Stephanie Meyer es dueña de Crepúsculo y sobre todo de Edward (o eso cree ella). Nosotras solo lo usamos para entretenernos y también a ustedes.
Prólogo.
Una joven mujer castaña, delgada y bonita, caminaba con alegría rebosante hacia la oficina de su novio. Tenía una noticia que darle y aunque estaba nerviosa por la reacción de él, esta sensación no eclipsaba su emoción.
Esme Masen tenía veintiún años. Se había graduado hacía unos meses en arquitectura y estaba enamorada de la vida y de su Carlisle, de la misma edad que ella.
Al llegar a la oficina de Cullen's Industries, la recepcionista la hizo pasar con rapidez. No ocurrió lo mismo con la asistente personal, quien alegaba que su jefe estaba en una muy importante reunión con su padre y demás socios.
A Esme no le importaba, podía esperar toda la eternidad.
Pero para su sorpresa quien salió de esa oficina fue la madre de su novio.
Esa mujer tenia de princesa lo que ella tenía de de amargada. Siempre presuntuosa, altiva y con grandes aires de superioridad. Era pequeña, delgada, de porte elegante y rasgos finos. Un demonio vestido de ángel. Su cabello rubio platino ocultaba muy bien las canas y sus tres cirugías cosméticas mantenían su piel estirada y libre de arugas.
—Esme, querida, ¿Qué haces aquí? —saludó con fingida jovialidad.
—Buenas tardes, señora Cullen. Estoy esperando a Carlisle, tengo que hablar de un asunto con él —dijo sonrojándose un poco.
—Pero querida ¿Él no te dijo? Se fue para Londres, vamos a abrir una sucursal allá y él va a estar a cargo —dijo la mujer con indiferencia—. Bueno, si no te lo dijo por algo será.
Esme la miró con ojos muy abiertos, estaba en shock, asustada, sorprendida ¿Por qué no le había dicho nada?
— No puede ser, yo… Tengo que decirle… ¿Puedo llamarlo a su hotel o su celular o algún sitio? —preguntó angustiada.
—No, querida. Me temo que ni yo sé, pero le daré el mensaje en cuanto me llame —Elizabeth la miraba con perspicacia ¿Sería que…?
—Por favor, dígale que vuelva. Estoy esperando un hijo suyo —soltó Esme.
—Oh, cielo. Cuando hable con él le diré. Oh, querida, felicidades —dijo la mujer con fingida felicidad mientras en su mente ideaba un plan para deshacerse de esa mocosa vaquerita.
—Por favor, comuníqueselo en cuanto pueda —pidió Esme.
—Por supuesto que sí. Ahora vete a casa, descansa y tranquilízate que tanta angustia no le va a hacer bien al bebé.
Acompañó a la chica hasta la salida y una vez que Esme tomó un taxi, Elizabeth llamó a su hijo.
Comenzó a decirle que había visto a Esme muy encariñada con un hombre que se veía muy bien presentable. Los había visto besándose y también cuando ella le pedía que le comprara un brazalete de aspecto costoso en una tienda cerca de donde se entraba.
—Cuanto lo siento, hijo. Pero te lo advertí esa mosquita muerta solo te buscaba por tu dinero y de verdad no sentía nada por ti —dijo con tristeza.
—Pero es que Esme no es de ese tipo de chicas, no puedo creerlo —dijo Carlisle en un quejido—. Madre Esme nunca me pidió nada y se negaba a que le comprara algo.
—Tal vez esa era su táctica, hijo. Hacerte creer que no te quería por tu dinero mientras que con el otro obtenía lo que quería, así le dabas la confianza para después clavarte un puñal.
—Hablaré con ella —dijo Carlisle. Tenía que resolver eso de una vez por todas.
— ¿Acaso no le crees a tu madre? —exclamó la mujer.
—Si te creo, madre. Es solo que…
—Hijo, es obvio que no te a decir la verdad, te va a poner en mi contra —Elizabeth estaba orgullosa de ser tan manipuladora.
Esme esperaba con ansias que Carlisle se comunicara con ella, habían pasado dos días y no había tenido noticias de él.
El sonido de la llegada de un nuevo mensaje en su correo la alertó y corrió hasta la computadora. Sus ojos se iluminaron, era de Carlisle.
Esme:
Acabo de llamar a mi madre,
¿Cómo es eso de que estas embarazada?
Yo no quiero hijos y menos un bastardo. Si, bastardo, porque no implica que el hecho que estés embarazada signifique que me voy a casar contigo. Además, ¿para que querría casarme contigo? Eres tan poca cosa, solo fuiste una pequeña distracción.
Si no puedes mantener a ese niño será mejor que abortes o lo des en adopción porque no te daré ni un centavo. Quién sabe, a lo mejor y ni siquiera es mío.
Por si no ha quedado obvio, no volveré a Seattle para hacerme caso del mocoso ese. Me quedaré en Londres donde tengo un futuro prometedor y muchas chicas para escoger.
Olvídate que existo. Te harás un favor.
Suerte.
Carlisle.
Esme sintió que su corazón se destrozaba con cada palabra que leía. Cuando terminó de leer se ovilló en la cama y lloró inconsolablemente hasta que no le salieron mas lagrimas.
¿Quería decir que todas esas promesas que le había hecho eran puras mentiras?
Renée, la mejor amiga de Esme, estaba preocupada. Había pasado una semana desde que recibió el correo y estaba mu desanimada. Se la pasaba acostada, apenas comía y se la pasaba llorando. Por mucho que había insistido su amiga se negaba a salir.
La solución que le encontró fue llamar al hermano mayor de la joven, con quien había estado de novia mientras él estudiaba veterinaria.
Adrian voló lo más rápido que pudo a Seattle, preocupado por su única hermanita. Verla allí, toda llorosa, hizo que odiara a Carlisle Cullen con todas sus fuerzas. Su hermanita era sagrada y nadie le hacía daño.
Cuando se enteró que estaba embarazada le obligó a que se fuera a casa, nadie le reprocharía nada, era una mujer adulta y sabia lo que hacía y sus consecuencias. De todas maneras no era como si no hubiera pasado ya antes. Él mismo había nacido fuera de matrimonio y tal vez gracias a él fue que sus padres concretaron sus planes, tenían veinticinco años de feliz matrimonio y de no ser por las complicaciones en el quinto parto de su madre fueran diez hijos en vez de cinco.
Llegar a casa la puso con los nervios de punta, estaba asustada por lo que podían decir sus padres que la habían educado con los más altos valores.
Pero tomó valor de donde no sabía que tenía y delante de sus padres y sus cuatro hermanos, anunció su embarazo y el motivo por el que estaba allí.
Su madre lloró con ella y entre su padre y sus hermanos comenzaron a planear como despellejarían vivo a Carlisle Cullen. Lo que hizo que Esme llorara mucho más.
El embarazo no fue fácil, su constante depresión los afectaba ambos y había ocasiones en las que Esme solo se quería dejar llevar por las sombras.
Fue gracias a sus padres y sus hermanos quienes la motivaron a seguir y nunca rendirse. Porque ella era una Masen y un Masen nunca se deja vencer por los demás. Y mucho menos por un mequetrefe que solo sabía de números pero que no sabía lo que era tener corazón.
Edward Anthony Masen nació el veinte de junio, pesó tres kilos exactos y midió cincuenta centímetros. Un bebé realmente hermoso que fue el consentido de la familia y para Esme, su más preciado tesoro.
Su amiga le había hecho el favor ayudar a su hermano, Adrián, a empacar todas sus cosas para llevarlas al rancho de la familia.
Allí Edward crecería como todos los Masen lo habían hecho. Entre ganado, maíz, tierras fértiles y el cariño de su familia.
Carlisle no dejaba de preguntarse que había hecho mal. Porqué su adorada Esme le había clavado esa puñalada por la espalda.
Había tomado el consejo de su madre y se marchó a Londres a representar la nueva sucursal que abrirían allí. Como le había dicho Elizabeth, tal vez la distancia le despejaba la mente y dejaba de pensar en ella.
Se metió en su trabajo, su vida social dejaba mucho que desear pero por lo menos Esme no estaba tanto en su mente.
Viajaba muy poco a Seattle y cuando se decidió a hablar con ella se encontró a otra familia viviendo en el que había sido el apartamento de Esme. Se había ido, tal vez con ese hombre con quien su madre la había visto.
Bueno, si ella podía ser feliz sin él, él también podía serlo sin ella.
Hola, somos Jenny y Babi. "Conocidas" como jnnfrmrz y Miku Cullen (de WritersCopulsive).
Esta es nuestra primera historia oficial juntas y esperamos que sea de su agrado.
La historia está completamente terminada, así que no habrá inconvenientes al momento de subir los capítulos (a excepción que algo nos pase o que se nos pierda :P). Por ahora las actualizaciones las haríamos los martes, pero cualquier cosa les avisamos.
Cuidense y nos leemos.
P.D: las dudas serán aclaradas por medio de los mismos capítulos, al igual que sus saludos y mensajes.
