Bueno, como sabeis, he estado de examenes. Pues bien, cada vez que estudio ocurre una cosa curiosa: mi mente, en un desesperado intento de desconectarse, empieza a vagar por otros mundos, resultando normalmente, la creación de historias (varias historias originales mías no fics se me ocurrieron estudiando para selectividad ¬¬U)

El caso, que en esta ocasión me ha dado por historias de DGM. Esta es una (tengo pensadas otras dos). Se supone que iba a ser un one-shot, pero siendo yo... No creo que me ocupe más de 3 capitulos, asi que la acabaré pronto.

DGM no me pertenece


Una luminosa y cálida mañana despertaba alegremente a los ocupantes del tren. El paisaje, de campos verdes llenos de flores multicolores, adornaba las ventanas de las diferentes cabinas.

Cualquier persona se habría encontrado en paz consigo misma y con el mundo, dejando que la tranquilidad del ambiente le embriagara…

- Me aburro!!- obviamente, Lavi no era cualquier persona, para sufrimiento de sus compañeros.

- Ya no lo has dicho más de cien veces, Lavi.- le recriminó Allen, que estaba sentado a su lado. En frente de ellos, Lenalee le daba la razón con un gesto de la cabeza, mientras Kanda dormitaba (o eso intentaba)

- Pero es que me aburro!! (y han sido 93, exagerado!).- El pelirrojo empezaba a poner caras raras, a veces hacía hasta pucheros. Se estaba comportando igual que un crío.

- Ya basta, Lavi, ya lo sabemos. Haz el favor de comportarte!- la infinita paciencia que normalmente tenía Lenalee estaba empezando a flaquear, como así demostraba la marca de enfado sobre su cabeza.

- Me aburro, me aburro, me aburro, me aburro, me aburro, me aburro, me aburro, me aburro, me aburro, me aburro, me aburro, me aburro, me aburro!!- cada vez hablaba más y más alto, obligando a Allen y Lenalee a taparse los oídos.

- Lavi!! Cállate de una vez!!-

Sin embargo, el mayor seguía con sus quejas, sin escuchar a nadie. De repente, la cabina se inundó de decenas de ruidos sordos. Y después, silencio.

Allen y Lenalee comenzaron a sudar mientras veían como, después de darle la paliza de su vida, Kanda había vuelto a recuperar su posición en el asiento, intentando conciliar algo de sueño. Por su parte, Lavi yacía en el suelo del compartimiento, inconsciente.

Eso había sido pasarse un poco, no que se quejase de los resultados, eso sí. Pero, para gusto de Allen, Kanda podía haber sido un poco más tolerante con su supuesto "mejor amigo"… O, al menos, compasivo.

Suspiró, mirando por la ventana. Esta no había sido una misión sencilla.

Hacía unos días, Komui les había encargado ir a un pueblo al norte de Bélgica donde, según los informes, desde hacía unos meses habían empezado a desaparecer la mayoría de los ancianos de la zona, y no estaban seguros si se trataba de Inocencia o no.

Como tampoco sabían si era cosa de los Noah, Komui les mandó a los cuatro (Kanda, Allen, Lenalee y Lavi) para mayor seguridad.

La misión en sí había resultado ser increíblemente fácil. Cuando llegaron a aquel pueblo belga, se sorprendieron al encontrar que, efectivamente, no había nadie superior a los 50 años en los alrededores. Preguntando, descubrieron que no es que los ancianos hubiesen desaparecido o muerto: es que habían rejuvenecido!!

Al parecer, desde que habían instalado la estatua de un querubín en la fuente del pueblo, todos aquellos que bebían de ella se iban rejuveneciendo poco a poco.

Ni que decir tiene que, cuando los exorcistas se identificaron y anunciaron su intención de llevarse la estatua, al los pueblerinos no les hizo ninguna gracia.

Como no, siendo Kanda como era, y ante las protestas de los presentes, se limitó a destrozar la estatua con Mugen, recuperando el trozo de la Inocencia prácticamente intacto.

Obviamente, al ver la manera en la que habían tratado a la "fuente de la juventud" del pueblo, todos y cada uno de los habitantes de la zona habían cogido sus armas (o cualquier cosa afilada que tuvieran a mano) y habían comenzado a perseguirles como locos, sedientos de sangre.

Lavi aún se reía del hecho de que cuatro jóvenes se viesen perseguidos por una horda de ancianos, ya que una vez pasados los efectos de la Inocencia, todos recuperaron sus aspectos originales, dándoles la oportunidad perfecta para huir a los cuatro exorcistas (ante la imposibilidad de sus perseguidores de mantener su ritmo)

Allen volvió a suspirar y observó a Timcampy revolotear por la estancia. Todos habían accedido a que fuese el gólem el que transportara la Inocencia, por si las moscas.

Lenalee, notando el modo depresivo de su amigo, se inclinó un poco hacia delante, para verle mejor la cara.

- Allen-kun, estas bien?-

- Hm?- Allen dirigió su vista hacia su amiga, que le miraba con preocupación.- Ah, si! No te preocupes, solo estaba pensando…

- En que?-

- Ah, bueno, verás…- Allen se frotó la nuca, un poco avergonzado por lo que iba a decir.- Es que… me dan un poco de lástima las personas de aquel pueblo. Debe de haber sido genial el volver a sentirse joven…

- Pero Allen, si tú ya eres bastante joven!!- rió Lavi, que parecía que haberse despertado.

- Bienvenido de nuevo, Lavi.-

- Gracias! Me has echado de menos, Moyashi-chan?-

- Pero que idioteces dices, Lavi?- gritó enojado Allen, ligeramente ruborizado. Ante esa imagen, Lavi empezó a reírse a carcajadas, provocando que Kanda se hartase y empezara a amenazarlos de muerte con Mugen. Mientras tanto, Lavi y Allen se abrazaban entre sí, acongojados ante la cara de maníaco del mayor.

Lenalee, contemplando la escena, intentó reprimir su risa, sin mucho éxito. Esos tres se comportaban como niños.

Así, sin ninguna muerte que lamentar (pero sí unos cuantos golpes) los cuatros volvieron a la Orden.

KYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYU

En cuanto llegó a su cuarto, Allen se desplomó en la cama, sin preocuparse de desvestirse completamente, con Timcampy revoloteando por encima de su cabeza.

Allen levantó la vista en busca del gólem dorado, y le deseó buenas noches con una sonrisa. Se recostó en la cama, buscando una posición más cómoda para dormir.

Allen le seguía dando vueltas al poder de aquella Inocencia. Realmente, el poder de rejuvenecer era algo que el ser humano había estado buscando desde el principio de los tiempos. El deseo de mantenerse por siempre joven era una de las mayores fantasías de los humanos (provocando la existencia de mitos tales como la piedra filosofal y cosas similares) Ahora que lo pensaba, quizá ese tipo de cosas, como la piedra filosofal, en realidad eran el poder de la Inocencia…

La inocencia… Que poder tan extraño albergaban aquellos cristales…

Instintivamente, Allen se miró el brazo izquierdo. Y pensar que uno de esos cristales había estado con él desde que tenía memoria. Que extraño.

Si de pequeño hubiese sabido la verdadera naturaleza de su brazo, seguramente hubiese afrontado las cosas de otra manera.

De repente, la cara de Allen se ensombreció, recordando su pasado.

Si de niño hubiera sabido… Quizá, solo quizá, no hubiera tenido que sufrir tanto…

Con una última mirada a su pasado, dejó que la calidez de sus sábanas le envolviera, quedándose profundamente dormido.

KYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYU

Una hermosa mañana recibió al día siguiente. Después de una noche de tormenta, cualquiera hubiese esperado que aquel día fuese uno relativamente tranquilo. Pero la experiencia les había enseñado a que, si se está hablando de la Orden Oscura, podías esperarte de todo. Y así fue.

La tranquilidad de la mañana fue destruida por un desgarrador grito, que se pudo oír por todo el edificio. Era todavía muy pronto, por lo que apenas había gente por los pasillos, para el respiro de aquella figura que se movía toda velocidad hacia el despacho del supervisor de la Orden.

La persona en cuestión abrió las puertas de un golpe, armando todavía más escándalo. Al ver que, como de costumbre, Komui estaba dormido, se acercó hecha una furia hasta estar al lado de aquel hombre. Maldiciendo en todos los idiomas que se le ocurrían, se puso de puntillas y cogió aire. Acto seguido, le gritó en el oído a Komui que, del susto se calló de la silla.

Desconcertado, el chino miró a su alrededor, buscando a Kanda, la única persona que lograba despertarle sin tener que recurrir al truco de "Lenalee se va a casar"

- Kanda-kun, donde…- no obstante, lo que vio ante él le dejó sin palabras. Abriendo la boca todo lo que su mandíbula le permitía se frotó los ojos, para asegurarse de que estaba viendo con claridad.

- Y bien? Algo que decir?- la persona que estaba ante él se estaba impacientando, ante la falta de respuesta de Komui.

Este se levantó y se dirigió hacia su mesa, en busca de su taza de café. La cogió y se la llevó a la nariz.

- Pues no parece que me hallan echado nada en la bebida. Entonces, como es posible que esté alucinando?- Komui hablaba para sí, mientras que la otra persona había comenzado a temblar de furia.

- Deja de hacer el imbécil y explícame qué demonios ha pasado aquí!!-

Komui volvió a saltar alarmado. Sin duda alguna, ese era el temperamento propio de Kanda. Pero era imposible. No podía ser él!!

- K-Kanda-kun!?-

-Tsk!-

- Pero que te ha pasado!?-

- Eso es, precisamente, lo que había venido a preguntar, estúpido!!.- gritó Kanda, cruzando los brazos sobre su pecho, en un claro signo de enfado.

Komui seguía si creer que estaba despierto. Ante él había un niño oriental, de aproximadamente unos 5 años, más o menos, de pelo liso y oscuro que apenas le llegaba por la nuca. Llevaba puesta una camisa demasiado grande para él, que más bien hacía la función de camisón.

No obstante, la mirada de aquel niño despejaba cualquier duda sobre su identidad. Solo Yuu Kanda era capaz de mirar así de mal sin motivo aparente.

Komui se adelantó un poco, tratando de examinar al chaval cuando, de pronto, las puertas volvieron a abrirse.

- Hermano, mira lo que me ha…- Lenalee se paró en seco, observando detenidamente al hombre y al chico que había en la sala.

Ellos también se habían quedado de piedra al verla. En vez de la Lenalee de siempre (16 años, de pelo corto, con curvas) estaba una niña de unos 5 años también, con el pelo hasta la mitad de la espalda. En su caso sí que llevaba un camisón puesto pero, para sorpresa de Kanda, le quedaba bien.

Ambos niños se quedaron mirando.

-K-Kanda?- el chico solo dio un resoplido como respuesta afirmativa.- Pensé que era la única! Crees que será cosa de…- pero no pudo terminar.

Apenas había comenzado a hablar, un monstruo de ojos brillantes y húmedos se abalanzó sobre ella, llorando a lágrima viva.

-LENALEE!! Mi Lenalee!! Mi hermanita pequeña ha vuelto!! Ya no tendré que preocuparme de todos esos pervertidos que te rodean!!- de repente, el hombre se quedó paralizado, mientras la chiquilla luchaba por librarse del sofocante abrazo de su hermano.- No, en todo caso las cosas han empeorado… Con lo mona que eres, cualquiera de estos buitres podría querer raptarte. Y como ahora eres tan pequeñita, no tienes el poder suficiente para protegerte!! No te preocupes, yo te protegeré!!

Lo único que consiguió Komui con sus gritos fue la atención del grupo científico, que había comenzado a entrar en su despacho para comprobar el origen de tanto griterío. Cuando Lenalee consiguió zafarse del agarre de su hermano (no sin darle una patada en las costillas) corrió al lado de Kanda.

Ahora, los dos niños eran el centro de todas las miradas. Todos los presentes estaban embelesados ante una imagen tan… mona.

La mayoría de los de la Orden habían visto a Lenalee de pequeña, aunque había estado bajo vigilancia una larga temporada. Pero es que ninguno de ellos había visto a Kanda tan joven! Sin atreverse a decir nada (por Dios, seguía siendo Kanda!) todos empezaron a recuperarse del shock inicial de ver a Kanda con el pelo corto y con un aspecto tan infantil (apenas era más alto que Lenalee y sus ojos eran enormes en comparación con su cara)

- Pero, como ha pasado esto?- comentó asombrado Reever (Komui seguía en su propio mundo)

Lenalee y Kanda se miraron. – Puede que halla sido cosa de la Inocencia que recuperamos ayer. Se supone que tenía el poder de rejuvenecer a los que estuvieran en contacto con ella- explicó Lenalee.

- A mi eso de da exactamente igual. Lo que quiero es saber como coño volver a la normalidad!- gritó enfurecido Kanda. Acto seguido, todos los científicos empezaron a regañarle por su lenguaje.

- Kanda-kun!! No puedes usar ese tipo de lenguaje!! – le riñó Komui, que parecía estar divirtiéndose de lo lindo, ahora que se había calmado.

- No me jod…-

Pero antes de que Kanda siguiera soltando palabrotas, las puertas se abrieron una vez más. Esta vez quien entró por la puerta no fue un niño ni un científico, sino un Panda (ejem) Bookman realmente cabreado. Iba arrastrando un bulto a su espalda.

Bookman se dirigió hasta donde estaba Komui y soltó al bulto de sábanas en frente de él.

- Se puede saber que le ha pasado a esto?-

"Esto" empezó a moverse, molesto por el griterío. Lenalee se acercó y tuvo que reprimir un grito de emoción al ver a un encantador niño pelirrojo, durmiendo plácidamente, agarrándose a una almohada.

Lavi estaba aferrándose tan fuerte a la almohada que era difícil saber donde terminaba una y empezaba el otro.

- Que mono!!-

- Ni mono ni leches! Supervisor, haga algo para devolverle a la normalidad!! Ya es suficiente tener que aguantar que el imbécil este se comporte como un crío como para, además, que tenga también ese aspecto!!- Bookman dijo todo esto muy rápido, sin darle oportunidad a Komui de contestar, mientras le daba patadas a Lavi.

Este por fin despertó. Poco a poco se fue incorporando. Se tomó su tiempo para estirarse y frotarse los ojos, reprimiendo varios bostezos durante el proceso. De repente, se paró en seco. Parpadeó varias veces y, tanto su boca cono sus ojos (dos enormes ojos verdes, pues el parche se le había caído) se abrieron de par en par.

- Debo de estar soñando…-

Todos los científicos siguieron el recorrido de la mirada de Lavi y no se sorprendieron al encontrar en su trayectoria a Kanda, que parecía estar más cabreado (y humillado) por momentos.

Ambos "amigos" se miraron, sin decir palabra, durante unos instantes. Después…

- Yuu!! Pero que mono estas!!- Lavi se abalanzó sobre Kanda, cayendo los dos al suelo como resultado de la fuerza de su abrazo (y el cambio de punto de gravedad en un cuerpo tan pequeño)

- Suéltame o te mato, Lavi!!-

-Que mono, que mono, que mono!! Sabía que el pelo corto te quedaría bien!!

Lenalee, que estaba sintiendo vergüenza ajena (pero mucha) se adelantó hacia donde estaban sus compañeros, y se agachó para quedar a la altura de los dos chicos, que seguían revolcándose en el suelo.

- Vaya, Lavi, no pareces muy sorprendido.-

- Hm?- Lavi se quedó petrificado de nuevo, mirando a Lenalee. Sus ojos brillaron y el ritual empezó de nuevo.

Kanda se levantó, aliviado de que Lavi hubiese decidido cambiar de víctima. Se frotó el cuello. Maldito Lavi, le había hecho daño!! Y miró a los que ahora estaban montando el barullo.

La imagen era bastante curiosa: Lavi estaba abrazando a Lenalee mientras seguía con su discurso de "que mona, que mona" mientras que Komui iba amenazándole con diferentes armas, para que soltara a su querida, pero monísima, eso sí, Lenalee.

Después de unos momentos de forcejeos, patadas y llantos, todo empezó a calmarse.

-Entonces, todos coincidimos en que esto es cosa de la Inocencia que recuperasteis ayer.- comentó Komui, con un chichón que crecía por momentos, cortesía de Lenalee.- Lamentablemente, esa Inocencia ya está en manos de Hev, y está desactivada, por lo que no me explico como es que os está afectando su poder.

- Quizá es porque estuvimos expuestos a ella durante mucho tiempo, no?- comentó Lenalee, intentando despertar a Lavi, que había sido noqueado por Bookman.

- Entonces, por que no nos ha ocurrido antes?-

- Quizá porque Timcampy estaba guardándola y eso nos sirvió de escudo-

Todo el mundo se quedó en silencio, analizando lo que acababa de decir Lenalee. Parecía como si a todos se les hubiera encendido una bombilla y, acto seguido, se hubieran convertido en estatuas. Nadie se atrevía a moverse.

Fue Lavi, que ya se había despertado, quien rompió el silencio.

- Oye, si Lenalee, Yuu y yo estamos así… Eso significa que Allen…-

- Pu…puede ser… al fin y al cabo, Allen-kun venía con nosotros.-

- Entonces, el Moyashi también tendrá un aspecto de 5 años, no?-

- Sí, pero no es todo el problema, Yuu…- Lavi parecía estar luchando consigo mismo para controlarse, y parecía que le estaba costando.- No estamos en un cuerpo de 5 años, sino en nuestro cuerpo de 5 años!! La prueba es que yo no necesito el parche…

- Y?-

- Yuu, no lo entiendes?- Lenalee si parecía haberlo pillado a la primera, porque había empezado a dirigirse hacia la puerta, despacito, para que nadie lo notara. - Allen recibió su maldición con 12 años, por lo que, el Allen de 5 no tendrá ni la cicatriz ni el pelo blanco!! – Lavi gesticulaba exageradamente con los brazos, sin poder ocultar su emoción.

De nuevo, todos los presentes se sumergieron en sus propios mundos, imaginándose a un Allen con esa descripción. Todos se miraron entre sí, como retándose entre ellos a ver quién era el primero que podría disfrutar de tal visión.

Un portazo les alertó de que alguien había logrado salir del despacho de Komui. Todos se giraron para ver unas piernitas desaparecer por el marco de la puerta. Lavi y Kanda fueron los primeros en reaccionar.

- Lenalee!! Eso no se vale!!-

- Se siente!!- La curiosidad era demasiada, incluso para Kanda, por lo que apresuraron el paso, con todo el equipo científico tras de sí.

Destino: la habitación de Allen.