Harry Potter le pertenece a J. K. Rowling.

Este fic participa en el reto temático de septiembre "Cartas de Hogwarts" del foro "La Noble y Ancestral Casa de los Black".

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La historia de Aless, una lechuza fuera de serie.

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Cada año es igual. Los nuevos estudiantes reciben sus cartas y nosotros tenemos que entregarlas, sin importar el clima que haya o que no tengamos que descansar; es muy fastidioso hacerlo año con año, día tras día... es como un ciclo sinfín. Sabemos que saldremos de el a menos que nos muramos lo que sinceramente llevará unos largos y tediosos años; Minerva a veces se queja que tiene que sellarlas y todo eso pero ¡somos nosotros lo que las entregamos! Se nota lo desconsideraba que puede ser la profesora de Transfiguraciones.

Es injusto lo que nosotros y nosotras, las lechuzas, tenemos que pasar para que nuevos chiquitines lleguen al Colegio de Magia y Hechicería; nadie piensa en nuestros sentimientos, en que queremos descansar aunque sea un día... ¡un día sería mucho pedir! Aparentemente sí, ¡nunca hemos un año libre! Hasta Argus descansa por veces pero nosotros/as no. ¡Ja! Se nota que no saben lo que es estar en nuestras alas.

He visto como cada algunas lechuzas llegan muy agotadas cuando terminan de entregar la tanda de cartas que manda McGonagall ¡es que no conoce el sentido común o qué! ¿¡Cómo es posible que lo mande a semejante cantidad de estudiantes?! ¡Son como quinientas mil por año! Ah~ a veces quisiera jubilarme pero, ¿saben qué? ¡No puedo! Soy un lechuza, no un trabajador humano.

La vida es injusta.

Cambiando de tema, hoy a sido mi última entrega ¡por fin! Pensé que nunca se acabarían los alumnos y alumnas, a descansar antes que volvamos a tener que servir como correo aéreo. Puse mis patas en la suave tarima, ah~ que reconfortante descansarlas, eso y mis ya cansadas y agobiadas alas; suspiré pensando en qué volvería a perder mis adoradas plumas por algún chiquillo o niñata verdaderamente fastidioso/a que planea que puede conseguir todo. Gruñí, son molestos esos críos y crías.

Noté como Sadie llegó a duras penas, pobre. Ha descansado y dormido menos que yo. Eh, esperen un momento, no les he dicho mi nombre, ¿cierto? Reí corroborando que a veces se me olvidan las cosas en un chasquido; bueno, soy Alessander. Pero llámenme Aless, o los picotearé.

Yo, Aless, soy un guapo ave de color blanca con unos exuberantes ojos púrpuras... ¡que no eran así! Culpo al ego enorme de Malfoy por cambiar mis espectaculares y originales ojos negros. ¡Ululé! Cuando lo vea lo picotearé sin miramientos; volviendo al pico, soy v-a-r-ó-n no hembra... ¡qué deslumbre a todas las lechuzas con mi belleza inigualable no significa que sea hembra! ¡Ululé! Me da asco la idea.

Me haré la nota mental de preguntarle a la bella ave de Potter si quiere sentar cabeza conmigo, espero que sea hembra.

¡Yo soy h-e-t-e-r-o! Por lo que no crean todo lo que picotea Jeff, ese sarnoso que se cree tan espectacular como yo... ¡Ululé divertido! Como si eso fuera a pasar. Suspiré de nuevo; en un tiempo volveré a asolear mis encantadoras alas al odioso sol.

Picoteando sobre sol, oyeron lo que le pasó a Nikki. Ululé jocoso. Se lo merecía. Digo, ¿quién la manda a meter sus alas donde no la llaman? ¡Nadie~! A la pobre tonta avecilla; se nota que es novata.

Novata y muy bella. Tal vez debería ir a verla, puede que congeniemos demasiado bien. ¡Ululé pícaro!

Nos veremos próximamente, vaya, sonó a telenovela de mal gusto. Como sea, adiós... ¡y ni se les ocurra acercarse a la lechuza de Potter o a Nikki! ¡Son mías! ¿Entienden, o le picoteo para que les entre en la cabeza?