Huir es un sueño.
Amar una ilusión.
Morir una promesa.
….
Rota. Vacía.
Así se sentía ella, vacía, en sus claros ojos no había nada, su cuerpo no era más que un cascarón vacío. No lo entendía, nunca lo entendió ¿Cuándo comenzó todo aquello? ¿En qué momento sus ganas de vivir desaparecieron? ¿Por qué?.
Ella recordaba reír cuando era pequeña, recordaba sentir dolor, angustia y miedo, pero después de un día para otro aquello desapareció. Un día despertó y ya estaba así, las sonrisas habían desaparecido, el dolor no lo volvió a sentir, era como si alguien hubiera sellado todo dentro de ella en una caja de seguridad, fuera de su alcance y el de los demás.
La dejaron vacía.
¿Qué sentido tenía vivir si las ganas habían desaparecido? Observó su alrededor soltando un sonoro suspiro. Desde donde se encontraba las personas parecían hormigas, considero la altura del lugar, un solo salto y todo acabaría, ni siquiera sentiría dolor, pese a que era lo que quería, una vez que su cuerpo se estrellara contra el pavimento todo acabaría, ya no habría vacío, ya no estaría rota… desaparecería sin importarle en lo más mínimo a quién dejase atrás.
Cogió aire. Soltó una de sus manos. Observó hacia abajo, solo necesitaba un paso y la gravedad haría el resto y entonces cerró sus ojos lista, sin miedo, sin angustia, sin lágrimas.
Vacía.
—¿Qué está haciendo?.—la detuvo una voz, justo cuando ya tenía uno de sus pies en el aire, lentamente volteo su rostro y lo vio, de ojos y cabello negro azabache, su piel blanca contrastaba con el color y bajo sus ojos dos profundas ojeras destacaban. Vestía un lujoso traje azul oscuro, que sin miedo a equivocarse hasta diría que fue hecho especialmente para él.
Lo miro unos segundos antes de regresar su mirada al frente.
—Intento suicidarme.—contesto con parsimonia, sin miedo ni molestia de haber sido ella interrumpida.
Escucho los pasos de él acercarse a donde estaba, sin apuro ni alarma, como si lo que le hubiera dicho hubiera sido el estado del clima.
—¿Sabes? Si te lanzas de este edificio me causaras muchos problemas.—le escucho decir con calma y al girar levemente su rostro lo observó verla con curiosidad.
—Lo siento.—se disculpo sin realmente sentirlo, con su voz serena y vacía de siempre.
Lo observó fijar su mirada hacia abajo, a las personas que seguían con su vida ajena a ese momento y sus intenciones.
Él silbo con asombro.
Ella lo miró desinteresada.
—Se te destrozara el cráneo.—comentó el observándola.
Ella se encogió de hombros.—Esa es la idea.
Él asintió con entendimiento.
—¿Tienes miedo?.—le pregunto él con curiosidad.
—No.—susurro regresando su mirada al vacío, sin entender el porqué aún no se lanzaba, sin comprender porque seguía con aquella ridícula y extraña conversación.
Él continúo, aparentemente curioso.
—¿Angustia?.
Ella negó.
—¿Ansiedad?.
Negó nuevamente.
—¿Vértigo?.—insistió.
Ella suspiró y volteo a verlo.
—No siento nada.—contesto, él la miró unos segundos para después asentir con entendimiento.
—Ya, estás vacía.—dijo y ella asintió.
Él continúo observándola.
—¿Eres huérfana?.—pregunto en busca de sus motivos por el que quería suicidarse.
—Mis padres están con vida, tengo una hermana pequeña y un primo mayor que yo.—contesto.
—¿No te preocupa dejarlos?.—pregunto él, ella se encogió de hombros.
—Lo olvidarán con el tiempo.—susurro.
—Efectivamente. Pero pasará mucho antes de que eso suceda, ¿No te preocupa?.—volvió a preguntar.
Ella suspiró.
—No. Ahora sí me disculpa quiero lanzarme.—susurro.
Sintió su mirada sobre ella unos segundos antes de nuevamente escuchar su gruesa y calmada voz.
—¿Podría saber tu nombre antes de que te lances?.—lo escucho decir.
—…Hyūga Hinata.—contesto.
—Un gusto Hyūga Hinata, soy Uchiha Itachi.—ella asintió.
—Un gusto Uchiha-san… ahora sí me disculpa continuaré con lo mío.—susurro.
—Hyūga Hinata.—llamo él nuevamente. Al voltear su rostro lo observó verla con una sonrisa apenada.
—¿Si?.—contesto el se acercó a ella.
—Lamento decirle esto pero no puedo permitir que se lance al vacío, usted entenderá ¿Cierto?.—se encogió de hombros.
Ella suspiró.
—Ahora si me permite, deme su mano.—pidió, pero ella negó.
—Lo siento.—susurro saltando, observando sus ojos negros abrirse en sorpresa antes de precipitarse hacia ella.
Pero era tarde ya había saltado. Cerró sus ojos a la espera del impacto que curiosamente nunca llegó, un tirón de su brazo la hizo abrir los ojos observando como dos manos la sostenían con fuerza por él y la subían lentamente y con esfuerzo.
Observó sus ojos negros cerrase levemente, mientras su ceño se fruncía debido al esfuerzo.
Qué gasto más inútil de energía.
Lo dejo subirla, lo dejo ponerla a salvó y por último nuevamente lo observó.
—Es inútil.—susurro observándolo intentar normalizar su respiración.—Volveré hacerlo.
Y se marchó. Sin voltear su rostro, sin agradecer ser salvada. Tan vacía como había llegado, sintiendo en todo momento aquella oscura mirada sobre ella.
