Luna llena por Jo0tha

Luna

Llena

Jonathan carvajal.

Prefacio

Me sentía atrapada, como cuando mis compañeros me hacían beber refrescos por la nariz, y como a mi me encanta complacer a la gente, yo obedecía.

Parecía que el tiempo pasaba para todos menos para mí, las manecillas del reloj seguían avanzando pero mis piernas cada vez estaban más lentas.

Alice había comprado dos hermosos vestidos, porque pensaba que moriríamos allí y debíamos morir a la moda.

Estaba rodeada de vampiros y Alice… ¿Dónde está Alice?, en ese momento la vi entrar al Moll Volterra Center.

Entonces solo era yo y el destino, destino que me hizo caer de bruces al frío concreto. Ahora era yo, en el piso, y el destino. Cuando escuche las campanadas del gran reloj, supe que era demasiado tarde y me alegre de que hubiese muchos vampiros esperando por mi sangre.

La fiesta

Estaba segura de que era un sueño en un noventa y nueve por ciento. Las razones eran que me encontraba con Paris Hillton y todo el lugar olía a bitch.

- ¿Bella? – me preguntó Edward desde un extremo del lugar. El resplandecía, aunque no había sol en aquel lugar, y temía mucho que esa bitch lo delatara a toda la farándula internacional.

- ¡Paris! – le grité, para que se volteara y no descubriera al vampiro.

Me acerqué más y más para tomarla de un brazo y sacarla de allí, pero en ese momento solo toque un frío vidrio.

- ¡OH!... ¡no! – grité al descubrir que me estaba convirtiendo en una bitch.

Pero nadie me escuchó.

Me apresuré para ir al instituto.

Hay me esperaba Edward y Alice, ella con un paquete en la mano.

- Feliz cumpleaños – me dijo ella.

- ¡Cállate!, ¡que no te escuchen!

- ¿Cuando quieres abrir tu paquete? ¿Ahora o después?

- No quiero paquetes. – le dije enfadada.

- Bueno, pero es un gran paquete, deberías abrirlo mas tarde, a por cierto, te veré en la tarde en mi casa, debes ayudarme a que Jasper no se emborrache hasta que decida pedirle que me acompañe al Moll y me compre ropa.

- No quiero fiestas, y dile a Jasper que mas vale que no se emborrache.

-¡Hay! – Grité – Edward ¿me ayudas a pararme?

- ¿Otra hormiga cabezona? – se burló Él.

La tarde pasó rápido aunque yo no lo quisiera, después de ir al hospital, a enyesarme el brazo por caer en el gimnasio con mi trasero sobre el, nos fuimos directo a la casa de los Cullen.

Todos esperaban en el recibidor y juntos entonaron

Por que eres una gran bitch, porque eres una gran bitch, porque eres una gran bitch y nadie lo puede negar.

Enrojecí enseguida y mire a otro lado, en ese momento me dí cuanta de que Jasper estaba borracho y Carlisle le tiraba sangre con un embudo en la boca.

Emmet estaba verde por llevar a Rosali al baño y hacer de las suyas, mientras esta tomada grandes pedazos de pastel y se los metía en la boca, al mirarme me dijo:

- Lo siento Bella, pero me encanta el pastel. – y sonrió alegremente.

Al cabo de un rato Alice gritó.

- Es la hora de abrir los regalos.

Me dirigí hasta un mesón con un fino mantel sobre el y una montaña de hermosas cajas plateadas en mitad del camino me cayó la lámpara en la cabeza y quedé aturdida unos segundos, pero luego tomé una caja y le quité el papel, era una caja vacía.

- Lo siento se me olvido comprarte algo me dijo Emmet – luego con la mirada hacia Rosali – ¿Ya nos podemos ir?

- ¡Odio los pasteles! y odio a todo el mundo – gritó Rosali y luego tomo a Emmet y se lo llevo hasta la habitación.

Luego tomé el segundo regalo y al poner el dedo sobre el afilado borde, entró una gaviota me picoteó la cabeza sacándome sangre entre las cejas.

- ¡No! – gritó Edward y salto sobre Jasper, el cual tenia un vaso en la mano y se tambaleaba en toda dirección.

Edward era muy inteligente, peor no podía conversar toda la noche con Jasper para que este no notara la sangre que salía de mi cabeza.

Fue en ese momento que Alice se llevó a Jasper al Moll para comprar lo que ella creía que era necesario e imprescindible, como un collar para un perro que no teníamos, unos zapatos para perro y una falda escocesa para Emmet.

La fiesta terminó después de que Jasper se fuera y Carlisle retara a Emmet a tirarse de un acantilado en el cual abajo no había agua sino cactus.

Alice grito algo parecido a "no olvides los regalos", desde su cuarto y nos fuimos Edward y yo al coche.

El fin

Eduardo se comportó de una manera muy extraña los últimos días, ya no me hacía poner el chaleco antibalas y no me preguntaba si me había vacunado contra la AH1N1, todo era muy raro y sentía que venía algo peor.

Una tarde mientras Mickey jugaba con una banana y la movía arriba y abajo, arriba y abajo, arriba y….

Noté que Eduardo era el único Culon en el instituto.

También noté como la recepcionista hacía unos movimientos extraños con su lengua mirando donde se encontraba Eduardo, y noté como el señor banner llevaba a dos alumnas de primer año al baño de varones, pero eso no era importante, era mas importante ir donde Eduardo.

Me paré y tropecé por llevar los cordones desatados y mi cabeza dio contra el piso.

El moretón fue instantáneo, ya que me dispuse a sacar el espejo y mirar mi cara.

- Yo también quiero uno – dijo Jessenia y se dio contra la pared a propósito para tener un moretón igual al mío, solo que a esta le sangraba a chorros y tuvieron que llevársela a la enfermería.

Al llegar junto a él, no se molesto en saludarme y fríamente me dijo:

- Debemos hablar

- Esta bien, hablemos.

- En otro lugar, vamos al bosque oscuro y tenebroso para que así estés más segura cuando yo rompa contigo.

- Está bien – no sabía que pretendía decirme pero me moría por averiguarlo.

Caminamos rápidamente, caí más de trece veces por lo que al llegar, mis manos estaban arañadas, el pelo con barro, un chichón en la cabeza y vomitaba sangre.

- Nada grave, te recuperarás - dijo Eduardo

Entendía que no le preocupase mi chichón o mis manos arañadas, pero mi pelo si que estaba sucio, el debía llevarme al doctor.

- Bueno hablemos – dije rápidamente para quitarle el misterio a esta cosa.

- Bueno… creo es muy arriesgado estar contigo y ya no podemos estar juntos.

- ¿Y? – me carga cuando la gente anda con rodeos y no se va directo al grano.

- Eso, quiero que terminemos – dijo fríamente.

- ¿Que germinemos? – quería que ¿germinemos? ¿Que es eso?

- Este… no, es que TER-MI-NE-MOS.

-¡OH! – en ese momento lo comprendí, él quería romper conmigo.

- Bueno en ese caso, ¿seremos amigos? – pregunté rápidamente.

- M… bueno Beys, mi familia y yo nos iremos de Forks, estaremos lejos para siempre y haré que te olvides completamente de mí.

En ese momento sacó de su bolsillo un aparato electrónico y una luz deslumbrante recorrió el lugar.

- ¿Quien soy? – preguntó Eduardo, no entendía que quería decir.

- Este… ¿son adivinanzas?, ¿me acabas de dejar y quieres que juguemos a las adivinanzas?

- ¡Rayos!, ¡funcionaba en hombres de negro!

- ¡OH!, ¿querías borrar mi memoria? – pregunte enfadada.

- Mm...… esa era la idea, en fin, olvídame, ¡adiós!

Me quedé sola en el bosque oscuro y tenebroso, no pude reaccionar, ni siquiera cuando me defecó una paloma en la cabeza, no tenía la fuerza para moverme aún cuando un venado me mordía el pelo, todos mis movimientos eran inútiles cuando un picaflor me picaba los ojos, estaba en estado de shock.

Unos gritos se escuchaban a los lejos, parecían pronunciar mi nombre.

- ¡Beya! – bueno, sí pronunciaban mi nombre.

No tenía fuerza para gritar, por lo que lancé una piedra en dirección a mi salvador.

- ¡Aucht! – y mi salvador paró de buscarme.

Enseguida me levante y saque fuerzas de flaqueza para llegar donde Él.

Era Sammie Uretray, y yacía inconciente en el piso, con una gran herida en la cabeza.

- ¡Ups! – dije a nadie en particular, al darme cuanta de que mi piedra impactó en su cabeza.

Lo tomé en brazos y lo llevé a mi casa, ahí lo recosté en el sillón mientras el viejo wn de mi padre llamaba al doctor.

Corrí en seguida a mi habitación para volver a ver los regalos que había dejado, eran mi único recuerdo de Eduardo

¡No había nada! "haré que te olvides completamente de mí", recordé esa estúpida frase.

Octubre:

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Noviembre:

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Diciembre:

Miguelito arrestado por consumir marihuana.

Enero:

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