino Suu a mi defensa –Se ha esforzado mucho para apartar al gatito de su cabeza, pero aún así él se niega a irse por su cuenta-desu. –

–Suu…– respondimos todas a la vez.

–¿Qué? – dijo la aludida.

– Nada, déjalo. – contesté yo. –Pero tenéis razón. – exclamé levantándome de la cama de golpe y rebuscando en el armario. –Tengo que olvidarme del estúpido gato pervertido, y creo que sé como hacerlo. – Seguí rebuscando en el armario sin descanso, intentando encontrar algo adecuado para ponerme.

Mis Shugo Charas me observaban orgullosas desde sus respectivos huevos.

–Amu-chan…– la voz de Miki me sacó del trance.

–¿Qué pasa, Miki? – me giré hacia la Chara azul que me miraba con los ojos brillantes, expectante.

–Si quieres puedo dibujarte algo de ropa. –

–¡Claro! Gracias, Miki. – respondí feliz.

–De nada…–dijo sonrojándose.

Cuando hubo terminado miré el resultado detenidamente. Era un vestido encantador, de color cereza y bastante ceñido al cuerpo. Me llegaba hasta las rodillas, y tenía un escote bastante generoso.

–¡Miki! –exclamé sorprendida. –¿Desde cuándo tus diseños se han vuelto tan… atrevidos? –

La miré inquisitivamente y ella se limitó a sonreír un poco cohibida.

–Pero estás genial, Amu-chan. –intervino Ran.

Me miré en el espejo, coincidiendo con Ran.

–Tienes razón, Ran. Además… estar sexy me vendrá genial para lo que quiero hacer hoy. –

–¿Ah, sí? ¿Y qué quieres hacer? – preguntaron al unísono mis Charas. –

–Se-cre-to. – les dije emocionada.

–¡No, Amu-chan! – chillaron enfadadas.

Les saqué la lengua y cogí mi móvil de la mesita de noche. Marqué el número de Utau y esperé paciente su respuesta. Después de dos pitidos, alguien contestó al teléfono.

–¿Si…?– Era la voz de un chico, no la de Utau. Aún así, no me extrañé en absoluto.

–¿Kukai? –exclamé alegre. –¿Por qué contestas al móvil de Utau? Será que vosotros dos…–

–¿Qué?¿Amu…? ¡Ouch! – se oyó un ruido extraño de fondo, supuse que Kukai se había caído de la cama, y reí entre dientes. – ¿Kukai? ¿Estás bien? –

–S-sí. – respondió el chico. – Humm..y…¿Qué querías? –

–¿Hablar con Utau? – respondí sarcásticamente. –Pero ya veo que molesto, así que mejor llamo más tarde. –

–Eh, no, no. No hace falta. Ahora mismo voy a llamarla. ¡Utau! –

Oí a alguien revolverse al otro lado del teléfono y supuse que Kukai acababa de despertar a Utau. Luego empezaron a hablar entre ellos muy animadamente, y como supuse que Kukai se había olvidado de mí colgué y le envié un mensaje diciéndole que volvería a llamar más tarde.

Utau y Kukai habían estado juntos durante tres años, y supuse que su relación ya había llegado a aquél punto. Estaba muy feliz por ellos, puesto que los dos eran grandes amigos para mí. Se llevaban tres años, pero aún así todos coincidíamos en que la importancia de la edad estaba sobrevalorada. El amor no tiene edad. Ikuto regresó a mi mente de sopetón, y me pregunté que debía estar haciendo en aquellos momentos. ¿Pensaba en mí? No, seguro que no. Pero… ¿y si…? Minutos después, decidí dejar de darle vueltas al tema, porque era algo infructuoso que solo me provocaba más dolor y nostalgia.

Me senté en la cama, un poco deprimida, pero luego llegué a la conclusión de que podía hacer otros planes sin Utau. Marqué el número de Rima rápidamente y ella contestó al instante.

–¿Diga? – Su voz muy dulce, aunque ya no era la voz de una niña. Rima tenía diecisiete años, igual que yo, y había pasado de ser una niña linda a ser una chica guapísima. Tenía a todos los chicos a sus pies. Era una de mis mejores amigas, y actualmente yo estaba segura de que amaba a Naghihiko, pero ella era tan orgullosa que se negaba a admitirlo.

–¡Rima! –

–Oh, ¿eres tú, Amu? – Parecía un poco decepcionada. –

–¿Qué? ¿Será que esperabas una llamada de Naghihiko? – inquirí curiosa.

–¿Q-qué? ¡N-no! – se apresuró a responder. –

–Te pillé. – grité exultante.

–¿De qué estás hablando? – chilló asustada.

–Oh, vamos, Rima. No lo escondas más. –

–¿Esconder…qué? – preguntó unos segundos después.

–Que te gusta Nagihiko. –

–¿Q-qué? No… Te equivocas Amu a mi no…– Su voz fue descendiendo hasta que se volvió inaudible.

–¿Qué dices? No puedo oírte. – pregunté entre risas.

–No, nada…–

–Rima…– Estaba empezando a cansarme de aquél jueguecito. Todos sabíamos que a Rima le gustaba Nagihiko y que él sentía lo mismo, pero los dos eran tan estúpidos y orgullosos que les era imposible expresar sus sentimientos con claridad. –Da igual, déjalo. Si no quieres admitirlo no voy a obligarte a hacerlo. Allá tú. –

–Amu, yo… preferiría hablar contigo en persona. –

–Claro. Por eso te llamaba. ¿Quieres salir a divertirte conmigo? –

–¿Cuándo? – preguntó curiosa.

–Esta noche, por supuesto. – respondí maliciosa. –Pero claro, si tú tienes otros planes con Nagihiko, entonces creo que tendremos que dejarlo para otro dia…–

–¡No seas boba! No hay nada que me apetezca más ahora mismo que salir contigo. ¿Se lo decimos a Yaya y a Utau? –

–Lo de Utau lo veo un poco más complicado. – expuse recordando mi anterior conversación con Kukai.

–¿Por? –

–La he llamado antes, y ha contestado Kukai. –

–Oh. – Imaginé que debía estar riéndose interiormente.

–Sí, oh es la palabra adecuada. Por lo tanto, ¿Qué hacemos? ¿Llamamos a Yaya? –

–Sí, creo que está en su casa. Oh, no, espera. No estará en todo el fin de semana. ¿Recuerdas que nos dijo que iba a visitar a sus abuelos? –

–Es verdad… Pues entonces creo que hoy solo saldremos nosotras dos. – murmuré un poco decepcionada. Cuanta más gente, mejor.

–No sé si te acordarás– puntualizó Rima –de que cuando salimos solas es cuando nos lo pasamos mejor. ¿Recuerdas aquella vez por navidad? –

–¡Si! –grité divertida. –Fue una gran noche. –

–Aquellos tíos se quedaron con las ganas…–

Las dos empezamos a reírnos como locas hasta que no pudimos más. Me dolía todo, y me tumbé en la cama. Estaba llorando de la risa.

–Dios, Rima, tienes razón. Hoy vamos a arrasar, ¿vale? –

–Trato hecho. – aceptó feliz. –Quedamos en el mismo lugar de siempre, ¿no? –

–Sí. En media hora delante del restaurante de ramen del centro. –

–Adiós. Y no olvides ponerte guapa, eh. –

–¿Con quién te crees que estás hablando? –

–Con Afrodita. – exclamó riendo antes de colgar.

–¿Afrodita, eh? – dije cuando Rima ya había cortado la llamada. El nombre de la diosa de la belleza me encantaba, pero dudaba que pudiese aplicarse a mí.

Me levanté de la cama y volví a caminar hacia el espejo, donde revisé que el vestido no tuviese arrugas. Después de maquillarme detenidamente, coger mi dinero y despedirme de mis padres y de Ami, me dirigí hacia el centro de la ciudad deseando pasar una noche ideal junto a Rima.

Fin del primer capii :D